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Teatro en Cuba
 

Vuelo circular o retorno al claustro materno


por Jesús Dueñas Becerra
jesus@infomed.sld.cu

 

Vuelo circular, de Ana María de Agüero, es el título de la obra que el Centro de Teatro de La Habana, la agrupación GAIA Teatro y el Proyecto Alianza Teatral Más llevaran a la sala El Sótano, con versión y puesta en escena de la profesora Carmen Fragoso Molina, docente de la capitalina Universidad de las Artes (ISA). 

Ana María de Agüero (1936) es Licenciada en Letras por la Universidad de Oriente, actriz, dramaturga, asesora y directora teatral. Ha trabajado en diferentes agrupaciones en Santiago de Cuba, donde actualmente labora como asesora en disímiles espacios escénicos.

La trayectoria curricular de la ilustre intelectual santiaguera incluye más de treinta obras y varios monólogos. Por su meritoria labor dramatúrgica, ha obtenido varios premios y reconocimientos, tanto nacionales, como foráneos. Vuelo circular, publicado por la Editorial Oriente, reúne un conjunto de obras teatrales salidas de su prolífica pluma.

La trama de Vuelo circular gira alrededor de la relación morbosa (incluido el incesto), que establecen la madre y el hijo, interpretados por la carismática actriz Carmen Fragoso Molina y el joven actor Amado Díaz Velázquez, respectivamente.

Como consecuencia de un trauma psíquico (el abandono por parte del esposo y padre del primogénito), que perturba sus facultades mentales, la madre decide alejar por completo al hijo de la vida social que debe llevar un muchacho de 16 o 17 años de edad, y por ende, lo encierra a cal y canto en una casa sin puertas ni ventanas, donde no se filtra la luz del sol ni los rayos de la luna. Ella trata al chico como si fuera un niño que necesita protección del ambiente que lo rodea y que, además, le facilita el proceso de consolidación de la personalidad de un adolescente.

La progenitora es quien le enseña a su hijo, signado —desde la vertiente psicológica— por la dualidad caracterogénica: la inmadurez emocional, propia de las complejas circunstancias coyunturales en que vive y crece como ser humano; y la madurez, ya que es capaz de discutir con la persona que le dio el ser acerca de temas filosófico-antropogénicos, los cuales le otorgan a la obra un elevado vuelo intelectual.

Las transiciones a que debe apelar Díaz Velázquez, quien le presta piel y alma al hijo prisionero de la obsesión enfermiza de la madre, oscilan entre la puerilidad e inocencia inculcadas por ella para salvarlo de los «peligros» reales y potenciales que lo acecharían si se pone en contacto directo con el mundo exterior, y el planteamiento de problemas existenciales.

En opinión de este cronista, el novel actor logra transitar del yo niño al yo adulto sin realizar el más mínimo esfuerzo, solo se deja llevar por las coordenadas que modulan el comportamiento del personaje que interpreta en ese contexto dramatúrgico. 

Fragoso convence al auditorio al caracterizar al personaje de la progenitora, a la que viste con el todavía vigente ropaje de la sobreprotección, cuya génesis habría que buscarla —la mayoría de las veces— en los sentimientos de culpa experimentados hacia la criatura y generados por una situación real o imaginaria que involucra al vástago, quizás desde que el feto se encontraba en el claustro materno.

En declaraciones exclusivas al Portal CubaLiteraria, la profesora y actriz Carmen Fragoso Molina expresó: «Vuelo circular resulta una metáfora de dos mundos, el mundo de una madre sobreprotectora, traumatizada por [diversos] acontecimientos, entre ellos el abandono de su esposo, y por otro lado, un hijo [adolescente con necesidades psicosociales y psicosexuales que no puede satisfacer], al que ha tenido encerrado […] toda su vida por miedo a que escape al futuro y la deje sola [síndrome del nido vacío].

En ese debate entre un mundo viejo [que caduca] y uno joven [que puja por imponerse] y quiere [hacer realidad] sus sueños, discurre la obra […], que —por supuesto— tiene un final abierto para que el espectador pueda llegar “a sus propias conclusiones”, como diría el jurista y periodista Reinaldo Taladrid».

Me agradaría finalizar esta crónica con una cita del profesor, doctor José Orlando Suárez Tajonera (1928-2008),1 Premio Nacional de la Enseñanza Artística 2007:

« [..] El arte en general y el arte [teatral] en particular [devienen los] medios más poderosos de educación estética de la personalidad por la relación que […] tiene con los problemas del universo en conexión con el sentido de la vida, el descubrimiento y el redescubrimiento de la belleza y el valor de la vida como base de una nueva escala de valores que sean la norma de una inédita moralidad [que contribuya a reforzar] la resistencia cultural de nuestra identidad […]».

Foto: cortesía de Carmen Fragoso

Jesús Dueñas Becerra - psicólogo, crítico y periodista
jesus@infomed.sld.cu
 

Publicado, originalmente, en la web de Cuba Literaria http://www.cubaliteraria.cu

 

Link: http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=19535&idseccion=32 - 04 de agosto de 2016
 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 21 de agosto de 2016


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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