La adolescencia afecta el cerebro y moldea la personalidad

por Dr. Jesús Dueñas Becerra

Hospital Psiquiátrico de La Habana
jesus@infomed.sld.cu

Durante el transcurso de la infancia, la personalidad humana se torna más estable, pero es agitada durante la adolescencia. El niño, por ejemplo, es más consciente del tiempo y es muy curioso acerca del futuro. Por otra parte, la niña, se muestra más dispuesta a realizar las cosas por sí misma. Como profesional de la salud mental, he podido apreciar —desde una óptica objetivo-subjetiva por excelencia— cómo emergen y se desarrollan las particularidades de cada niño o niña que atendiera durante mi labor asistencial. Según la concepción psicoanalítica ortodoxa, la personalidad tiene hondas raíces en la infancia, pero estamos seguros de  que habrá muchos cambios en el futuro, principalmente cuando el ser humano entre en la pubertad, ya que la adolescencia es una fase de transformaciones rápidas. La doctora Sarah-Jayne Blakemore, especializada en el cerebro adolescente, describió el desafío de esa etapa del ciclo vital humano como «una tormenta perfecta», por el aumento repentino y simultáneo de «alteraciones hormonales, neuronales, sociales y de presiones [ejercidas por] la vida». A esa lista podía haber añadido perfectamente los cambios desencadenados por la pubertad que pueden influir en el comportamiento futuro del sujeto. En efecto, desde los primeros años de la infancia hasta su etapa final, la personalidad y temperamento se consolidan a medida que se adopta una forma de pensar, sentir y actuar mucho más consistente. La estabilidad de la personalidad se refuerza de nuevo a partir de la fase final de la adolescencia hasta la edad adulta. No obstante, en la adolescencia esa tendencia se interrumpe. El caleidoscopio de la personalidad se agita y es profundamente importante cómo y en qué forma se colocan las piezas de ese rompecabezas. Los hallazgos de estudios a largo plazo muestran que los rasgos que aparecen durante la adolescencia pueden predecir una serie de resultados a lo largo de la vida, como el éxito académico o el riesgo de desempleo. Las investigaciones sobre el tema todavía son insuficientes, pero las posibles conclusiones son relevantes y emocionantes. Al entender más sobre las fuerzas que moldean la personalidad de los adolescentes posiblemente podremos intervenir y ayudarlos a trazar un camino más saludable y exitoso. ¿Qué piensa usted, estimado oyente?

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