El exposoma humano y su relación con la salud
por Dr. Jesús Dueñas Becerra

Hospital Psiquiátrico de La Habana
jesus@infomed.sld.cu

El aura existe, pero no es lo que tal vez usted, amigo oyente, imagina. Es fácil pensar que la idea de un «aura» que nos rodea pertenece estrictamente al plano de lo desconocido. Una búsqueda rápida en la red de arrojas sugiere decenas de consejos para limpiar el aura" y alejar las cargas o vibraciones negativas. Y quizás ese sea el único contexto en el que usted ha visto la palabra, por lo general asociada a las emociones y cómo estas pueden influir en el bienestar físico,  mental y espiritual del ser humano. La ciencia sí ha demostrado la existencia de un aura viviente individual: se llama exposoma humano y no tiene nada que ver con las energías espirituales. El término describe esa nube personal de microorganismos, elementos químicos u otros compuestos que, en efecto, acompañan al sujeto  a dondequiera que esté. El exposoma  deviene el centro de un estudio que durante cinco años desarrolló un grupo de genetistas de la estadounidense Universidad de Stanford, en California. Si bien la ciencia ya tenía nociones sobre ese concepto, los hallazgos de la investigación, publicada en la revista científica Cell, revelaron que es posible medir, a escala individual, los elementos del ambiente a los que está expuesta cada persona. El doctor Michael Snyder, autor principal de la pesquisa, declaró a BBC Mundo que lo más relevante «es que esas mediciones pueden hacer una gran diferencia en la manera de estudiar y prevenir padecimientos como el asma y las alergias, lo cual hace un importante aporte al campo de la salud. Para realizar el experimento, los investigadores fabricaron un pequeño dispositivo para monitorear el aire y lo ataron al brazo de quince voluntarios, quienes fueron expuestos a diferentes locaciones mientras el dispositivo absorbía muestras tanto de sus órbitas personales como del ambiente que los rodeaba.  Los elementos recolectados por el dispositivo (bacterias, hongos, virus,) arrojaron secuencias de ADN y ARN que configuraron un perfil químico único para cada voluntario. Según esa representación del exposoma humano, cada color en esa nube representa los diferentes factores ambientales a los que están expuestas las personas: bacterias, hongos, microorganismos patógenos ¿Qué piensa usted, estimado oyente?

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