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Miradas del espectador
 

Cloaca: joya de la dramaturgia universal
por Jesús Dueñas Becerra
jesus@infomed.sld.cu

 
 

Cloaca, de la intelectual holandesa María Goos, en versión de Juan Carlos Cremata Malberty y Agnieska Hernández, fue el estreno que la agrupación El Ingenio llevara a las tablas de la capitalina sala El Sótano.

María Goos es dramaturga, directora de teatro, escritora y periodista. Desde 1982, dirige la Academia de Arte Dramático, de Maastricht. Ha escrito guiones para series televisivas y colabora con el periódico Leef, donde atiende columnas humorísticas.

Entre sus principales obras teatrales, habría que destacar Familia (2000), estrenada por la compañía Nu Even Niet, la que posteriormente fue versionada para la televisión y el cine holandeses.

Mesa para cuatro (2001), estrenada en el teatro Bellevue/Nieuwe, de la Mar de Ámsterdam. La segunda parte de dicha obra se representó en el mismo teatro, en 2003.

Cloaca (2002) ha sido la obra que le ha dado a María Goos su mayor éxito en el plano internacional. La versión televisiva fue dirigida por Willem van de Sande Bakhuyzen.

En 2004, Kevin Spacey estrenó la versión inglesa en el Old Vic Theater, de Londres. En 2006, fue estrenada la versión alemana, Alte Freunde, en el teatro berlinés Renaissance, Jos van Kan realizó su propia versión, que estrenó en el Theater am Domhof, de Osnabrück, mientras que Josep María Mestres dirigió la versión española, traducida por Roland Brouwer, y la bautizó con el título de Baraka (en marroquí significa saludo afectuoso, y expresa deseos de paz y bienestar al otro o no yo).

La puesta en escena de la más relevante obra del teatro holandés contemporáneo se convirtió —por sus virtudes — en una joya de la dramaturgia universal.

La Embajada de Holanda en La Habana, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Centro de Teatro de La Habana, y el colectivo artístico, jerarquizado por Cremata Malberty, fueron los principales patrocinadores de dicho proyecto teatral en Cuba.

Cloaca, cuya versión cubana tiene mucho que decirle al público insular, es una obra de palpitante actualidad. La trama gira alrededor de situaciones que han acaecido, en fecha reciente, en la mayor isla de las Antillas, pero extrapoladas desde Holanda; situaciones que configuran un estudio dramatúrgico acerca de la verdadera amistad, percibida por la psicología con orientación humanista como encuentro en el espíritu, y de cómo las más abyectas pasiones, que crecen silvestres en el componente instintivo del inconsciente freudiano, pueden destruirla o fisurarla para siempre.

La puesta relata la historia de cuatro amigos que se conocen desde la infancia: Ian (Omar Durán) un aspirante a ministro, Tony (Daniel Romero), quien ejercía como jurista, y egresó —desde hacía muy poco— de una institución de salud mental, Peter (Lázaro León), gay coleccionista de arte, y Martin (Carlos Solar), un director teatral, Elena (Maridelmis Marín), prostituta rusa, y Aidana Febles, Laura Alemán, Edel Lulay / Greta Pérez, bailarinas pagadas, quienes les prestan piel y alma a los respectivos personajes que interpretan en ese contexto dramatúrgico.

Si bien los integrantes del elenco actoral desempeñaron al pie de la letra el papel que Cremata Malberty les asignara en dicha obra, habría que destacar la excelente caracterización (no dudo que haya recibido la asesoría de un psiquiatra o psicólogo clínico) del paciente con un grave trastorno mental, realizada por el carismático actor Daniel Romero, quien, con apoyo en el nivel psicótico de funcionamiento psicológico que presentara en escena, abre la «Caja de Pandora» y libera los «demonios» ocultos en las regiones más intrincadas del cerebro humano, para expresar —sin ambages ni medias tintas— verdades que solo un orate es capaz de verbalizar delante de un público, que ríe a carcajada limpia cuando las escucha, pero, al mismo tiempo, lo incitan a la reflexión acerca de esas verdades, que ulteriormente son reiteradas por el versátil actor Lázaro León, quien recibe un estimulante aplauso por parte del auditorio.

El conflicto fundamental, que gira alrededor de un fraude cometido por Peter, y consistente en la ¿apropiación? de obras de arte, supuestamente desechadas por carecer de valor artístico, y luego reclamadas por el jefe inmediato superior, constituye el telón de fondo para formular ácidas criticas al burocratismo, la falta de control en algunas dependencias estatales, la corrupción, la ambición enfermiza por alcanzar poder; males que corroen los cimientos de nuestra sociedad, perfectible…, si logramos eliminar esos escollos que tanto daño han hecho —y hacen— al pueblo cubano y al proceso revolucionario.

Cloaca explora el camino que transita la relación afectiva entre cuatro hombres adultos, así como las virtudes éticas, humanas y espirituales que aún los mantienen unidos, cuando las más disímiles obligaciones asumidas durante su trayectoria vital, los llevan a la adopción de posiciones divergentes, y en ocasiones, contradictorias.

Por otra parte, reseña con fino humor y bien dosificada emoción el placer inefable que proporciona la amistad masculina, así como los grandes obstáculos que pretenden desintegrarla con la misma fuerza que arremete el huracán tropical, que —al decir martiano— «empuja y deshace».

En esa puesta, se describe —con indiscutible maestría— cómo los hombres pueden poner en riesgo el equilibrio psicológico, socio-cultural y espiritual en que se estructura la salud humana y hasta la vida (Peter termina suicidándose para evitar el proceso judicial que deberá enfrentar por el robo de obras de arte), la búsqueda constante de dinero, poder y reputación, tres enemigos letales que, cual tumores malignos, signan la realidad de nuestros días en cualquier país del orbe.

De acuerdo con la apreciación personal del autor de esta crónica, ese es —precisamente— el sentido del mensaje ético-humanista que Cloaca aspira a transmitirles a los amantes del arte de las tablas.

El único señalamiento crítico imputable a esta puesta radica en el uso exagerado de palabras «mal sonantes» que, según mi opinión, solo deben ser utilizadas por los actores y actrices cuando el clima emocional generado por el desarrollo de la acción dramática lo requiera, o mejor aún, lo exija.

Por último, me agradaría finalizar con un planteamiento que se explica por sí solo:

«Nosotros [los integrantes de la agrupación El Ingenio] no escogimos a Cloaca para llevarla a escena. Fue Cloaca la que nos escogió a nosotros y nos [susurró al oído]: “tengo algo que decirle a Cuba”

Jesús Dueñas Becerra - crítico y periodista - Foto: Ismael Almeida
jesus@infomed.sld.cu
 

Publicado, originalmente, en la web de Cuba Literaria http://www.cubaliteraria.cu

 

Link: http://www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=18346&idseccion=32  - La Habana, 19 de marzo de 2015
 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 3 de junio de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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