Zorras a la moda
Susana Dillon

Dos zorritas, ya señoritas, muy coquetas y pizpiretas se miraban en el espejo de una laguna. Que para acá, que para allá, de frente y de perfil, levantando la cola y haciendo trompitas, probándose pinturas y sombreros. Una le dijo a la otra:

 

—Estás gorda, hecha una chancha. Ahora se usa estar delgada, casi transparente. A las modelos se les pueden contar los huesos.

 

La otra quedó muy impresionada y a pesar de que ella no se veía tan obesa, se propuso:

 

—Voy a hacer régimen.

 

Pero como era de buen diente, joven y muy activa, comía con buen apetito, luego se metía la pata en la boca hasta que vomitaba. Así hasta que el estómago se le acostumbró y ya nada le quedaba en él. Adelgazó, tanto, que la del consejo le dijo:

 

—Bueno, ahora para con el régimen. Te lucirá mejor la cola cuando vayas a modelar los trajes en los desfiles.

 

Ella, para no ser menos, también se puso a dieta de gramilla, así quedaba esbelta como su amiga para cuando fueran a los bailes de la temporada.

 

Tanto adelgazaron que ya no tenían ni aliento para correr ni para hacer zorrerías. A la que comía no le quedaba nada en el estómago, ni aunque se lo propusiera; a la otra, la comida le repugnaba, no le podía sentir ni el olor. Ambas quedaron en la piel y los huesos. Las familias de ambas no sabían qué hacer con estas zorritas.

 

Los muchachos Zorros, no querían bailar con ellas porque eran un verdadero adefesio. Las zorritas se seguían mirando en la laguna, y tan chifladas estaban que se seguían viendo gordas.

 

Tanto se miraron que les dio un vahído, se cayeron al agua y no tuvieron fuerzas para salvarse.

Por Susana Dillon
"Fábulas cimarronas"
(peripecias de cordobeses del sur)

I.S.B.N.: 950-665-042-X

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