Por qué las víboras tienen la cabeza chata y la lengua partida
De "Huellas de Ranqueles"
Susana Dillon

Esta historia viene de los tiempos antiguos en que el espíritu bueno Futa Chao había mandado a su hijo para que protegiera a los indios de la gente blanca que tiempos después iban a venir a hacer daño.

Andaba pues el hijo de Futa Chao caminando por un bosque de arrayanes cuando se le apareció una víbora que andaba también caminando como acostumbraban en esos tiempos, parada como los hombres. Gran susto se dio el hijo del espíritu al ver aquella cosa que seguro la había creado el Huecufu o genio del mal quien era el autor de todos los daños de este mundo. Como el encuentro se produjo de pronto y en el mayor silencio, el hijo de Futa Chao se sobresaltó enojándose muchísimo con la víbora.

Tan grande fue el enojo que ahí nomás descubrió una planta de michay florecida con bonitas corolas blanca y filosas espinas que cortó una rama y con todas sus fuerzas le dio a la víbora hasta que la hizo sangrar. - ¡Tomá y toma por asustarme! - le dijo y le siguió pegando con fuerza y rabia.

Es por eso que las flores blancas, rojas y amarillas también se tiñeron con el veneno del ofidio.

Pero el hijo del Futa Chao seguía enojado con la víbora, así que como llevaba sus Tsumel o botas de potro, le aplastó con ellas la cabeza a pisotones.

La cabeza del reptil quedó desde entonces achatada, la lengua partida y como le rompió también el pescuezo no pudo pararse más corno los hombres.

De allí que las víboras les tienen odio a los hombres pues creen que son ellos los autores de sus desgracias. Por eso siempre andan escondiéndose entre las plantas del michay para sorprender a algún caminante en busca de sus sabrosos frutos y nunca cierra los ojos para estar siempre atenta a morder. 

Recopilado por César Fernández de la tradición oral

Susana Dillon
De "Huellas de Ranqueles"
Imprenta Libertad - Río Cuarto - 2002

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