Muerte de Don Miguel de Cervantes en 1616
23 de Abril. Día del Idioma
por Susana Dillon

 

 

“Qué buen idioma el mío, qué buena lengua que heredamos de los conquistadores torvos"

“Por donde pasaban quedaba la tierra arrasada. Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas las palabras luminosas que aquí se quedaron resplandecientes… el idioma"

Pablo Neruda. “Confieso que he vivido"

Ya lo advirtió Ramiro de Maeztu: " Cuando se piensa en la vida de Cervantes es cuando se siente mejor El Quijote", porque Don Miguel es el caballero de la triste figura, con sus propias ambiciones, su propia vida y sus propios sueños. Las desventuras del autor son las de su personaje, que supo elevarlo por encima de su tiempo y de su espacio hasta tocar el corazón de cuanto delirante anduviera " desfaciendo entuertos" por el mundo, arremetiendo con su lanza cargada con el empuje de sus sueños.

El Quijote, libro de los libros, alta cumbre del idioma hispano, es la condensación de su experiencia personal, de su miseria, de su cárcel por deudas, de su permanente batallar contra la adversidad y el desamor.

Si Cervantes hubiera, con su genio accedido a la corte como otros tantos literatos de su tiempo para divertir a tanto aburrido de la vida, en aquel siglo de oro, no hubiera nacido el personaje.

Sin tantas desgracias y fracturas, sin tanta pobreza y humillaciones en que estuvo remojado su ingenio, sin haberse macerado sus sentimientos en el permanente frecuentar de tipos humanos de la desventura, su poderosa fantasía no se habría encausado a describir y revivir tanto personaje de la comedia humana.

Viajó continuamente alternando con los estratos sociales de Andalucía o de Madrid, de la Mancha o de Castilla, hizo noche en oscuras posadas y mesones, frecuentó pícaros y delincuentes, taberneras y Señoras. Aspiró la gracia y el desplante del ambiente andaluz, la sal y el encanto del donaire en el decir. Se surtió de las mágicas palabras del idioma más rico y sonoro del orbe, El Quijote es la prueba de esa singular riqueza, el paradigma de lo dicho, de la intención, de lo no dicho, pero sugerido que se cuela entre los renglones y estalla en el refranero, en los chuscos[1] y en las imágenes que definen a un pueblo.

Paladeó todas las amarguras de la pobreza, de la truhanería, la persecución de sus acreedores, conoció la cárcel y sobre todo su gente, fue prisionero y esclavo de piratas, hasta fue excomulgado, pero no lo vencieron: hizo sonreír a la humanidad mientras pensaba.

Pidió venir a América como relator o contable en los navíos que transportaban el fruto de aquella rapiña en que los pillos y los sanguinarios hicieron escuela. ¿Qué hubiera tramado el ingenioso hidalgo en estas playas si se le hubiese hecho lugar?

Todo le fue negado. Entonces y a modo de catarsis escribió la obra magna del idioma en que refleja no sólo al Quijote en su sobrecogedora locura si no al hombre español de su tiempo y a todos los hombres de todos los tiempos que por un instante siquiera de sus vidas se hayan abrazado a un ideal para servirlo.

A través de 500 años ninguna obra literaria ha calado tanto y tan profundo en la mente y el corazón humanos. El creador puso  en este hombre tanta poesía y tanto se esmeró Cervantes en perjeñarla que como otro tanto remar contra la corriente en su vida, no fue por sus poemas que se lo conoce sino por esta prosa sustantiva, vigorosa, plena de gracia que su autor ha convertido en epopeya.

Cervantes da la temperatura de España en su momento de mayor gloria para letras, el pueblo no sólo aporta sus decires y su aplauso, le pone el sudor, las lágrimas y risas, porque tienen razón Menéndez y Pelayo al decidir que aborda " la epopeya cómica del género humano, el breviario eterno de la risa y de la sensatez", dándose en la genial paradoja de que quien dicta las mayores lecciones de sabiduría es precisamente un alucinado. Paladín de todos los perseguidores de quimeras.

Bibliografía: Menéndez y Pelayo-conferencias sobre El Quijote Ramiro de Maeztu: "Don Quijote, Don Juan y La Celestina".

Notas:

(*) Chuscos: los chistes de aquellos tiempos.

Susana Dillon

23 de abril de 2010
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
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