Los mitos de la serpiente
De "Huellas de Ranqueles"
Susana Dillon

La gente de la tierra tenía un profundo respeto y hasta cierta veneración por las serpientes a quienes consideraban animales mágicos, ya que su cosmogonía tenía mucho que ver con la salvación del género humano en el diluvio universal.

Así como en la tradición judeo-cristiana la víbora está asociada al demonio, al mal y a todo lo desagradable ante lo cual hay que huir, el génesis ranquel la ubica entre los seres sobrenaturales que se duelen de las penurias de los humanos.

Así Trenten, la gran serpiente mítica, que moraba, en épocas lejanas en lo más inaccesible de las altas montañas, tenía que proteger a los humanos de un monstruo, también serpiente, pero negra y terrorífica que habitaba los abismos marinos. Allí en lo más revuelto de las estaba agazapada y dispuesta a terminar con los hombres. Era Caicaivilu invadía con las aguas del mar, la tierra habitada. Viendo el gran peligro que corría la raza humana Trenten, rápidamente los advirtió de que se subieran a lo más alto de los montes para salvarse bajo la protección de la serpiente benéfica. Los primeros en obedecer fueron los animales; los hombres, muchos de ellos murieron en las aguas tenebrosas, otros fueron convertidos en peces y muy pocos, los que hicieron caso de las advertencias, se salvaron ya que Trenten hizo que se elevaran aún más las montañas con el poder de su magia.

Se cansó Caicaivilu de este juego de portentosos titanes, abandonando la lucha.

Al comenzar a bajar las aguas, los peces volvieron a su primitiva forma humana.

Pero hay otra versión que se refiere a una hermosa aborigen seducida por el Trauco, monstruoso hijo de Caicaivilu que con sus hechizos paralizó a la muchacha poseyéndola. A salvarla llegaron los pillan quienes con el tremendo poder del trueno convocaron a los aliados de la joven e inundaron el mundo conocido menos la montaña donde al fin se había guarecido Trentren con la cautiva. Como queda expresado el Génesis mapuche tiene su diluvio provocado por dos titánicas fuerzas que se oponen y dan permanente alimentación a las fuerzas del bien y del mal.

Es muy probable que, debido a la simbología de las serpientes los mapuches respetaran tanto a estos reptiles pues eran sus animales totémicos más recurridos. Esto no quiere decir que los adoraran como a ídolos. Los indios sabían separar efectivamente el signo obtenido del significado de lo que representaba. Para los mapuche-ranqueles la serpiente era símbolo de la sabiduría y la separación del bien y del mal. Tal vez sea el animal que más se tuvo en cuenta al querer expresar la renovación de la vida tal como lo hace el ofidio al cambiar de piel en determinadas faces de su vida.

Otra de las simbologías es asociarla al trance de la pubertad, cuando la niña se transforma en mujer y con la lectura de las estrellas. Los cuentos de esta cultura (epeutun) especialmente los de contenido religioso o moral, están impregnados de la sabiduría y la prudencia de las serpientes, como ejemplo didáctico de vida transmitida ingenuamente por boca de las entrañables abuelas, poseedoras de la memoria de su antiguo pueblo.

Susana Dillon
De "Huellas de Ranqueles"
Imprenta Libertad - Río Cuarto - 2002

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