Legisladores descansados
Susana Dillon

Es de todos conocida la proclividad de nuestros legisladores en buscarse excusas para no hacer su trabajo: crear leyes, reformar otras, revocar las nefastas que se hicieron en beneficio de unos pocos y las de auto amnistías.

La sufrida existencia de los ciudadanos pasa entre crisis cada vez más frecuentes y períodos preelectorales cada vez más costosos en pos de cooptar incautos que voten a los ya muy bien conocidos.

El martes 28 próximo pasado por el Canal 13 local, lo hemos visto y oído al Diputado Cantero cuerpearle al periodista Dedominici para explicarle lo inexplicable, al recordarle el mismo interrogante que tenemos los sufridos conciudadanos con respecto a lo que hay que responderle al agro, territorio desconocido y lugar inexistente para la pareja presidencial. 

En tanto la crisis, registra el mayor descalabro que la ocurrida durante la "década infame". Ahí, en el reportaje, quedó el ingeniero Cantero, como una especie de Chirolita de nuestra elegante representante del Poder Ejecutivo en sus conocidas respuestas genuflexas, que salvo esas características, se las compone para no decir nada. El diputado expone lo tan comprobado hace ocho meses que el Congreso no se reúne, tres meses de vacaciones y luego a lanzarse a las permanentes e interminables campañas proselitistas agravadas por la gripe A, que si no descuidamos se juntará dentro de poco con el dengue, así que vaya sumando: hasta aquí llevamos ocho meses y ya volveremos al verano. Y si no se cambia el paso, los chacareros, estancieros, peones y patrones, tamberos y camioneros estarán en la dulce espera de ser recibidos y escuchados, en tanto nos comeremos las vacas lecheras, las seca sigue su paso letal, suben los artículos de primera necesidad y nadie parece preocuparse por los 40 argentinos que se murieron de frío, por qué subió el porcentaje de hambrientos... Y pensar que hasta hace muy poco nos llenábamos la boca con el argumento que éramos el país que podría dar de comer a 300 millones de seres humanos con lo que producían nuestros campos.

Además de los impuestos, ahora viene la boletas del gas y la electricidad a las que hay que esperar cruzando los dedos, pero los que nos deben arreglar las desproporcionadas cifras entre lo que se gana y lo que se nos hace oblar, entre los paisajes dorados que se nos pintan en floridos discursos quienes quieren convencernos de que la estamos pasando bomba, según se mira desde la burbuja rosada en donde viven y reinan.
Y según el ingeniero legislador que supimos conseguir, ese, al que le debemos la maravilla de los azudes, invento tan genial como la instalación del casino, con el que le arrancan decenas de millones a Río Cuarto, los inescrupulosos que nos metieron el invento para empobrecer aún más a los ingenuos que creen que el juego los hará más ricos.

En tanto la televisión chancha nos entretiene desde la capital con los espectáculos porno de gatas impuestas por Tinelli y su jet-set donde divas y políticos truchos son mejores que los verdaderos, aquí en este gélido imperio a alguien se le ocurrió revisar cuentas municipales donde hasta el más gil cae en la cuenta de por qué estamos como estamos. Al descubrimiento debiera festejarse más que el 12 de octubre con paella y manzanilla, porque era ahora de despertarse de las pesadillas y se las pasemos a los que arreglan las cuentas del fisco a su entera satisfacción. No nos quejemos ahora de la falta de seguridad y la corrupción en que nos hacen vivir: los ejemplos nos vienen de arriba, de los que mandan. Ahí tenemos a la pareja presidencial con su declaración de bienes. A ellos les va mucho mejor que a los sojeros. Ya que están tan empeñados con las retenciones, ¿no sería justo que ellos se sintieran tentados espontáneamente a aportar su 35%? Esta solución salomónica, al menos haría que creciera su deteriorada popularidad.

Y ya estamos, volvamos a recordar a otro prócer riocuartense a quien favorecieron sus colegas cuando le dieron quórum al votar aquella ley que permite que cuanto delincuente se sirve de las arcas públicas para enriquecerse comprando estancias, de las que se deshacen para fugarse a Italia sin que a ningún sacrificado legislador le tiemble la pera, ni deplorare lo hecho.

La oprobiosa ley que permite la entrada de divisas sin preguntar de dónde vienen, ni para qué se van, es la que a modo de auto amnistía han votado con una solidaridad digna de mejor causa.

Demandemos, conciudadanos, ya que ni Dios ni la Patria, de acuerdo a la fórmula por la que juran, les hace mella. Es hora de exigir responsabilidades, o nos pasará lo que le pasa a Honduras.

Susana Dillon

30 de julio de 2009
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/

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