Las viudas, la maldición bíblica y un flor de geriátrico.
Por Susana Dillon

A aquellos que inventaron el matrimonio con todas sus trampas y demás triquiñuelas, hace miles y miles de años, primero se entrenaron en matemáticas y más tarde, sin siquiera intuirlas, se abocaron a las ciencia sociales, para ver de qué modo nos jorobaban la vida: inventaron las legislaciones que imponían los grandes ángeles cuando andaban de mal genio. No bien los que conducían la horda agarraron el garrote para imponer sus oscuras intenciones, sacaron las cuentas de cuánto se podía ofrecer por una mujer joven, saludable y gozable.

Los pobres se creyeron que todo venía en un sólo paquete. Lo demás era cosa del garrote. Un buen garrotazo en el momento oportuno, era más eficaz que el veredicto del Consejo de Ancianos que eran todos achacosos y gruñones. Lo importante era tener la horda en orden y bien disciplinada para salir a cazar, encontrar buen refugio, y conseguir por las buenas o a los garrotazos alguna fémina apetecible, cama adentro. El mercado matrimonial del sexo fuerte, estaba desbastecido como en épocas de piquetes. Tenían que salir a guerrear si querían tener quien al regresar a la cueva y tuviera el guiso a punto, el piso barrido, la hoguera encendida y un lecho de musgo para revolcarse con la mujer que le había robado al vecino. En aquellos tiempos, el hombre no había probado ningún método de seducción ni de soborno por el chamuyo, las caricias o esas zalamerías que convencen a las más reacias a perder sus virtudes. Los tipos eran una bestialidad de brutos porque consideraban que tratar a las mujeres bien era signo de debilidad y tal cosa, en su curriculum era una mancha tan terrible, como sobrellevar la más cruel de las deshonras. En tiempos tan oscuros, adversos, el hombre vivía cuanto mucho hasta los cuarenta pirulos, debido al estrés que le producían las múltiples dificultades de su diario vivir y eso que no había shoppings donde ir a tarjetear lo que se le podría antojar a su insensata compañera.

Aquellos tiempos podrían muy bien haber sido felices porque no había morlacos para tirar a la marchanta como los otarios del tango, porque de esa especie bien que los hubo, pero la arqueología no ha podido individualizarlos ni con el Carbono 14.El caso es que la vida bruta que llevaban no era lo más apropiada para hacerla duradera.

Es por eso que ahora, al viejo que persiste en prolongarla a fuerza de píldoras y tratamientos, los dirigentes de las mutuales... les cortan los servicios hasta volvernos al año 0 de la humanidad. La super-civilización, los adelantos científicos, el alto nivel de vida no tienen nada que hacer con funcionarios de estas precarias instituciones que se dicen de los servicios sociales que provocan más muertos que si nos arrojaran bombas nucleares. Para colmo de tantos males, la eutanasia que inventaron junto con la globalización, no sirve con las viejitas. Se mueren primero los viejitos porque Dios los hizo de barro según el Génesis, cuando manda creer que lo hizo a Adán, para que disfrutara de las cosas buenas de la Creación, pero se vino la comilona de manzanas y todo se echó a perder. A la pareja de los antojados, se les presentó el ángel con la espada de fuego y echándolos del Paraíso les mandó lo peor que se le ocurrió: que se enfermaran, que se murieran, que tuvieran chicos a los gritos, todo sin mutual, y con largos y dolorosos años de vejez. Pero todo eso no sirve con las viejitas, se mueren primero los hombres, las estadísticas están conmigo. Las viejas de todas las edades y jerarquías, nos las hemos arreglado para sobrevivir y vencer a las maldiciones bíblicas, desde que el ángel que pilló a Eva comiéndose la manzana y que lo hizo caer a Adán, que era bastante lerdo. A las viudas nos han hecho malas famas desde el vamos, sobre todo cuando se metieron a querernos administrar lo dejado por el finado. Desde allí para adelante la prensa siempre estuvo en contra nuestra, cuando aprendimos a no dejarnos pasar las cuentas. Viuda que se arreglara sola la cuenta bancaria, que sola se cobrara la jubilación y que sola andará por el mundo se ponía la parentela en contra. Pero todavía se ciernen negras nubes sobre los años venideros. Llegaron desde La Docta una delegación de legisladores con un proyecto sensacional y preocupante: el proyecto de una nueva cárcel y el posible remate de las ruinas de la existente que cumplirá su primer siglo.

No se aclaró de dónde sale la guita, a no ser que sea con las retenciones que se andan meneando. Luego de horas de sesudas reflexiones, se llegó a una solución delirante. Una voz que no había oído antes, enunció su asombroso proyecto: convertir la "capacha o la cuadrada" como gustan llamarla sus pupilos, en algo jamás imaginado, ni en nuestros cerebros decadentes, dijo la voz tonante -"la vieja cárcel sería buen lugar para un geriátrico".Miré a mi alrededor y constaté que la única de ochenta pirulos existente en la coqueta sala de nuestra gobernación era yo. Me vi a mi misma reclutando veteranos para armarles el piquete que trajera más dolores de cabeza que el de los chacareros desvalijados con las retenciones. Así que guardé mis iras para cortar rutas y aquí estoy queriendo armar otro frente de tormenta. Viejo/a que lea este relato de terror, ponga sus barbas en remojo y vaya pensando en su futuro. Cuando los legisladores salen por el sur, abandonando su pachorra serrana y llegan a hacer política se ponen peligrosos, hay que neutralizarlos con un buen nutrido y ruidoso piquete, algo más movido que los gestados por el agro. Las viejas reclamamos la vanguardia y los megáfonos entre los redoblantes... y nada de quedarse en casa para verlo por TV. ¡Gerontes del Imperio, unios!

Susana Dillon

sábado 12 de julio de 2008
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/

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