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La diosa del agua y las brujas de la seca
Susana Dillon

El porqué la seca nos castiga como una maldición bíblica, es un enigma que dilucidaremos haciéndonos cargo de lo mucho que defendemos a la naturaleza insistiendo en hacer desaparecer  selvas, montes y arbolados con el pensamiento fijo en arrasarlos para hacernos ricos rápidamente con el milagro maldito de la soja o regalando las minas de oro a cielo abierto, así desaparecerán las aguas subterráneas que se utilizan inconscientemente por toda la Cordillera de Los Andes, se enriquecerán las compañías extranjeras, los Gioja y Compañía más los otros que se cobijan en las sociedades anónimas.

Las culturas agrarias con sus diosas, en la antigüedad o los Santos y Santas no bien apareció el cristianismo, también registran su existencia en nuestros antiguos pueblos.  

 

La diosa o dios del agua fue invocada por los indígenas Mayas y Aztecas en Centro América, los cenotes, reservorios de agua dulce en la península de Yucatán, eran considerados sagrados. Allí arrojaban en sacrificio a niños y doncellas para que no faltara el agua en las milpas (sembradíos).

El agua siempre se buscó como elemento principal para fundar pueblos en donde abastecer a la población, pescar y navegar. Han quedado famosos por alimentar grandes civilizaciones: el Nilo, el Éufrates, el Ganges ofrecen sus orillas de ríos históricos.

Desde los egipcios, mesopotamios, romanos, ingleses, porteños, riocuartenses, ahí no más surgieron sobre sus costas.

Don Juan Filloy le dijo al nuestro: " el río es una flauta que se posa sobre los labios de la ciudad", como si fuera un piropo.

Nuestros comechingones edificaron sus " sácate" (pueblos) en donde nunca faltara el agua, por secas que hubiere. Cerca de Achiras (en camino a San Luis) hay vestigios de un asentamiento en un lugar llamado el Pantanillo donde nunca falta el agua y hasta los ingleses lo encontraron útil para abastecer las locomotoras primitivas. También en la linda del sur se encuentran morteros fijos, en las piedras que rodean al "arroyito", muy conocido lugar para acampar que también disfrutaron nuestros antepasados. El lago de Embalse, de vez en cuando arroja a sus orillas utensilios que pertenecen a la cultura comechingona: puntas de flechas, trozos de cerámica, estatuillas que nos hablan de su modo de vivir.  

Todo río serrano ha sido atractiva fuente de recursos para desarrollar pueblos, aquí y en todo el mundo.

Las grandes civilizaciones llegaron a construir acueductos para transportar el agua desde sus fuentes a lugares áridos. El Imperio Romano dejó algunos que aún son útiles.

La reina del agua, el ama de la fuente, el genio del río, son leyendas creadas por antiguas culturas, que entendieron nuestros ancestros de este modo los fenómenos naturales, a veces dando vida a seres inanimados y palabras a animales y plantas.

En la antigüedad clásica, Neptuno fue el Dios de las profundidades marinas, los africanos trajeron a Iemanyá, la diosa que seducía a los pescadores y marinos para llevárselos al fondo del mar. Por eso las hijas y madres de los marinos obsequiaban regalos para sus días. Los pueblos costeños de Brasil le prodigan rituales arrojando al mar espejos y maquillaje porque la diosa es coqueta.

Durante milenios el agua fue entendida como fuente de vida, por eso, con agua bendita se nos bautiza.  

 

Al despilfarrarla, al usarla sin control, creyendo que nunca se va a agotar estamos cometiendo a sabiendas, un verdadero atentado contra nosotros mismos.

De aquí en adelante y a consecuencia de la seca padecida es bueno que nos convenzamos que todo bien que se dilapide de, que no se cuide, tendremos que llorarlo más adelante.  

 

Que está seca padecida nos sirva de escarmiento: enseñémosle a los más chiquitos a cuidarla de desde el jardín de infantes. Hay que acostumbrarlos a invocar al agua en las tiernas canciones de la edad más bella:

 

¡Agua San Marcos,
rey de los charcos!
Para mi triguito,
que está muy bonito, para el girasol,
que ya tiene flor,
para mí maíz
Y para la perdiz.

 

En caso de inundación acordarse de San Marcos o de San Isidro:

San Isidro labrador quita el agua y pon el sol.

La gente que vive de la tierra sembrando y cosechando, tiene sus rituales como cortar las tormentas bravas haciendo cruces con un facón por el lado que amenazan y arrojar sal gruesa para el lado en que se viene el granizo.

En la Edad Media fueron a parar a las hogueras las mujeres a las que llamaron brujas porque se las culpaba de hacer desaparecer las tormentas en tiempos de seca..

Ahora les llaman brujas los esposos a sus esposas … Y dicen que es por cariño … ¿será?

 

Susana Dillon

lunes 30 de noviembre de 2009
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/

 

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