Terminada la última glaciación (10.000 años) se crearon las circunstancias favorables en el clima y en el suelo de la región para la supervivencia humana. El hombre de estos lugares aparece ubicado en el Holoceno, con su flora achaparrada alimentando a los sobrevivientes de una mega-fauna que sería contemporánea de esta gente que venía de varias oleadas migratorias.
Gliptodontes y megaterios anduvieron por estas regiones sirviendo de alimento a las hordas.
El hombre primitivo ha dejado escasas y borrosas huellas de su paso. Aníbal Montes y Alberto Rex González que han estudiado los restos orgánicos, confirman con el CARBONO 14 que su existencia es de 6000 años antes de Cristo.
El primer hallazgo fue hecho en Ayampitín, lugar existente en la pampa de Olaen, departamento Punilla y en arqueología se llama al descubrimiento con el toponímico donde fue encontrado el rastro por primera vez.
Ayampitín es el "Horizonte Cultural" que comprende desde el Ecuador hasta la Tierra del Fuego, abriéndose esta extensa región al desplazamiento de estos individuos primitivos.
La industria del cuero fue la más desarrollada: se fabricaron paravientos, toldos, vestidos, quillangos, ojotas, bolsas; todo salía del cuero de los animales que cazaban.
Tejían, con fibras animales y vegetales redes y bolsas para transportar sus pertenencias.
Con tales pertrechos recorrían vastas regiones encontrándose con otras hordas que venían en sentido contrario.
A razón de 20 a 25 Km por día caminaban desde la región de los grandes ríos, de donde se supone eran originarios, encontrándose con los huárpidos venidos del oeste y noroeste de la zona andina. Se entremezclaron asimilándose los unos a los otros, tenían culturas semejantes. También hubo otros entrecruzamientos con gente que venía del sur y del este.
Formaban hordas de 30 a 50 personas, hombres, mujeres y niños que recorrían las costas de los ríos, arroyos y lagunas en busca de sustento, se quedaban en algún paraje hasta agotar el ecosistema, siguiendo luego camino, una vez consumidos los recursos.
No fueron organizados, sólo vivían el hoy, lo que comerían. Nadie sabía aún sembrar ni esperar cosechas.
La horda o grupo seguía a un jefe, sin duda el más fuerte o mejor cazador. Otro que tenía predicamento en el grupo era el hechicero o shamán que daba sentido mágico a sus curas y predicciones.
Cuando estos hombres, pasado el tiempo descubrieron los bienes producidos por las plantas que cultivaron y las industrias de ellas derivadas se hicieron SEDENTARIOS buscando lugares aptos para acampar quedándose en espera de las cosechas.
A esas cosechas había que defenderlas de los nómadas y guerreros vecinos, de modo que debieron reforzar la industria bélica, pero también surgió la necesidad de anexar los tejidos de lanas y fibras.
De allí, domesticará plantas y animales, se queda junto a los ríos y lagos, inventa el riego.
Sus dioses, que ya es hora que los defina, tendrán mucho que ver con la tierra que les da sustento y el sol que les da calor.
Descubre metales, perfecciona la industria lítica (*), aparece el arco y la flecha, las hachas, los cuchillos, martillos y azadas, trabaja la arcilla y fabrica imperfectos cacharros donde almacena semillas, sobre todo maíz y agua.
Aprende a hacer la chicha, primera bebida alcohólica que los deleita y embriaga.
En los siglos VII y VIII de nuestra Era, las poblaciones en las Sierras Centrales, (hoy Comechingones) con límite de los ríos Tercero, Cuarto y Quinto tuvieron lugares propicios para una vida más estable, formando comunidades.
Instalado el incario en Perú, su expansión imperial llegó hasta estas rústicas comunidades imponiendo su lengua y sus costumbres, enseñándoles técnicas agrarias y de organización social, que llegó mucho más tarde. |