Disponiéndonos a escuchar
Susana Dillon

"La casa no tardaba en llenarse; la gente se sentaba en todas las sillas disponibles, en los peldaños de ¡a escalera que conducía al altillo y hasta en el suelo; los que se quedaban sin asiento se apoyaban contra las paredes y en el silencio que precedía al inicio del relato no se oía ruido alguno, salvo el crujir del fuego y el canto del grillo."

James Delargy 
"The gaelic story-teller"

Los narradores irlandeses del siglo XIX que han despertado el interés de artistas y estudiosos, no eran precisamente profesionales, pero sí gozaban de gran predicamento en sus comunidades. Solía extenderse su fama y prestigio en toda la isla y eran bienvenidos en cualquier lugar en que se quisiera echar a volar la fantasía como premio a las rudas tareas rurales o como pasatiempo de ancianos y niños. Podría decirse, que ellos ocuparon el lugar dejado durante el medioevo por aquellos juglares y rapsodas que mantenían viva la historia de los pueblos, su memoria colectiva y la literatura oral.

En la época de auge de la tradición transmitida de boca en boca la pasión por escuchar relatos en el ambiente rural y aun en las tabernas y pubs era extraordinaria. Se esperaba la noche para la reunión de vecinos y parientes donde las horas pasaban veloces escuchando a alguna vieja narradora contando historias de encantamientos. Se esperaba la noche para la reunión de vecinos y parientes donde las horas pasaban veloces entre relatos que los ancianos narradores desgranaban sobre vidas de reyes, hechos políticos, religiosos y la enunciación de leyes para dirimir los constantes pleitos que se suscitaban. Los jóvenes apuraban las tareas del día para recibir en forma especial al personaje central de la reunión, sin dudas: el narrador que era quien prestigiaba con su visita la casa, la aldea, la región.

Los poseedores del don de la palabra y el tesoro de la memoria colectiva conocían muy bien el valor de aquellos bienes culturales de los cuales se sentían genuinos transmisores.

De siglo en siglo, de boca en boca, las viejas historias se siguieron contando. De ese modo se preservó lo que las invasiones sucesivas trataban de destruir dentro del alma de los pobladores de la isla.

"Los Cuentos de la tía Maggie" son una excusa para hacer volver a la vida a una mujer encantadora, que no es producto de mi fantasía, sino, en buena parte, de mi memoria.

Estos cuentos y leyendas han sido recogidos en distintas fuentes, adaptándolos a los tiempos actuales, si bien la gran veta aurífera se remonta a siglos pasados, tía Maggie existió hasta la década del cincuenta transplantada al escenario de la pampa argentina, esa dilatada llanura que albergó a los primeros inmigrantes irlandeses.

La necesaria presencia del Eleuterio como personaje importante en estas narraciones establece los dos polos argumentales de esta obra donde lo venido desde más allá del mar, producto de la isla donde anidan mitos y fantasías se conjuga con las creencias criollas e indígenas de fuerte raíz ancestral, a veces tangenciales, a veces paralelas, tan fabulosamente ricas la una como la otra.

Casi todos los relatos de la vieja Irlanda, ya se habían escrito hace más de cien años, vinieron en los baúles de los inmigrantes, con sus gastadas ropas y sus trastos domésticos, acompañando el anhelo de una vida próspera y en paz.

Antes de emprender la tarea de remozarlas y adaptarlas para los descendientes de aquellos pioneros valerosos, ya otros folkloristas, escritores e investigadores lo habían hecho con derroche de tiempo y sacrificio. Esperamos que aquello que fascinaba a sus abuelos, interese a las generaciones de la computación y el fax, el cine y la T. V.

Bucear en el terreno de la maravilla, del ingenio, y aun en los resbaladizos territorios del miedo, tiene sus gratificaciones: de pronto se llega a una fabulosa cantera donde las gemas ya fueron descubiertas por gente que supo dialogar con hadas y duendes, fantasmas y espíritus. Son ellos: Jeremiah Curtin, Lady Jane Wilde, Lady Augusta Gregory, James Delargy, Douglas Hyde, W.B. Yeats y tantos otros, que nos legaron tal riqueza para nuestro goce. Este libro no sería tal, si no los hubiéramos convocado. Sin el soplo del espíritu irlandés que heredamos, a estas páginas les faltaría la raíz del pasado, su saber y su encanto.

Bibliografía consultada:

Cuentos populares irlandeses. José Manuel Prada. Editorial Siruela. 1994.
Hadas. Brian Ford y Alan Lee. Editorial Montena. 1995.
Diccionario Cumbre. Enciclopedia Ilustrada. 1958.
El libro secreto de los gnomos. Rien Poortvliet y Wil Huygen. Editora Siciliano. Brasil, 1993.

Susana Dillon
Loa viejos cuentos de la tía Maggie
(Una irlandesa anida en la pampa)
Editor: Universidad Nacional de Río Cuarto
Córdoba, 1997

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