Aquellas eran leyes....
Susana Dillon

Desde la más remota antigüedad, dada la conducta desbocada de la raza humana, los que avizoraban un futuro siniestro, se dieron a la tarea de poner límites a tales desbarajustes; inventaron las leyes. Resulta una tarea muy entretenida, y

Hasta apasionante, informarse cómo fueron aquellas normas y Leyes y no enterarse de cómo se las gastan los legisladores de nuestro inefable senado en el presente,

lo cierto es que, como ahora está de moda la música celta, la literatura celta, los diseños celtas, también vienen siendo exhumadas las leyes celtas o de Brehon que datan de más de 3000 años y que fueron trasmitidas en el norte de Europa y muy especialmente en Irlanda por la tradición oral, o sea de boca en boca y de boliche en boliche, tal como debe ser en países con notable tradición etílica.

Los Brehon fueron juristas errantes que trasmitieron y aplicaron estas leyes en territorios ocupados por esta raza de gente belicosa, amiga de la parranda, de la cerveza, los whiskeys y las gaitas. Cuando los ingleses entraron en la isla de Irlanda prohibieron como primera medida el uso de estas sabias leyes, cerraron las escuelas y echaron a los maestros, al igual que cuando aquí se impuso la Ley Federal de Educación; de ese modo, con más asnos, no se necesitarían libros,

Pero a la gente intrépida no se la vence así nomás.

Los poetas, los narradores ambulantes y los brehons anduvieron de ciudad en ciudad, de aldea en aldea de farm en farm, contando lo suyo y arreglando pleitos. Gracias a ellos hoy podemos regocijarnos con la lectura de tan sabias leyes, que, como son una infinidad, sólo puedo transcribir algunas: 

1 ) El poeta principal de la tribu se sentará al lado del Rey. Durante el banquete se servirán a ambos los mejores cortes de carne.

2 ) Al poeta que cobre en exceso por un poema se le quitará la mitad de su categoría dentro de la tribu.

3 ) el 1º de febrero es el día en que marido y mujer pueden dar por terminado el matrimonio.

4 ) Si un hombre se lleva a una mujer hacia el bosque a caballo o en un barco de ultramar y si los miembros de la tribu de la mujer están presentes, éstos deberán presentar su objeción dentro de las 24 hs., de lo contrario no podrán exigir el pago de la multa.

5 ) El marido que por apatía no acuda al lecho de su mujer, debe pagar multa.                                       

6 ) Si una mujer encinta se antoja de alguna comida y el marido no la satisface por mezquindad o indiferencia, deberá pagar multa, y si una mujer hace cita con un hombre para que acuda a su lecho o vayan detrás de un arbusto, el hombre no será considerado culpable aún cuando la mujer grite. No obstante, si la mujer no ha accedido a tal encuentro, el hombre será considerado culpable tan pronto como ella grite.

7 ) Quien quiera que llegue a tu puerta, deberás alimentarlo o cuidarlo sin hacer ninguna pregunta. y siguen, una infinidad de estas sabias leyes, de éstas, y de las que no transcribo, por razones de espacio podemos sacar estas valiosas conclusiones: que los celtas-irlandeses, (los brehon lo son) tenían una alta estima por sus poetas, bardos y dramaturgos, no en balde tienen el récord de premios Nobel de literatura en tiempos actuales, pero también ponían límites cuando alguno se engreía y cobraba por su obra más que por el placer que daba, poniéndolo en su justo lugar.

Que las mujeres tribales manejaban el asunto de los gritos a su entera satisfacción en caso de ser abordadas por algún celta forzudo y pordelanteador tanto en mullidos lechos como bajo sombríos arbustos,

También las féminas estaban protegidas por las leyes cuando aquellos bravos guerreros colgaban sus armas y se hacían l05 zotas a la hora de responder como se debe..

que las multas, que eran pagas en cantidad de vacas o terneros estaban a la orden del día o cada vez que las doñas entraban a gritar por las causas que se han detallado y por fin, qué ante el hecho de que cualquiera podía caer a la casa de uno, ser bien atendido y de yapa, hacer gritar a tu mujer. con lo que se comprueba que eran el colmo de hospitalarios.

Dadas estas consideraciones, de peso, aboguemos para que ya que el Congreso Nacional ha dado sobradas pruebas de ineficacia, truchismo y corrupción, volvamos 3000 años atrás el almanaque y rijámonos por códigos más coherentes que los actuales, será justicia.

Susana Dillon
De "Los hijos de Irlanda en Argentina"

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