Amigos protectores de Letras-Uruguay

La nueva inmigración: Nota II de III
"Por no tener DNI me negaron la atención médica y quedé ciega"
Catalina Rosales es boliviana y tiene diabetes; no recibió tratamiento en el hospital público al que asistió; 

hace poco perdió una pierna

Por Verónica Dema y Paula Soler
De la Redacción de lanacion.com
vdema@lanacion.com.ar
psoler@lanacion.com.ar
En Twitter: @verodema / @paulasoler

Casi la mitad de los hogares de inmigrantes de países limítrofes carecen de cobertura médica, es decir, dependen de la asistencia del Estado para curarse, algo que está garantizado por la Ley de Migraciones, N° 25.871 . A Catalina Rosales, que nació en Bolivia, este abandono oficial en la Argentina ya le costó caro: sus picos de diabetes no atendidos la dejaron ciega y sin una pierna.

Cuando la toma de terrenos en la Capital y en la provincia de Buenos Aires por parte de personas que exigen viviendas, aún sigue generando polémica y muchos apuntan a la inmigración, la historia de Catalina pone luz sobre el problema.

"Mi sueño era mejorar la calidad de vida que tenemos en nuestro país y darles un futuro mejor a mis hijos. Por eso vine a trabajar con mi hijo mayor", cuenta Catalina, sentada en su silla de ruedas, con la vista en los primeros años de su llegada al "país de las oportunidades".

En 2001 decidió dejar su casa de material en Cochabamba para vivir en una casilla de chapas de La Cava, en San Isidro.

Lo poco que ganaban lo enviaba a Bolivia para sus otros cuatro hijos, y para que su hija Sarahy pudiera estudiar odontología.

Catalina trabajaba en negro, haciendo tareas domésticas, con cama adentro, en un country. Su horario era de 8 de la mañana a 11 de la noche, de lunes a sábado. Un día fue a sacar a pasear al perro, se tropezó y se rompió un dedo. Fue al Hospital Zonal General de Agudos "Petrona V. de Cordero", de San Fernando, para ser atendida, pero le dijeron que eso no iba a ser posible porque no tenía un documento de identidad.

Cuando en el hospital le negaron la atención, medió Iadepp, una ONG que trabajaba con indocumentados. Pero ya era tarde, le diagnosticaron diabetes. Al poco tiempo empezó a perder la vista y le dijeron que era por los medicamentos.

Según cifras de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), los inmigrantes de países limítrofes representan el 12% del total de hogares sin cobertura de salud en la Ciudad de Buenos Aires. En un informe de SEL consultores, elaborado sobre la base de cifras oficiales, queda de manifiesto que los porcentajes son crecientes: desde 2003 los extranjeros de países limítrofes y Perú que deben recurrir al hospital público para recibir atención médica aumentó 4 puntos en la ciudad.

Entonces, ¿podría pensarse que los inmigrantes son los responsables de la saturación de los hospitales públicos? El mismo estudio, con cifras, descarta esta presunción: son ciudadanos argentinos los que demandan más del 90% de los servicios en hospitales que funcionan en Buenos Aires.

"Siento que no me atendieron como debieron en el hospital. El diabetólogo, el gastroenterólogo y el psicólogo iban a atender a otras señoras, y ellas me decían que yo tenía que reclamar esa atención también, pero tenía miedo que me echen, y sentía que no tenía los mismos derechos que ellas... por no tener documentos", cuenta Catalina.

Desprotección integral. La falta de cobertura médica de estos nuevos inmigrantes es sólo una muestra de una desprotección mayor que los convierte en pseudos ciudadanos: padecen una alta informalidad laboral, hay varios miles de indocumentados, están excluidos de planes sociales, muchos no pueden votar, entre otras cosas.

Catalina relata su historia con un nudo en la garganta, pero prefiere destacar que hay "más gente buena que malar" y cuenta que se ríe cuando sus vecinas le preguntan por su pierna: "Se fue a pasear por ahí, solita", les dice entre risas.

Y orgullosa relata cómo su nieto de tres años grita: "¡Atrás, no lastimen a la abuela!", cuando alguien le debe retirar las vendas de su brazo, las que esconden los pinchazos que pudo haber recibido más tempranamente.

"Ahora tengo mi documento, puedo decir que tengo derechos y me siento argentina. Además, tengo la pensión por invalidez. Antes cobraba un vale de 15 pesos, me lo quitaron porque no tenía documentos. y me pareció bien, hay gente que lo necesita más".

Ahora, a fuerza del trabajo de su hijo mayor y de su hija odontóloga, que ejerce en el país, pudieron pagar un microcrédito para conseguir la casa de material del Plan Nacional de Vivienda en la que viven, cerca, pero fuera de La Cava.

"Es curioso, pero amo a la Argentina. Esta es una tierra de oportunidades para mis hijos y mi nieto, y mucha gente me ha tendido una mano", y ofrece una gelatina helada en la tarde de calor.

 

Por Verónica Dema y Paula Soler
De la Redacción de lanacion.com
vdema@lanacion.com.ar
psoler@lanacion.com.ar
En Twitter: @verodema / @paulasoler

LA NACIÓN  http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1336411  

Lunes 27 de diciembre de 2010

Autorizado por autora

Ir a índice de América

Ir a índice de Dema, Verónica

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio