Tarde de Río en Buenos Aires, Colonia, Maldonado e Itapoá
Alejandro F. Della Sala

Para comenzar una tarde en Buenos Aires  fue al Rosedal de Palermo, un lugar con muchas rosas, flores y fuentes, lo cual combinó  con un paseo por el barrio de San Telmo, que es antiguo, resabio de conventillos del siglo pasado de estilo español con algo de italiano renacentista   en algunas construcciones, ferias artesanales y de noche mucha música en sus bares y restaurantes, desde tango hasta bossa nova y  por supuesto, como un eco que salía de las paredes, los cuentos fantásticos de Borges y el idioma imaginario de Xul Solar.  Cerró los ojos y al abrirlos, se encontró en Puerto Madero, una zona portuaria transformada en barrio ultramoderno, muy parecido en algunos aspectos, al puerto de Rotterdam, con restaurantes, el puente de la mujer – de madera y con forma de barco-  imperdible si se recorre  al atardecer con alguien que evoque dicho nombre. Y de noche los barcos iluminados, la histórica fragata Sarmiento,  el hotel de Alan Faena   iluminado como un “barco terreno” que lo están por botar al mar y en el  horizonte como mujeres necesitadas de afecto,  las luces de Colonia que iluminaban el Río de Pedro de Mendoza y Solís.

 

Recostóse en un banco de madera con vista a la gran ciudad del Plata, la ciudad de las cúpulas,  como muchos le dicen a Buenos Aires, por la cantidad  de cúpulas que se ven desde lo alto de cualquier edificio.

 

Las primeras luces del amanecer, le abrieron los ojos y por sorpresa cruzaba  el estuario del Río de la Plata hacia Colonia, ciudad antigua, de conquistas y bucaneros, resabio también de españoles y portugueses, amurallada y con un faro. Recorrió los museos, la feria artesanal cerca del puerto, las “playas de río”  con vista a una pequeña isla al alcance de la mano y todo un bagaje cultural de la época de la colonia (Una hora en buque rápido desde Buenos Aires).-

 

Caminó y fotografió la calle de los suspiros, muy empedrada, con paredes color de rosa, museos y exposiciones artísticas. También tomó un mate con los artesanos  que abundan en esa parte de la ribera oriental .

 

De allí pasó como un viajero mágico y siempre con el movimiento de sus ojos  a la encantadora ciudad de Maldonado, previo  asado en el Mercado del Puerto en Montevideo con una copita de “Medio y Medio” (Bebida bien uruguaya que consiste en un “vino blanco frizzante dulce”).

 

Ya en Maldonado, donde se encuentra también la ciudad de Punta del Este, recorrió su  calle principal, “la Gorlero”, el puerto, sus yates y el atardecer en el mar. Y la ciudad de Maldonado, otra delicia “museo al aire libre”, con una catedral de la época de la colonia, el paseo de San Francisco con una fuente estilo árabe donde los atardeceres son exquisitos, la calle  principal ahora peatonal  con distintos mimos, y espectáculos públicos. De allí salió. José Gervasio Artigas, el gran héroe de la independencia sudamericana junto a Simón Bolívar y San Martín, desde el cuartel de blandengues  de Maldonado a la inmensidad de la “vaquería del mar” como se le decía al Uruguay en la época de la colonia.

 

Allí se quedó observando un cuadro sobre el carnaval rioplatense de un artista uruguayo, muy luminoso, con máscaras, y el típico pasito de las “llamadas”· así denominadas  las comparsas  ( especies de escolas do samba) en el Uruguay. En Buenos Aires, las murgas representativa de los distintos barrios de la ciudad como  “Los  Fabulosos de Palermo”, entre otras.[1]

 

Después el puente ondulante, la barra y el museo del mar. Allí  ingresó apurado porque además de encontrar esqueletos de ballenas y todo tipo de animales marinos, estaba la historia de la Playa y entre ellos,  fotos  de Punta del Este, Montevideo, sus playas, el casino, la playa de Copacabana, los “cafajestes”, los artistas de Hollywood que visitaban Río en sus años dorados y el infaltable “Copacabana Palace”, Walt Disney impresionado por la “cidade maravilhosa”   el cual terminó creando una fantasía animada  muy especial, el papagayo  “Zé Carioca”. También observó las  fotos del padre de la Bossa Nova, se podría decir así respecto al gran  Tom Jobim –ahora el aeropuerto internacional de dicha ciudad lleva su nombre-, que frecuentaba en ese instante el Jardín Botánico de Río de Janeiro, notándose su exquisito conocimiento sobre las aves y su sonido,  en fin,  fue como estar en varios lugares a la vez. Y Carmen Miranda ?    también estaba, y por supuesto,  como un buda  en lo alto del museo, se observaba la presencia infaltable de Vinicius de Moraes.  Cerró los ojos y al abrirlos, una ciudad incomparable, porque no existe ninguna parecida en su estilo, Río de Janeiro, con su mistura entre morro y mar, su Cristo redentor,   escuchó  samba, sambó samba,  los “40 anos cheios de bossa” y caminó por  toda la orla atlántica para luego tomarse “um cafezinho na confitaria Colombo” que es parecida al “cafè Tortoni”  de Buenos Aires  y por cierto también  al “cafè de la Paix” en París . Tampoco se perdió de visitar una Casa de Samba y el Jardín Botánico para ver si lo encontraba sentado a Tom Jobim  escuchando el trinar de los pájaros.  Sintió también una voz mezclada con el canto de un pájaro  pero no alcanzó a entenderla, lo cual fue una experiencia  indescriptible.  No se perdió tampoco una charla con el  filósofo arquitecto, el gran Oscar Niemeyer [2], ya con cien años –cumplidos en diciembre del año pasado-  que no son de soledad. A la sazón visitó el Museo de Arte Contemporánea de Niteroi, diseñado por Niemeyer con forma de “plato volador”, respiró sal marina y arte carioquísima. Es que la belleza –pensó- no tiene nacionalidad ni límites.

 

Ya era tarde en esa tarde de Río en Buenos Aires y se tomó una “pinga” en  la luna de Itapoá como esa tarde cantada por Vinicius y Toquinho casi riéndose de la vida y del mundo. Tampoco dejó de visitar a la mujer de Jorge Amado, la querida Zelia,  para recordar las historias fantásticas de su marido,  especialmente la que él más le gustaba,  “O Capitâo de Longo Curso” y “ A Morte e a Morte  de Quincas Berro D`agua” –las dos muertes de aquél que había tenido dos vidas, la formal y la mundana-  por ser símbolos del ánsia del hombre  por realizarse en libertad plena como decía Valdemar Cavalcanti (en “O Jornal”, Rio, 1961).  Pasó por el Pelourinho “fatigada plaza oblícua cansada de ver” como dice ese bahiano nacido en argentina  pintor y poeta Carybé [3] y su historia de esclavitud, música, samba de roda, capoeira, religión y ahora, expresión de libertad.   Qué más ?  Se levantó de la cama agitado pensando en un MERCOSUR cultural  unido por hombres  sin fronteras ni rutas físicas, unidos por la imaginación.

 

Referencias:

 

[1] Es que la influencia negra en el Río de la Plata se reflejó en los distintos ritmos, como el candombe, las llamadas, la murga, entre otros, que toman elementos en común del samba bahiano. También se pueden ver elementos comunes en la rumba, la salsa y el reggae.

[2] Quien diseñara junto a Lucio Costa, la ciudad de Brasilia, con sus edificios públicos modernos y la Iglesia de Pampulha, entre otros edificios y monumentos en distintas partes del mundo, incluido el diseño de lo que hoy es el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. 

[3] Se recomienda ver el Libro Bahia Boa Terra Bahia, de Jorge Amado, Flavio Damm Carybé para el cual ha colaborado prácticamente todo el pueblo de Bahia con imágenes, leyendas e historias. Parece que le preguntaron a Carybé "O senhor nasceu na Bahia, seu Carybé? O bahiano por excelencia respondeu: Nâo mereci, minha senhora”. ( Cfr. Op.Cit., Pág.91 y ccdts).

Alejandro Della Sala

Abogado, residente en Buenos Aires

Ir a índice de América

Ir a índice de Della Sala, Alejandro

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio