Sueño tupíguaraní
Alejandro F. Della Sala

I.-

“Riobaldo, a colheita é comum, mas o capinar é sozinho...”[1]

                                                                         João Guimarães Rosa.

 

Al Brasil

Isla de Vera Cruz. Tierra de Santa Cruz.

 

Pau Brasil, Brasa, Brasil, Brasileiro, Amazonas.

 

Madera roja de tu árbol que puso tu nombre a una tierra indómita.

 

Sueño verde suspendido en el Atlántico.

 

Barcos negreros te forjaron y la lengua de Camôes

 

Te hizo hombre.

 

Mujer y hombre,  se mezclaron con todas las razas, en miles de colores,

 

 Abrazando sin miedo, al mundo que venía del Lácio;

 

Con mano dulce, comidas dulces, oro “mineiro”,

 

Con arte barroco que deglutía otras culturas

 

sin perder tus raíces indias e ibéricas.

 

Naciste tupíguaraní del “Abaporou[2]

 

mezclando negro, índio y europeo de distintos colores

 

en un cuadro de Tarsila do Amaral.

 

Y creciste al son de la samba,

 

cantaste con Caetano los poemas de Vinicius, el que era de Moraes,

 

y tomaste sol  en un mar azul completo de bossa nova.

 

Volaste con Santos Dumont,

 

deslumbrando a París como reina de la estética y el buen gusto.

 

Construiste con Oscar Niemeyer

 

y corriste en fórmula 1 con Ayrton Senna.

 

 A pesar de tus años, sigues joven y esbelto,

 

caminando despacito por una playa de arena blanca y mata atlántica,

 

con un poco de navío negrero, de guaraní, de gaucho e Iracema[3].

Notas: 

[1] “Riobaldo, la colecta es común pero el trabajo se hace consigo mismo.” De su novela: Grande Sertâo- Veredas. (La interpretación del portugués me pertenece).

[2]  En tupíguaraní, “Hombre que come”.-

[3] Iracema es el anagrama de “América”, es la india de los labios de miel, idealizada por el escritor indianista José de Alencar, en la novela que lleva su nombre, correspondiente al período romántico en el Brasil (Siglo XIX).

Por Alejandro F. Della Sala

Ir a índice de América

Ir a índice de Della Sala, Alejandro

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio