La computadora personal y la nueva seguridad hemisférica

Por  Alejandro F. Della Sala

“Un Huevo. Un embrión. Un Adulto.”
Aldous Husley. 1932

Salió de su oficina como todos los días a las 17 horas y en su trayecto “casa-trabajo-trabajo-casa” pasó por un “shopping center” para averiguar unos precios de  zapatillas.  Cuando se retiró del local comercial, fue abordado por cuatro personas de civil, las que se presentaron como pertenecientes a  la “Policía Nacional” –nuevo cuerpo de elite creado para combatir actos terroristas-. Inmediatamente, se lo llevaron a declarar ante un Juez. En realidad, no era un Juez el que le tomó la declaración  -testimonial o indagatoria, no sabía en realidad qué era-, sino un simple empleado de  juzgado.   Le pareció reconocer a una persona de las que lo había detenido, pero  el supuesto juez de la  causa  le dijo que no lo conocía y  que mejor no hablara de cosas que no hacían a la causa,  ya que todo lo  que le dijera podría ser utilizado en su contra.

 

Después de prestar declaración,  el individuo tuvo una suerte de amnesia y como se había olvidado de lo que había dicho,  trató de recordar dónde era  el lugar en que había prestado declaración, aparentemente indagatoria,  y fue tras sus pasos a preguntar al juzgado de turno. En realidad, la referida oficina tribunalicia estaba constituida por  “Boxes” como los que actualmente tienen algunos bancos, pero con la diferencia de estar   “ herméticamente cerrados”, donde nadie podía escuchar al otro.

 

Sobre el particular, le dijeron que había sido muy astuto al declarar y que no se preocupara, que en cualquier momento lo podían llamar de nuevo. Pidió una copia de su declaración y no se la dieron, quiso a la sazón hablar con el Juez pero no pudo. Tenía que pedir audiencia por escrito y recién le daban turno para el año que viene, pero lo cierto era que la nueva normativa impedía  a los empleados judiciales – de cualquier rango- dar información sobre cuestiones  que se estaban investigando.  Quiso  hablar con un conocido de él,  pero le dijeron que no podía; que todo estaba bajo secreto de sumario.  Era un secreto “sine die”, permanente, eterno, que estaba bajo el paraguas de la confidencialidad. El miedo era la base del poder y el secreto su herramienta.-

 

Al mes siguiente, cuando el individuo  salía de su oficina, nuevamente  lo detuvieron  y se lo llevaron  a declarar. Esta vez le dijeron: que para reforzar la seguridad  en los gobiernos democráticos,  se habían establecido nuevas pautas “constitucionales” para llevar adelante las investigaciones judiciales. En efecto, el aviso previo no existía, la seguridad internacional posmoderna  exigía actuar rápidamente.

 

La cuestión fue que el día en que el acusado había pasado por  la casa de deportes para preguntar por el precio de unas zapatillas, una cámara lo filmó junto a  otra persona que estaba junto a él que supuestamente era sospechosa de actividades terroristas, por eso lo de  la investigación judicial.

                   

Es que  en este nuevo siglo, la nueva modalidad era poner cámaras en todas partes, en calles, locales, teatros, zoológicos, centros de reunión, universidades, en cualquier lugar donde hubiese más de dos individuos y todo lo filmado era filtrado y pasado  por varias personas que , al ver alguna actividad “sospechosa de terrorismo” inmediatamente requerían al Juez que emitiera una orden secreta de  detención con allanamiento de domicilio, embargo de bienes, interrogatorios amplios,  sin necesidad de defensa previa en juicio del supuesto sospechoso o testigo.

  

Porque  en definitiva,  no se necesita cédula de notificación ni orden de allanamiento para detener a una persona sospechada de cometer actos terroristas. No sería esa una manifestación del nuevo Estado Democrático, del nuevo Leviatán, el  “1984” de George Orwell, el “Bravo Nuevo Mundo” de Aldous Husley, puesto en práctica y avalado por convenciones internacionales de última generación. Esto era el futuro del mundo o el mundo del futuro. Lo más importante sería proteger  bajo cualquier circunstancia la seguridad hemisférica de las nuevas invasiones bárbaras.  En su devenir futurista, el control de las nuevas tecnologías debía pasar por el control irrestricto de sus usuarios.  ¿Y qué sucedió con el individuo  sospechado?

 

Cuando despertó una voz  que salía de su computadora personal le dijo: No te estarán extorsionando  en tu trabajo,… ¿Y si vas a la televisión, nuevo dios mitológico  que todo lo puede?  Nada mejor que una buena imagen para defender tu derecho.

 

Por lo tanto, en la época de la computadora personal, los cohetes voladores y los intangibles controlados, el problema más implacable  era ver cómo desactivar la bomba del hambre.

Por Alejandro F. Della Sala

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