1808 - 2008
Desde la llegada de la familia real portuguesa al Brasil hasta los 50 años de bossa nova.

I.- El inicio y las implicancias de 1808 en la Isla Brasil. II.- La República y el Brasil moderno. 

III.- Como colofón: los 50 años de bossa nova.
Por Alejandro F. Della Sala

“…E o futuro é uma astronave que tentamos pilotar,

Nâo tem tempo nem piedade, nem tem hora de chegar…”[1]

                                    Toquinho y Vinicius de Moraes.

 

“…Caminante, son tus huellas el camino y nada más,

caminante no hay camino, sino estelas en la mar…”

                                                Antonio Machado.  

I.- El inicio y las implicancias de 1808 en la Isla Brasil.

 

La Batalla de Trafalgar en 1805, había establecido un punto  geopolítico en la cosmovisión de la época.  De un mundo, donde el dominio del territorio era  el paradigma más importante para  ejercer el poder respecto a los demás, se pasó a otro mundo en el cuál, quien tuviese el control de los mares,  ejercía  el poder mundial. En efecto,  cuando la marina de guerra de Inglaterra  destruyó las fuerzas combinadas de España y de Francia  cerca del estrecho de Gibraltar,  que era y será siendo  la llave del Mediterráneo, se alzó como la dueña de los mares y en consecuencia, la determinante de la geopolítica mundial  por al menos  cien años  desde  Trafalgar  hasta muy entrado el siglo XX .

 

Algunos países acataron y se sometieron al comando  real británico,  sin contar que en relación a la actitud de Portugal,  a pesar de coquetear con Inglaterra,  no dejaba de intrigar  a los ojos de la comunidad internacional de aquel entonces,  ya  que su príncipe regente,  D. Joâo VI,  no aceptaba todas las condiciones establecidas  por   el nuevo imperio marítimo,  a más de que en paralelo, también era presionado por  Napoleón Bonaparte,  el cual pretendía a todas luces invadir en 1807 la península ibérica en su conjunto, por medio de su  implacable caballería e infantería hábilmente disciplinada en las modernas tácticas de guerra de la época.  

 

En este escenario de doble presión por parte  de  las dos naciones  más poderosas de la época,  sobre uno de los países más pequeños y atrasados de Europa, podemos ubicar  el momento crucial  en el que se encontraba la corona portuguesa en relación a  tomar una de las decisiones más importantes del siglo, es decir, se abandonaba el territorio peninsular o se lo defendía a todo o nada.

 

En efecto, si D. Joâo aceptaba las exigencias de Napoleón, Portugal pasaría inmediatamente a ser la enemiga de Inglaterra,  con la posibilidad de  padecer un bloqueo marítimo a todos sus productos, principalmente a  las riquezas que venían de América –principal fuente de subsistencia-, sin contar que un año antes la armada de Lord Nelson había bloqueado, destruido y saqueado, tanto materiales como buques y municiones, nada menos que en  Dinamarca – reino tan o más pequeño que Portugal.-.

 

Lo cierto es que, de aceptar  la corona portuguesa  las exigencias napoleónicas sin más, otro de los peligros a los que se sometía  aquel reino de cara al océano Atlántico,  era la independencia de sus  colonias establecidas en lo que hoy es parte del Brasil,  siguiendo el camino  de sus pares en los Estados Unidos, todo lo cual se propagaría  sin límites   como un reguero  de pólvora hacia  toda la América hispana.

 

La otra opción que tenía  Lisboa,  era enfrentar a  Napoleón  por tierra, pero corría el riesgo de perder tanto   trono cuanto corona, ya que  Napoleón  era un estratega implacable, que valía  él sólo por 50000 soldados,  equiparable tal vez  a un Alejandro Magno  moderno o a alguno de los generales del Imperio Romano. También se lo ha  pretendido igualar  a  Carlomagno, el fundador del Sacro Imperio Romano; en esa época,  una suerte de   “proto-Unión Europea”  con la diferencia de que el poder estaba centralizado  en una sola persona.

 

Para  Napoleón Bonaparte,  era la rápida movilización  en masa de todos los recursos nacionales,  tanto humanos como materiales, los que definían una guerra. Puede decirse en tal sentido,  que Napoleón fue el creador de la Blitzrieg o “guerra relámpago”,  mucho antes  de que  el propio  De Gaulle, como simple oficial del ejército francés, lo presentó con muy poco eco a su Estado Mayor, estrategia que sí  puso  en práctica la Alemania de Hitler. Por ejemplo, durante  la batalla de Austerlitz en 1805,  las tropas napoleónicas recorrieron  más de cien kilómetros en dos días, una verdadera hazaña si se pensaba, los costos de movilización  para sus soldados, siendo su principal medio de transporte el caballo.[2]   

 

Este cuadro complejo de situación tuvo que enfrentar  D.Joâo VI príncipe regente de Portugal, en reemplazo de su madre, la reina  Doña María I. Declarada,   insana e incapaz. Estaba casado con Carlota Joaquina, española, mujer de mucho carácter, con quien tuvo nueve hijos y que en los hechos estaban separados; ella vivía con  la reina en el Palacio de Queluz,  y el príncipe regente algunos kilómetros más lejos,  en Mafra, rodeado de  monjes y consejeros a cargo de la monarquía portuguesa.

 

Una de las hipótesis que se barajaba desde la provincias unidas del Río de la Plata,  era  que la princesa Carlota Joaquina,  pudiese estar a cargo de una suerte de Monarquía de base constitucional que uniera a todo los territorios del cono sur de ese entonces, como si fuese una suerte de “reina o vicereina del Mercosur”.  Por ejemplo, se decía a la sazón que Carlota Joaquina quería gobernar las provincias del Virreinato del Río de la Plata, aprovechando la encarcelación de su padre Carlos IV de España, alegando que el poder le sucedía a ella y no a su hermano.

 

Si bien algunas películas como la realizada por la prestigiosa cineasta brasileña Carla Camuratti  sobre la vida de Carlota Joaquina hacen referencia a la hipótesis antes descripta,  la realidad histórica es que  nunca llegó a materializarse en los hechos porque  en definitiva, Carlota tuvo que volver a Portugal, entre otras circunstancias histórico-políticas de la época, falleciendo  a los pocos años  aislada por la propia corte real,  no se sabe si por suicido natural o inducido, ya que aparece en la película como una reina de mucho carácter y pendenciera, lo que le provocó no pocos problemas a D.Joâo VI.

 

Por otro lado,  D.Jôao VI  había  firmado un acuerdo secreto con Inglaterra  en base al cual, a cambio de protección naval en su viaje  y mudanza al Brasil, abriría los puertos al comercio  con las naciones extranjeras. [3]

 

En efecto, la alianza  de Portugal con Inglaterra,  se venía realizando desde  mucho antes que el escenario de 1807 antes descripto,  con el fin de   que tanto España, como Francia  y otros países europeos reconociesen su independencia.  Sin embargo, el 22 de octubre de 1807, el príncipe regente de Portugal,  le declara la guerra a Inglaterra, su aliada, con la intención de engañar a Francia o bien como juego de fuerzas  en la estrategia de poder.

  

Sin embargo,  el 29 de noviembre de 1807, casi como una contradicción a lo que veníamos diciendo anteriormente,  la escuadra portuguesa, protegida por la marina británica, bajo la política del “hecho consumado” y sin dejar de negociar a su vez hasta último momento con el gobierno francés,  zarpó del puerto de Lisboa  transportando “en bloque” a toda la familia real, asesores y colaboradores en varias naves. La familia de los Braganza habían  tardado aproximadamente dos meses en atravesar el océano atlántico, soportando todo tipo de penurias, desde la carencia de alimentos, la posibilidad de contraer escorbuto por la falta de vitamina C y en el caso de la reina Carlota Joaquina, se había  tenido que poner una cofia  para cubrir su cabeza con el fin de combatir una epidemia de piojos, lo cual era muy común en esos viajes marítimos.  Luego de hacer escala en la isla Madeira, llegaron al puerto de Salvador – la actual capital del estado de Bahía-  el 22 de enero de 1808. Recién el 7 de marzo de ese mismo año,   la escuadra de D.Joâo,  con 1504 personas a bordo de naves más pequeñas que un carguero de río,  recaló en la Bahía de  Guanabara, en un pequeño viaje –si lo comparamos con la cruzada del océano Atlántico- de no más de 1800 kilómetros  que  separan la  ciudad de Salvador  de  la “ciudad maravillosa” como dice el himno oficial de la ciudad de Rio de Janeiro.[4] 

 

En este punto del análisis resulta  necesario señalar, que fue el primer caso en la historia de América  que toda una corte real se mudó  desde Europa, dejando atrás  un territorio  a la espera de ser invadido por  el ejército más poderoso e implacable de aquel entonces. Según algunos historiadores, cuando Napoleón estaba preso en la isla de Santa Helena, admitió que  el “ingenuo” de  D. Joâo, “fue el único que lo engañó” (sic.), puesto que la maniobra  que  materializó en ese entonces al trasladarse al Brasil con toda la corte portuguesa  fue a todas luces inesperada, inclusive para un estratega de la talla de Napoleón.[5]

                              

Brasil era en este  período  de la historia en análisis, un punto de inflexión entre  América y Oceanía. Muchas naves recalaban en  sus puertos oceánicos para luego seguir hacia  Oceanía, sea  para hacer conexión con la  ciudad del Cabo, o bien para comunicarse con el temido  estrecho  de Magallanes.  Por lo tanto, quien mantuviese  el control  de sus puertos,  tenía la llave de acceso al comercio internacional de las colonias.  Era como en la actualidad ser dueño de los aeropuertos de Schipol en el Reino de los Países Bajos  y el de Francfort en Alemania,  junto a  los  puertos de Hamburgo y Rótterdam, todos ellos constituidos en  la puerta de acceso a Europa y la llave de paso,  tanto a Asia como a América.    

                     

Cabe destacar además,  que una de las primeras medidas tomadas por  D. Joâo VI, fue  la declaración de libertad de sus puertos, la cual la efectúa desde la ciudad de Salvador, primer punto de contacto con América de la familia de los Braganza.[6]   

 

De esta forma, la idea de mudarse  al Brasil por parte de la corte portuguesa, tenía un fuerte contenido geopolítico, el control de los mares del sur,  del comercio internacional y del territorio, el cual según las extracciones de minerales en Minas Gerais,  era una fuente de riqueza permanente de oro y plata.

 

Esa maniobra le permitió  a la corona portuguesa  ser un factor de unidad, ya que de lo contrario, el Brasil podría  haberse dividido en varios pedazos, a saber: el Brasil gaúcho del sur, el Brasil del nordeste con Pernambuco a la cabeza y tal vez el Brasil ecuatorial,  abarcando lo que hoy son los Estados de Amazonas, Rondonia y Mato Grosso.   Asimismo, las diferencias  regionales se hubiesen acentuado, sin  que se hubiese materializado  el traslado de la capital a Brasilia en 1961 por el presidente Juscelino Kubitscheck,  ni tal vez hubiese  existido  el genio de Oscar Niemeyer ni la Bossa Nova, ni tampoco hubiesen existido los verdaderos héroes de la construcción de la ciudad de Brasilia, los “candangos” o trabajadores de la construcción que vinieron  de todas partes del país como verdaderos pioneros,  a construir ese sueño colectivo.

 

Si observásemos un mapa del Brasil de  1808, era muy parecido al Brasil actual, con excepción del estado de Acre que fuera comprado a Bolivia en 1903, bajo una estrategia brillante del Barón de Río Branco, al frente de  Itamaraty, es decir,  la cancillería brasileña.

 

También,  D.Joâo,  invadió la Guyana francesa y sitió su capital  en 1808 como  represalia a la invasión de Napoleón a su país, aunque después cuando cayó Napoleón,  fue devuelta años más tarde  por causa del tratado de Viena. Sin perjuicio de lo cual,  de esa región tropical  pudo llevarse algunas semillas de palmeras exóticas que después fueron a integrar las especies  del Jardín Botánico que aún existe en la ciudad de Rio de Janeiro. Asimismo,  planeó una movilización hacia el sur, anexando la provincia cisplatina en 1817, la cual declararía su independencia  algunos años más tarde,  transformándose en lo que hoy es la República Oriental del Uruguay.[7] 

 

Nótese  en tal sentido que el tratado de Madrid de 1750, revocó el antiguo Tratado de Tordesillas y rediseñado las fronteras de las colonias portuguesas y españolas con base al concepto de ocupación efectiva del territorio, estrategia que  fue puesta en acto en todo momento de la historia del Brasil, como política de estado, desde su colonia  hasta el Brasil moderno.[8]

 

Por otro lado, los 13 años que estuvo la familia real portuguesa en el Brasil, provocó una serie de mudanzas, tanto en la urbanización de ciudades como Salvador y  Río de Janeiro como así también de  un  aumento de las corrientes migratorias de  Portugal al Brasil, aumentando su número de  habitantes y como ya mencionáramos, abrió todos sus puertos al comercio sin condicionamiento alguno. 

 

Entre 1807 y 1814,  las tropas napoleónicas  fueron hostigadas durante su ocupación en la península ibérica, las cuales fueron envueltas en una serie de  embates no convencionales, con guerra de guerrillas y estrategias de aproximación indirecta  transformándose  dicho territorio ocupado en  lo que muchos autores han denominado, el Vietnam de Napoleón.[9]

 

Mientras que en Brasil, la corona portuguesa actuó como catalizador promoviendo la unidad, en la América española,  los distintos virreinatos se independizaban de su madre patria, adoptando  el sistema de juntas de gobierno, como es el caso del Virreinato de Nueva España (México), el Virreinato de Nueva Granada (Colombia),  Paraguay, Venezuela,  Buenos Aires  en  el  Río de la Plata y la Capitanía General de Chile en 1818, Uruguay en 1825,  sin que éstos expresen un factor de unidad tan fuerte  como el de nuestro vecino lusitano.

 

Con al independencia del Brasil en 1822, el  denominado “segundo imperio”  casi una suerte de continuidad en el cambio en el sentido de que se mantuvieron  las instituciones que ya habían sido creadas desde 1808, se crearon otras nuevas y  se establecieron una serie de pautas para el futuro con el fin de  mejorar desde la educación y la cultura. En efecto,  Don Pedro I, se  había abocado, luego de su famoso Grito de Ipiranga el 7 de setiembre de 1922, al mejoramiento de las ciudades y del estímulo a las artes y las ciencias. Se destaca la construcción del jardín botánico en Río de Janeiro, escuelas, observatorios  y vías férreas que pudieran trasladar la producción cafetera que ya desde esa época se empezaba a desarrollar en las inmediaciones de Río de Janeiro. También trajo colonos provenientes de suiza en la zona  donde hoy es Nova Friburgo para  impulsar la labor del campo, entre otras cuestiones que no vamos a analizar en este acápite.

                   

Es que el Brasil colonial era una civilización de raíces rurales y la propiedad se concentraba alrededor del dueño del campo y de los ingenios azucareros en el norte del país. Las ciudades pasaban a ser una suerte de dependencia del campo, situación ésta,  que no se modificó al menos hasta  la abolición de la esclavitud en  1888,  constituyéndose así dicha fecha,  en un marco divisorio entre dos épocas, con un significado incomparable en lo  que implicaba la cosmovisión de país, ya que éste no dejaba de depender del campo.[10] 

 

II.- La República y el Brasil moderno. 

 

 

En 1889, se deroga  finalmente el sistema esclavista   y se instaura la República y de esta forma,  “… Con la proclamación de la República en el Brasil  y en la Argentina, se pasaba a adoptar  el mismo sistema político, es decir de República Federativa inspirada en el modelo norteamericano. Brasil dejaría de ser la flor exótica en el continente sudamericano, al adoptar un sistema de gobierno republicano, bautizado por su constitución de 1891, la cual a la sazón era muy parecida a la de la República Argentina, sancionada 37 años antes, es decir en 1853.[11]  

 

Uno de los mejores libros que  retrata  con presteza  el pasaje casi con elegancia  de la Monarquía a la República es la novela del gran  Machado de Assis,  Dom Casmurro. El  escritor de la referencia, asimilable a  Jorge Luis Borges en la Argentina o a Boudelaire en  Francia, capaz de describir con una pluma inigualable la vida de un personaje   “metido en sí mismo”  por eso lo de “Casmurro”,  vivió en la época del fin de  Imperio y los comienzos de la República,  cuestión que también muestra a través de un romance con Capitú, una mujer de mirada oblicua y desconfiada como así la describe. Nótese que tanto Machado de Assis como Shakespeare ponen  foco en las miradas como uno de los elementos esenciales de la historia del ser humano.

 

A través de dicho relato   de amor y supuesta traición de Capitú hacia Dom Casmurro,  ya que supuestamente ella  tuvo un hijo  con el mejor amigo de Dom,  el autor describe el pasaje del brasil antiguo, imperial y aristocrático al moderno como una fotografía que se superpone con la otra.  También analiza  la forma de vida  de un Río de Janeiro capital de Imperio que se recuperaba lentamente de la larga y trágica Guerra del Paraguay (1865-1870), para la cual, pese a haberla ganado, había perdido mucho,  desde  increíbles sumas de dinero, sumada a la destrucción de casi toda su marina de guerra  hasta innumerables pérdidas humanas y lo más importante, la guerra había desmoralizado a la población civil que pedía a gritos su conclusión. 

 

Sin mengua de lo hasta aquí dicho,  la firme posición del emperador del Brasil, logró recuperar las tierras ubicadas al norte del Paraguay,  lo que hoy  es parte del estado de Mato Grosso -una de las regiones  sojeras más importantes en la actualidad- y  además  había logrado recuperar el contacto con dicha región a través de la navegación de los ríos, cuestión que le estaba vedada a raíz de la  triste Guerra Grande o de la Triple Alianza y que luego de la victoria, pudo continuar con   la profundización de la integración de las diferentes regiones de aquél país, que siempre actuó    en la región como si fuese un verdadero subcontinente con unidad de acción.

 

La  Primera Guerra Mundial de 1914 a 1918 y la Revolución Rusa de 1917 aceleraron ese pasaje desde una república oligárquica y “vieja” al  Brasil moderno. Asimismo, la Primera Guerra Mundial demostró que existía otra realidad, más allá del sueño  que se podía tener de una ciudad o modo de vida.  El uso de armas químicas en las trincheras, la cantidad de muertos y mutilados en el escenario europeo, mostraron la otra cara de la modernidad.

 

Las agitaciones de los años 20  motivaran el origen del movimiento modernista,  desarrollándose la Semana de Arte moderna de Sâo Paulo, una de cuyas figuras fue  Emiliano Di Cavalcanti que fuera amigo del arquitecto Oscar Niemeyer -  que también era de esa época.  Las rebeliones como el Tenentismo de 1922 y la creación del partido Comunista del Brasil en 1922, por cierto que acrecentaron la caída de la República y el inicio de la Revolución de 1930, con Getulio  Vargas a la cabeza, que venía de Río Grande do Sul, quebrando la oligarquía  “café con leche”.[12]

                     

Un punto que  marca el fortalecimiento de la modernidad en el Brasil es la  Semana de Arte Moderna de Sâo Paulo. En efecto, con la intención de mostrar esas nuevas tendencias que ocurrían en Europa pero desde una perspectiva latinoamericana, se organiza la Semana de Arte Moderna en  el Teatro Municipal de Sâo Paulo en 1922. Era un momento clave, que había que abandonar viejos valores estéticos, para promover un estilo que se podría resumir en una vuelta a una estética nacional para deglutir lo viejo para que naciera un nuevo hombre, un hombre autóctono síntesis de etnias y con pensamiento propio pero sin dejar de ser influenciado por  los grandes acontecimientos del siglo pasado que atravesaban de norte a sur, no sólo la sociedad latinoamericana, sino el mundo todo.

 

De esa manera participaron de la Semana de 1922, escritores modernistas como Oswald de Andrade –luego marido de Tarsila do Amaral- , Manuel Bandeira; Guillermo de Almeida y  Monteiro Lobato, con su fascinación por el automatismo norteamericano y el milagro de Henry Ford. También pueden  ubicarse en dicha corriente de pensamiento,  aunque colateralmente a Gilberto Freyre y Jorge Amado. En  la pintura,  se destacaron Anita Malfati, Tarsila do Amaral y Cándido Portinari, el arquitecto Oscar Niemeyer entre otros, junto al gran volador futurista y humanista  Santos Dumont. 

 

Con relación a Tarsila do Amaral y sus amigos,  podemos decir que se preocupaban en mostrar a través de su arte, la mecanización de los seres humanos por causa del crecimiento irracional de las ciudades, con sus rascacielos y fábricas. También estaban imbuidos de un sentimiento nacionalista ya que pensaban que el arte brasileño debía buscar sus raíces.[13]

 

No es cierto que la modernidad careció de movimiento crítico. Desde sus comienzos, el modernismo  ha incorporado la crítica, la crisis y el conflicto como parte de aquél. En cambio, la posmodernidad el momento de vacío que articularon las biografías modernas. La modernidad ilustrada, iniciada con el iluminismo, fortalecida  durante los siglos XVIII y XIX y proyectada en el siglo XX.  Así, de un individuo con conciencia crítica que se alza  principalmente en la segunda mitad del siglo XIX, pasamos a un individuo posmoderno de principios del siglo XXI  que se manifiesta como egocéntrico, narcisista, autista y vacío que tiene poco que ver  con esa idea crítica de autoconciencia, y de proyección social del modernismo, al menos en el ámbito latinoamericano.[14]

 

Después de 1930, se generaron una serie de cambios a nivel mundial que por cierto también impactan fuertemente en Latinoamérica.  La aparición del fascismo con Musolini en Italia y Salazar en Portugal a la cabeza,  la guerra civil española y el bombardeo de Guernica por parte de las fuerzas leales al generalísimo Franco y  por último,  la asunción de Hitler como canciller alemán,  que prometía  vengarse  de la penosa situación   a la que habían dejado a Alemania como producto del Tratado de Versailles de 1919.

 

Ya en el cono sur, el golpe militar de 1930 en Argentina, según  prestigiosa doctrina, tuvo consecuencias  distintas  que la revolución  acontecida en el mismo año en el Brasil que le permitió la asunción  de Getulio Vargas en el poder. En efecto, en la Argentina, el golpe militar  devolvió el poder a los conservadores  y privilegio el poder de los agroexportadores contra las aspiraciones de la clase media urbana y el proletariado, a la vez que fortaleció  la dependencia con Gran Bretaña, vía la suscripción con aquel país del Tratado Roca- Runciman en 1933, Por su parte, en el Brasil, la revolución apartó del poder a los conservadores y quebró la hegemonía de los intereses agroexportadores manifestados principalmente por los hacendados del café y privilegió la articulación entre los intereses de las masas urbanas a través de un nuevo pacto político con el estamento militar, las clases medias, el proletariado y los pecuaristas de Rio Grande do Sul y de Minas Gerais, estos últimos grandes productores de café y leche para el mercado interno. Este intento de integrar las diferentes clases sociales las va a intentar efectuar el peronismo recién en 1946.[15]

 

Asimismo, a diferencia de la Argentina, el Brasil intentó aflojar la dependencia con los Estados Unidos por medio de la firma por ejemplo del Tratado de Comercio y Reciprocidad con Estados Unidos en 1934 y al mismo tiempo mediante la firma con Alemania de un Acuerdo de Compensaciones, que permitían al Brasil convertirse en su principal proveedor de manufacturas y su segundo mayor cliente de productos primarios entre 1934 y 1938. [16]  

 

También en  el plano de las artes, más precisamente la arquitectura, la participación de Oscar Niemeyer en  el equipo  que enfrentaría el diseño  y construcción del Ministerio de Educación y Salud (MEC) , creado  luego de la revolución de 1930, del cual su titular Gustavo Cánepa decidió su construcción.  La modernidad iba a entrar por primera vez en la construcción de la sede  del MEC, de la mano del urbanista Lucio Costa, el cual lideraba el equipo integrado por Afonso Eduardo Reidy, Carlos Leâo y Jorge Moreira, incorporándose después  Ernäni Vasconcelos y por indicación de Lucio Costa, el joven Oscar Niemeyer.[17] 

                        

En 1936, llega al Brasil el famoso arquitecto  Le Corbusier, quien es acompañado por el joven Oscar Niemeyer durante toda su estadia  en Rio de Janeiro.  Si bien el proyecto se somete a opinión a dicho arquitecto francés.  En ese momenbto de la historia de la arquitectura contemporánea comienza a  vislumbrarse  la figura de Niemeyer, cuando finalmente aprueban una serie de  modificaciones propuestas por Oscar al proyecto originario, entre las que se destacaban: los pilotes de diez metros en vez de cuatro metros como era el proyecto originario, en vez de techo aparecía un  jardín terraza y sustituyendo las ventanas, se proponían los brise-soleil  ( una suerte de cortinas de hormigón)  para filtrar el calor y la claridad.[18]         

                      

En suma, las modificaciones propuestas por Niemeyer le otorgaban al proyecto, armonía, originalidad, belleza y adecuación de la arquitectura a  un medio ambiente tropical como lo es  la ciudad de Río de Janeiro,  pasando dicho autor de ser un mero aprendiz a maestro. Todo ello, junto a la obra de Pampulha  entre otras en la ciudad de Belho Horizonte en  el estado de Minas Gerais,  le permitirían más adelante  dar un salto al futuro cuando  tuvo que enfrentarse nada menos que al planeamiento urbano consistente en trasladar una capital de estado al medio de la nada, como lo fue la construcción de la ciudad de Brasilia.

 

Que fue el proyecto Pampulha:  una serie de construcciones  que rodeaban un lago que el futuro presidente Juscelino Kubtscheck  ordenó realizar, integradas con  una iglesia novedosa –diferente de cualquier otra-,  una casa de baile con curvas especiales, un casino  de forma redonda y el Iatch club. En Pampulha también estaban las pinturas de Portinari,  cerámicas de Ceschiatti, los mosaicos de Paulo Werneck,  las esculturas de José Pedroso entre otros, sin contar con los jardines de Burle Marx. [19]  

 

Decía  Oscar Niemeyer  -el cual no podemos dejar de citar-  sobre   las implicancias para la arquitectura moderna del  Proyecto Pampulha:  “… fue la contestación  a lo que existía de funcionalismo ortodoxo que impedía la imaginación del arquitecto. Cuando comencé con Pampulha, con todas aquellas formas diferentes, desafiaba la mediocridad. (…) Fue un sentimiento de revuelta contra la arquitectura ortodoxa… Era la época de la ‘máquina de morar´ de Le Corbusier; en la Escuela, aprendíamos que las fachadas eran determinadas por la disposición interna, que condicionaba todos los otros elementos. En aquella época, la fantasía de los de los arquitectos no debía salir del cuadro de los conceptos y de los principios de la técnica  de  construcción. Pero el  ’ángulo recto’ y las formas frías y las técnicas no me entusiasmaban ni un poco. Yo me apasionaba, al contrario,  por las formas nuevas, las superficies curvas,  bellas y sensuales, capaces de suscitar emociones diversas (…) Indiferente ala crítica y a las insinuaciones veladas ( barroco, gratuito, etc.), yo penetraba con  toda confianza en el mundo de las formas nuevas, de lirismo y de libertad creadora que Pampulha abrió a la arquitectura.”[20]  

 

En el plano de la música, la samba comienza a bajar de los morros a la ciudad, mostrando   ese pasaje de un Brasil postizo y aristocrático  a un Brasil auténtico  que rescataba las raíces mestizas y negras a través de la música.

    

En torno a lo expuesto, podemos sostener que  durante las décadas de los 30 y de los 40 se crearon las condiciones necesarias para afianzar   lo que se denominó  el Brasil desarrollista y moderno, que se  nutrió  tanto de la Semana de Arte Moderna como de los movimientos políticos que surgieron desde  el tenentismo, la propia revolución  de 1930, la lucha contra el integralismo -  una mala copia del modelo musoliniano en el Brasil- , hasta  el advenimiento de la democracia, luego del suicidio de Getulio Vargas en su segundo mandato (1954), y la aparición de  Juscelino Kubitscheck   con la puesta en marcha del  “sueño de los sueños”:  la construcción de Brasilia en pleno cerrado goiano.  Brasilia se constituyó así en el símbolo del Brasil moderno, no sólo por su arquitectura sino por la idea de  crear una ciudad más humana, es decir, más igualitaria y equitativa.

 

III.- Como colofón: los 50 años de bossa nova.         

 

Una serie de cambios en el terreno social y político se desarrollaron  a partir de la década de los 50, principalmente luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial.  En efecto, la gente ya  no quería  más oir hablar de guerra, buscaba desesperadamente  diversión, paz, libertad y derechos sociales.  Era un fenómeno que se reflejaba en todos los confines del planeta, desde ciudades grandes hasta pequeñas. 

 

Un coronel a cargo de la Secretaría de Trabajo   surge en la Argentina con la idea de llevar adelante una serie de leyes sociales que garantizaban al trabajador, jornada limitada, descanso y vacaciones pagadas, acceso a una vivienda digna, entre otros derechos de raigambre constitucional. Con una clase trabajadora más organizada, la Argentina generó el fenómeno del peronismo como movimiento social  articulador de los intereses nacionales.  En el Brasil, tanto el gobierno constitucional de Dutra como el posterior de Vargas, comenzaban a organizar a la clase trabajadora en un partido político, lo que hoy es el partido de los trabajadores (PT).

 

La moderna industrialización brasileña vino de la mano del acuerdo que había hecho Vargas  como condición de dar apoyo con tropas y materias primas  a los aliados, como fueron la construcción de  la Compañía Siderúrgica Nacional en Volta  Redonda –que  dio la base a la industria mecánica,  naval y automovilísitica- y la Compañía  del Vale do Rio Doce  para poner las reservas de minerales al servicio del Brasil.[21]

                               

Además,  Getúlio Vargas intentó nacionalizar el petróleo al crear la empresa  de capitales nacionales Petrobrás y también la empresa de electricidad Electrobrás, cuestión que le tocó lidiar con más de una intriga, al punto que terminó su vida  suicidándose en circunstancias oscuras, dejando una carta  que responsabilizaba a ciertas fuerzas que se encontraban “por detrás de escena” y que le impedían gobernar.

 

En Buenos Aires, un golpe militar derrocaba al gobierno constitucional de General Perón  un año después, en 1955, inaugurándose una de las peores etapas de la historia argentina y en consecuencia se diluía cualquier intento de consolidar una integración regional duradera. Luego la sucesión de golpes militares marcaron el escenario político de la segunda mitad del siglo XX tan problemático y febril como dice el tango, como parte  de una estrategia global de seguridad hemisférica  a la que  se denominó:  “Doctrina de la Seguridad Nacional” instrumentada a partir del “Plan Cóndor”.

            

Por otra parte,  también las  artes  se manifestaban en  diversas obras que reflejaban el sufrir del pueblo trabajador y el avance de la técnica y la industria, por ejemplo lo podemos ver en muchas obras de Cándido Portinari y de Tarsila do Amaral.  En lo arquitectónico se afianzaba la idea de una arquitectura de la mano con la naturaleza y las formas femeninas sinuosas y curvas como los morros de Río de Janeiro.   Y en la música,  un cambio en la forma  de tocar y de expresarse también resultaba conveniente. Era necesario tomar los elementos  foráneos y deglutirlos al idioma musical local. Por ello,  una serie de músicos entre los que se destacan Jâo Gilberto,  Tom Jobim, Newton Mendonça,  Vinicius de Moraes, Roberto Menescal, Ronaldo Bóscoli, Nara Leâo y Joâo Donato  entre otros, adaptan elementos del jazz, el bolero y algunas melodías de   Debussy y Ravel a  una especie de vanguardia musical que  absorbía  los cambios traidos por la finalización de la Segunda Guerra Mundial y creaba otros nuevos, como ser “la batida”, una nueva forma de tocar la guitarra a modo de receptar los elementos de la samba del morro y fusionarlo con  los “sonidos modernos” de la época, es decir, el jazz, el bebop,  el bolero , etc. 

 

En  julio de 1958,  se  escuchó por primera vez  la batida de Joâo Gilberto,  con la voz de Eliseth Cardozo. Si bien el “LP”  no tuvo un éxito rotundo, abrió las puertas para que   se generaran nuevas canciones con esa mecánica de tocar y cantar bajito, como si la voz y la guitarra fuesen una misma cosa.   En esa época pasa a jugar un rol primordial la guitarra en las orquestas musicales así como  el piano, sea como único instrumento o  bien acompañado por voz y orquesta.

  

Si bien la bossa nova no se constituyó como movimiento en el sentido  sociológico del término, con programas, manifiestos y consignas preestablecidas, como lo fue el tropicalismo unos años después, los efectos de esa corriente musical en la sociedad  de la época, aún sin pretenderlo, fueron  muy grandes. Desde el punto de vista musical, rompe con la tradición de la canción popular brasileña caracterizada por los excesos, tanto en voz como en  lo que implicaba percusión y la forma de tocar los instrumentos.[22] 

 

Una serie de espectáculos marcaron   una época que la gente necesitaba divertirse, como válvula de escape a  uno de los holocaustos más grandes de la historia contemporánea. Los millones de muertos en Europa y en extremo oriente, bendecido este último, con dos bombas atómicas   arrojadas contra la población civil en territorio japonés en 1945, determinó  sin  ninguna ley que lo autorizase, la necesidad de  “disfrutar de la vida”.  Y en ese escenario, el Brasil era el ambiente ideal,  trópico, mar, mujeres bonitas y samba.   Así,  nacieron temas como “O Barquinho”, “Aquarela”, el clásico de “Garota de Ipanema” –una morocha  de ojos verdes y pelo largo hija de un general que se negaba rotundamente  a que su hija se diera a conocer como tal-, también: “desafinado”, “samba de uma nota sò”, entre otros.  Brasil podía exportar  paz y belleza a cualquier parte del planeta sin preconceptos de ninguna índole.

 

Por lo tanto,  se puede  sostener  en este punto de nuestra historia,  que  la bossa nova, como una  especie del género samba, transformó la manera de ver el mundo,  es decir, una música que dotaba de modernidad y vanguardia  a quien la oyese.  Por ejemplo, Vinicus de Moraes era  un moderno en ese entonces,  funcionario de Itamaraty que  creaba letras de canciones para música, hacía shows –obligado por ese departamento de estado a usar saco y corbata en sus comienzos- y  películas como  Orfeo ,  la cual fue inspirada en la obra de los clásicos griegos pero  ambientada en la meca tropical de ese entonces, Río de Janeiro. La música de dicha  película, por cierto también  fue la bossa nova, a la sazón,  “Manha de carnaval” y “Samba de Orfeo” con el francés Sacha Godine, para  la película que recorriera el mundo como “Orfeo negro”.

 

En  la misma época,  una tropa de  músicos efectuaban shows de bossa nova en Estados Unidos, Alaska y en el propio  Brasil, por ejemplo en diversas universidades,  también se destaca  el programa “O Fino da Bossa” con Elis Regina a la cabeza, hasta  dicen que Elvis Presley gravó algo llamado “ Bossa Nova Baby”.[23] 

 

Por ejemplo, luego de que el presidente “Bossa Nova” Juscelino Kubitscheck hiciera adelantar  cincuenta años en cinco al fundar la ciudad de Brasilia, diseñada por los genios de Lucio Costa y Oscar Niemeyer, en 1964  se promovieron una pléyade de shows de la mano de Walter Silva en la facultad de Filosofía (USP) – Samba novo-, en medicina  (Mens sana in corpore samba) con estellas desconocidas en ese entonces como Toquinho, Taiguara, Tuca y Chico Buarque de Hollanda y en odontología (Primeira denti-samba) y también    “O remedio é Bossa” , midiendo aproximadamente  2000 personas por show.[24]

  

La muerte de  Tom Jobim  en 1994, fue para los brasileños y el mundo  en materia musical como si hubiesen  derribado  una selva completa del tamaño de la Amazonia o si se hubiese destruido el glaciar Perito Moreno en el sur argentino.

 

Así, músicos de la talla  de Eric Clapton o Sting,  no se  han cansado de homenajear a Tom, sin contar  que  también  lo admiraba “la voz de América”, su amigo, Frank Sinatra,   de quien se llegó a decir que el único defecto que tenia era no ser brasileño.

 

Tom Jobim encontró su justo homenaje  antes de su muerte en 1994 en un hospital de Estados Unidos, al ser  representado por casi cuatro mil figurines de la Escola do samba de Mangueira en  e1 verano carioca de 1992, los cuales bailaron y cantaron en su homenaje.   En retribución, Tom ya había conciliado el samba con la bossa nova  al lanzar una de sus últimas creaciones  “Piano na Mangueira”.[25]                         

                

Por su parte,  otro de los grandes de la música universal,  Jôao Gilberto  con su disco “Joâo, voz e violâo”  recibió el premio Grammy de “world music” en 2001.[26] 

 

Además de la unidad  política reflejada a través de la mudanza de la  corona  portuguesa en el Brasil, un fenómeno a tener presente, es que la institución social que posibilitó la formación del pueblo brasileño como tal, fue lo que sostuvo Darcy Ribeiro, es decir  a través del “cunhadismo”. En efecto, previo a la llegada de la corte a las costas del Brasil, los indígenas le otorgaban una mujer india como esposa a los portugueses que venían de los barcos. Así, una vez  formado el matrimonio indio-europeo, se establecían  una serie de lazos con todos los miembros del grupo. Así se forma la gente mestiza y por lo tanto lo que vino a poblar el Brasil, otorgándole unidad  a ese pueblo nuevo  de raíz multiétnica.[27]  

 

Así, algunos autores sostienen que la empresa Brasil se ha conformado por cuatro niveles de acción empresarial, con variadas formas de reclutamiento de mano de obra y con diferentes grados de rentabilidad. Su principal círculo de acción,   fue la empresa esclavista, dedicada a la producción de azúcar y la mineración del oro, la cual estuvo basada en la población negra traída de África. La segunda, fue la empresa comunitaria jesuítica, fundada en la mano de obra de los indios, la mayoría de raíz tupi-guaraní.  Y la tercera, ya con un menor impacto en la sociedad, tendríamos  a la multiplicidad de microempresas de producción de  ganado y sus derivados. Estas tres formas de organización empresarial se conjugaban para garantizar de alguna manera el éxito del emprendimiento colonial portugués en los trópicos. Asimismo,  había que agregarle una cuarta, constituida por el núcleo portuario de banqueros, armadores y comerciantes de importación e importación, sector parasitario que vivía de la intermediación  y el lucro financiero.  Esa intermediación fue por siglos el motor más poderoso de la civilización occidental.[28]    

 

Es que la sociedad y la cultura brasileña se ha conformado como una variante de la versión lusitana de tradición civilizatoria europea occidental, con una fuerte influencia heredada de los indios americanos y de los negros africanos. Por ello,  se ha sostenido que el Brasil aparece como una renovación constante, que muta permanentemente, remarcando características propias, pero atado genéticamente  a la matriz portuguesa, generándose en consecuencia una especie de nueva  Roma tropical.[29] 

 

Por ello, se ha manifestado también que esa gran masa de mestizos y mulatos, lusitanizados por la lengua portuguesa, fueron plasmando la etnia brasileña y promoviendo su integración en la forma del Estado Nacional actual. Una característica interesante es que el Brasil ya tenía a aquellos descendientes de  los “portugueses cuatrocentones” cuando arribaran los grandes contingentes europeos y de japoneses en busca de espacio vital, lo cual   fueron asimilados para transformarse en brasileños genéricos.[30] 

 

El  referido autor  señala en tal sentido,  que en América  existen los pueblos  nuevos como el Brasil que contrastan con los pueblos testimonio que serían los pueblos de México y del Altiplano andino, como pueblos oriundos de civilizaciones tradicionales que viven el drama de la dualidad cultural o el desafío de su fusión en una nueva civilización. En cambio, los pueblos transplantados  representan la reproducción de Europa en América. Allí ubica a los Estados Unidos  y Canadá – y  fuera del continente a los pueblos de Australia y Sudáfrica.-  También  incluye en esta categoría a Argentina – diríamos que la pampa húmeda- y al  Uruguay, ya que fueron invadidos – según el autor- por una ola gringa de  cuatro millones de europeos   sobre  menos de un millón  que ya estaba en el país y había hecho la independencia,  socabando su vieja formación hispánica e indiana.  En cambio,  esto no sucedió en el Brasil cuando recibió la gran oleada inmigratoria de principios y mediados del siglo pasado, ya que  ese país estaba más maduro y  más sólido culturalmente que sus vecinos en  el cono sur. De esta forma, la inmigración  fue absorbida por la gran masa de población autóctona del Brasil no provocándose rupturas culturales entre ellos.[31] 

 

Esta idea  de “transfiguración étnica” que analiza con brillantez Darcy Ribeiro[32]le permite concluir  que el Brasil es un pueblo nuevo integrado,   también se reflejó en las artes y  en consecuencia la música.  Así, la bossa nova  vino a incorporar  a la samba – cualquiera sea su tipo o estilo-  nuevos ritmos que  eran moda en esa época, como ser:  el bolero, el jazz, el bebop que emergían en la sociedad mundial como respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial  e inclusive  tomó elementos de la música clásica.   

 

Por todo lo expuesto, estamos en condiciones de afirmar que la bossa nova,  como una especie de ola moderna y vanguardista,  tomó elementos de la samba  para proyectarlos al mundo y a su vez recibió del mundo otros ritmos  para procesarlos e integrarlos a su estilo musical, el cual fue más allá de la música,  en un ida y vuelta creativo, produciendo nada menos que belleza.   

 

En suma, lo que pretendimos con este pequeño trabajo, es  realizar una  especie de homenaje  a   quienes  enfrentaron las adversidades para cruzar un océano atlántico que era de temer en 1807 para llegar a un territorio desconocido, casi insular, por su aislamiento con las demás naciones, especialmente por su lengua y por las grandes distancias, a más de las  diversas etnias que dificultaban su unidad,  por ello lo de “isla Brasil”.

                      

En simultáneo,  por la coincidencia de fechas conmemorativas  y en especial porque la música expresa la cosmovisión de un pueblo,  dedicamos esta reflexión a  todos  aquellos que se atrevieron a cambiar patrones musicales ya establecidos  a través de sus creaciones que marcaron una época,   desde  1958 hasta  el corriente. Por ello, es que se ha pretendido amalgamar las dos cuestiones para  mostrar las semejanzas, paralelismos y diferencias entre  los 200 años de la llegada de la familia real portuguesa y los 50 años de bossa nova. En cuanto a esto último,  esperamos   que se generen otros  50 años  más para que las nuevas generaciones  puedan conocer este particular estilo musical que ya dejó de pertenecer exclusivamente a los brasileños para  ser atesorado en el cofre de la memoria de todos nosotros.

 

A.D.S.  En Buenos Aires, Abril  4 de 2008.-    

 

Nota aclaratoria: El presente trabajo  también se encuentra en trámite de publicación en la revista Logogrifo de la Editorial Ala de Cuervo de Venezuela.         

Fuentes consultadas:

[1] Se ha citado parte del tema  Aquarela de Toquinho y Vinicius de Moraes, cuya traducción al español es la siguiente: “…y el futuro es un astronave que intentamos pilotar, no tiene tiempo, ni piedad, ni tiene hora de llegar…” ( La traducción al español nos pertenece).    

 

[2] Cfr. GOMES, Laurentino, 1808,  Planeta, Sâo Paulo, 2007, pág.42.

[3] Cfr. GOMES, Laurentino, op. cit., pág. 51.

 

[4] Cfr. GOMES, Laurentino, op. cit., pág.91.

 

[5] Cfr. GOMES, Laurentino,  op. cit.,  pág.326.-  A pesar que muchos lo describen a D.Joâo como un rey miedoso, glotón y hasta poco inteligente, la maniobra descripta parece relevante desde un simple análisis estratégico de lo acontecido en esos años. Op.Cit., ibídem.

 

[6] Cfr. GOMES, Laurentino,  op.cit., pág. 108.

 

[7] GOMES, Laurentino, op. cit., pág.121.

 

[8] Cfr. GOMES, Laurentino, op.cit., ibídem.

[9] Cfr. GOMES, Laurentino, op. cit.,  pág. 274.

 

[10] Cfr. BUARQUE DE HOLLANDA, Sergio, Raízes do Brasil,  Editora Universidade de Brasilia, Brasilia, 1963, pág. 57.

 

[11] BORIS, Fausto, DEVOTO, Fernando, Brasil e Argentina, Um Ensaio de História Comparada, Editoria 34,  Sâo Paulo, 2004,   pág. 147.

 

[12] Cfr.  WERNECK SODRE, Nelson,  Oscar Niemeyer,    Graal editora, Río de Janeiro, 1978  pág. 24.  

 

[13] Cfr. BRAGA, Angela, REGO,  Ligia, Tarsila do Amaral, Editora Moderna, São Paulo, Brasil, 2000, pág. 13.  Sobre este punto se ha seguido  lo dicho un ensayo de mi autoria  titulado: “Implicancias de la Semana de Arte Moderna de 1922 de Sâo Paulo  en el pensamiento latinoamericano desde una mirada rioplatense ”,   que fuera publicado en la revista Logogrifo de la Editorial Ala de Cuervo del mes de diciembre de 2007 en su edición electrónica, cfr. www.logogrifo.com, el cual también forma parte de los archivos de la Biblioteca de la Fundación Oscar Niemeyer en Rio de Janeiro.-

 

[14] Cfr. CASSULLO, N.,  FORSTER, R.,  KAUFMAN, A., ITINERARIOS DE LA MODERNIDAD, Corrientes del pensamiento y tradiciones intelectuales desde la ilustración hasta la posmodernidad, EUDEBA, BUENOS AIRES, 2006, pág. 264.-

 

[15] Cfr. MONIZ BANDEIRA, Luiz Alberto,  Argentina, Brasil y Estados Unidos. De la Triple Alianza al Mercosur, Grupo Editorial Norma, Buenos Aires,  pág.548.

 

[16] Cfr. MONIZ BANDEIRA, Luiz Alberto,  op.cit., ibídem. 

                       

[17] WERNECK SODRE, Nelson, op.cit., pág. 29. 

[18] Cfr. WERNECK SODRE, Nelson, op.cit., pág. 30. 

 

[19] Cfr. WERNECK SODRE, Nelson,  op.cit., pág. 35.

[20] WERNECK SODRE, Nelson, op.cit., pág.   36 .

[21] Cfr. RIBEIRO, Darcy, O Povo Brasileiro, A Formaçâo e o Sentido do Brasil, Editora Schwarcz,  segunda ed.,  Sâo Paulo, 1997, pág. 201.

 

[22] Cfr. CAMBRAIA NAVES,  Santuza, Da Bossa Nova a Tropicália, Zahar, Río de Janeiro, 2001, pág.10.

 

[23] Cfr. CASTRO, Ruy,  Chega de Saudade, Editora Swarcz, Sâo Paulo, 1990,    pág.420.

 

[24] Cfr.  CASTRO, Ruy,  op.cit., pág.367.

 

[25] Cfr. CASTRO, Ruy, op.cit. , pág.420.

             

[26] Cfr. CASTRO, Ruy, op. cit., pág.422.

 

[27] Cfr. RIBEIRO,  Darcy, op. cit, pág.81.

[28] Cfr.  RIBEIRO, Darcy, op.cit. pág. 176 y 177. 

 

[29] Cfr. RIBEIRO,  Darcy, op.cit.,  pág. 20 y passim. 

[30] Cfr. RIBEIRO,  Darcy, op.cit.,  pág.448.

 

[31] Cfr. RIBEIRO, Darcy, op.cit., pág.448 y passim. 

[32] En efecto,  Darcy Ribeiro llama  transfiguración étnica al proceso a través del cual los pueblos, en cuanto entidades culturales, nacen, se transforman y mueren, por ejemplo en el caso del impacto civilizatorio sobre  las populaciones indígenas  brasileñas con el correr de los tiempos, con sus diferentes instancias.  Op. cit., pág.257.

 

También se han consultado la siguientes fuentes :

BRAGA, Angela, REGO, Ligia, Tarsila do Amaral, Editora Moderna, Sâo Paulo, 2000.

 

DA MATTA, Roberto, A Casa & a Rua, Espaço, Cidadania, Mulher e Morte no Brasil, Rocco, Rio de Janeiro, 1997.

 

CASTRO, RUY, Carnaval no Fogo, Companhia das Letras, Sâo Paulo, 2003.

 

NEPOMUCENO, Rosa. O Jardim de D. João, Casa da Palavra, Río de Janeiro, 2007.   

 

OSLAK, Oscar, La Formación del Estado argentino (Orden, Progreso y Organización Nacional), Ariel, Buenos Aires, 1997.-

 

ROUQUIÉ, Alain, Poder Militar y Sociedad Política en la Argentina (I - hasta 1943) , EMECE;  Buenos Aires, 1987. 

 

VIANNA, Hermano, O Misterio do Samba, 6ta ed., ZAHAR, Editora UFRJ, Rio de Janeiro, 2007.

 

Film, Carlota Joaquina, de Carla CAMURATTI. 

 

Nota final de agradecimiento: Por la presente,  aprovecho la oportunidad para agradecer al Instituto de Lengua Portuguesa Casa do Brasil de Buenos Aires (Cfr. www.casadobrasil.com.ar), a sus profesores, por la cooperación brindada, sin preconceptos y totalmente desinteresada, y a la Universidad Federal de Rio de Janeiro, en todos mis abordajes  que,  como una acuarela cantada por Toquinho,  integran los distintos ‘Brasiles’ que podamos imaginar.  

Alejandro Della Sala  

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