Amigos protectores de Letras-Uruguay

Tan solo un sueño
Paulo Delgado

Hoy decidí abrir las ventanas para dejar que la noche inunde de su oscuridad mi dormitorio. Alarmado abrí los ojos, el vapor en mi oído resonó como un despertador, esa sensación de humedad que recorría hasta mi tímpano me producía un escalofrió en todo el cuerpo. Al observar el dormitorio me percate que no era el mío la cama en donde estaba recostado no me pertenecía, pero no me era ajena. Todo era extraño, pero no me era ajeno.

Así que trate de calmarme observe con atención cada rincón, hasta que te descubrí a mi lado. Ahí estabas tu recostada como una niña. No entendía nada solo te observaba recostada, tan inocente te veías. Tu respiración era profunda. Creo que el vapor de tu boca fue lo que me transporto hasta tu dormitorio. Al tenerte recostada a mi lado aproveche de observarte detenidamente, tu boca ¡qué boca! tan perfecta ella, con esos labios que ya había soñado antes, tu cabello se esparcía por sobre las sabanas, me daba la impresión de que estabas levitando. Tus cejas delineadas son el preámbulo de una intensa mirada.

Todo lo que esta en tu dormitorio encaja tan bien, como si todo hubiese estado desde el momento que naciste. Todo era parte de ti, cada objeto es como una extensión de tu cuerpo. Tu aroma se impregno en mi, como si cada poro de mi cuerpo estaba almacenando un poco de tu fragancia.
Después de haber contemplado tu sueño me atreví a despertarte. Para mi gran sorpresa cuando te tome la mano tú abres los ojos y me sonríes ¿Estabas despierta?, ¿Siempre lo estuviste? Sin responder a mi pregunta tan solo ríes. Así como yo tengo una necesidad de observarte tú también tienes una, y es de sentirte observada.

Sin decir una palabra me tomas de la mano y salimos de tu dormitorio, en silencio como dos autores de un robo, recorrimos los techos de las casas que para mi fortuna están pareadas, sin hacer el menor ruido nos perdimos como dos gatos por los techos. En la calle la noche se veía tan distinta, no se sentía el aullido de los perros, ni el caminar del viento, pero sí el sonido de una respiración en mis oídos tan intenso que recorría hasta mi tímpano.

En plena calle encontramos una puerta que nos pareció tan extraño, ¿Por que una puerta en medio de la noche y en mitad de la calle? Sin dudarlo te tomo de la mano y entramos, adentro había un cuarto y otra puerta y cada puerta que cruzábamos había un cuarto distinto. Cada cuarto era un peldaño de una interminable escalera. En cada habitación una escena de nuestras vidas como si fuera un gran álbum de fotos, vimos nuestra infancia, familias, felicidades y tristezas. Cada puerta que cerrábamos dejábamos atrás los recuerdos. Una vez recorrida casi todas las puertas faltaba la última, me inquietaba saber que se encontraba atrás, así que la abrí y no había nada ni una historia ni más cuartos. Esa habitación era nuestra y ahora teníamos que llenarla, como si la vida nos diera una oportunidad de dejar atrás todo lo que nos inquieta.
Recuerdo que te miro a los ojos y tú estabas llena de ilusiones como yo, el cuarto era enorme. Nos sentamos en el borde de la puerta y descubrimos que estábamos suspendidos como a mil metros de altura. Vimos la ciudad tan grande, con casas muy pequeñas me dio ganas de tomar una casa y ponerla en el puerto, tomar un barco y ponerlo en un cerro. Cambiar la perfección de las calles tan bien alineadas que se ven desde el cielo. Se me ocurrió una locura y me lance al vacío sin miedo de caer al suelo, tras de mi venias tú como un ave en picada siguiendo mi vuelo. Volamos por la noche de esta ciudad hasta que llegamos a un cerro muy cerca de la costa, nos posamos como dos aves en la cima a observar como amanecía. Te miro a los ojos y me doy cuenta de cuanto te quiero, observo tus labios como pidiendo autorización para un beso una vez tenida tú aprobación suavemente los beso. Tú sabor penetra en mi boca y recorre el interior de mi cuerpo, me inundo de ti por dentro. Te vuelvo a mirar y veo la complicidad de tus ojos y la aprobación con una sonrisa. - Tengo miedo - te digo y tú cierras mi boca con otro beso. Al momento de abrir mis ojos tú ibas volando hacia el último cuarto y te perdiste por las mismas puertas que antes habíamos recorrido.

Desperté con la sensación de haberte perdido, pero aun seguía sintiendo tu respiración en mis oídos. Me doy vuelta y veo que estas acostada a mi lado y en mi habitación, aun no entiendo nada tan solo rió, rió porque todo había sido un sueño así que decidí observarte mientras dormías, muy suavemente te beso los labios y tu abres los ojos, nuevamente no estabas dormidas y ahora tu ríes y me abrazas fuerte. Te retengo con miedo a perderte nuevamente. Siento el roce de tu cuerpo con el mío como pidiendo que lo recorra con mis manos.

La mañana siguiente despierto en mi cuarto te busco y no te encuentro a mi lado, recorro las sabanas y los rincones de mi dormitorio, cuando no te encuentro me percato que todo fue un sueño. Soñé que estaba contigo. Pero esa mañana me levante feliz,  porque aun tenía en mis labios el sabor dulce de tus besos.

Paulo Delgado
delgadoolivares@hotmail.com

Ir a índice de América

Ir a índice de  Delgado, Paulo

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio