La rabia que todos llevamos dentro

por Elizabeth Delgado Nazario

A un amigo le preguntaron porqué decidió ser artista. Él respondió al entrevistador: “Si no fuera pintor, sería asesino serial”. Exploremos qué hay detrás de este comentario. En marzo de 2011, las madres de hijos desaparecidos humedecían con sus lágrimas la ciudad de Cuernavaca. En la Plaza de Armas, esperé mi turno para abrazar al poeta Javier Sicilia. Mientras hacía fila, las imágenes de dolor nublaban mi mirada, mi cabeza repiqueteaba, mi cuerpo era invadido por la fiebre e imitaba la ira que se paseaba por los subterráneos.

Cuando finalmente mis ojos lo abrazaron, mi cuerpo en llamas ya no respondía, sólo ofrecía la batalla ante la impotencia. Vociferé, escupí  la violencia de los actos que pasaban a diario en Morelos. Este grito después se transformó en: “Estamos hasta la madre”, coro que desgarraba las calles de una ciudad que ya no tenía brazos para cargar a todos sus muertos. Sin embargo, el combate frontal no resolvería la pena del maestro Sicilia. Decidí, entonces, escribir dos poemas que después fueron recogidos en la antología Del dolor, la rabia y el amor: Un año después de Ediciones Clandestino. En esta ocasión la rabia fue creadora, en otros casos, no he tenido tanta suerte.

La rabia no es sólo expresión artística, como dice Silvio Rodríguez, también germina, “la rabia simple del hombre silvestre”. La rabia visita al herrero, al albañil, al panadero, al tendero, al maestro, al jardinero y al ama de casa. En las esquinas de mi colonia hasta los perros contraen la rabia. Pero volvamos a nuestro asunto, cuáles motivos arrojan al artista hacia la ira. Algunos no suelen alejarse de los asuntos cotidianos. He conocido pintores enojados con sus mujeres, fotógrafos evasores de sus caseras, bailarines rencorosos de sus vecinos. 

Entre las novelas con una rabia abierta, citaría las de Fernando Vallejo. Reconozco que es una ira que gira sobre sí misma, pero lo leo cuando quiero disfrutar momentos de tranquilidad, esperando que sea él, y no yo, quien insulte al mundo. Como escritora me molesto cuando en una universidad técnica me contratan sólo para corregir el estilo o sólo para “rellenar” temas en una redacción de tesis, como si un escritor se considerara una versión obsoleta de Word, un trabajo de copia y pega, y colocar una coma en el lugar correcto se convierte en un simple tecleo furtivo. Entonces, cerceno malas hierbas en mi jardín, arranco raíces, exprimo pulpas.

Después pienso en los movimientos de los enrabiados, jóvenes que gritan consignas en explanadas de España, Chile o México, manifestantes que patean bardas y cercas aun sabiendo que no les harán ninguna mella. El odio no siempre se despliega en forma de misil o disparos; también con acciones sutiles, pero significativas, como tirar un zapato al ponente o lanzar agua a arzobispos.

Cuando la rabia se exterioriza artísticamente, es posible admirar objetos como El genio de la especie de Wolfgang Paalen, pistola construida con huesos, no de humanos, sino de ave. También leemos frases como: “Toda la noche escucho la voz de la muerte que me llama” de Alejandra Pizarnik. Así, la belleza es solo convulsiva, somos el volcán cuyo fuego produce imágenes. No obstante, según la misma Alejandra “Todo es un interior”. Cuando la rabia ya no encuentra atajos externos y se arropa en nuestro interior, sólo vislumbramos la morada de las sombras. Wolfgang Paalen disparó una pistola para silenciar la rabia, y Alejandra Pizarnik ingirió pastillas para dormir alejada de la rabia.

Una tarde, cuando las nubes eran monstruos rabiosos que se comían los rayos del sol, y me empujaban con su lluvia a morder para sangrar paredes y árboles, se acerca mi hija y me dice, “¡Cálmate, mamá!” -yo respondo- “Si no fuera por ti, destruiría el mundo”. “Yo también he querido hacer eso en la escuela -responde ella- pero no tengo ni martillo”. Su falta de herramientas me dibuja una sonrisa. Cierro la rabia de ese día, y busco mi cuaderno de notas.

 

por Elizabeth Delgado Nazario (Cuernavaca, Morelos. 1981). Doctora en Literatura, CIDHEM. Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2010. Premio Nacional de Literatura Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Artes Plásticas 2005. Ha colaborado en medios como La Jornada SemanalCasa del tiempoLa Otra. Correctora de estilo y redactora independiente, también imparte cursos de redacción. Administra el blog http://veintiunletras.blogspot.mx/
Publicado, originalmente, en "Punto en Línea" - Nº 44 http://www.puntoenlinea.unam.mx/index.php/760

Punto en Línea es una publicación bimestral editada por la Universidad Nacional Autónoma de México

 

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