Microempresa indígena en el Estado de Tlaxcala México:

talleres familiares textiles en un pueblo

Nahuatl de La Malinche

Luis Guillermo Davinson Pacheco [I]

Resumen

Los talleres familiares textiles en San Felipe Cuauhtenco, pueblo náhuatl del Municipio de Contla, del estado de Tlaxcala en México constituye la temática de este trabajo.

La etnografía describe un importante cambio en las practicas económicas tradicionales de esta comunidad del México rural, concretamente a partir de 1953, año que se introduce la actividad textil en la economía local. La convivencia en una comunidad donde aún muchos se expresan en náhuatl ha permitido detalladas descripciones donde la observación participante, herramienta básica de la disciplina antropológica y esencial para su enseñanza, se ha reproducido gracias al apoyo de la Universidad Iberoamericana. Los cambios producto de la textilería se encuentran claramente establecidos en la memoria colectiva de sus habitantes como un evento significativo en las transformaciones que se suscitaron posteriormente en la localidad y se vinculan a procesos macroeconómicos que afectaron a la región de Tlaxcala. Algunas ideas de este trabajo provienen de un capitulo de tesis en proceso "Cambios socio-económicos y transformación económica: El caso de las micro empresas textiles en San Felipe Cuauhtenco, Tlaxcala" que se encuentra siendo desarrollada por el suscrito y dirigida por el Dr. David Robichaux del posgrado en Antropología Social de la Universidad Iberoamericana de México. En la falda nororiental del volcán de la Malinche, en lo que es conocido como el medio Poblano – Tlaxcalteca, se ubica San Felipe Cuauhtenco en el Estado de Tlaxcala, México.

Pertenece este pueblo al municipio denominado Contla de Juan Cuamatzi cuya cabecera municipal (capital) es San Bernardino Contla. Este municipio es el N ° 18 de la entidad federativa de Tlaxcala. [II] El pueblo de San Felipe (como me referiré al pueblo en adelante y como de hecho se refieren de él sus habitantes) abarca una superficie de 3 km 2 y su población total es de 1.839 habitantes. Registra 536 edificaciones, incluyendo escuelas, iglesias, centros de salud y edificios públicos y en cuanto a su división predial está seccionado en 834 lotes. En términos censales es una "localidad"; vale decir se encuentra en el segmento entre 500 y 2.499 habitantes que el Instituto Nacional de Estadísticas Geografía e Informática de México (INEGI) para estos efectos desarrolla. Como tal es una de las 138 localidades del Estado de Tlaxcala según esta clasificación. Se encuentra San Felipe a una altitud de 2.480 metros sobre el nivel del mar y el clima predominante durante la mayor parte del año es templado – húmedo, con lluvias en verano y tiende a ser más frío conforme se asciende hacia las alturas de la Malinche,[III] extinto volcán que determina parte importante de la vida económica, social y cultural de sus habitantes. Se encuentra el pueblo ubicado a 20 kilómetros al este de la capital estatal Tlaxcala. El patrón de asentamiento del pueblo es semiconcentrado en el lugar denominado por sus residentes como el "centro", sitio donde se erigen las dos iglesias del pueblo, (una construida hace 16 años que reemplaza a la capilla usada desde principios de siglo) el atrio de las mismas y la única escuela primaria de la localidad.

II.- DINAMICAS ECONOMICAS: LA ACTIVIDAD TEXTIL EN LA ZONA

La actividad textil se encuentra estrechamente unida al desarrollo del estado de Tlaxcala y constituye en la actualidad – según indicadores oficiales - uno de sus principales ejes económicos. Fenómeno que en algunas zonas del estado se remonta a lo menos a los obrajes del XVI.

Es San Bernardino Contla en la actualidad cabecera municipal, la cual ha determinado parte importante de la dinámica textil en el pueblo. Localidad conocida a nivel nacional por su producción de tejidos. No obstante se debe señalar que toda el área de Tlaxcala ha sido transformada por procesos macro y microeconómicos a partir de la década de los 70 donde destacan en este último ámbito, el cambio suscitado entre la utilización de los telares de pedal y luego los de "poder" (eléctricos). Los primeros implicaban un costo importante en el factor tiempo, como así también en ocupar a varias personas que incluía los tejedores, los moloteros y otros ayudantes en las actividades del telar manual. En cambio, la incorporación del telar ha impactado fuertemente en la dinámica economía local y por ende en las relaciones sociales entre los sujetos de los pueblos del área. Para el caso de San Bernardino Contla este cambio permitió la aparición de los denominados "talleres semi industriales" (González Jácome, 1991:39)

La etnografía sobre la zona parece confirmar estas particularidades, es así que a partir de los 70 al igual que otros pueblos de Tlaxcala se inicia un proceso constante de comercialización y transformación, esto último, incluso se remite a la organización social de estos pueblos, como consecuencia de fenómenos de industrialización. Al respecto, (Robichaux, 2000) describe, situándose en otro pueblo vecino, pero con características culturales similares como es Acxotla del monte, algunos de estos cambios que hemos esbozados. Y donde "el evidente proceso de transformación del campo ha conducido a los investigadores a destacar la importancia cada vez mayor de las actividades no agrícolas para la población rural (Ver por ejemplo, Arias 1992, Cook y Binford 1995 y Mummert 1994)" en (Robichaux, 2000:17).

En este trabajo Robichaux destaca cuatro momentos históricos, 1929, 1976, 1987 y 1996 donde los cambios suscitados en dicha comunidad, han producido una transformación radical de la economía doméstica, "ya que entre los años 1929 y 1987 la mayoría de los hombres han abandonado la actividad de carboneros / campesinos temporaleros por la de obreros - en gran medida en la industria textil - y trabajadores de la construcción." (Robichaux, 2000:18).

En lo que respecta a San Felipe un elemento a agregarse fue la existencia de ganado lanar en el pueblo hace 60 años. Sumado a los problemas de comercialización de este recurso (como consecuencia de la inexistencia de vías expeditas de acceso) y una sobreoferta del recurso actuó como un importante insumo para el surgimiento del trabajo textil en la localidad. La existencia de lana obligaba a procesarla para satisfacer los requerimientos de los primeros telares. En esta época los habitantes del pueblo tenían como ocupación la de leñeros, carboneros y pulqueros (elaboradores de una bebida ligeramente alcohólica obtenida de la fermentación de agua miel o sea del jugo del cactus maguey) mientras que otros se dedicaban a la crianza de borregos. (El volcán de la Malinche y sus recursos forestales permitían dichas actividades). Se recuerda que se contaba con unas 30 casas aproximadamente y existía ganado lanar en casi todas ellas, lo que permitía una incipiente comercialización en San Bernardino Contla. Los telares manuales hacen su aparición en el pueblo en 1953, pero es en Contla donde se adiestran los primeros tejedores del pueblo. Un vecino ahora de 75 años, (Casimiro Condesa) fue uno de éstos y es recordado como el iniciador de la actividad en el pueblo. Compró en Contla 3 telares de madera, lugar donde trabajaba y aprendió ahí el oficio a los 18 años de edad, "tejía en casa ajena" y lo hizo por dos años, primero con Samuel Nezahual y después en casa de Laureano Hernández donde conoció la técnica de los teñidos y algo de diseños. Le agradó la actividad textil, - según refiere - por ser un "trabajo menos pesado que la agricultura y el corte de caña" (la cual se desarrollaba vía migración temporal a Veracruz, donde proliferaba este recurso) que en ese entonces, eran unas de las alternativas que existían para el pueblo y en las cuales le correspondió desempeñarse. El vecino que compró los telares los adquirió cada uno en 60 pesos mexicanos de la época (unos 7 USD) y eran de segunda mano y de los más pequeños y los instaló en su casa. No había electricidad en el pueblo y el agua, elementos necesarios para el proceso de lavado y teñido de los hilos eran escasos.[IV] Entusiasmó con su proyecto a otros 5 jóvenes del pueblo, los cuales ayudaron en la instalación de los telares y su manejo, constituyéndose así en el primer grupo de tejedores del pueblo. Este primer taller produce saltillos - sarape pequeño – (sarape manta de 218 por 136 cm de origen en las tilmas prehispánicas y manta española) y se tejían 12 de estas piezas diarias (4 por cada telar) y se pagaban 4 pesos (medio dólar) por cada uno de los saltillos al momento de ser entregados donde un ciudadano español don José Rodríguez[V] actualmente propietario de "Hilados San Pedro" en Santa Ana Chia utempan. Este comerciante (J. Rodríguez) entregaba los hilos a los tejedores de la época más molotes, tintas y lanzaderas - y al entregar éstos los saltillos – el proveedor "le hacía la cuenta", vale decir, descontaba el costo del material suministrado, práctica que aún la desarrollan algunos artesanos del pueblo. Esta lógica comercial obligaba al tejedor a entregar su producción únicamente a este proveedor quien fijaba los precios y la demanda. El transporte de la producción era en bicicletas o en burros (demorándose cerca de dos horas) a el pueblo de Santa Ana Chiaumtempan, pues no había caminos expeditos y por tanto medios de movilización que posibilitaran el transporte desde la localidad.

Los telares de este primer taller fueron utilizados por 10 años y el dueño los vendió a otro vecino del pueblo y compró nuevamente en San Bernardino Contla, único lugar donde habían "formapalos" denominación de la época para los constructores de estos aparatos. Las impresiones que causa el inicio de la actividad textil en los otros vecinos de San Felipe fueron de incredulidad respecto a su aplicación y resultados. Un ex presidente Municipal (Alcalde) en 1980 y que a los 13 años, le correspondió desempeñarse como canillero (hacía las canillas, madejas de lanas) en el prime r taller del pueblo recuerda que la gente "grande" (mayores) al momento de la llegada de los telares; "veía con malos ojos esta actividad. Habían estado siempre vinculados al campo, la leña, el carbón y el pulque y no se conocían más cosas". Los mayores, les decían a los tejedores; "bueno, si ustedes van a ganar dinero y no van a ir a trabajar al campo, a ver si al rato comen tacos de billetes." No obstante, los telares de madera permitían la mantención de un grupo familiar de 5 personas, se recuerda que con un telar en 1958 era posible hacer 2 saltillos (sarape pequeño) diarios solo dedicándole un "rato de trabajo", por tal concepto se le pagaban 6 pesos (3 pesos por saltillo) y no era posible tejer más que esta cantidad, pues había que dedicarse también a la agricultura. Entonces, la quincena, en estas condiciones; era de 50 ó 60 pesos aproximadamente. En este primer taller aprendieron el oficio unos 30 hombres del pueblo, quienes posteriormente se dedicaron a la actividad. Para el año 1963 los cálculos indicaban que cerca de 40 familias del pueblo se dedicaban exclusivamente al tejido y como tal percibían por concepto de este trabajo sus mayores ingresos económicos.

Las primeras producciones del pueblo eran compradas en Santa Ana Chiaumtempan además por Enrique Temoztle, cuñado de José Rodriguez, quienes conformaban una sociedad comercial que vendía la producción a otros mercados (ciudad de México, Puebla y Apizaco) mediante "promotores" que recorrían estos lugares entregando los tejidos. El saltillo era la pieza más confeccionada y su uso según recuerdan los vecinos era para " decoración, mantel, sobrecama, o algún lujo para algún mueble". Entre la instalación de los primero telares en 1953 y la década de 1970 se consolidó la actividad económica del taller de textiles, en términos de cantidad de sujetos dedicados a ellos. Sin embargo, seguía existiendo una dependencia de los insumos que eran controlados por los compradores de los pueblos vecinos. A ello, debe agregarse que el traslado era engorroso por las condiciones camineras, sin embargo pese a esto se continuó con la actividad. Rodolfo Cuamatzi fue el primer vecino que lleva un carro al pueblo en 1954 y efectuaba recorridos por las barrancas aledañas y colaboraba en el transporte de tejidos. Ya en los años 70 prácticamente todas las casas del pueblo tenían telares de madera.

Respecto a esta última fecha existe coincidencia por parte de los vecinos en reconocer un cambio en el pueblo, "ya el pueblo deja de ser leñero y raspador de pulque". La consolidación de la actividad textil para los vecinos, representó además un elemento altamente simbólico que guarda una relación con una vecindad conflictuada con San Bernardino Contla, que se remitía a disputas por tierras en los años 40. En ese marco muchos de los habitantes, sintieron que este cambio los asemejaba a sus vecinos de Contla, dado que estos últimos poseían una larga tradición y reconocimiento por la calidad de sus tejidos. Esta percepción de cambio y transformación se consolidó definitivamente en 1978 con la llegada al pueblo de los telares eléctricos, los cuales son conocidos como; "telares de poder". El primer vecino en instalarlos es un vecino de apellido Reyes y los adquirió usados en Santa Ana, luego hace lo mismo un tal Juárez y Gallegos. Se contaba con electricidad para ese entonces y la demanda requería de aumento de producción, lo que obligaba a contar con estas maquinas cuya ventaja principal es el mayor volumen de producción respecto al telar manual. En 1981 se inauguró la escuela secundaria del pueblo la cual, junto con posibilitar la educación de los jóvenes, se constituiría en un elemento de apoyo a la consolidación de este proceso de cambio e industrialización textil. Esta fecha es recordada, por cuanto llegan al pueblo a estudiar, jóvenes pro venientes de lugares como Contla, Tlaxco, San Pablo, Santa Ana Chiaumtempan y son los padres de estos alumnos foráneos que motivan a los vecinos, a cambiar el telar manual por los de poder dada la experiencia que ya poseían del rubro textil. Las reuniones de padres, fueron las instancias de socialización donde se establecían contactos comerciales, de ahí que los vecinos refieran que "comienza a abrírseles el mundo". Se establecieron relaciones sociales que redituaron en que los hombres del pueblo, se dedica ran al rubro, conscientes de contar con algún amigo o compadre que conocía la actividad y garantizaba resultados.

Otro elemento que surge con la llegada de los telares de poder, es el rol que comienza a desempeñar la mujer en esta actividad, toda vez que adquiere un papel definido en el proceso textil, como es la confección de los molotes. Actividad que antes desarrollaba generalmente el hombre. Las "moloteras" eléctricas posibilitaban mayor rapidez respecto a la redina (artefacto manual para enrollar hilos) y su operación demandaba menos esfuerzo físico por parte de la operadora. Actualmente se señala; "es solo de vigilar la maquina". Las moloteras permitían contar con mas tiempo y por ende dedicarlo a otras actividades de la casa. Además de molotear las mujeres deshebran, desempacan y empacan y son ayudadas por los hijos menores en esta función.

Para mayor descripción señalaremos que genéricamente las maquinas de telar se dividen en tres grupos (1) de lanzadera, (2) sin lanzadera y (3) telares de genero de punto. En cuanto a la generación de su energía se dividen en manuales ("de madera o pedal") y los poder alimentados por una fuente de ("energía eléctrica o a combustión") En los talleres del pueblo se encuentran ambas infraestructuras productivas, y de hecho muchos de estas maquinas e instalaciones no se encuentran catastradas y por ende no participan de las cifras oficiales básicamente por razones tributarias. Es posible contabilizarlos por medio de información de vecinos, pero muchos propietarios de estos talleres niegan su existencia, señalando que poseen dichas maquinas, no obstante no serían utilizadas productivamente. Las viviendas con patios extensos y de una sola entrada, posibilitan la autoconstrucción de talleres generalmente al fondo del conjunto habitacional prácticamente invisibles para el observador externo. La maquinaria de poder de algunos de estos talleres es de desecho, empero estar regulado esta materia por una normativa sobre el particular.

Existen talleres que cuentan con ambas infraestructuras (poder y manual) como un complemento imprescindible. Ello dado que la misma prenda se puede confeccionar con ambos telares, pero la diferencia radica que el telar manual permite el diseño y por ende tejer todo tipo de figuras (dependiendo de la habilidad del tejedor) lo cual con un telar de poder no es posible. Solo instalándole a estas ultimas maquinas, complejos y caros sistemas de adaptación al tejido, es posible realizarlo. Tal inversión no existe en la actualidad en el pueblo.

3.1.- Telares manuales

Los telares elaborados en madera de pino reemplazan con el pedal, la fuerza que genera un motor en los "de poder". Son los manuales de distintas dimensiones lo que guarda relación con el tamaño de la prenda a confeccionar. Son igualmente llamados, "de pedal" y "de madera." Su funcionamiento es mecánico en cuanto a su lógica de operación, pues permiten sostener y tensar hilos de una urdidumbre, previamente enrollada lo que posibilita un tramado. La diferencia con los de poder es su velocidad dado q ue la fuerza motriz es humana y comparativamente, son más lentos que los eléctricos. No obstante no los desplaza, pues es imprescindible para el diseño de tejidos donde el artesano a petición del comprador, puede dar cumplimiento a las exigencias en tal sentido. Dependiendo del cuidado y mantención, los telares de pedal pueden durar sobre 30 años y más. Para ello se impregna la madera con petróleo diesel para evitar la polilla de la madera.

3.2.- Telares de poder

Los telares de poder que se emplean en el pueblo, son en un 100 % de los casos de segunda mano, provienen de EE.UU. y datan de la década del 30. Su uso hace necesario continuos trabajos de reparación y mantenimiento a sus propietarios por lo que hay que contar con una persona para realizar estas tareas ante un desperfecto. Éstos denominados "correiteros", se encuentran en San Bernardino Contla. La mayoría de estos telares cuentan con un motor eléctrico de 1.5 HP que genera la energía para poner en movimiento una rueda dentada conocida como la "Cata rina" de donde emana la fuerza que provee cigüeñal el movimiento al telar. Varían según modelos de fabricación y de ahí sus características para determinados tipos de tejidos. Este tipo de maquinas experimenta constantes cambios tecnológicos, los cuales no necesariamente aplican para el tipo de tejido que se produce en la localidad. Por ejemplo, el uso de película (rollo de cinta transparente con agujeros que posibilitan el diseño) es utilizado por telares fabricados entre 1946 y 1950. Este tipo de telar, es considerado rápido, de 130 golpes por minuto, lo cual se traduce en 70 piezas de sarapes cada 6 horas de trabajo y sólo contados talleres en el pueblo cuentan con ellos.

Desde 1999 a la fecha se utilizan en pueblos vecinos el diseño computacional, técnica no utilizada por sus costos en San Felipe. El diseño a través de películas fue precedido por cadenas o rodajas, ésta ultima maquinaria es la que se cuenta mayoritariamente en el pueblo y es la tecnología más básica. Para el tipo de prenda que se produce en San Felipe, las maquinas fabricadas posterior a 1976 no sirven dado que no dejan orilla en el sarape, pues poseen un sistema de "remetedor", que deja la prenda "bolsuda" y por ende imposible de darle forma al tejido en la presentación requerida [VI]

Cuadro N ° 1

Descripción de principales características de Telares de poder .

3.5.- El sarape la prenda de mayor producción y comercialización

El sarape de San Felipe es una manta, prenda de 1.95 mts de largo por 1.40 mts de ancho, también llamada por los tejedores del pueblo "cobija" y es confeccionada en telar sea este manual o de poder. El primer procedimiento es convertir los conos de acrílicos en molotes, (rollos de hilos de medio kg), acción que desarrolla la "molotera" (maquina eléctrica) mediante la intervención de una operadora, generalmente una mujer (de 1 cono de acrílico de 1,5 Kg y de medida 2.5 mm salen 100 molotes) [VII] Como segundo paso se traspasan los molotes a la lanzadera, acción que se desarrolla durante el transcurso del tejido por parte del tejedor en forma manual. Luego sobre una base de hilos, generalmente blancos, de dos metros de largo se va conformando la urdidumbre, acción resultante del paso de las lanzaderas. Las veces que la lanzadera corre sobre los "hilos base" se denominan "luchas".

(En una pulgada de tejido entran 15 luchas) Los bastidores del telar cumplen la función de apretar las luchas mediante un movimiento mecánico de subida y bajada. En el ínter tanto el tejedor vigila que las luchas queden entrelazadas en forma consistente, para finalizar una vez lograda la medida de la prenda y ser cortada manualmente. Los colores de la cobija están determinados por los hilos que con los cuales se teje el sarape.

3.6.- Clasificación económica de la actividad textil en el pueblo

Es posible clasificar la actividad textil del pueblo según la dimensión de su producción y la propiedad de la infraestructura productiva. En las primeras tres es posible clasificarlas en lo denominaremos más adelante como; "talleres textiles de producción familiar" en tanto que una de ellas escapa a esta categorización y constituye una categoría propia, como es la de ser un gran taller o pequeña fabrica. Se encuentran; (a) artesanos independientes, (b) taller individual,( c) pequeño taller familiar y (d) el gran taller o pequeña fabrica.

a.- artesano independiente : Las personas denominadas así son de hecho tejedores asalariados. Es quien trabaja en "casa ajena", como tal rota en los distintos talleres del pueblo. Posee experiencia como tejedor adquirida en la misma localidad e incluso maneja aspectos técnicos del telar que posibilitan su mantenimiento y reparación en algunos casos, mas no cuenta con telar propio. Cumple entonces un horario de producción y se le remunera semanalmente por parte del propietario. Entre él y el propietario media una relación contractual de palabra y por ende no esta sujeta esta relación a las formalidades exigidas por las autoridades laborales. El mecanismo de control de la producción de este tejedor es a través de un cuaderno, que éste firma diariamente. No conoce los aspectos vinculados a la comercialización del producto, toda vez que este papel lo desempeña el propietario del telar.

b.- taller individual: Es aquella infraestructura productiva compuesta por uno o dos telares. La propiedad de las maquinas es de quien la utiliza y opera bajo la modalidad de "sobre pedido", mantiene contacto con un comprador quien junto con adquirir la producción entrega parte de los insumos. No posee capital significativo, maneja aspectos técnicos de reparación y mantenimiento de las maquinas, puede en ocasiones (por deterioro o reparación de sus telares) constituirse en la categoría de artesano independiente y conoce la cadena de comercialización en el ámbito primario que se expresa en la entrega del producto una finalizado al comprador. Colaboran en la actividad algún miembro del grupo familiar, generalmente la mujer o un hijo del propietario, su producción es discontinua y las maquina son entendidas como de propiedad del jefe de hogar que las opera habitualmente.

Luis G. Davinson Pacheco

Noticias de Antropología y Arqueología. Buenos Aires: Equipo Naya. CD, ISSN 0329-0735. 

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