Una aproximación a la literatura española contemporánea:
Los santos inocentes de Miguel Delibes |
Macario como posible hipotexto Estructura y organización de la obra IntroducciónLa novela de Miguel Delibes se publica en España en 1981 recreando la vida de un cortijo en la España franquista de los años ´60. Si bien, no hay en la novela referencias cronológicas específicas, el dato referido al Concilio Vaticano II, como bien lo señalan Lozano Jaén y otros[1] en el análisis literario de la obra, permite fijar como fecha estimativa para los sucesos que narra la novela los años que van de 1962 a 1965, período en el que fue celebrado en Roma el Concilio que buscó una modernización de la Iglesia. |
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Por su carácter de crítica social y por correspondencia generacional es posible emparentarla con la nueva novela latinoamericana. La pertenencia estética al movimiento renovador de la prosa que encaran estos autores, no se indica sólo como una referencia cronológica si no que tiene su fundamento en que muchas novelas, como El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias, El otoño del patriarca de García Márquez o Pedro Páramo de Juan Rulfo fueron ampliamente difundidas en la península a causa del exilio al que se vieron obligados sus autores, como consecuencia de las diferentes dictaduras que tuvieron lugar en los distintos países de Latinoamérica a lo largo de todo el siglo XX, pero, además como respuesta a la censura impuesta por el régimen de Franco que, por un lado interrumpió el desarrollo de la novela de carácter social pero que, a la vez, también desestimó las influencias que pudieran tener aquellas en las que se representaban realidades ajenas de países lejanos. Macario[2] como posible hipotextoEn consecuencia, de aquella situación política que mencionábamos en la introducción que hizo posible la difusión de las novelas de autores latinoamericanos en España, se desprende la posibilidad de establecer relaciones intertextuales y de influencias entre una y otra narrativa. Es así que, a nuestro criterio, el planteo ético de la novela de Delibes puede percibirse en el primer relato de El llano en llamas del mexicano Juan Rulfo. Este relato, que lleva por nombre “Macario”, narra en primera persona las sensaciones y pareceres de un débil mental, de un idiota, y desde esta perspectiva se denuncia y evidencia ciertos patrones de comportamiento social frente al más débil, que va desde el abuso y el maltrato que pudiera ejercer cualquier individuo común para mostrar, a un nivel más general, el maltrato y la represión entendida como castigo divino en el que entra a jugar también la institución de la Iglesia. Al igual que en El llano en llamas, la novela de Delibes comienza con la conformación del personaje de Azarías y el apartado con el que empieza lleva por título su nombre. Azarías es el gran protagonista de la novela, aunque no el único y, al igual que Macario, es un idiota. Su personaje encarna el aspecto trágico y redentor de la novela sobre el que nos detendremos más adelante. Por otra parte, siguiendo el planteo de relaciones que hemos establecido entre la novela de Delibes y la nueva novela latinoamericana, es necesario señalar prontamente que Los santos inocentes continúa la gran tradición realista de la literatura española, no habiendo en ella una influencia significativa de la cosmovisión que propone el realismo mágico, tan característico de la corriente estética que representó la narrativa de nuestro continente por aquellos años. En este sentido, hemos de observar que uno de los pocos episodios que podríamos señalar como ligado a lo sobrenatural se encuentra en relación a las apariciones de Irineo, un hermano de Azarías que ha muerto: “…con la llegada de la primavera, el Azarías dio en sufrir alucinaciones, y a toda hora se le representaba su hermano, el Irineo, de noche en blanco y negro, como enmarcado en un escapulario, y de día, si se tendía entre la torvisca, policromado, grande y todo poderoso...” (p. 74) El relato no ahonda mucho más en ese tipo de experiencias paranormales las cuales son entendidas, desde el texto, como la expresión de una mente alterada dejando abierta a interpretación la posibilidad de que Azarías, por su condición, fuera capaz de ver o comunicarse con seres de un modo que el resto de los llamados “normales” no puede entender. La anécdota queda allí y no se define. Es puntualmente en este pasaje, además, en el que se hace referencia muy tangencialmente a Franco, quien en los dichos de Azarías fue el que mandó a su hermano al cielo. Otro personaje que podríamos mencionar perteneciente a este ámbito es el del Mago, una suerte de curandero al que Azarías quiere llamar para salvar a su búho enfermo al comienzo de la novela, y quien aconseja, más adelante, llamar Nieves a la hija que espera Régula. Pero la intervención de este episodio tampoco pertenece al orden de lo que llamaríamos realismo mágico o real maravilloso porque simplemente está expuesto en función de poner de manifiesto de qué modo afecta ese tipo de supersticiones en la vida de una campesina, quien no se atreve a contradecir los mandatos del curandero por miedo a que le afecte algún mal. De manera que esta referencia, como la anterior, es puramente realista. La intención al incluirlas es mostrar un cuadro de situación, dar forma a los personajes y enmarcarlos dentro de un paradigma en el que se define el sistema de creencias al que pertenecen. Ahora bien, por otro lado, en cuanto a las técnicas narrativas, sí podemos observar la incorporación de algunas de las innovaciones que hubieran ensayado los autores latinoamericanos que buscaban renovar la prosa. Entre dichas innovaciones podemos señalar la supresión de toda marca gráfica para introducir otra voz en el discurso o cambiar la voz narrativa. Este modo de narrar, según vemos, es utilizado en lengua hispana primeramente por García Márquez volviéndose algo característico de su estilo. En Cien años de soledad, por ejemplo, trabaja las distintas voces discursivas en párrafos extensísimos y estructura el relato a partir de la reiteración casi formular de epítetos en relación a los distintos personajes. De un modo similar es usado por Delibes: “A su hermana, la Régula, le contrariaba la actitud del Azarías, y le regañaba y él, entonces, regresaba a la Jara, donde el señorito, que a su hermana, la Régula, le contrariaba la actitud del Azarías porque ella aspiraba a que los muchachos se ilustrasen, cosa que a su hermano, se le antojaba un error, que, luego no te sirven ni para finos ni para bastos (…)” (p. 9) El ejemplo que citamos pertenece al párrafo con el que comienza la novela y en él es posible observar cómo el cambio en la voz del narrador en tercera persona pasa a la primera persona de un narrador personaje y se sucede sin la utilización de guiones de diálogo o cualquier otra marca gráfica o discursiva propia de las convenciones de la novela tradicional. En reemplazo de aquellas se perfilan otras más simples que dan sensación de continuidad como el uso de la coma y los espacios:
“Y, en éstas, se presentó en el Cortijo el Azarías, y la Régula le dio
los días y le tendió el saco de paja junto a la cocina como era
habitual, pero el Azarías ni la miraba, se implaba y rutaba y hacía como
si masticara algo sin nada en la boca y su hermana, De este modo se busca acercar la prosa al relato oral. Mediante el uso de algunos recursos como los que señalamos a continuación se logra ese efecto de narración oral. Entre ellos están: 1- Organización del relato en largos párrafos seguidos de coma 2- No se usa ni el punto seguido ni el punto y aparte 3- Reiteración y utilización de epítetos (Paco, el Bajo; Charito, la Niña Chica; Facundo, el Porquero; don Pedro, el Périto) 4- Repetición de episodios 5- Onomatopeya: uuuuuh, quiá 6- Imitación del habla local: “ae, ya veremos,” (p. 42) 7- Uso reiterado de la conjunción copulativa “y” al comienzo de la frase frecuente en el relato oral Estructura y organización de la obraEl título de la novela y su subtítulo:“Los humillados y ofendidos de la vida campesina” invita al lector a tomar posición por ellos. En adelante se hablará de ellos, de sus desgracias, desventuras y miserias con una focalización por parte del narrador que obliga a sentir empatía y compasión por los de abajo. El juego de palabras y asociaciones que se hace entre los de arriba (“la casa de arriba”) y los de abajo (Paco, el Bajo y los bajos) es constante en la novela. Dividida en seis Libros cada uno con su nombre y no en capítulos, la novela comienza in medias res, por lo cual, en los primeros libros (Libro I: Azarías; Libro II: Paco, el Bajo; Libro III: La milana; Libro IV: El secretario) se muestra un estado de cosas. Se presenta y da forma a los personajes con sus características psicológicas, a la vez que se hace referencia al quehacer diario en el cortijo y se plantea una organización jerárquica claramente dividida entre los desposeídos (Paco, la Régula, Azarías, el Quirce, la Nieves, la Niña Chica, el Rogelio) y los que ejercen en mayor o menor medida algún tipo de poder (doña Purita, don Pedro, los señoritos, la Marquesa, el Ministro, el Obispo y Franco quien, como dijimos, aparece mencionado sólo al pasar). Entre estos dos grupos claramente diferenciados que representan por un lado a los subsumidos y por otro, a las distintas esferas de poder se desarrolla la novela poniendo blanco sobre negro para confrontar el modo de entender el mundo de unos y de otros. Los dos últimos Libros (Libro V: El accidente y el Libro VI: El crimen) aceleran la trama reforzando las características despóticas de los poderosos que va creciendo conforme avanza el relato dando lugar al desenlace trágico que involucra al señorito Iván. Temas y personajesEl tema central en la novela es el poder. El poder desmedido que acarrea injusticias y el modo en que ese poder se manifiesta. La negativa por parte de quienes lo detentan a perder ese poder se plantea en varios pasajes de la novela. Así, los relacionados a la alfabetización de los campesinos del cortijo, de la que el señorito Iván se vanagloria ante sus invitados, confronta con las exigencias de don Pedro para que la Nieves comience con tareas domésticas que le impedirían ir a la escuela y con las expectativas de la Marquesa que ve en ella una buena primera doncella: “Miriam, ¿te has fijado en esa muchacha? ¡qué planta, qué modales!, puliéndola un poco haría una buena primera doncella…” (p. 49) Ello prueba que la educación que pretenden los señores para los habitantes del cortijo se establece en función de sus propios beneficios. En contrapartida, se nos muestra la ilusión de Paco y la Régula, quienes esperan que mediante la escolarización sus hijos tengan una mejor vida fuera del cortijo y lejos de todo servilismo. En un mismo sentido, la petición de la Nieves por tomar la primera comunión es ridiculizada por doña Purita y don Pedro a quienes se le suma el señorito Iván que indignado asegura que “la culpa de todo la tiene este dichoso Concilio”. Estos episodios muestran la resistencia por parte de los señores de achicar los límites que los distancian. En relación a los personajes principales que integran un mundo y el otro es posible hacer un paralelismo de acuerdo a su protagonismo y a cómo se relacionan: El señorito Iván con su arrogancia y su desprecio por la vida y Azarías con su ingenuidad y amor por todas las criaturas. Don Pedro, el Perito con su prepotencia y Paco, el Bajo con su sumisión. Doña Purita con su devaneo y la Régula con su recato. La señorita Miriam más compasiva con los de abajo y la Nieves con sus modales y comportamiento que la acerca a los de arriba. De mayor a menor hemos señalado características específicas de los personajes que conviven en ese espacio cerrado que es el cortijo. El aspecto psicológico de los dos primeros, el señorito Iván y Azarías es el que más detalladamente aparece perfilado en la novela. Por un lado, el señorito Iván se presenta como un hombre de mundo, rico, inteligente, educado, que entabla una relación de dominación con todo lo que tiene a su alrededor: la mujer de don Pedro; Paco, su secretario o cualquier criatura viviente que tenga a su alcance, entre ellos la milana. Por su parte, Azarías se prefigura con las características opuestas: en su ingenuidad no mide diferencias entre unos y otros, eso lo muestra el pasaje donde toma de la mano a la señorita Miriam para llevarla dentro de la casa y mostrarle a la Niña Chica. No tiene nada, ni siquiera un lugar donde dormir, se acuesta sobre un montón de paja o en el campo abierto. Es “débil de mente” tal como lo asegura su cuñado. Sin educación se halla integrado a la naturaleza entablando relaciones de amor y compasión para con todos los seres vivos incluyendo a la Niña Chica y a la milana, un ave de rapiña. La perspectiva de focalización del narrador busca señalar los abusos de las clases altas, de los poderosos, su idiosincrasia, su hipocresía y contraponerla a la bondad, la sumisión y la desventura de los de abajo. El asesinato del señorito Iván por parte de Azarías da vuelta las cosas, remite a una suerte de justicia poética, de castigo merecido como consecuencia de los abusos de los de arriba. Algunos indicios del final se pueden observar en los dichos del mismo señorito Ivan: “…que se diría que hoy a los jóvenes les molesta aceptar una jerarquía, pero es lo que yo digo, Ministro, que a lo mejor estoy equivocado, pero el que más y el que menos todos tenemos que acatar una jerarquía, unos debajo y otros arriba, es ley de vida, ¿no?” (p. 144) La escena del crimen ubica físicamente a Azarías arriba, en el árbol y al señorito Iván debajo de éste. Ese cambio de lugares le da la oportunidad a Azarías de tomar venganza y ajusticiar a quien abusa de los débiles y mata por placer a criaturas inocentes: “ y trepó tronco arriba, el hacha y la soga a la cintura, y una vez en el primer camal, se inclinó hacia abajo, hacia el señorito Iván, ¿me alarga la jaula, señorito? y el señorito Iván alzó el brazo, con la jaula de los palomos en la mano, y, simultáneamente, levantó la cabeza y, al hacerlo, el Azarías le echó al cuello la soga con el nudo corredizo, a manera de corbata, y tiró del otro extremo…” (p. 175) El encuentro entre estos dos personajes que representan dos modos completamente opuestos de habitar en el mundo se presenta intolerable. El enfoque ético que plantea la novela nos permite justificar ese crimen entendiéndolo como castigo a su desmesura. ConclusionesHemos analizado la novela desde su estilo narrativo, lo cual nos permitió observar los modos en que se elabora el relato para otorgarle verosimilitud. La organización contrapuesta de los personajes en la novela que busca confrontar dos mundos distantes y permite explorar aspectos de la condición humana como el amor, la compasión, el poder y la sumisión. La novela planteada en estos términos deja al lector su valoración ética. Ese pequeño mundo cerrado que representa el cortijo sirve de muestra, como si hiciéramos un recorte, de las relaciones de poder que se establecen en cualquier sociedad humana lo cual nos permite considerarla una novela de crítica social. BibliografíaDelibes, Miguel, Los santos inocentes, Planeta, Buenos Aires, 1990 Lozano Jaén-Albertus Morales-González García; “Análisis de Los santos inocentes de Miguel Delibes” en http://digitum.um.es/xmlui/bitstream Rulfo, J.; El llano en llamas, Sudamericana, Buenos Aires, 2000 Notas: |
Discurso Miguel Delibes, Premio Cervantes 199323 abr 1994 |
En memoria de - Miguel Delibes28 ene 2011 |
Viaje al centro de la noche - Viajamos... como los Santos Inocentes (I) - 27/12/1427 dic 2014 Audio |
Natalia Davico
natdavico@gmail.com
Seminario de Literatura Latinoamericana
IES Nro. 1- Turno Mañana
Año: 2012
Ver, además: El camino - Autor: - reseña de Javier Úbeda Ibáñez (España) c/videos
Editado por el editor de Letras Uruguay
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