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El Síndrome de Charles Bonnet o Alucinaciones en ceguera adquirida
por Dr. Jesús Dapena Botero
Médico, psiquiatra y psicoanalista
jesusdapena50@hotmail.com

 

Mi formación inicial en neuropsiquiatría ocurrió entre los años de 1970 y 1990, aunque, naturalmente, he seguido con un proceso de formación continuada; pero, en ninguno de los antiguos textos formativos, ni en neurología ni psiquiatría, jamás encontré el síndrome de Charles Bonnet, a pesar de ser un estado clínico acuñado desde hace tanto tiempo, el naturalista suizo del siglo XVIII, quien porta ese nombre;  de pronto, ese biólogo y filósofo no pudo seguir utilizando su bien amado microscópico, que le permitía hacer estudios pioneros sobre la fotosíntesis, de tal modo ques u ceguera, lo llevaría a preocuparse por la psicología y la filosofía, en especial, cuando se enteró que su abuelo Charles Lullin había empezado a tener visiones al fallarle la visión.

Charles Bonnet, con formación para naturalista, se volcaría al estudio del filósofo inglés John Locke, un hombre, cuya epistemología se apartaba de lleno del innatismo del mundo de las ideas de Platón y de un mecanismo simplista, basado en las leyes de causa y efecto, propias del determinismo imperante en aquel tiempo; con esta episteme, Locke daría una fundamental importancia al origen sensorial del conocimiento, para lo cual, más que cargados de ideas platónicas, que reconoceríamos luego, como los hombres de la alegoría de la caverna[1]; el

Charles Bonnet

pensador británico concebiría al hombre como una tabula rasa, que sería inscrita por las experiencias de la vida, lo que lo colocaba en una posición empirista, más cercana al pensamiento aristotélico, si bien Locke afirmaba que existían dos fuentes de conocimiento, la que proporcionan los sentido y las que proporcionan las operaciones de la razón, con lo cual no se alejaría tanto de Platón.

Mito de la caverna Platón

Es así que Charles Bonnet retomaría el libro del sabio inglés, publicado en 1690, Ensayo sobre el entendimiento humano[2], en el cual abrevaría en las ideas sensualistas de Locke del sensualismo, en las que la percepción sería el punto de encuentro del ser humano con la realidad, sobre la que ya vendría la razón, a establecer los juicios, lo cual tendría un eco importante en la filosofía kantiana.

Pero es así, que jamás oí hablar de este síndrome hasta una período entre el 2008 y el 2010, cuando en la sesión clínica de la sección de psiquiatría del Hospital Nicolás Peña de Vigo, se hizo una sucinta presentación de esas con muchos datos, con poca profundidad, de la que apenas puede comprender la existencia del síndrome, sin la profundización amena, que hace Oliver Sacks, en su capítulo Multitudes silenciosas: El síndrome de Charles Bonnet, que hace parte de su obra Alucinaciones[3], la cual permite no sólo adentrarnos en la episteme, desde la que se produce el concepto, sino que nos informa de su interesante desarrollo, dentro de la Historia de la Medicina, con un enriquecimiento fundamental, a partir de viñetas clínicas, bastante ilustrativas, para quienes solemos estar al lado de los pacientes, en la clínica.

Bonnet consideraba el cerebro como un órgano de composición intrincada o, más bien, un conjunto de diferentes órganos[4], una visión bastante premonitoria de lo que nos enseñarán las neurociencias. Para el sabio suizo, todos estos órganos tenían una función bien diferenciada, como si el encéfalo tuviese una constitución modular, aunque, para muchos,  aún, se lo considere como un órgano indiferenciado y uniforme en su estructura y su función.

Preocupado, por la alucinosis de su abuelo Charles Lullin, Bonnet concluía que se debían a una actividad autónoma, no vinculada con el receptor periférico, el ojo, sino, más bien, basada en la memoria de alguien con una ceguera adquirida, quien ya ha visto antes, que en la sensación visual, propiamente dicha, lo que parecería intuir el concepto de las huellas mnémicas, que tan útiles resultaran a Sigmund Freud, para la comprensión de los fenómenos oníricos, que también son intentos de realización alucinatoria, los cuales dan cuenta de que los objetos percibidos, ya inscritos en la memoria, en diversos puntos del aparato psíquico;a lo mejor, como traumas, que subyacen en lo preconsciente o en lo inconsciente, que son reactivados en un momento dado y retornan a la conciencia, gracias a las formaciones del inconsciente; simples signos, sin cualidad sensorial alguna, a la manera de una letra, que puede suscitar una representación, desencadenada por alguna circunstancia. Como lo vemos ilustrado en el llamado esquema del peine:

Donde vemos como un estímulo, como la flecha de la izquierda, excita el polo perceptivo, que produce varias huellas mnésicas, y se descarga a través del polo motor, con todo un filtro, que se da en el pensamiento. [5][6]

En cierto modo, tales huellas mnésicas funcionarían como engramas, como estructuras de interconexión neuronal estables, que activan un sistema de neuronas, como si fueran una suerte de correlato psíquico, que producen respuestas automáticas en el organismo, algunos de una manera consciente y otras de una manera inconsciente, concepto, que se ha convertido de uso corriente en neuropsicología o psicobiología.

El área estriada posee engramas visuales, que permiten reconocer un objeto al ser visto.[7][8]

Y cuando Charles Bonnet experimentó alucinosis, semejantes a la de su abuelo, incluyó estas similitudes en su famoso libro, en el que estudiaba la fisiología de los sentidos y los estados mentales.

Pero, el hecho de que yo tardase tanto en descubrir la existencia de este síndrome puedo explicármelo, porque en la medida que, hasta la década de 1990, se considerara una rareza, no solía aparecer en los libros de texto para estudiantes de medicina, ni nadie lo elegía como tema para un club de revistas o una conferencia; además que jamás vimos un caso de éstos y así se pasaron por alto trabajos como el de Truman Abell[9], quien, al padecer el conjunto sintomático, publicó su experiencia en el Boston Medical and SurgicalJournal, en 1845, en la que hablaba de haber tenido sueños de recuperación de la visión, con escenas de bellísimos paisajes, que se convertían en miniaturas, aunque despertase, visiones, que duraban unos dos a tres minutos, para luego desaparecer, como una suerte de alucinación hipnopómpica, aunque no las concebía como alucinaciones propiamente dichas sino como ilusiones, provocadas por una visión interior, las cuales en el transcurso de unos meses fueron aumentando en complejidad, con visitantes silenciosos, insolentes y entrometidos, que se le sentaban en la cama o se acercaban a ella, para mirarlo directamente a los ojos, aunque la mayoría de las viñetas clínicas de este síndrome, no muestran una interacción entre el objeto alucinado y el sujeto, mientras dicho autor se preguntaba hasta qué punto las visiones ilusorias tenían que ver con su ceguera, en la medida que la mente humana podría ser como un microcosmos o universo en miniatura, dentro de la cual, cualquier experiencia podía ser guardada.[10]

Al leer ese artículo, Olivier Sacks recordó haber visto ciegos, que veían y sordos, que oían, a través de fenómenos alucinatorios visuales y auditivos, lo que lo llevaría a preguntarse, gracias a su aguda observación clínica, si acaso estos síndromes no eran más frecuentes de lo que se había creído.

Entonces Robert Teunisse  y sus colaboradores, casi ciento cincuenta años después del trabajo de Abell, publicaron un trabajo sobre unos seiscientos casos de ancianos psicológicamente normales, con problemas visuales, en los que un 15% padecían trastornos alucinatorios complejos y un 80% fenómenos más simples, formas, colores, diseños, que no conformaban ninguna escenografía, transitorias y esporádicas, por lo que no suelen constituirse en información en las consultas médicas.[11]

Lylas y Marja Mogk, entre el 2000 y el 2003, en libros sobre degeneración macular ilustraron algunos casos de síndrome de Charles Bonnet, en obras, que incluían lúcidos testimonios de pacientes. [12][13]

Y David Stewart, en sus memorias inéditas, hablaba de ver caras de seres desconocidos; pero, bastante reales, aunque muy distantes emocionalmente, algo que también anotara, en una comunicación personal, Robert Teunisse a Oliver Sacks, que, a veces se relacionan con material gráfico visto previamente, a la manera de una especie de resto mnésico.

Pero si algunas de estas caras pueden ser coherentes y verosímiles, otras pueden ser muy deformadas o compuestas por distintas imágenes, a la manera de las imágenes condensadas de los sueños, como si se tratara de un intento alucinatorio del deseo de volver a ver; pero, también pueden ser fragmentarias y sólo ver una parte de la cara, como si se tratara de una verdadera elipsis, que pueden integrarse en yuxtaposiciones de cualquier manera, al estilo de esta representación plástica.

Este video puede ilustrarlas bastante bien:

 

Sindrome Charles Bonnet

Pero hay otras alucinaciones muy particulares que son las de letras, líneas impresas, notas musicales, números y otras notaciones, que no pueden leerse ni interpretarse porque son textos sin sintaxis alguna, letras que no hacen cadena discursiva de ningún tipo, en la medida que parecieran dar cuenta de engramas sueltos, que se excitan simultáneamente, como si fueran seguidas desde el más puro y real proceso primario, en el sentido que le da Freud, concepto, que es tan bien explicado por Laplanche y Pontalis, como pasa con las alucinaciones primitivas.[14]
 
Por lo tanto hay un amplio espectro de alteraciones visuales, ocasionadas por el deterioro de la visión, ya sea por un daño periférico en el ojo, o en el sistema nervioso central como aquellas en las áreas corticales, que participan en ella, el lóbulo occipital y sus proyecciones en los lóbulos temporales y parietales.
 
Veamos la neuroanatomía de la visión:

Vías visuales

Lo que, si lo pensamos con la fisiología, podría traducirse así: 

http://www.monografias.com/trabajos92/fisiologia-vision/fisiologia-vision.shtml

Y aquí podemos ver las proyecciones de la corteza occipital primaria, perceptora de la visión, en las corteza temporal y parietal, con funciones asociativas de unos lóbulos y otros, lo cual está marcado en color lila y podrían tener relación con conductas, juicios o discernimientos e interpretaciones de las experiencias sensitivas visuales.

La mayor parte de las veces esas alucinaciones suelen ser agradables simpáticas, entretenidas e inspiradoras, como las imágenes de una metamorfosis de Escher, el famoso artista holandés, con figuras, que se deforman para formar otras y, así, el tablero de ajedrez se transforma en lagartijas, que se convierten en los hexágonos de un panal, de donde salen abejas, que deviene pájaros, que sirven de fondo a un banco de peces, que las aves atraviesan, para continuar el vuelo, mientras otras lo hacen en contravía, hasta que las primeras, se convierten en la cara superior de cubos, que conforman una ciudad, donde el tablero plano del principio, deviene tridemensional, con las piezas del ajedrez, para, al fin, volver a la bidemensionalidad del principio.

https://www.amazon.es/M-C-Escher-Metamorfosis-separados-Artistica/dp/B001AXVZW8

De tal forma que es como si emergiesen teatros en la mente, que podrían dar cuenta de imágenes muy primarias, que no son interpretables, como las imágenes oníricas, en la medida, que son elementos aislados, que no hacen cadena discursiva, si bien puedan tener que ver con restos de actividades del sujeto, a la manera de restos diurnos, que aparecen como meros trastornos de la percepción visual, tal vez como sucediera en el caso de Rosalie, quien quedó destrozada con la muerte de su querido amigo de residencia para ancianos, el irlandés Spike, lo que la sumió en una fuerte reacción de duelo, con algún grado no especificado de depresión, con una severa hiporexia y aislamiento social, que hizo que regresaran las alucinaciones, en las que veía a hombres gigantescos, alrededor de su cama y luego se ocultaban; pero, le ocasionaban la sensación de ser mirada de una manera enigmática y solemne, como si fuesen heraldos de las Parcas,  como si su propio cama se hubiese convertido en un lecho de muerte, seres, para ella, demasiado reales, aunque sabía que si extendía su mano, podría atravesar esos fantasmas, hasta que empezó a salir de su estado de aflicción y su libido, buscadora de objetos, empezó a relacionarse con nuevos compañeros de residencia, mientras empezaban a aparecer elfos, duendes y hadas, tan simpáticos como los del propio folklore irlandés, hasta que con la mejoría de las relaciones sociales, desaparecieron de la misma manera, que habían surgido de la nada.

Si lo miramos psicoanalíticamente podemos comprender, que la libido de Rosalie se había vuelto hacia la sombra del objeto-Spike, su amigo irlandés, hasta que una vez más elaborado su duelo, la libido vuelve a salir a afuera, ya no con aquellos objetos persecutorios, que circundaban su cama, como enviados por Tánatos, sino que se cambiaron por objetos buenos y amables, que algo tenían que ver con el bondadoso Spike. 

De todas maneras son interesantes las investigaciones de DominicFfytche del King’sCollege of London, especialista en gerontopsiquiatría y sus colaboradores, quien se han dedicado a buscar una base neurológica de las alucinaciones visuales, lo cual los ha llevado a hacer toda una taxonomía de las alucinaciones, con  base en la neuroanatomía de las vías visuales, mientras se realizaba un escáner, en las que se les pedía a los pacientes seleccionados, que señalaran el inicio y el final de los trastornos alucinatorios. [15]

Aunque ya en 1998, Ffitche y sus compañeros de trabajo habían encontrado una asombrosa correspondencia entre la alucinosis concreta de cada paciente con partes específicas de las vías ventrales de la córtex visual, que bien se ilustra en el video presentado antes, mediante lo cual descubrieron que cuando se alucinaba con colores, se activaban las zonas visuales, que tienen que ver con la percepción del color y cuando aparecían bocetos de cara o dibujos animados, la activación se daba en la corteza fusiforme, de la que ya habíamos hablado en la reunión anterior:

https://es.wikipedia.org/wiki/Giro_fusiforme#/media/File:Gray727_fusiform_gyrus.png

Mientras las imágenes más esperpénticas se asociaban con una actividad mayor en el surco temporal superior, más exterior, donde se representan ojos dientes y otras partes de la cara.

https://es.wikipedia.org/wiki/Giro_temporal_superior#/media/File:Gray726_superior_temporal_gyrus.png

Y, asimismo, las alucinaciones de textos activan la zona de forma visual de las palabras localizada en el hemisferio izquierdo, que tienen que ver más con la corteza visual primaria (V1), como podemos ver en el siguiente gráfico:

http://nepsa.es/areas-y-funciones-cerebrales-viii-corteza-visual-secundaria/

El ensueño visual no activa el área V4, que es activada por la alucinación coloreada.

http://thebrain.mcgill.ca/flash/i/i_02/i_02_cr/i_02_cr_vis/i_02_cr_vis.html

De donde, queda demostrado que la fisiología influye en las alucinaciones, que son distintas a las que son producto de imaginación y que la percepción del color, el reconocimiento de los rostros, la percepción del movimiento dependen de zonas altamente especializadas del cerebro, porque en el principio no está el verbo, sino que hay un sustrato material sobre el que se instala el aparato psíquico, lo que no debería ser rechazado por los psicoanalistas, ya que los nuevos adelantos tecnológicos, dan instrumentos para hacer una verdadera psicología para neurólogos, que era uno de los proyectos iniciales de Sigmund Freud[16], aunque no podemos limitarnos a simples localizaciones cerebrales, como antaño, sino prestar atención a la conexión entre distintas áreas, como correlaciones correspondientes a un macronivel, que pueden armonizarse con lesiones periféricas, como lo ha demostrado William Burke, aunque no sólo influya en el fenómeno alucinatorio la neurofisiopatología, sino que también entren en juego la subjetividad y su vínculo transubjetivo con la cultura, ya que un analfabeta no podrá tener alucinaciones de letras o palabras ni quien no haya tenido nociones musicales, con pentagramas y notas, los tendrá en su mente, en la medida que la experiencia vivida y la memoria cuentan.[17]

Y se podría pensar, que tras las imagines alucinatorias, los recuerdos pueden estar presentes de una manera incompleta y, para nada, literal, ya que no se trata de una repetición gruesa de la realidad material sino que basta con la verosimilitud de las invenciones, a partir de un nivel inferior del sistema visual, que se presenta como un diccionario categórico o paradigmático de imágenes totales o parciales, que permiten la construcción de escenas complejas, asociadas con estados afectivos, como si se tratase de protobjetos o protoimágenes, bastante burdos, más relacionadas con lo somático, que con el polo psíquico del aparato psíquico, más personal y singular, como lo son las imaginaciones y los recuerdos, menos vinculados con lo Real y más relacionados con lo Imaginario y lo Simbólico.

Todo ello, nos sumerge en una representación del mundo bastante surrealista, un poco a la manera de la gráfica de la página 12 del presente trabajo, aunque es preciso diferenciar que las imágenes del síndrome de Bonnet son más estereotipadas, que las de la actividad onírica y, por ende, menos inteligibles o significativas; por lo cual, como ya lo dijimos antes, no pueden constituirse como los sueños en una vía regia al inconsciente[18], independiente de los juegos dinámicos, que se den en el mundo subjetivo del paciente, puesto que quien sueña está totalmente inmerso como protagonista de su sueño, mientras en el síndrome de Charles Bonnet hay una casi absoluta falta de interacción entre el alucinado y su percepción alterada, como si fuesen escenas del cine mudo, sin mayor integración con otros funcionamientos psíquicos, carentes de estímulos auditivos y propioceptivos, como si nada personal profundo se implicara en ellas, mientras el paciente no pierde el juicio como pasaría en las alucinaciones de un psicótico funcional.

Así las cosas, aquellos que padecen el síndrome de Bonnet, conservan el discernimiento y saben que sus percepciones no son reales, no se confunden, siempre y cuando esté funcional el lóbulo frontal, que permiten el discriminación  entre ralitäty wirlichheit, entre la realidad psíquica y la material, cosa que no ocurre en el psicótico, ni en el demente, funciones que pueden recuperarse en la estabilización de la psicosis, salvo que estemos ante una enfermedad de Alzheimer, un deterioro por cuerpos de Lewy o una arterioesclerosis, con sus angustiosos trastornos perceptivos, que pueden llevar a aterradoras alucinaciones, como lo vemos al final de la cinta de Dino Risi El fantasma del amor, en su última parte, la del adiós y el manicomio.

fantasma d'amore - l'addio

Publicado el 29 sept. 2015

"sei la luce che mi attira, che mi chiama..."

fantasma d'amore - finale

 

Por ello, casi que lo terapéutico, en relación con el síndrome de Charles Bonnet, como lo vemos en algunas de las intervenciones de Oliver Sacks, consiste en hacer un diagnóstico pertinente y asegurar que el caso no terminará en una psicosis ni en una demencia, aunque el propio Sacks nos habla de un caso que mejoró la frecuencia de las alucinaciones, cuando se le brindaba quetiapina, uno de los nuevos antipsicóticos atípicos; pues si bien no existe un tratamiento farmacológico estandarizado para pacientes que padecen este síndrome, se mencionan también, como posibles medicamentos útiles, la olanzapina, la risperidona dentro de los antipsicóticos atípicos e incluso el haloperidol, supongo que a dosis bajas, para evitar efectos secundarios tan molestos como el pseudoparkinsonismo y otras complicaciones extrapiramidales. Y, asimismo, pueden utilizarse anticonvulsivantes como el ácido valproico o la carbamazepina y aún algunos antidepresivos, inhibidores de la recaptación de la serotonina, como la mirtazapina o antagonistas potentes de la serotonina, como la cisaprida.[19]

A veces, coinciden trastornos progresivos de la visión con demencias incipientes leves, como sucedía en el caso de Marlon, quien había tenido que dejar de leer, por estar prácticamente ciego, de tal forma que concibía su viejo y neoyorquino barrio Bronx y su piso de allícomo sitios ruinosos y deteriorados, como él mismo se percibía a sí mismo; pero, de repente todo cambiaría.

Al principio, sus alucinaciones eran benignas, con poliopias, en las que veía múltiples animales o niños, lo cual le causaba cierta perplejidad, al saber que nadie más los percibía; pero se conectaría, entonces, con el mundo a través de la radio, lo que atemperaría sus visiones, con si la escucha radial constituyera un espacio transicional, entre la realidad interna y la externa, que le serviría de consuelo, de tal modo que la música o las voces de los locutores fueran una suerte de acompañamiento sostenedor, para pensarlo desde un punto de vista winnicottiano.[20] De ahí, que para estos pacientes puedan ser muy útiles los audiolibros.
 
Pero, si esta zona transicional, es el espacio del arte y la creación, otros sujetos pueden aprovechar el trastorno de de una manera creativa, como sería el caso de Virginia Hamilton Adair, quien a pesar de padecer del conjunto sintomático, continuaría escribiendo poemas, que publicara en su libro Antsonthemelon, del que no sé si haya traducción española, en el que ya anciana, escribiría un poema como éste:

                  Key Ring
 
When my grandfather was very old
to one small room confined
he gave me his big bunch of keys to hold.
 
I asked, “Do they unlock every door there is?
And what would I find inside?
 
He answered, “Mysteries and more mysteries.
You can’t tell till you’ve tried.”
 
Then as I swung the heavy ring around
the keys made chuckling sound.
[21]

                                                   https://www.amazon.com/Ants-Melon-Virginia-Hamilton-Adair/dp/0375752293


 
Aún en medio de tantas restricciones, quizás confinados en cuartos pequeños, como el viejísimo abuelo de Virginia Adair, inmersos en ese mundo interior de la ceguera, cargado de misterios y más misterios,a la manera de lo que pasaba las pacientes comentadas por Sacks,  con la propia autora de Antsonthemelon, con Rosaliey Zelda, quien estaba impedida de conducir por su poliopsia, que hacía la carretera se le dividiera en varias vías a seguir, en medio de un campo de senderos,  que se bifurcan, casi a la manera de alguna ficción de Jorge Luis Borges, ese otro gran ciego, quien había perdido la vista por una causa, aún no es suficiente clara, aunque nunca supimos que padeciera de un síndrome de Charles Bonnet, sí que declaró al quedarse ciego, apenas nombrado director de la Biblioteca Nacional Argentina, en una de esas paradojas del destino, que lo harían cantar:

  Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía,
me dio a la vez los libros y la noche.
[22]
Que podemos seguir en YouTube:

"Los dones" en la voz de J. L. Borges

Notas:  

[1] Platón. La república. Libro VII. Universitat de Valencia, Servei de Publicacions, Valencia, 2002, 98 pp.

[2] Locke, J. Ensayo sobre el conocimiento humano. Fondo de Cultura Económica de España, Madrid, 2005, 753 pp.

[3] Sacks, O. Alucinaciones. Anagrama, Barcelona, 2013, pp. 17-48.

[4] Bonnet, Ch. Essaianalytiquesur les facultésl’âme.Frères Cl. & Ant. Philibert, Compenhage, 1760, 552 pp.

[5] Freud, S. La interpretación de los sueños en Obras Completas (t IV-V), Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976, pp. 1-746.

[7] Monserrat, J. Engramas neuronales y teoría de la mente.

http://web.upcomillas.es/webcorporativo/Centros/catedras/ctr/documentos/ENGYTEOMEN.pdf

[8] s.a. Neurobiología: sistema mnésico (de la memoria) http://www.alfinal.com/Temas/procesosdememoria.php

[9] Abell, T. Remarkable case of illusive visión.Boston Medical and Surgical Journal 33(21): 409-413, 1945

[10] Sacks, O. Alucinaciones. Anagrama, Barcelona, 2013, pp. 23-24. 

[11] Teunisse, R.J. etals. Visual hallucinations in psychologically normal people: Charles Bonnet’s síndrome. Lancet 347(9004): 794-797, 1996. 

[12] Stuen, C. etals. Charles Bonnet síndrome in adults with visual impairmentes fromage-related macular degeneration en Vision Rehabilitation (Assesment, Intervention and Outcome).Swets and Zilinger, Downingrown (PA), 2000, pp. 117-119.

[13] Mogk, L.G. y M. Mogk. Macular Degeneration: The Complete Guide to Saving and Maximizing Your Sight.Ballantine Books, New York, 2003, 480 pp.

[14] Laplanche, J. y J. B. Pontalis.Diccionario de Psicoanálisis. Editorial Labor, Barcelona, 1971, pp. 313-315.

[15] Santhaus, A. M. y cols. Visual hallucinatory síndromes and the anatomy of the visual brain.Brain 123: 2055-2064, 2000.

[16] Freud, S. Proyecto de una psicología para neurólogos en Obras Completas (t.III), Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, pp. 883-953.

[17] Burke, W. The neural basis of Charles Bonnet halucinations: A hypothesis.Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychatry, 73: 535-541, 2002.

[18] Freud, S. La interpretación de los sueños en Obras Completas (t IV-V), Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976, pp. 1-746.

[19] Santos-Bueso, E. y J. García-Sánchez. Síndorme de Carles Bonnet. http://www.oftalmo.com/studium/studium2009/stud09-3/09c-02.htm

[20] Rovati, L. ¿Qué es el objeto transicional? http://www.bebesymas.com/desarrollo/que-es-el-objeto-transicional

[21] Adair, V. H. Ants on the Melon: A Collection of Poems. Random House, New York, 1996, p. 3.

https://www.amazon.com/Ants-Melon-Virginia-Hamilton-Adair/dp/0375752293

[22] Borges, J. L.  Poema de los dones.https://www.youtube.com/watch?v=cXavxML4l-U

 

Jesús Dapena Botero

jesusdapena50@hotmail.com
Médico, psiquiatra y psicoanalista
Vilagarcía de Arousa, 23 de septiembre del 2016

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