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"Choferes"
de Antonio Dal Masetto

 

Vayamos al grano. El primer taxi lo tomé rumbo a Belgrano a las nueve de la mañana. Resulta que recibí un llamado desesperado de mi amiga Bea pidiendo auxilio. Su gatito se había instalado en la cornisa y no quería moverse de ahí y lo peor es que ella intuía que andaba con la intención de tirarse al vacío en cualquier momento. La tranquilicé diciéndole que los gatos no tienen la costumbre de andar suicidándose y además le recordé que tienen siete vidas. Mis argumentos no la calmaron, así que le dije:

—Está bien, voy para allá.

Por lo tanto ahí estaba, camino a la casa de Bea, con un chofer atolondrado que pasaba los semáforos en rojo, se equivocaba de calles, estuvo a punto de chocar dos veces y casi atropella a un motociclista.


—Disculpe —me dijo—, pero estoy hecho pelota, anoche no pude dormir ni un minuto, la loca de arriba se levantó un tipo, se pusieron a hacer el amor y no pararon de gritar en toda la noche, no hay respeto, edificio familiar, para colmo las ventanas abiertas, y gritaban y gritaban, no sabe cómo gritaban, yo quería subir con un hacha y tirarles la puerta abajo, mi mujer me contuvo. Dejala, me dijo, por una vez que le toca.

A esta altura el chofer interrumpió la historia y aminoró la marcha mientras miraba por el espejo retrovisor:

—A ver, me parece que ese es el interno 30. Toda la tropa se la tiene jurada a ese tipo, cada vez que lo encontramos le cruzamos el taxi delante y bajamos con el fierro. Al principio nos hacía frente, cobró unas cuantas veces y ya no se anima y se queda encerrado arriba del colectivo. Así que ahora le damos unos cuantos fierrazos a la unidad y nos vamos. Diga que hoy estoy tan palmado que no tengo fuerza ni para romperle un farolito.

Pegó una acelerada, perdimos de vista el interno 30 y después de equivocarnos una vez más de calle llegamos a destino. En el departamento de Bea seguía el drama. Habían acudido varios vecinos. De todos modos la cosa no duró mucho. El gato se tiró al vacío unos diez minutos después, voló, cayó y tan fresco, no se hizo nada de nada. Bea estaba muy emocionada, lo abrazaba, lo acariciaba y no paraba de agradecerme por haber acudido tan rápido.

—No es nada —le dije—. Acordate, tienen siete vidas.

Así que tomé el segundo taxi para regresar a casa. Este chofer era la contracara del otro. Estaba eufórico, no paraba de hablar. Ni bien arrancó empezó a contarme:

—Anoche me levanté una mina y me llevó a su departamento. Estaba más o menos, pero igual la pasamos bárbaro. Le gusta gritar, no sabe cómo grita. Yo soy más bien callado para esas cosas, pero me contagió y me puse a gritar también. Nos pasamos la noche gritando. Lo lindo que es gritar, lo bien que hace. ¿Usted grita?

—Poquito.

—A ver, espere un cacho, me parece que el que viene atrás es el interno 30. Toda la tropa se la tiene jurada a ese tipo, cada vez que lo encontramos le cruzamos el taxi y bajamos con el fierro. Cobró unas cuantas veces y ahora se queda encerrado arriba del colectivo. Así que le pegamos unos cuantos fierrazos a la unidad y nos vamos. Diga que hoy me siento tan bien que no tengo ganas de arruinarme el día haciéndome mala sangre con ese desgraciado.

Aceleró y seguimos camino. En resumen, buenas noticias para los gatos y sus siete vidas y día de suerte para el chofer del interno 30.

El autor
 

ANTONIO DAL MASETTO nació en Italia en 1938 y reside en Argentina desde 1950. Aunque nada sabía del idioma castellano, pronto comenzó a hablarlo y a escribirlo, con la ayuda de la revista Leoplán, según lo declararía más tarde. Su vasta producción incluye el libro de poemas Cantorrodado, un libro de cuentos titulado Lacre y una sucesión de novelas, tituladas Siete de oros, Fuego a discreción, Siempre es difícil volver a casa, Oscuramente fuerte es la vida y La tierra incomparable. Con este último título obtuvo el premio Planeta en 1994.

Fuera del libro, Dal Masetto ha publicado docenas de columnas con pequeños relatos, que mezclan una aguda observación de costumbres y a menudo una gran imaginación. Esas columnas han aparecido regularmente en Página/12 de Buenos Aires y algunas de ellas también en EL PAIS Cultural. Con muchas de ellas publicó en 1996 una recopilación titulada Gente del bajo. Una entrevista al escritor había sido publicada también en este suplemento, N° 274, en febrero de 1995.

Antonio Dal Masetto
Suplemento "El País Cultural" del diario El País (Montevideo, Uruguay)
Nº 340 - 10 de mayo de 1996
Digitalizado y editado por el editor de Letras Uruguay https://twitter.com/echinope

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