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Jesús Barquet y la poesía de El Puente
By Belkis Cuza Male
Especial/El Nuevo Herald

Jesús Barquet, poeta, ensayista y profesor, acaba de publicar un libro excepcional: la compilación en un sólo tomo de toda la obra de las Ediciones El Puente. Un trabajo que le ha llevado más de diez años y que ahora culmina con la presentación del mismo en Miami para celebrar también los 50 años de una editorial que ha pasado a la historia de la literatura cubana por muchas razones. La más importante sin duda es haber dado a conocer a la generación más joven de poetas y escritores surgidos en los años 60 en Cuba, en pleno apogeo de una revolución que, en un corto plazo, terminaría por devorar a muchos de ellos, empezando por el propio director, el poeta José Mario, fallecido hace unos años en el exilio madrileño. 

La historia de las Ediciones El Puente es también la historia de la tragedia de la cultura cubana dentro de la Revolución y por eso este libro de Jesús Barquet tiene, entre otros méritos, el de proporcionarnos textos inaccesibles, no ya en Miami, sino en la propia Cuba, que nos permitirán conocer de primera mano a esos autores y el contexto real en que se formaron.

Déjemos que sea Barquet quien hable de su libro Ediciones El Puente en La Habana de los años 60: Lecturas críticas y libros de poesía

¿Tienes alguna especial afinidad con esta generación?

Tu pregunta me hace recordar que en realidad, cuando era joven, a fines de los años 60, sí me sentí atraído por varias cosas que me remitían de alguna forma a Ediciones El Puente, no obstante haber comenzado ya entonces su borradura o condena oficial dentro de la Isla. Poemarios tales como La marcha de los hurones (Isel Rivero), Casa que no existía (Lina de Feria), Richard trajo su flauta (Nancy Morejón), La piedrafina y el pavorreal (Miguel Barnet), las magníficas Cartas a Ana Frank (Belkis Cuza Malé), apuntaban a autores que habían participado en aquello que algunos amigos después, tales como Gerardo Fulleda León y Reinaldo García Ramos, me ayudaron a conocer un poco mejor. Incluso llegué a leer entonces la hermosa traducción de Howl (Aullido), de Allen Ginsberg, que El Puente había preparado para su proyectada revista. También Fulleda alguna vez me leyó sus poemas inéditos y me parecieron una voz necesaria. O sea, hasta proscrito o inédito, el proyecto de El Puente llegó hasta mí en La Habana. En 1980, ya en los Estados Unidos, no tardo en conectarme con José Mario y familiarizarme con sus proyectos madrileños. En algún viaje a Madrid lo conocí: fue muy afable y quizás hasta hablamos de la necesidad de rescatar toda esa producción editada por él en La Habana de los años 60 que resultaba tan inaccesible hasta ahora. Me dio cierta bibliografía y por correos siguió siempre enviándome sus artículos y poemarios. Vinculados a El Puente estuvieron dos poetas del exilio que me interesaron desde que los leí por primera vez: Lilliam Moro y Pío Serrano. En los EE.UU. García Ramos y yo continuamos la amistad pero ahora con mayores conexiones literarias: si en Cuba él había sido puentero, ahora formaba conmigo parte del grupo del Mariel. He seguido su obra poética con interés personal y académico. Y en innúmeras conversaciones con él este proyecto acabó siendo también suyo. Creo que él lo siente así y por eso me ayudó tan amplia y generosamente en el mismo.

¿Entrevistaste alguna vez a José Mario en tus viajes a Madrid? ¿A Ana María Simo?

Entrevista formal a José Mario nunca le hice, pero creo haber leído todas las que le hicieron, así como también toda su obra escrita. A Ana María Simo no la conozco personalmente, pero he mantenido correspondencia con ella cuando ha hecho falta por cosas puntuales.

Este es un trabajo muy especial, porque, que yo recuerde, nunca se ha publicado una cosa así, toda la obra de una editorial, y no ya cubana, sino de cualquier otra nacionalidad, en un solo libro. ¿Cuánto tiempo te llevó todo esto?

Pues no había pensado en eso. En realidad, mi interés era rescatar esa producción pues percibí que tanto en Cuba como fuera de Cuba resultaba sumamente difícil, cuando no imposible, encontrar esos poemarios. A veces ni los autores tenían copia o la que tenían estaba en muy mal estado. La necesidad de ese rescate también tiene la intención de re-documentar la existencia de una poesía cubana verdaderamente joven que estaba expresando el impacto del momento histórico desde 1960 y no a partir de 1965, como se hizo creer por algún tiempo dentro de Cuba. Esta compilación crítica me tomó unos 10 años y sólo fue posible terminarla gracias a la ayuda de numerosos colegas, amigos y familiares. Me alegra haberla terminado a tiempo para celebrar el 50 aniversario de la fundación de Ediciones El Puente, de la mejor manera posible que es recuperando su obra para el siglo XXI. 

¿Qué opinión te merece, en general, la labor de las Ediciones El Puente? ¿Cómo la sitúas en el contexto de la literatura cubana post Revolución?

La labor de El Puente fue altamente encomiosa. Aún resulta admirable la gran cantidad de poemarios, obras de teatro y libros de cuentos que publicaron de forma independiente entre 1961 y 1965, especialmente si recordamos que aquellos jóvenes puenteros en los años 60 no se dedicaban a la editorial de forma exclusiva sino que su tiempo lo dividían entre el trabajo, la escuela, la vida personal y ese sinnúmero de actividades políticas y hasta militares en que seguramente se hallaban inmersos producto del momento político y la ciudad en que vivían. La segunda parte de esta pregunta creo que mi libro la responde con creces en su primera parte, la referida a lecturas críticas. Allí cualquier afirmación literaria o de historiografía literaria cuenta con las referencias documentales necesarias para su validación. Te adelanto que en esa sección crítica inicial hay colaboraciones de las investigadoras Silvia Cezar Miskulin y María Isabel Alfonso, quienes escribieron sus tesis doctorales sobre El Puente. 

Algunos de esos escritores y poetas viven en el exilio desde hace décadas, otros han sido tentados por el poder castrista (Miguel Barnet, Nancy Morejón). ¿Les has pedido consentimiento para publicar sus obras junto a la de los anti-castristas? 

Me ha alegrado ver que, con una sola excepción, todos los autores vinculados de forma significativa a El Puente aceptaron generosamente su inclusión. De no haber sido así, no sólo habría quedado incompleto este proyecto, sino también el rescate de la poesía cubana de esos años. Creo que José Mario estaría contento de ver toda su labor editorial reunida en un volumen, sin cortapisas de ningún tipo.

¿Te resultó fácil conseguir apoyo financiero para esta tarea gigantesca? ¿Alguna fundación cubana o institución universitaria te ayudó?

Sólo conseguí un par de apoyos a la investigación, un minigrant de mi universidad (New Mexico State University) y el Cuban Artists Fund Award de Nueva York. A ambos menciono en mis agradecimientos. Quería que el libro apareciera en lo que los cubanos llamamos ``un tercer país'': finalmente opté por México, las Ediciones del Azar, de Chihuahua, dirigidas por el poeta Rubén Mejía, con quien ya he trabajado en varios libros. 

¿Incluyes en este tomo el segundo volumen antológico de la Novísima poesía cubana?

Sí, esa es la gran primicia editorial de mi libro, pues dicha antología, la Segunda novísima de poesía cubana, aunque terminada por José Mario en 1964, quedó inédita hasta ahora. Los que saben de poesía cubana de los años 60 se sorprenderán de ver allí algunos nombres que después fueron tenidos como anti-puenteros. De más está decirte que dichos autores aceptaron también aparecer en mi compilación. 

¿Fue El Puente una generación perdida? ¿La ahogó la censura o qué?

El Puente, como generación o promoción o grupo, es otro de los temas ampliamente debatidos en mi libro. Sin dudas, dentro de la Isla significó por décadas un tabú haber pertenecido a El Puente. En los años 70 varios de ellos fueron víctimas del proceso de parametrización que afectó a otros sectores y promociones de la cultura cubana. Pero, por fortuna, ya eso no es allá más un "crimen'', sino un enigma o motivo de curiosidad que espero ayude a satisfacer este libro cuando llegue allá. Por su parte, los autores como individualidades creadoras no se perdieron, siguieron escribiendo y publicando dentro o fuera de Cuba, contra mayores o menores obstáculos.

Háblame un poco de tu vida literaria y tu trabajo en New Mexico. ¿Escribes poesía, ensayos?

Llevo ya 20 años de profesor universitario de letras hispánicas y por suerte he podido crear con total libertad los cursos tanto de pregrado como de posgrado que me interesan o creo relevantes para ciertos períodos literarios o países. Por suerte, mi creación personal no está reñida con la Academia, sino lo contrario. ¿Lo nuevo? Una compilación bastante extensa de toda mi poesía en libros, titulada Cuerpos del delirio. Esta y la compilación de El Puente son mis aportes para el año 2011.

Para obtener una copia de Ediciones El Puente en La Habana de los años 60: lecturas críticas y libros de poesía, escriba a su autor: jbarquet@gmail.com 

por Belkis Cuza Malé

Especial/El Nuevo Herald  
belkisbell@aol.com
 
http://www.elnuevoherald.com/2011/02/06/v-fullstory/881313/jesus-barquet-y-la-poesia-de-el.html#ixzz1DCtbzdsh   

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