Domingo, 10 de julio de 2016 México > Arte, murales y autorretratos Un encuentro con Frida
La Casa Museo
donde vivió una de las artistas más
reconocidas del siglo XX es el eje
imperdible de una visita que sigue las
huellas de Frida Kahlo en la capital
mexicana. Junto con su vida y su poderosa
obra se enlaza la de Diego Rivera. Y, con
ambos, la historia del arte latinoamericano
alcanza nuevas proyecciones y significados. por Graciela Cutuli Londres es una calle tranquila del barrio residencial de Coyoacán. Tranquila hasta que de pronto, en una de sus esquinas, una casa de un color azul vibrante rompe la monotonía de las fachadas discretas y se hace notar por encima de todas las demás. No hay que ser adivino para vincularla enseguida con la más famosa residente de aquellas manzanas, la “niña Fridita Kahlo” como la apodaba cariñosamente Diego Rivera. Probablemente el viajero haya venido hasta aquí expresamente atraído por la magia de su arte, por el potente imán del folklore mexicano que irradiaba su figura y por fortaleza con que encarnó, como nadie, el nuevo papel de la identidad femenina en el siglo XX. |
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De mañana o de tarde, y en cualquier época del año, siempre hay una
larga cola de gente formando fila delante de aquella puerta. Son los
turistas esperan su turno para entrar y visitar el lugar, a veces
después de haber atravesado media ciudad (lo cual no es poco trajín
cuando se habla de la capital mexicana). El Museo Frida Kahlo –o la Casa
Azul como se la conoce generalmente– se ha convertido desde los años 60
en uno de los lugares que no se puede dejar de visitar cuando se viaja
llevando en la memoria los colores y la mirada de los autorretratos de
Frida. Los seguidores de su obra saben, sin embargo, que aquella mansión
donde nació y falleció la artista no es el único lugar vinculado con su
figura, ya que existe todo un circuito Kahlo-Rivera a través de las
distintas colonias (así se llaman localmente los barrios) de México.
Aunque naturalmente es el punto de partida ideal –además de recomendado
y obligado– de cualquier visita temática relacionada con su figura. |
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La Casa Azul Coyoacán perdió quizás
algo del lustre que tenía hace un siglo. Hoy las veredas necesitan unos
toques de arreglo, y entre las grandes casonas de antes se deslizaron
casas más sencillas. La Casa Azul es una de las primeras. Grandes
piezas, techos altos, un jardín parquizado, dependencias en el fondo:
¿quién podría comprarse tamaña propiedad hoy día en pleno centro de un
barrio residencial de la ciudad más poblada de las Américas? A fines del
siglo XIX, fue la familia Kahlo. El padre había emigrado desde el Ducado
de Baden, en Alemania, donde sus parientes eran joyeros y la madre era
hija de una línea de militares de alto rango. Muy lejos de México, en
alguna sala del MoMA de Nueva York, se los puede ver a todos, pintados y
dispuestos a la manera de un árbol genealógico, unidos por medio de una
Frida niña. Durante la visita, llama la atención una inscripción sobre un muro del patio que dice “Frida y Diego vivieron en esta casa 1929-1954”. Parece la versión resumida a lo esencial de algún cuento de amor, el epitafio de una pareja feliz. Sin embargo, los que conocen sus obras, los que la descubren en las salas de aquel museo, los que leyeron alguna vez su biografía o vieron la película sobre su vida saben que no fue exactamente así. Aunque apasionada, la relación entre ambos estuvo lejos de ser tranquila y feliz. Sin embargo, para bien o para mal están unidos en la historia y en el arte. Rivera es la otra cara del circuito que sigue las huellas de Frida. Omnipresente al lado de ella, luego de salir de la Casa Azul serán él y sus obras quienes guíen al visitante hacia otros destinos vinculados con su vida, con su mito. |
Mientras tanto, el recorrido continúa, una tras otra, por las salas de
la casa: obras propias y obras que inspiró, muebles y objetos; es en
parte un museo y en parte una casa donde se siente que aquella mujer
inspiradora ha salido apenas hace un rato y no tardará en volver. En la
pieza que le servía de atelier, su silla de ruedas, su caballete (un
regalo de Nelson Rockfeller) con un lienzo por terminar, su caja de
colores y sus pinceles están listos. Volverá en cualquier momento. |
Amores y artes Frida Kahlo se ha
convertido hace ya mucho en un ícono de la cultura mexicana, al igual
que la Catrina, un esqueleto de mujer elegantemente vestida con sombrero
de pluma, boa y falda de gala. Frida y la Catrina están incluso una al
lado de otra en una de las más famosas obras de Diego Rivera, Sueños de
una tarde dominical en la Alameda Central. Fue el quien bautizó así al
personaje de La Calavera Garbancera, que se ha convertido en otra figura
declinada al infinito en recuerdos y objetos. Igual que la de Frida
Kahlo. Diego Rivera pintó allí cinco grandes murales entre 1929 y 1951, para trazar la historia de Mexico a través de varias escenas, desde los tiempos precolombinos hasta mediados del siglo XX. Frida Kahlo es uno de los personajes más visibles y reconocibles. Bien le debía este protagonismo a quien fue dos veces su esposa. Entre los dos casamientos hubo separaciones y engaños pero sobre todo los vaivenes que impusieron el amor y la pasión. Diego y Frida se encontraron por primera vez en el Colegio de San Ildefonso, que es otro hito importante de este circuito. En aquellos tiempos era todavía una escuela, la Nacional Preparatoria, donde la joven Frida estudiaba con apenas 16 años. El era ya un artista reconocido y pintaba un fresco en el anfiteatro de esta histórica institución transformada luego en museo (fue una de las escuelas más antiguas del Nuevo Mundo, fundada en 1588). En este edificio se exhiben actualmente las obras de varios otros muralistas como Fernando Leal, David Alfaro Sequeiros y José Clemente Orozco. |
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De Museo en Museo Después de pasar
por la casa donde vivieron y el lugar donde se conocieron; después de
admirar los principales murales de Diego Rivera, el circuito sin embargo
está lejos de terminar. Imposible pasar por alto la casa donde vivieron
y trabajaron ambos artistas entre 1934 y 1940. Los vecinos conocen esta
propiedad como las Casas Gemelas y los turistas como el Museo Casa
Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. Es una construcción de líneas rectas
y de grandes ventanales, una de las primeras casas funcionalistas que
hubo en el país. Fue diseñada especialmente para ellos cuando volvieron
de vivir en Estados Unidos y cada uno tenía su taller propio. Sin
embargo, Frida no se quedó y volvió a la Casa Azul luego de la muerte de
su padre en 1941, mientras Diego Rivera permaneció en esa casa hasta su
muerte, en 1957. Finalmente, dejando lo mejor para el final, se termina frente a lo que es la mayor colección de obras de Frida Kahlo, un imperdible para quien siga las huellas de su arte. Son unas 27 piezas, reunidas por la mecenas amiga de la pareja (y amante de él, según las malas lenguas) Dolores Omedo. El museo que lleva su nombre fue instalado en el casco de una antigua hacienda del siglo XVII, en medio de grandes jardines donde se pasean pavos reales y xoloizcuintles (aquella raza de perros mexicana que tiene pelos solamente sobre la nuca). El más valioso de todos los lienzos expuestos allí es el Autorretrato con changuito, donde Frida se pintó precisamente con uno de esos perros en brazos. |
Las distancias y el tránsito –tristemente célebre– entre el sur y el
centro de la capital mexicana y el barrio de Coyoacán diluyen este
recorrido a lo largo de uno o dos días, sobre todo si lo quiere recorrer
detalladamente. La gran mayoría de los visitantes se limita a la Casa
Azul, que es de por sí el epicentro de la peregrinación, y a los murales
del Palacio Nacional, cuando se lleva a cabo el itinerario clásico por
el centro histórico de la ciudad. De todas formas, siempre quedan las
obras, los libros, los recuerdos, las reproducciones y los souvenirs que
cada uno puede llevarse de México, inspirados por una artista que forjó
una obra muy personal y en la cual sin embargo –o tal vez precisamente
gracias a ello– se reconoce y proyecta un país entero. Ver, además Frida: teatralidad y autorrepresentación en el dolor
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por Graciela Cutuli
Diario Página12 (Argentina)
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/turismo/9-3392-2016-07-10.html
Domingo, 10
de julio de 2016
Autorizado
por la autora
Historias de vida - Frida KahloPublicado el 18 sept. 2014 Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació un 6 de julio de 1907 y murió en 1954, recién cumplidos los 47 años de edad. La obra de la pintora latinoamericana más famosa del siglo XX gira en torno a su biografía y al sufrimiento que vivió debido a su mala salud: la poliomielitis que padeció a los seis años y que no le permitió tener hijos, y el accidente que tuvo a los 18 años y que le dañó la espina dorsal. Kahlo pintó cerca de 200 cuadros, y entre los más famosos se encuentran: Las dos Fridas, Viva la Vida, Unos cuantos piquetitos y Diego en mi pensamiento. |
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LA CASA AZUL DE FRIDA KAHLO | DCHIC TV ART
Publicado el 2 feb. 2013
LA CASA
AZUL DE FRIDA KAHLO - LAS APARIENCIAS ENGAÑAN - LOS VESTIDOS DE
FRIDA KAHLO |
Editado por el editor de Letras Uruguay, se agregaron videos
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