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29 de enero de 2017 

RÍO NEGRO > De Viedma a los acantilados

El Cóndor vive con loros

Crónica de un viaje al balneario de la capital rionegrina y la costera RP 1, donde los visitantes veraniegos son vecinos de de la mayor colonia de loros barranqueros del mundo. Cruzando el río, Carmen de Patagones suma su historia a una región que vive de naturaleza pura.

por Graciela Cutuli

Nuestro viaje quiso comenzar en la ciudad aledaña al río más caudaloso de la Patagonia, que da nombre a toda una provincia y divide a su capital –que por poco no lo fue del país entero- de una ciudad tan cercana como distante. Viedma, a orillas del río Negro, capital de Río Negro y enfrentada con la bonaerense Carmen de Patagones. 

Bandadas de loros bulliciosos sobrevuelan las cabezas del caminante en la playa.

Su origen se remonta al interés colonial de la corona española por poblar la Patagonia y  afianzar así su soberanía sobre estas tierras. Nuestro itinerario por la comarca encuentra un largo catálogo de actividades náuticas y de viento: pesca embarcada, kite/wind/surf, parapente y carrovelismo, paseos en kayak o catamarán. Entre las próximas citas la más notable es la Carrera Internacional La Patagones-Viedma, competencia de natación que en la primera semana de febrero reunirá a  deportistas de todo el mundo en diversos eventos acuáticos. También existe aquí la regata más larga del mundo, de 600 kilómetros y que acaba de terminar hace pocos días. Pero no todo es verano: en otoño, sobre la playa de la vecina El Cóndor, se cocina una paella gigante; e invierno es cuando se pueden avistar toninas subiendo el río en un espectáculo majestuoso. Cruzando ese mismo río se pasa de la naturaleza a la historia: Viedma es la ciudad más antigua de la Patagonia y fue fundada junto a su vecina Carmen de Patagones, accesible a través de puentes o embarcaciones.

Carmen de Patagones, un ciudad con historia a orillas del río Negro.

AYER NOMÁS Carmen de Patagones es la contracara histórica de la comarca, un vestigio de épocas coloniales que se sostuvo ante los embates del tiempo. El casco antiguo se extiende en calles serpenteantes, veredas escalonadas y empinadas, restos de viejas casas de adobe, faroles anteriores a la conquista del desierto; quizá como la vio Darwin en su paso por el caserío. Lo más sorprendente son las cavernas desperdigadas por el centro histórico, cavadas en el barranco por los primeros pobladores, producto de la desesperación. Atraídos por promesas de tierras, vivienda, comida y futuro, los recién llegados se encontraron en medio de la nada, sumergidos en pleno territorio pampa y con casi ningún rastro de los sueños prometidos. En estas cuevas se escondieron de los indios y del clima. Varias de ellas aún se sostienen y se encuentran incluso en los jardines traseros de los vecinos. La antigua Iglesia Parroquial preserva una historia más reciente: allí se exponen banderas imperiales arrebatadas por los lugareños a los brasileros en 1827, al derrotarlos en su intento de conquistar el fuerte para luego ir por Buenos Aires. Todavía hoy el gobierno de Brasil intenta recuperar estas banderas. Aquella victoria se conmemora cada 7 de marzo en una Fiesta de la Soberanía, celebración tradicional que se encuentra entre las más importantes del país.

Pero ahora dejamos las construcciones humanas atrás: nos espera el vértigo de descubrir algo del mundo natural. Nuestro principal recorrido está trazado por la Ruta Provincial 1, que tiene su kilómetro 0 en Viedma.

EL CÓNDOR RECORD Treinta kilómetros -media hora- de ruta y llegamos a El Cóndor, menos de mil habitantes pero hogar de la mayor colonia de loros que existe en el mundo. Está situada a orillas del Atlántico, a solo un kilómetro de la desembocadura del río Negro en el océano, en un borde del continente a la que se llega en auto o simplemente caminando por la playa. El Cóndor es también la primera parada del Camino de la Costa, recorrido que visita los balnearios rionegrinos a lo largo de la RP1. Atravesamos entonces el balneario y descendemos a la playa. La primera recompensa del llamado a la aventura: frente a nosotros se erige imponente, cual pared gigante, un extenso bloque de rocas sedimentarias. Coloso inasible, estamos parados frente al comienzo mismo de la meseta patagónica. Ante nuestros ojos se extiende una elevación del terreno que seguirá hasta los rincones más australes del continente. En la cara de la meseta, el mar. Siguiendo apenas unos metros desde donde descendimos, bordeando la meseta, ya subió el telón del maravilloso espectáculo que brinda la colonia de loros barranqueros patagónicos. 

A lo largo de kilómetros y kilómetros de esta ruta –una de los cuatro itinerarios posibles para avistar aves en El Cóndor– podemos descubrir y apreciar muchísima avifauna marina en el corazón mismo de su hogar. Solo los loros tienen más de 35.000 nidos activos horadados sobre 12 kilómetros en la pared del acantilado y habitados todo el año, constantemente anfitriones de espectáculo: bandadas en un aparente planeo inmóvil por el fuerte viento, caminando por la playa, ocupando sus nidos. Suelen medir unos 50 centímetros, vestidos de encendido plumaje rojo y amarillo en el abdomen y azul en las alas. El pico corto y ganchudo les permite excavar en la arenisca sus pequeñas pero profundas  y zigzagueantes cuevas. Son de pareja estable y se reproducen una vez al año, incubando hasta cinco huevos durante 24 días y siempre en el mismo nido. A los dos meses de la eclosión, las crías se reconocen como individuos y dejan el nido. Se los ve en bandadas bulliciosas en busca de comida, con un vigía para advertir al grupo si es necesario alzar vuelo. Uno puede caminar la playa y descubrir hasta donde su gusto se lo indique, siempre con el mar a la izquierda y el barranco a la derecha, acompañado de la voladora explosión de colores que quedará grabada en la retina.

El alto acantilado donde excavan sus nidos las colonias de loros barranqueros.

La costa de La Lobería, donde conviven miles de lobos marinos de un pelo.

BALNEARIO CON HISTORIA En 1881 un barco dinamarqués consignado con el transporte de champagne francés, que debía pasar por el Cabo de Hornos, naufragó en estas costas patagónicas. Quiso el destino, en uno de sus giros increíbles, que quien socorriera a los náufragos fuera un compatriota, casi único habitante en tierra de nadie. Cuando hubo que volver a levar anclas, una vez reparada la embarcación, un tripulante insistió en quedar en tierra: el joven carpintero de a bordo Peter Hansen Kruuse, cautivado por la hija de su salvador. Ya convertidos en pareja, bautizarían su estancia “Cóndor”,  tocaya del barco que allí los reunió. Años más tarde, de aquí tomaría su nombre la localidad rionegrina. Uno de los 13 hijos de la prolífica pareja fue el famoso piloto de TC Arturo Kruuse, que subió la cordillera de los Andes en reversa durante una carrera en el año 1939. 

Sin pretensiones de proezas automovilísticas, volvemos a la ruta y nos vemos ante la cuesta de una colina coronada por el faro más antiguo de la Patagonia, de 126 años de historia, levantado donde otrora encalló el barco danés. Pero seguimos otros 30 kilómetros sobre el acantilado, acompañados por loros y ñandúes hasta nuestro siguiente destino.

LA LOBERÍA Sobre este balneario de agua relativamente cálida está la reserva natural de lobos marinos de un pelo más grande del norte de la Patagonia. Nos detenemos en el centro de interpretación, cuya principal atracción es un mirador construido sobre pasarelas en el borde del acantilado, con vista a la playa. Sobre la arena y las rocas, frente a enormes piletones naturales bautizados “anfiteatros” por los lugareños, vive una extensa colonia de más de 2000 lobos. Con los binoculares que prestan en el centro de interpretación se ve mejor la capa de pelo castaño que tienen los machos sobre el cuello, una melena que les vale el nombre de “león marino”. Garantizado el avistaje, aún nos queda otro lujo: esos mismos anfiteatros, modelados por el azote marino que esculpe sus palcos en majestuosos surcos. 

El centro de interpretación tiene también confitería, estacionamiento, sala de video y un pequeño Museo del Mar con información de diversas especies que se pueden avistar en la zona (como orcas, pingüinos magallánicos y ballenas francas de julio a diciembre) y la historia geológica del sitio donde estamos parados. Quien tenga suerte tal vez logre también divisar elefantes marinos. Sendero adentro hay camping con baños, agua caliente y proveeduría. Cuentan algunos viajeros que al bañarse fuera del área protegida los lobos marinos se aventuran a nadar entre ellos. Hoy no nos toca; dejamos atrás La Lobería y emprendemos el tramo más arduo de la ruta que nos queda: 70 kilómetros –por lo menos una hora– de ripio hasta llegar hasta donde nos aguarda la boca del desierto.

BAHÍA CREEK Entrados en el caserío de no más de diez habitantes, cruzamos el sendero entre viviendas veraniegas para llegar nuevamente, pero más que nunca hasta ahora, al borde de la playa. Pocos metros separan la izquierda del vehículo de escandalosas bandadas de gaviotas al filo del agua, haciendo olvidar por momentos el solitario territorio que se abre sobre las dunas más allá del horizonte, hacia el lejano oeste. Hemos llegado al lugar donde se dieron cita el mar y el desierto. Hay quienes vieron delfines en este mismo mar. Quienes aún no se hayan saciado encontrarán a escasos kilómetros la reserva Caleta de los Loros, área protegida donde tierra adentro hay más posibilidades de seguir encontrando fauna: maras, armadillos, guanacos, gatos monteses, vizcachas. Aquí la ruta se prolonga, pero no así nuestra travesía. Es tarde y no queda mucho para ver, obedecemos el pedido del sol poniente y retornamos al cemento por la noche.

Bahía Creek puede aspirar sin duda al título de balneario más pequeño del país.

 

por Graciela Cutuli
Diario Página12 (Argentina) 
https://www.pagina12.com.ar/16605-el-condor-vive-con-loros

29 de enero de 2017
Autorizado por la autora

 

Nota del editor de Letras Uruguay: Los textos elaborados por prestigiosos escritores, periodista cultural, en este caso, permiten adosarle otros materiales para mayor conocimiento del tema tratado. En esta oportunidad son tres videos. Twitter @echinope

 

Viedma y los Acantilados

Subido el 31 ago. 2007

Video turístico de Viedma, Capital de Río Negro, Patagonia Argentina

Viedma Patagones , mar, playas, río ...

Publicado el 2 may. 2012

Maravillosas imágenes de Viedma, Carmen de Patagones , su magestuoso Río Negro y las extensas playas dela costa atlántica rionegrina. Editado por Daniel Ortíz con una selección de fotografías propias, de amigos y "robadas" de amigos y amigos de amigos, del facebook- Viedma -
Si gustó este video, pueden ver el del día que desbordó el Rio Negro en la costanera de Viedma...
http://www.youtube.com/my_videos_edit...

Viedma El Cóndor

Subido el 9 nov. 2007

Institucional de la Ciudad de Viedma y Balneario El Cóndor

 

Colonia gigante de loros

 
Subido el 10 ene. 2009

Es una gran colonia gigante de loros en la Patagonia. Los loros se llaman barranqueros, por que viven en barrancos.
Algunos agricultores los califican de dañinos, ya que se comen las cosechas, pero están en peligro de extinción

 

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