Aquí están
Alicia Cruceira

Aquí están, sentados en el cordón de las veredas.
Aquí están, limpiando parabrisas sin que nadie les haya pedido hacerlo.
Aquí están aspirándose el futuro en bolsas de papel con pegamento.
Emborrachando sus diez o doce años con tetrabreack barato y miserable,
con los dedos afuera de las zapatillas 
o con las zapatillas del que pudieron asustar con sus navajas.
Allí están, comiéndose la historia de los desperdicios de los otros
alimentando resentimientos sin sueños ni utopías,
llevando estampitas de santos milagrosos, 
que no hacen ni un milagro en sus pequeñas vidas
indiferentes a la lluvia, al hambre y la intemperie,
no le dejan propina por hacerles propaganda.
Aquí o allí, que importa.
Ellos son el amplio futuro que se extingue
con neuronas muertas por el hambre, por el vino y
por la volada de sueños que traen solo pesadillas y más hambre al despertar.
Allí están, en una zanja, en un rancho apestoso o en la calle,
bajo un puente, en la autopista, en los túneles del subte
civilización de ultratumba para quienes el sol de alguna plaza y sus hamacas, son prohibidos.
A la hora de los juegos, abren las puertas de los coches, 
a la hora de los juegos, se suben a los micros para vender lapiceras y estampitas.
A la hora de los juegos, un adulto los espía desde la esquina, oculto de los ojos de la gente
para exigirle el magro ingreso de su mendicidad del día.
Aquí, están, los ojos dilatados en la noche sin sueño.
Aquí, están, a mi lado, pero yo me he propuesto no volver a verlos.

Alicia Cruceira

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