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Y Truman Capote… ¿Dónde se quedó?
(Versión original y completa)
por Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 

Noche del sábado 5 de abril de 2014; me había pasado toda la semana esperando ansioso, el drama biográfico Truman Capote, anunciado tanto por la prensa escrita como por los programas de la televisión destinados a ello, para el espacio que ya se conoce como “la segunda del sábado” en el canal más tradicional y visto en la pequeña pantalla hogareña cubana (hoy Cubavisión), aquella que a la medianoche, tantas veces he preferido cambiar para la comedia de Multivisión; aquella que otras veces, ha sido mejor opción que “la (primera) película del sábado”, increíble y lamentablemente, porque es un horario más restringido para muchas personas pues, a pesar de no haber trabajos de oficina al día siguiente, por los hábitos adquiridos el resto de la vida, los vence el sueño; y les restringimos el acceso a lo mejor.

Quien escribe, he combatido siempre los prejuicios contra “las películas del sábado”, entre las que he visto a lo largo de mi vida, algunas obras antológicas; de hecho, mucho mejor fue el ejemplo del sábado siguiente 12 de abril, Bad Country (Tierra de crimen). Claro que eso depende simplemente, de quienes hacen la programación, y no del espacio en sí.

Sin embargo, sí es cierto que el camino populista (“pan y circo” no es ser popular, sino la seudo-cultura populista del facilismo que en definitiva, traiciona lo popular y lo desprecia) ha conducido a múltiples guiones tontos que sin el menor sentido, descansan sobre supuestas buenas facturas que abusan de “la tecnología inteligente” y a menudo, ni eso… y claro, a falta de su propia inteligencia que ninguna máquina puede suplir, el resultado es dañino al imponer modismos que inducen la violencia por la violencia en un público sin acceso a mejores opciones que enaltezcan el necesario entretenimiento, con un genuino pensamiento y valores humanos; lo que se resiente en Cuba y en todo el mundo, pues cada propuesta crea sus propios públicos.

Cierto entonces, que existe un público para eso; o mejor dicho, un público que esas mismas obras han creado para pervivir y obtener “ganancias” (se reduce a un objetivo financiero) lo más fácil y rápido posible. Pero también existimos otros públicos que nos sentimos marginados al no ver satisfechas nuestras necesidades, en horarios más al acceso para todos. Claro que no se trata de poner películas “aburridas”, pero el antónimo de la inteligencia no es el aburrimiento y, de hecho, las buenas películas (si lo son de verdad) no pueden aburrir; pero tampoco descansar en necedades vacuas.

En este caso, “la primera” anunciada fue la que pusieron: Yo, Frankenstein, y fue decepcionante ver un clásico de la cultura de todos los tiempos, reducido a un filme sin ton ni son, pretexto para tratar de darle distinción a una película baladí, que si se le quita la historia absolutamente impuesta del original romántico, es una de esas tantas películas anodinas, tan fácilmente olvidables. Pero lo que realmente apabulló es que ese mismo sábado, sin la menor explicación, Truman Capote fue sustituida por Rápido y Furioso… no sé cuál parte, todas son más de lo mismo. Y los que esperábamos algo distinto, y que no son tan escasos como algunos tan elitistas como populistas (ambos indisolubles, no por azar), tan peyorativamente, endosan al público… ¿qué?

No se trata de que la película remplazada sea buena o mala; no sé, no la he visto; no la he podido ver, pues se anunció pero no se ha exhibido: no me han permitido verla. Quien conoce mínimamente la vida del célebre periodista y escritor estadounidense, ha de motivarse por un filme anunciado como un drama biográfico. Pero el problema es más allá y al mismo tiempo, más elemental, pero no por ello menos, sino más problema: es anunciar algo que no se pone, y no se explica por qué se traicionó la promesa; y valorar la televisión no es solo estudiar espacio tras espacio, sino también cómo se hilvana toda la programación, cómo se promueve, y su ética sobre todo, ante la gran diversidad que por fortuna para la propia creación y el desarrollo, es el gran público.

Estas líneas se motivan porque ese sábado fue el detonante, pero el fenómeno se repite una y otra vez; recuerdo (por solo citar un ejemplo) el domingo 13 de octubre de 2013, cuando comenzó a proyectarse El Celuloide Oculto (magistral documental sobre la censura por homofobia en el cine internacional y sobre todo, en los Estados Unidos) en la televisión, en un programa tan para toda la familia cubana (y por ello mismo con tanto alcance educativo, pues solo la homofobia argumenta no hablar a los menores “del tema”… los mismos menores a los que sí mal educan y degeneran con toda homofobia explícita) como lo es el dominical vespertino Arte 7 que conduce Martica Araújo, material que a pesar de anunciarse al televidente cubano con 18 años de atraso, prometió revolucionar el tema en la cultura cubana y ser, después de la celebración del 2008 (cuando se mostró Brockeback Mountain en “La séptima puerta”), el mayor hito y aporte más sustancial en esta dirección: promesa incumplida, pues no continuó el ciclo y también sin más explicaciones, lo que hubiera afianzado el urgente protagonismo de nuestros medios de comunicación masiva para la mejor educación sexual en Cuba, que no por tratarse siempre se trata bien, y esta sí hubiera sido una excelente propuesta.

Recuerdo este… pero no es, ni con mucho, el único ejemplo de programa anunciado que luego no se proyecta, horarios que se cambian, y muchos más similares (de los que algunos he citado en trabajos previos) sin ofrecer la menor explicación al televidente que así se siente burlado, irrespetado… y cuando se analizan los medios, no es (solo) los programas que en ellos se ponen, sino también la parrilla en sí, quizás sobre todo, por su carácter constructivo, los que podrían ponerse y no se ponen (como son los dos ejemplos citados), y peor aún: los que se programan, se anuncian, y luego no se muestran… y peor aún, cuando ni siquiera se le explica al público, cuyas expectativas frustra. Todos estos deben ser también motivos de análisis para mejorar nuestros medios de difusión.

En este ¿último? caso fue el sábado 5 de abril; pero al comenzar la semana inmediata, ya a continuación, no se previó en ningún momento; ni tampoco la otra semana más arriba. ¿Hasta cuándo debemos esperar para apreciar obras mucho más constructivas, enriquecedoras, inteligentes… para ver satisfecha una expectativa que el mismo medio creó… para actualizarnos con obras, incluso monumentos de la cultura de todos los tiempos, y que duermen décadas casi vetadas a nuestros televidentes, envenenados eso sí, por las más peligrosas dosis de la peor violencia por violencia, sexismos, guaperías baratas, vulgaridades, genuinas trivialidades…? Porque el tiempo corre; ¿podremos verlas alguna vez, en esta vida?

Por suerte, nuestra televisión también ha ganado en más canales, aunque ocasionalmente algunos quedan “en cadena” restando así las propias opciones que ello abre; otras veces, la diversidad no es tan tal, porque ninguno es digno de verse (todo es “más de lo mismo”, como ya reza la auténtica sabiduría popular), y otras es tan tal, que es difícil escoger qué se verá, y aun grabando alguno para ver otro (los que podemos grabar), se pierde una buena tercera opción; lamentablemente, aunque estos son los mejores, también son los menos momentos.

Y por “buena opción”, reitero, son aquellos programas de cualquier género (dramatizados cubanos y foráneos, musicales, deportivos, de entrevistas, noticiarios, spots, etc.) que impliquen entretenimientos inteligentes y constructivos, porque si no entretienen (en su sentido más amplio: si no saben ganar la atención; he ahí buena porción del arte), no se realizan en sus objetivos, y es también una necesidad del público, incluso para complementar e impulsar otros aspectos de la vida, y de toda la sociedad. Pero tampoco el entretenimiento facilista, sino el inteligente que trascienda para cada individuo, siempre desigual en sus lecturas por supuesto: pero siempre trascendente, incluso en quienes menos, algunos esperen: no aquel entretenimiento que se degenera en un simple “matar el tiempo”, ni el que involuciona contra los más urgentes objetivos de una Humanidad cada vez, en efecto, más humana.

Y aquella noche del sábado 5 de abril, esos otros canales salvaban la situación, sobre todo el filme holandés Süskind en “El espectador crítico” con Magda Resik (Canal Educativo 1); pero incluso y en otro rango de análisis, al menos mejor que “la película del sábado” en el clásico Cubavisión, era la francesa Cuando llega el miedo (2da. Parte) en Multivisión, con la dificultad de no ser de esas películas (así como seriados) que aceptan verse su continuación una semana después de la parte anterior, y mucho menos sin siquiera recordatorios de aquellos momentos previos, pues se pierde el sentido, otro objeto de estudio al programar la televisión; incluso más interesante era la ulterior Bésame ya tras la medianoche, con esa historia de amistad-amor entre dos chicas (Zoe y Shelby) en que la sexualidad se desdibuja y al mismo tiempo se anuncia (¿por qué no?) sin prejuicios ni tabúes entre ambas, dispuestas a cruzar todo límite hacia el concepto más amplio del amor pero por supuesto… incomprendidas por los más limitados: el resto y, en primer lugar, sus propias familias, que a menudo, destruyen más que lo que construyen.

Así se salvó la noche de aquel sábado, frente a la polémica competencia de buscar otras opciones en la calle; y entre los que apostamos por nuestra pequeña pantalla doméstica, quienes cultivamos el don de la diversidad y nos resistimos a la inercia, recordamos que hay otros canales y no nos quedamos con el casi rutinario, cambiando el dial, logramos no frustrar (aunque no del todo) aquella noche del sábado que, a la postre, no ha sido tan exclusiva y por eso mismo, deviene excelente motivo para estas líneas.

Porque el tiempo corre, y no se pueden repetir desatinos así en los cambios de programación, sin siquiera explicar al televidente, como si no fuera este el interés fundamental de la televisión; con ello hacemos el juego a la involución de valores en nuestra sociedad. Y a propósito de ese tiempo que se nos va en una espera que confiamos no sea infinita… ¿dónde habrá quedado el inmortal Truman Capote?

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

Publicado, originalmente en la Asociación de Cine, Radio y TV de la UNEAC - www.uneac.org.cu
Sección Moviendo los Caracoles, en versión casi completa, el 16 de abril de 2014

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 21 de abril de 2014


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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