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Vigencia ambientalista del pensamiento martiano
por Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 
 
 

Menos estudiado que el político, el crítico de arte o el artista de las letras, lo es el habanero José Martí Pérez (28 de enero de 1853-19 de mayo de 1895; recién celebramos su 156 aniversario) que tanto aporta al ambientalismo actual, explícita o implícitamente, en todos los géneros de su vasta obra, y no sólo en su también trascendental literatura para niños, como por mucho tiempo han sido reducidos tanto los temas ambientales como los niños[1]. Muestra la actualización constante de su pensamiento científico y concretamente, hacia la naciente Ecología: “…los hombres nuevos, que están ahora en medio de la brega por la vida, y tropiezan por todas partes con los obstáculos que la educación vieja en un mundo nuevo acumula en su camino (…) de todas partes se pide urgentemente la educación científica (…) están buscando con vehemente diligencia el remedio (…) en vez de Homero, Haeckel; en vez de griego, alemán; en vez de artes metafísicas, artes físicas. Y esta demanda es hoy como palabra de pase, y contraseña de la época…”,[2] y al reclamar porque la educación científica sustituya a la escolástica, concluye: “Divorciar el hombre de la tierra, es un atentado monstruoso. Y eso es meramente escolástico: ese divorcio. A las aves, alas; a los peces, aletas; a los hombres que viven en la Naturaleza, el conocimiento de la Naturaleza: esas son sus alas…”[3]

Además de Haeckel, su obra tiene constantes referencias a lo más avanzado de la ciencia de entonces en distintas especialidades que tendían hacia la Ecología[4] y por supuesto, al eminente francés Louis Pasteur, reconocido precursor de la Medicina Veterinaria en Cuba, sobre quien dijo: “…ama la ciencia como a una hija…” y “…encorvado sobre los átomos, ha vivido penetrado de asombro de las maravillas de la obra viva”[5]. Y ofrece sus propios conceptos: “Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma –espíritus y cuerpos…”[6] En cuanto a los cubanos, calificó a Tranquilino Sandalio de Noda,[7] “Titulado de la Naturaleza”, y “…el cubano Poey es quien guía, por el vigor de su análisis claro”[8]. Pero más allá de una cultura rigurosamente ecológica, su ideario ambiental en general se enriquece a partir de su propio pensamiento axiológico, insuficientemente estudiado y menos aun, promovido[9].

Muchos autores, aun sin centrar su objetivo en la cultura ambiental, implican otras muy diversas aristas del Maestro en torno al tema, como por ejemplo, la simbología en Martí sobre los diversos componentes del entorno ambiental.[10] Y reconocido como “el más universal de todos los cubanos”, llega a los más recónditos rincones del planeta: así el elefante: “…cuando se cansa de su cadena, su hora de furor (…) sabe de arrepentimiento y de ternura (…) vuelven al corral por el amor de los hijos…” y en Siam “…la religión siamesa les enseña que Budha vive en todas partes, y en todos los seres…” y el elefante “va a decir al rey el buen modo de gobernar”[11]. Entre sus tantas referencias a los caballos, destaca aquella al famoso corcel blanco de Bolívar, y el grito del Libertador en la Mata de la Miel como una causa más para la justa lucha: “¡A vengar mi caballo¡”[12]; “amor y ciencia” es el núcleo martiano, a decir del Dr. Armando Hart Dávalos,[13] base actual para promover el arte y toda la cultura hacia una educación sobre bases éticas y científicas en la preservación del medio ambiente.

En cuanto a las corridas de toros en España, luego de recrear una vez más su amor y respeto a nuestras raíces hispanas, pero contra la violencia extensible a toda lidia de animales, dice de los toreros: “…matadores de oficio, reyes de plebe, favoritos de damas locas, amigos predilectos de nobletes menguados, que tienen el ojo hecho a la sangre, el oído a la injuria popular y la mano a la muerte por la paga…(pues)… es desdoro para el culto Madrid, ver lidiar un toro”,[14] por lo que logra un análisis certero entre los mejores y los peores valores de la cultura española[15] al tiempo que nos lega profundas connotaciones éticas, estéticas y artísticas en la…”Plaza de Toros, donde ¡oh, honor¡ se ha llamado asesinos a los espadas españoles; porque es hermoso lo de capear y animado lo de burlar al bruto, y arrogante lo de retarlo, azuzarlo, llamarlo, esperarlo, y es lujoso el despejo, y gusta siempre el valor, pero lo de herir por herir, y habituar alma y ojos de niños, que serán hombres y mujeres que serán madres, a este inútil espectáculo sangriento, ni arrogante, ni animado ni hermoso es (…) unas y otros gustan de ver, más que sangre, ágiles juegos de títeres, sin carácter de nobleza, pero sin carácter de crueldad”[16] y luego, “…y cómo se quemaban herejes, y se humillaban toros…”[17] No muy distinta es la opinión que le merecen los galleros, lamentablemente tan extendidos en Cuba y el resto de la América hispana, cuando se engalanan y a sus ojos “…sube de campesino a malcriado, y de hombre humilde a majadero”.[18]

Entre otros de sus acabados ejemplos del arte de las letras, en el prólogo a El Poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonalde (New York, 1882),[19] indica cierto panteísmo en su concepción de que en la naturaleza misma, radica Dios: “¿Quiénes son los soberbios que se abrogan el derecho de enfrenar color que nace libre, de sofocar la llama que enciende la Naturaleza, de privar el ejercicio natural de las facultades a criatura tan angosta como el ser humano? (…) ¿Habrá blasfemo mayor que el que so pretexto de entender a Dios, se arroja a corregir la obra divina? (…) Bien hayas hecho tú, señor de espada de fuego, jinete de caballo de alas, rapsoda de liras de roble, hombre que abres tu seno a la Naturaleza”.

En cuanto al filósofo estadounidense Emerson, le dedicó un ensayo e incluyó su “fábula nueva” Cada uno a su oficio[20] y abundan sus citas y alusiones a Emerson a lo largo de toda su obra, que relaciona a menudo a través de la cultura ambiental, así como a su coterránea Helen Hunt Jackson, que tenía en su naturaleza “extraña mezcla de fuego y brillo de sol”. Según otro de sus biógrafos, reunía a la sensatez de su amigo Emerson “toda la pasión y exuberancia tropicales”[21] y lo compara con su otro compatriota, el escritor Charles Dudley Warner: “Dudley Warner ve bien los detalles: pero, ¿de qué le sirve, si no pinta con cariño? Pinta bien lo que ama, los lagos celestes, los sembrados lucidos, los coros de montañas (…) todo se ha de tratar con equidad, y junto al mal, ver la excusa, y estudiar las cosas en su raíz y significación, no en su mera apariencia, (…) entiende Warner la naturaleza; pero es, a pesar de su forma, escritor estrecho, que no sabe salirse de su raza, como aquel del cuento indio, que porque tenía asido al elefante por una pata, sostenía que todo era pata. Por sobre las razas, que no influyen más que en el carácter, está el espíritu esencial y humano que las domina y unifica. Sus emperadores tienen el pensamiento que son los que ven en alto y en junto, como Emerson; y sus alféreces, que son los que, de mirar en los asuntos menudos de su escuadra, todo lo quieren modelar por ella”.[22] Ya desde antes mostraba un concepto social más amplio y no menos ecológico: “Como Warner entiende la Naturaleza, mas en cuanto les ve cambiar de color, ya no entiende a los hombres”[23].

Martí admira a los mejores exponentes de la cultura ambientalista de entonces: “¿Y por qué no ha de ser todo el mundo como Emerson, que escribió en un lugar: The world is mind precipitated, y en otro, -como para probar que no veía contradicción entre que el mundo fuese espíritu, y el espíritu tomase formas graduadas y crecientes,-


Mounts and striving to be man the worm
Throught all the spires of form.”
[24]

Con la sencillez de los grandes y su profundo conocimiento de la cultura ambiental de otras culturas y épocas, cita el “patio glorioso de San Francisco (…) ¡Hay de esos días, en que el Sol baja a la Tierra”[25] También su oratoria extiende su amor por la naturaleza a todo contexto: “…aquel bosquecillo hospitalario, y sus palmas gallardas, y sus limoneros amorosos que como símbolo de la Naturaleza que los cría, rompían con su ramaje exuberante la tierra que los ciñe; cuando vi que, como alegre enamorado de la gentil Naturaleza, se echaba al mar con su perfumado aire que nutre, con su regazo, henchido de árboles, como dándose prisa a consolar a los viajeros de las tierras frías de la soledad que los carcomía, sentí como olas de amor que se me agigantaban y ascendían dentro del pecho, y mis nervios ateridos se tornaron ágiles, y ante la vida hermosa renació mi amor a la vida y tuve alegría febril de novio, como si en aquella luciente mañana me desposara con la tierra”[26].

En cuanto a la contaminación física y moral que ya evidenciaba el comercialismo, en este caso mediante la Inglaterra industrial y contaminadora de su coetáneo Oscar Wilde, apunta genialmente preclaro: “Tales cosas dice, aunque no acierte tal vez a darles esa precisión ni a ver todo ese alcance, el rebelde hombre que quiere sacudirse de sus vestidos de hombre culto, la huella oleosa y el polvillo de carbón que ennegrece el cielo de las ciudades inglesas, sobre las que el sol brilla entre tupidas brumas como opaco globo carmesí, que lucha en vano por enviar su color vivificante a los miembros toscos y a los cerebros ateridos de los ásperos norteños, de modo que el poeta que en aquellas tierras nace, aumenta su fe exquisita en las cosas del espíritu tan desconocido y desamado. No hay nada para odiar la tiranía como vivir bajo ella. Ni para exacerbar el fuego poético, como morar entre los que carecen de él. Sólo que, falto de almas en quienes verter la suya desbordante, muere ahogado el poeta”[27], y “Oíd a Wilde decir que (el poeta William) Morris creyó que copiar de muy cerca a la Naturaleza es privarla de lo que tiene de más bello, que es el vapor, que a modo de halo luminoso, se desprende de sus obras[28].” El propio Martí responde a quienes pretendan acusarlo de otro extremo que no sea contra el antropocentrismo y egocentrismo, ni el determinismo geográfico, al valorar todo el sistema que conforma el environment[29], y cita a Wilde: “Mas, ¿de qué vale que ansiemos coronar la forma dramática que intentó nuestro poeta Shelley, enfermo de amar al cielo en una tierra donde no se le ama? (…) No puede haber gran arte sin una hermosa vida nacional, y el espíritu comercial de Inglaterra la ha matado. No puede haber gran drama sin una noble vida nacional, y esa también ha sido muerta por el espíritu comercial de los ingleses[30].”

Lo trascendente de su relación con la naturaleza se complejiza en tan singular pensamiento en un sistema axiológico aun insuficientemente estudiado desde los principios que regían su concepción del universo; demostró que la poesía, más que un género literario en que brilló y al que aportó (primer poeta modernista, para todo el mundo hispanoparlante), es toda una apreciación del universo protagonizado por el entorno ecológico y sus distintos componentes, incluido el ser humano en tanto cabecera[31]. Martí hereda la tradición de la mejor cultura ambiental e incluso, estrictamente ecológica, que eleva al más alto lirismo, respeto y amor para la cultura afectiva cubana, y nos lega a Cuba, y a toda la Humanidad, un patrimonial sistema de símbolos y valores patrios que, con otros cubanos, lo ameritan antecedente un siglo antes, cuando el mundo hoy reclama su conciliación con el medio bajo la amenaza común de su estado más crítico; sirva este como el primero, pero no el último, de los artículos que ejemplifiquen los tantos valores a promover en nuestras más genuinas tradiciones de la mejor cultura ambiental, e incluso en la cultura ecológica, cubana.

Notas:
[1] Este, el Héroe Nacional de Cuba, deviene hito entre las tradiciones de la mejor cultura ambiental (e incluso la cultura ecológica, en tan temprana época en que se gestaba la ciencia Ecología, en 1866) en la colonia cubana e incluso, a escala internacional, desde su concepción más amplia, sistémica y holística de los diversos componentes del entorno de forma casuística, con aquel humanismo superior por el que aun hoy luchamos en la educación ambientalista, como en la acepción más rigurosamente ecológica, si bien debe reconocerse dentro de otros intelectuales que antaño, ya nos distinguían en tan incipiente y urgente pensamiento… lo que será motivo para otra monografía; pero aun entre ellos, muchos de avanzada mundial, Martí era una cima.

[2] Todas las citas, excepto las que refiere a Oscar Wilde, son tomadas de Martí Pérez, José: Obras Completas, Editorial Lex, La Habana, 1946. En este caso, se refiere a su artículo “Educación Científica”, publicado en La América, New York, septiembre 1883:503-504. Por otra parte, véase sobre Haeckel, padre de la Ecología, y las diferencias entre cultura ambiental y cultura ecológica, en mi artículo anterior en estas páginas de Cubarte: Cultura ambiental y cultura ecológica en las comunidades.

[3] Ibídem (“Educación Científica”): 503-504

[4] Entre otros muchos, a los naturalistas españoles y mexicanos Herrera, Río de la Loza, Guillada y Apolinario Nieto, al geólogo mexicano Castillo; al naturalista y arqueólogo Juan Villanova, y a Andrés Manuel del Río, quien fundó en México el Seminario de Mineralogía; al naturalista y arqueólogo Quatráfagas, y a otros; a los alemanes Scheuchzer y Karl Vogt; a las expediciones italianas al Polo Antártico.

[5] Sendas cartas del 7 de enero y del 6 de mayo de 1882 al Director de La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela, desde New York: 1076, 1126.

[6] Apuntes para la Cátedra de “Historia de la Filosofía” que desempeñó en la Escuela Normal de Guatemala, 29 de mayo de 1877; recogido entre los Conceptos Filosóficos de Martí: 414.

[7] Pinareño, agrimensor con trabajos sobre el café, la bibijagua, etc. lo que es más significativo al recordar su difícil y confusa situación en aquel contexto político, lo que demuestra la amplia visión y tolerancia martiana, y su crítica científica y justa.

[8] En “Luís Baralt en París”, nota en Patria, 8 de septiembre de 1894: 1777.

[9] Es tal su humanismo y los valores de su cultura ambiental, que aun si hubiera ignorado a Haeckel, o no estuviera naciendo entonces la Ecología, Martí podría haberse considerado al menos, uno de sus precursores. Aprecia los caballos sacrificados con los libertadores en la única guerra que estimó necesaria (aquella contra toda violencia, por la libertad) y se extiende en tan temprana ideología contra el abuso de la fauna, flora y medio ambiente: lamenta la manipulación y comercialización de los animales, privados de libertad como los esclavos; repele el comercialismo con plumas de avestruces, a los cazadores de elefantes, de venados y otros, y la doma cruel de animales…

[10] Tal es el caso de Desiderio Navarro en Del foso al sol: Martí, una semiótica del subject. (inédito en Cuba, luego su conferencia y entrevista al mediodía del 18 de septiembre de 2000 en el I Encuentro Internacional de Profesores e Investigadores de Semiótica y Análisis del Discurso, Instituto Superior de Arte, Ciudad de La Habana, Cuba) donde analiza el valor del símbolo en cada cultura y en una tradición no tan homogénea, y la relación significado-significante en elementos tales de la poética martiana como el hombre alado con respecto a águilas, cóndores, palomas, tórtolas, cisnes e incluso, no aves como mariposas; verbos como volar y reptar (gusanos, serpientes); el cielo, fieras (chacales, lobos, leones, hienas, tigres) y más allá, las “fieras humanas”, la “naturaleza siempre viva”, etc.

[11] “Cuentos de Elefantes”, en La Edad de Oro Vol.I # 4 Octubre 1889: 1319-1320; el subrayado es del autor de este artículo.

[12] Carta al Director de La Nación, Buenos Aires, fechada New York, 24 de marzo de 1888, sobre José Antonio Páez: 56.

[13] En spot televisivo sobre el legado martiano para el siglo XXI.

[14] Sendas cartas del 2 de junio de 1881 sobre el Centenario de su “Maestro Calderón” como le llamaba, y 7 de enero de 1882, al Director de La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela, desde New York; ambas entre sus Crónicas de España: 911 y 974.

[15] Establece el valor de identidad del fenómeno objeto de estudio, al margen de otras valoraciones, por ejemplo al evaluar las corridas en distintas regiones de España (Madrid y Barcelona) e incluso, Portugal.

[16] En Guatemala; folleto en los Talleres El Siglo XX, 1878, México, y prologado por el escritor guatemalteco R.Uriarte:213.

[17] En “El Centenario de Calderón” en La Opinión Nacional, Caracas, 23 de junio de 1881:916.

[18] Apuntes de Viaje por Guatemala, 26 de marzo de 1877:562. Aunque su primera urgencia entonces, era unir a todos los cubanos de buena voluntad para resolver el principal problema de aquella Cuba: la independencia, por lo que no refuerza tanta severidad contra el arraigado mal hábito de las lidias de gallos, que en aquel contexto político devenía nuestro techo de cristal cuando determinados criollos orgullosos de una cultura cubana que valoraban superior y más civilizada que la española, recriminaban a esta última las sangrientas corridas de toros, las cuales no arraigaron nunca en nuestra nacionalidad por el rechazo que a los símbolos hispanos había producido el colonialismo, mucho más extenso que en los restantes países hispanos.

[19] Ensayo que con Ismaelillo, ha sido considerado iniciador del modernismo en Hispanoamérica.

[20] En la que recrea con moraleja aleccionadora la querella entre la montaña y la ardilla desde la identidad y valores de cada una, en el primer número de La Edad de Oro (New York, julio de 1889)

[21] Prólogo a “Ramona”, New York, septiembre 1887:891.

[22] En “Un Artículo del Harper´s Monthly”, de su serie “La República Argentina en los Estados Unidos”, en carta al Director de La Nación, Buenos Aires, desde New York, 22 de octubre de 1887:382.

[23] Carta al Director de El Partido Liberal, serie México en los Estados Unidos, desde New York, 23 de junio de 1887:319.

[24] Entre sus Conceptos Filosóficos, 1877:418-419.

[25] En “La Estatua de Bolívar, por el venezolano Cova”, en La América, New York, junio 1883:32, en el contexto de la poética martiana, podría hipotetizarse como un justo homenaje al autor del himno Hermano Sol, hermana Luna que por esta entre otras razones, ha sido valorado como santo protector de plantas y animales, por lo que su día 4 de octubre, ha sido escogido en muchos países para bendecir a los animales, experiencia que se introdujo en Cuba en la Catedral Episcopal, en 13 y 6 en El Vedado, entre los años 2004-2005, como parte de la campaña ambientalista desarrollada entonces en disímiles instituciones y comunidades al calor de estos estudios.

[26] Discurso en velada en la Sociedad Literaria Hispanoamericana en New York en honor de Venezuela, 1892: 253.

[27] José Martín: Oscar Wilde, en Oscar Wilde: El Ruiseñor y La Rosa, editorial Arte y Literatura, Ciudad Habana, 1985:216.

[28] Ibídem:220; refiere el discurso de Oscar Wilde que Martí presenció en Chickering Hall, New York, artículo de Martí publicado en El Almendares, La Habana, enero de 1882, y en La Nación, Buenos Aires, Argentina, 10 de diciembre de 1882.

[29] A cuya mala traducción, no pocos expertos atribuyen las contradicciones entre “medio ambiente” lo que para otros, basta con decir “ambiente”, pues queda señalado como “medio o ambiente”, pero como “medio” se reconoce al medio físico: terrestre, aéreo, marino…

[30] Ibídem: 222.

[31] De manera explícita o implícita subyace no sólo en sus Flores del Destierro, sino en toda su poesía: Versos Libres, Versos Sencillos, Ismaelillo, Versos Varios… En su labor periodística, docente, ensayos, crítica de artes, oratoria, epistolario, en casi toda La Edad de Oro y aun más importante, en su vida y ejemplo cotidianos y consecuentes con su pensamiento humanista y su prédica revolucionaria.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte  http://www.cubarte.cult.cu/ , 1 de febrero 2009

 

Link: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/vigencia-ambientalista-del-pensamiento-martiano/7464.html
 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 22 de abril de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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