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Un acercamiento a la impronta suiza en la cultura cubana
Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 

En el rico cosmopolitismo que tradicionalmente ha distinguido a la cultura cubana, Suiza no es uno de los países que se mencionaría con relevancia alguna; sin embargo, al profundizar una monografía en esa dirección, llama la atención la sistemática huella suiza que, de una forma u otra, se integra también a nuestra conformación cultural, al menos desde las primeras décadas del siglo XIX y hasta la actualidad.

 

Es particularmente interesante si recordamos que Suiza no había obtenido su independencia sino hasta el 1 de agosto de 1291 ya con su escudo nacional, cuando forma la Liga de los Cantones, primer núcleo de la Confederación Suiza, pero de la lucha inmediata que tuvo que seguir librando habla su legendario héroe nacional Guillermo Tell de inicios del siglo XIV, y ya podemos apuntar que es uno de los personajes que tradicionalmente ha acompañado a cada niño cubano hasta nuestros días. Sólo en 1499 (apenas los españoles llegaban a Cuba) el emperador Maximiliano le reconoce la independencia a trece cantones; en 1648 es reconocida como estado soberano, en 1798 se proclama República, y en 1815 las grandes potencias europeas (sus vecinas) le declaran Estado independiente y neutral, aunque las luchas religiosas intestinas provocarían la Revolución de 1848…

 

Era justo cuando estaba cuajando la nacionalidad cubana, y desde el año 1827 el Ayuntamiento de La Habana trataba de reemplazar los faroles de grasa que alumbraban nuestra capital por otros de bronce que funcionaban con aceite. Cuando el capitán general Miguel de Tacón inició su mandato, lo anuló y nombró dos comerciantes de integridad que colocaron mecheros fijados a las paredes exteriores de las casas por un pie de amigo de hierro; eran faroles del sistema inventado por el físico suizo Argou y mejorado a principios del siglo XIX por Quinquet. En 1837 un francés que visitó La Habana escribía: “son pocas las ciudades que pueden ser comparadas a La Habana bajo este alumbrado”.

 

Ya para entonces la suiza Henrietta Fabre (Enriqueta Favez), vestida de hombre, se había hecho médico, enrolado en el ejército napoleónico como cirujana (rural, profesora) e instalado en Baracoa del oriente cubano (donde atendía a todos sin marginar por color de piel ni ningún otro motivo), casada con otra mujer en Santiago de Cuba, todo lo cual se había descubierto para propiciar un célebre escándalo antaño por todas sus trasgresiones que casi dos siglos después, ya en el tercer milenio, ha sido la base para el texto Por andar vestida de hombre, del Dr. Julio César González Pagés (2012), en sus estudios de masculinidad y aquellos otros contra la homofobia en Cuba, con el prólogo de Annemarie Sancar: “Antropóloga. Punto Focal de Género de la Cooperación Suiza (Berna, Suiza)”

 

Por otra parte, la inquieta y culta intelectualidad cubana desde todas las regiones del país, en su proyección internacional retroalimentaria para nuestra cultura, ya frecuentaba muchas naciones, y entre ellas, Suiza fue de interés por ejemplo para la cronista y cantante habanera Condesa de Merlin (1789-1852); en 1829, el habanero maestro de maestros, José de la Luz y Caballero; luego de llegar a La Habana en 1834 y establecerse definitivamente en 1843, el aragonés Mariano Torrente; en 1841 el principeño (camagüeyano) José Calixto Bernal, y sobre todo, en 1843, el bayamés Carlos Manuel de Céspedes, que estudiaba la historia e instituciones políticas de los países que visitaba y que el 10 de octubre de 1868, desencadenaría la lucha armada por la independencia cubana, reconocido como Padre de la Patria.

 

Suiza mientras tanto, tras la Revolución de 1848, quedaba como un Estado federal con Asamblea por sufragio libre y en vez del cantón director, un consejo federal permanente que ha garantizado casi sin excepción la paz y el orden nacional mediante (entre otros derechos) las constituciones cantonales republicanas, igualdad ante la ley, libertad de prensa y asociación, absoluta libertad religiosa y asilo a los refugiados políticos, lo que no ha agradado por supuesto, a muchos gobiernos. Su constitución, la más progresista del momento, data del 29 de mayo de 1874; simbolizaba el ideal de la unión republicana tan importante para todo el mundo y en especial, para aquella Cuba que labraba también su propio camino revolucionario.

 

Tradicionalmente, se ha descrito el escudo nacional cubano que se gesta en nuestro proceso independentista (1849, al año siguiente de la Revolución Suiza), con boca (contorno) helvético o suizo (extendido luego a otros escudos cubanos locales), aunque no existe en la heráldica suiza (sí en otros países) y otros le llaman normando; pero en aquel contexto, la sola alusión a Suiza llamaba a la revolución. No es casual que justo hacia 1850, al salir de la cárcel colonialista española, el matancero Pedro José Patricio Guiteras y Font visitara Suiza, y su coterráneo Juan Gualberto Gómez fuera corresponsal de un periódico de Ginebra durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878); mientras los tabacos habaneros del catalán José Gener y Batet, quien había comenzado en 1867, llegaban a tener muy alta demanda en Suiza, entre otros países.

 

Por supuesto que al intelecto del Héroe Nacional de Cuba, el habanero José Martí, tampoco escapó el alcance suizo y se distinguen tres aspectos que básicamente, le impresionaron: en primer lugar, las consecuencias de aquella Revolución Suiza, que con lirismo reflejó en 1875 al llamar indigno a un articulista mexicano, y cita que el Congreso de Ginebra quería “la notoriedad” como pena; en 1877, al valorar que “la educación popular mantiene respetada en lo exterior, y en lo interior honrada, a la risueña Suiza”; en 1881, al evocar al escritor y patriota venezolano Cecilio Acosta en el Congreso de Zürich, con el Instituto de Derecho Internacional, “nacido a quebrar fusiles, amparar derechos y hacer paces”; cuando asistía a las lecciones de Feichmann en Basilea, y cuando estudiaba anhelante la Liga de Paz y Libertad de Ginebra.

 

En sus Crónicas de Francia, en los conflictos por la Comuna entre Lizagaray, Lullier y Malon, señala que este “estaba en Suiza”, y describe que “Gambetta, cual si la naturaleza le hubiera dado por su semejanza a ellas el derecho de hablar con ellas, anda en las montañas, en las magníficas montañas, en los purísimos nevados, en las risueñas abras, en los valles alegres de la Suiza”, y en otro conflicto similar en 1882 vuelve a señalar que Gambetta “anda por Suiza, y no en el Gobierno (…) anda por Suiza”... claras alusiones a las opciones de evasión que algunos veían en Suiza. En sus Cuadernos de Trabajo anotó que el revolucionario ruso Bakounine “habló en Berna: en Basilea, amplió su sistema”; en 1888 describe a Nicaragua “en su pequeñez, como Suiza de América y ejemplo de repúblicas”; y en su crónica durante un viaje a Venezuela, originalmente escrita en francés, critica soñar con “soluciones extranjeras para problemas originales” aun cuando sean admirables pero a menudo, no contextualizadas, y que “En materia de República, después que imitaron a los Estados Unidos quieren imitar a Suiza: van a ser gobernados desde febrero próximo por un Consejo Federal nombrado por los Estados”.

 

El otro gran aspecto que le impacta de Suiza a Martí, ya en 1876, es su naturaleza, como digno parangón para ensalzar al unísono la naturaleza americana: “Los ventisqueros helados de la Suiza no alcanzan la imponente grandeza del (monte mexicano) Ajusco, el venerable y el canoso”; y al analizar la Academia de San Carlos en México, recrea los atractivos de “un peligro en los ventisqueros suizos, una noche de luna en el lago de Ginebra…”; y finalmente, a Martí le impactó el arte y la cultura suiza en general, aunque ya en las Crónicas de Italia, también soñaba para América (1875), “un poeta que se cierna sobre las cumbres de los Alpes de nuestra sierra…” y en 1882, evocó a César atravesando los Alpes, en sus Crónicas de España le impactó el “rico y famoso café Suizo” en Madrid y recreó la polémica de “los políticos sesudos que repletan el Suizo”; y analiza a “Víctor Cherbuliez, el novelista suizo, que no acierta a dar a los tipos que observa felizmente en actos aislados aquella consistencia y parecer carnal necesarios a toda obra de ficción que aspire a vida larga” y que luego sucedería “al severo Dufavre” al ser electo para la Academia de París.

 

En 1883 refiere que “Los Estados Unidos, con relojeros en todas partes del mundo, con caudales pasmosos y con la legislación más amparadora de los productos nativos que puede apetecer pueblo alguno, producen a $2.75 relojes inferiores, en seguridad, material y apariencia, a los que pueden por cinco francos obtenerse en Suiza”. Y en 1884, al referir en New York una nueva locomotora, compara “entre los caballos, la locomotora del San Gotardo, que apea a la Francia, entre resoplidos gigantescos y vorágines de humo, a las puertas de la Suiza…” En su revista literaria para niños La Edad de Oro, al comentar la Exposición de París (1889) recrea “el pabellón de Suiza, con su escuela modelo, sus quesos como ruedas y su taller de relojes”. En sus Cuadernos de Trabajo apunta: “Ohnberger, pintor suizo, discípulo de Cornelius, de Roma...” y ante un telegrama publicado en New York acerca de un suizo llamado Edward Schwerzmann que cerca de París, echó a un pozo a sus tres hijos entre 18 meses y cinco años de edad, y luego se arrojó él en un momento de locura, escribió entre sus Versos Libres, El Padre Suizo, donde interpreta en los finales…

 

  “¡…por salvar los delicados hombros

De sus hijuelos, de la carga dura

De la vida sin fe, sin patria, torva

Vida sin fin seguro y cauce abierto,

Sobre sus hombros colosales puso

De su crimen feroz la carga horrenda¡”

 

En el siglo XX se siguió sistematizando el impacto suizo en la cultura cubana; si bien desde 1893 había alumbrado eléctrico en Pinar del Río aunque sólo fuera en el centro de la ciudad, a finales de 1912 se inauguró una central hidroeléctrica emplazada en el Salto de Pilotos, provista de generadores de 100 Kw. impulsados por turbinas hidráulicas de la firma suiza "Escher Wyss et Compagnie"; esta planta cooperaba con la otra en algunos períodos del año cuando se contaba con suficiente caudal de agua. Y en agosto de 1915, la revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros valoraba una máquina alemana para producir tubos de hormigón para alcantarillados de obras públicas, que tenían hacía algunos años e ignoraban si había perdido utilidad por su probada permeabilidad, y sin embargo tan eficaz parecía en otros países como Suiza…que obviamente, seguía siendo un modelo.

 

Y continúan los ilustres cubanos, por los más diversos motivos, nutriéndose con Suiza: en 1905, a instancias del Congreso, el habanero coronel del Ejército Libertador Manuel Sanguily; en 1918, el oriental (Maisí) José de la Luz León, entró en el cuerpo consular cubano y fue canciller de la legación en Berna y encargado de negocios en Suiza; en 1921, la profesora guanabacoense Carolina Poncet visitó las escuelas normales de Lausanne y las escuelas públicas de Ginebra; en 1922, el habanero Armando Maribona y Pujol fue corresponsal de la Sociedad de las Naciones en Suiza. El novelista villareño Carlos Loveira, quien por haber sido consejero técnico de la delegación de Cuba en la primera conferencia internacional del Trabajo de la Liga de las Naciones de 1919, fue nombrado en 1922 funcionario de la Sección de Inmigración, Colonización y Trabajo para que contactara con la Oficina Internacional del Trabajo en Ginebra y que Cuba cumpliera con el Tratado de Versalles, entre 1921 y 1926 participó en siete conferencias internacionales del trabajo celebradas en Ginebra, sobre las que publicó folletos informativos en 1922, 1925 y 1927; en 1926, con seis años de edad, el habanero Eliseo Diego viaja a Suiza con su familia. El compositor y flautista habanero Florentino Herrera, de música impresionista de raíces cubanas, murió a los 34 años de edad el 3 de diciembre de 1929 en Suiza, tras estudiar en Francia; el pinareño (Mantua) Emeterio S. Santovenia y Echaide, los habaneros Enrique Serpa y Renée Méndez Capote…

 

Tampoco faltan suizos entre los más humildes europeos que continúan inmigrando a diversas regiones cubanas durante el siglo XX por las crisis y guerras mundiales, bien sea directamente o desde terceros países como Estados Unidos de América, mientras que las artes marcarían ahora a las vanguardias artísticas cubanas y a toda nuestra cultura desde el dadaísmo en torno a Zürich (entre ellos el cubano Francis Picabia) y luego, pintores como Ives Tanguy y arquitectos urbanistas como Le Corbusier, además de la compañía del húngaro Nela Revai y la baronesa suiza De Perenyi para montar una fábrica de cemento en Gibara, los visitantes por los más diversos motivos y ya en la Revolución, jornadas culturales como las del cine suizo en Cuba, entre otras artes y diversos ángulos de su cultura que nos han llegado, incluida las intervenciones diplomáticas de Suiza como país neutral, en litigios internacionales en que Cuba ha estado implicada, básicamente con Estados Unidos de América durante la Revolución.

 

El apellido Kohly (que en Cuba data al menos, de las últimas décadas del siglo XIX con las propiedades de Don Federico Kohly en torno al capitalino río Almendares, y da origen al reparto homónimo en Nuevo Vedado y otro allende el río, en el actual municipio Playa, transculturando de la antroponimia a la toponimia y a avenidas con el nombre Kohly) es de ascendencia suizo alemana. El escultor suizo Giuseppe Chiatone (quien reside y trabaja en Lugano) envió un proyecto al Concurso para Monumento al General Máximo Gómez en La Habana, en 1919.

 

El 21 de noviembre de 1923 se declaran los Derechos del Niño, en Ginebra, Suiza; lo cual ha tenido su gran influencia en Cuba (como en otros tantos países de todo el orbe), igual que otros cónclaves internacionales allí (por ejemplo, Ginebra) como la Comisión de Derechos Humanos; artistas, estudiantes y otros suizos han enriquecido los diferentes eventos internacionales en Cuba, hasta la actualidad.

 

Por Europa (sobre todo Francia, pero también Suiza entre otros países europeos) viajaban en el siglo XIX las opulentas familias cubanas, algunas vinculadas a los procesos nacionalistas e incluso, independentistas (tales como Marta Abreu y familia de Santa Clara), a veces con casas y propiedades en Suiza; así por ejemplo, en agosto de 1893 en Francia y Suiza Juan Pedro Baró y su esposa entonces, Rosa, descansaban, hacían recreación y turismo, y fue donde Rosa lo acusaría de sus amores con la condesa de Jibacoa; los Condes de Jibacoa, los Baró y los Lasa del Río, frecuentaban Suiza, y concretamente Catalina Lasa en sus amores con Juan Pedro Baró ya en las primeras décadas del siglo XX.

 

La pianista acompañante de música popular, la habanera Enriqueta Almanza (1934) residió entre 1955 y 1957 entre otros países de Europa, en Suiza; al inaugurarse el hotel Habana Hilton, luego el tan patrimonial Hotel Habana Libre, el 19 de marzo de 1958, con su Cabaret Caribbean Supper Club (Club Caribeño de Comidas, que mantenía dos espectáculos diarios: Alegrías del Caribe o Cinema Show y música bailable) tenía dos jefes de cocina norteamericanos pero descendientes de alemanes y suizos, como John Schearer. Aun en la esquina comercial que representa 12 y 23, se conserva la dulcería La Suiza, y bailar la suiza o saltar la suiza, es el nombre que toma en Cuba el duble asturiano, juego infantil pero también entrenamiento deportivo integral para toda cultura física como gimnasia elemental, llamando suiza a la misma cuerda del juego-entrenamiento.

 

A mediados de 1978 se terminó de construir una planta de vendas enyesadas de avanzada tecnología suiza en Santiago de Cuba, capaz de producir cien mil docenas de vendas enyesadas al año; cuenta con un alto nivel de automatización, pues emplea solamente 12 obreros en cada turno de trabajo, y han continuado los cubanos portando nuestra cultura a Suiza, y retroalimentándonos con ella: así entre los habaneros, Lisandro Otero, Ángel Arango y el barítono Ramón Calzadilla, la matancera Dora Alonso, el bayamés Ambrosio Fornet, el santiaguero César López y los villareños Raúl Ferrer y de Sagua la Grande, Raúl Cepero Bonilla, Presidente del Banco Nacional de Cuba (1960-1962) al frente de delegaciones económicas cubanas… mientras en la prensa, La Suisse (París) ha publicado críticas sobre el Conjunto Folklórico Nacional y en 1970, las Ediciones de la Baconnière (Newchatel) publicaron la Critique marxiste de l´esthétique bourgeoise cotemporaine (Separata de) Cahiers d´histoire mondiale, del santiaguero José Antonio Portuondo.

 

En cuanto a las artes plásticas, según José Veigas Zamora (Escultura en Cuba. Siglo XX. Fundación Caguayo, Editorial Oriente. Santiago de Cuba. 2005) de 1982 es el Homenaje a Le Corbusier (ensamblaje en madera y metal, p.385-386) del escultor, pintor, orfebre y crítico de arte habanero Bienvenido Alberto Rodríguez Pérez (n.1938, hoy en Miami, EUA); de 1998 a 1999, Inés Anselmi publica en el catálogo “La Dirección de la Mirada” en Stadthaus Zürich, y el Musée des Beaux Arts, La Chaux des Fonds, Suiza, tres entrevistas: septiembre-enero al dibujante, pintor, instalacionista, escultor y profesor holguinero (reside y trabaja en La Habana) René Francisco Rodríguez Hernández (n.1960; p.383-384) p.70 con ilustraciones; al escultor, instalacionista, dibujante, pintor y profesor pinero Alexis Leyva Machado, “Kcho”, n.1970, reside y trabaja en La Habana (p.236-237) p.108 con ilustraciones; y a Los Carpinteros (el trinitario Alexandre Jesús Arrechea Zambrano, n.1970; el camagüeyano Marco Antonio Castillo Valdés, n.1971; y el villareño Dagoberto Rodríguez Sánchez, n. Caibarién, 1969, p.81-83) en “La dirección de la mirada. Arte actual de Cuba” Stadthaus, Zürich, 2 de septiembre a 30 octubre 1998, y Musée des Beaux Arts, La Chaux des Fonds, 8 noviembre 1998 a 3 enero 1999. Y el 28 de septiembre de 1999, el escultor, diseñador escénico, pintor y profesor santiaguero Ángel Mario Trenard Sagayo (n.1956) expone en la colectiva Regards croisés, del Centre d´Art Contemporain, Ginebra (p.438-437)

 

La Organización No Gubernamental suiza Zunzún es la que financia desde el 2006 con el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de la ACC un proyecto en la escuela primaria Luis Gustavo Pozo en San Antonio Chiquito y La Timba; COSUDE, Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, es la que asume la publicación en CD de la IX Conferencia Internacional de Antropología 2008 (noviembre 2008) con el Instituto Cubano de Antropología; del 3 al 12 de marzo de 2011 en la Galería “23 y 12” y el Centro Wifredo Lam, España-Suiza-Cuba hacen la II Muestra de Videocreación, con la Fundación Suiza para la Cultura y Pro-helvetia; en la exposición “Cartografías de (lo) imposible” en el Centro Wifredo Lam, inaugurada el viernes 19 de abril del 2013 a las 5 pm, exponía entre otros, Ingrid Wilde (Chile-Suiza); y continúan fecundos los lazos entre la cultura cubana y suizos apasionados por los más diversos aspectos de la cultura y la sociedad cubanas a cuya comprensión aportan, como René Lechleiter (Zürich); Géraldine (estudiando el ñañiguismo), Valerio Simoni (suizo italiano)… además de cubanos allí residentes, como la promotora Raquel Puñales Fernández… estos, entre muchísimos más, cubanos y suizos desdibujándose en sus fronteras entre sí.

 

No ha sido más que un acercamiento a una monografía necesaria que como vemos, ocupa al menos dos siglos muy fértiles y evidentemente, ha de rendir muchos más frutos y sobrepasar, incluso, a los Alpes, mientras acoplamos de un lado al otro del Atlántico, una tirolesa y una guaracha al futuro… sólo para comenzar.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 2 de julio de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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