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De la investigación:
Origen, evolución y decadencia de la homofobia: del panorama universal al caso cubano.
Autor: Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu
1era. Mención del Simposio Provincial “Cultura y Desarrollo” Ciudad Habana.
Noviembre de 2006.
 
Capítulo III. El caso cubano (breve acercamiento introductorio al tema)

 

 
 

Como el resto del continente americano (excepto para los aztecas y los incas) la homofobia fue otro de los grandes horrores que traumatizó a las culturas precolombinas cubanas, cuya vida sexual no podía comprender tamaño prejuicio y menos aun, la condena homofóbica. Se ha planteado en más de una ocasión que, no obstante, Cuba, justo por su lejanía de la Metrópoli y por la constante interinfluencia de culturas en que la diversidad era base para nuestra identidad, no ha sido un escenario históricamente tan homofóbico como sí lo hemos detectado en la Norteamérica anglosajona y en Europa en décadas anteriores, y como aun se verifica en el resto del continente latinoamericano. Al menos, las agresiones homofóbicas no han sido tan escandalosas... lo que no quiere decir tampoco que no hayan existido, y que no hayan sido tan terribles en la laceración de la personalidad, sin cuya realización la sociedad no puede, simplemente, ser feliz ni plena. Los casos que llegan son muy aislados, pero tampoco podemos obviar el hecho que muchos de ellos, justo por la "vergüenza", otros por la subvaloración de "lo cotidiano”, no han sido registrados.  Claro, la misma situación podríamos también entenderla a las restantes culturas en que si no la homofobia, por lo menos el heterosexualismo sí ha dominado la vida nacional... y ha sido el caso cubano, aun hasta la actualidad.

Si bien la historia colonial de nuestra homosexualidad y homofobia permanece prácticamente sin escribir, a lo que aportan en la actualidad los trabajos de Abel Sierra desde la Fundación Fernando Ortiz, quedan algunos apuntes aislados, como la anécdota con los “amujerados” como a la sazón se les llamaba, que narra Fernando Ortiz en su obra, fueron condenados a Cayo Cruz; alguna expresión homofóbica de figuras como puede ser, Luis Montané (nada extraño en aquella época y sociedad por la cultura heterosexualista imperante y ya secular) o aun cuando no es homosexualidad, se le ha emparentado mucho en el imaginario popular el travestismo, y recordemos entonces la “fregolimanía” que dejó en Cuba el genial artista italiano del travestismo Leopoldo Frégoli (1867-1936) con la obra homónima de Federico Villoch, la zarzuela Habana – Frégoli de K. Zabal, e imitadores como Luis Florit y Rafael Arcos. Sí quedaron áreas que en la contracultura cubana eran famosas a mediados del siglo XX por su ambiente homosexual, como el Club 21 en La Rampa, y el Club Habana, en calle Prado. En 1928, las autoridades militares desautorizan el argumento de la película de Ramón Peón, El Cadete del Morro, poco después de la violación de un cadete por dos compañeros suyos en la Playa del Chivo. Eran célebres algún que otro personaje, como el mayordomo homosexual de alguna familia pudiente (ejemplo citado en el fino y discreto prostíbulo del capitalino reparto San Antonio en 37 entre Paseo y A, hoy Casa de Cultura Comunal, hasta los años 30 cuando fue asaltado contra el Machadato) o hasta algún Presidente de determinadas maneras como Ramón Grau San Martín con su slogan "Las mujeres mandan", y orgías aristocráticas como es lógico, de  ambigüedad sexual, siempre enfocado como “decadencia burguesa" por la homofobia, incluso, supuestamente progresista. Aun en Bauta es famoso aquel policía que entonces, rapó a los homosexuales para pasearlos por el pueblo.

La visibilidad homosexual no se abría paso al ritmo que hemos visto en el panorama internacional, sino mucho más tímidamente. La Revolución de 1959 aportó la solución a muchos y muy disímiles problemas de aquella sociedad... pero no a este. Las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción y el Congreso de Educación y Cultura de 1971, así lo corroboran. La legislación, aun en la actualidad, no se ha definido por la condena a la homofobia en tanto marginación, cómo sí se ha definido contra el racismo y contra otras discriminaciones. La homosexualidad fue perseguida con saña (lo que aun no cesa, sólo que menos explícita y escandalosamente, lo cual también es relativo, y eso sí, mucho más puntual y no tan masivo como entonces, y quizás más disfrazada en sus pretextos, no siempre explícitos tampoco) y toda “visibilidad" se asociaba con lo negativo desde las riadas por Coppelia y el imaginario popular, hasta los escasísimos ejemplos en los medios masivos de comunicación, como aún recuerda la telenovela Sin perder la ternura, 1991, y aun vigente, el estereotipado Lisandro que todos los hombres rechazan homofóbicamente en el radial Alegrías de Sobremesa. Aun en los lamentables hechos de la Embajada del Perú en 1980, tal vez más lamentable aun fue que la homofobia abanderara múltiples de las manifestaciones que debían reflejar lo mejor del pueblo cubano que optó y decidió por quedarse aquí. Todavía “que se vayan los homosexuales" es una herida a cualquier oído sensible, humano y auténticamente revolucionario.

Décadas después del triunfo revolucionario, y como proceso objetivo más allá de cualquier subjetividad, es que deviene inevitable que comience, también y aun muy tímidamente en comparación con el panorama universal abordado, la decadencia de la homofobia. Cuyas raíces pudiéramos citar a finales de los 80 (cuando con figuras de alto nivel de Estado como Vilma Espín, se reconocen los derechos de la homosexualidad frente a delegaciones gay lésbicas norteamericanas, y se filma Gay Cuba (1986) donde se demuestra los intentos de una asociación gay cubana y su desfile un lero. De Mayo y que, sin embargo, se desconoce casi absolutamente en Cuba) y sobre todo, en el primer lustro de la última década del siglo XX, fundamentalmente a partir del premio “Juan Rulfo” de Radio Francia Internacional para El bosque, el lobo y el hombre nuevo, texto de Sene! Paz, y la filmación de Fresa y Chocolate dirigida por Tomás Gutiérrez Alea (1993-1994). No obstante, aun más importante por lo definitorio e impacto popular, han sido el excelente tratamiento por las telenovelas brasileñas y algunos otros ejemplos argentinos y en general, otros audiovisuales extranjeros en Cuba, de los que los realizadores cubanos aun tienen tanto que aprender; e igualmente lo fueron las fiestas gay que a la sazón, nacieron, y contaron incluso con espacios estatales como el Club Saturno en Línea y  10 (Vedado), El Periquitón hacia Marianao, y en Santa Clara, El Mejunje; pero en general se mantienen prácticamente clandestinas, irregulares por tanto, cuestionadas y hasta hostigadas. No sobrevivieron programas radiales de interés al tema que iniciaron la década finisecular, como El Programa de Ramón y sobre todo, Casa de Cristal.

No es menester la vida privada de ninguna de las personalidades que durante todas estas décadas (¿quizás, siglos?) han asumido su homosexualidad, en o fuera de Cuba. Pero sí la obra homoerótica con que han aportado al tema y a la visibilidad homosexual, y en consecuencia a su legitimación, pintores como Rocío García y Lino Fernández García, entre otros, a los que se señalan antecedentes como Servando Cabrera Moreno y no pocos continuadores. También hay que citar obras musicales por ejemplo, de Pedro Luis Ferrer y de Pablo Milanés, y el teatro que despunta desde El Público de Carlos Díaz (aunque no exclusivamente) y la obra investigativa que ya en las Ciencias Sociales, se abre cada vez más desde la última década del siglo XX, y que demuestra el interés de las nuevas generaciones por abordar al menos, el tema de la homosexualidad; si bien la homofobia sigue hasta ahora, casi intocable.

El Centro Nacional de Educación Sexual, aun cuando su educación a la población en este sentido es tan ostentosamente insuficiente (se cuentan demasiado escasos los análisis que en televisión o radio han encaminado un discurso anti homofóbico, y mucho menos en prensa escrita) sin embargo, su política no es homofóbica, y en más de una ocasión se han planteado, ni siquiera como heterosexualistas; por otra parte, no podía esperarse menos de ninguna asociación científica, ni siquiera educativa, en vísperas del siglo XXI. Manuel Calviño dedicó dos programas excelentes... pero sólo dos, en tantos años, y el pretendido análisis tras la última novela cubana La Cara Oculta de la Luna (2005-2006) tuvo tan escaso tiempo destinado, que sus mejores propósitos quedaron absolutamente truncos, cuando no tergiversados. Ya en el otoño del 2005 se logró, sin embargo, un primer ciclo de Cine y Diversidad Sexual, en el cine 23 y 12, aun sin ninguna promoción.

Aún sin espacios en nuestra sociedad, buscados en los que logran asumir para ser hostigados también allí, por lo general áreas abandonadas y de máxima vulnerabilidad a la delincuencia, enfermedades y demás; y un Proyecto Hombre - Sexo - Hombre que apenas se le permite más promoción que no sea por la lucha contra el SIDA y la imagen internacional a ello vinculada, sin embargo, todos estos hechos denotan que ya en Cuba, también, la homofobia, finalmente, ha sido herida de muerte; y está cayendo con ello en un aletargamiento que tal vez demore más de lo necesario (siempre será más de lo necesario) pero que no conocerá resurrección posible.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 6 de julio de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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