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La Europa no española en la occidentalización para la cultura cubana
Esqueleto Judeo-Cristiano. La cristiandad y sus excluidos: los gitanos y otros
por Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

 
 

LA CRISTIANDAD PARA LA CULTURA CUBANA.

Más allá del Vaticano (aun dentro de Roma, es el Estado que encabeza al catolicismo papal del planeta y se hace sentir en cada comunidad cubana mediante su sistema de iglesias, órdenes, escuelas, conventos y fiestas patronales), la epopeya cristiana, transculturación desde el hebraísmo, ha impactado en los hábitos (con toda su denotación en tanto inconscientes) y costumbres, juicios y prejuicios… más allá de credos o no;[1] hasta el siglo XXI con los Papas en Cuba y sus Misas Gigantes.

El cristianismo revoluciona desde el hebraísmo mientras se expande a Occidente, del que hereda directamente pero a su diferencia, fue la religión oficial impuesta en Cuba desde 1492 (que perseguía a sus propias raíces hebreas), y por tanto mucho más evidente desde entonces; conforman dos grandes culturas desde un mismo sistema a partir de su raíz religiosa, que trasciende en mucho a la religión,[2] y aunque no se pretenda una historia del cristianismo cubano (lo que exigiría mucha mayor exhaustividad) no se puede eludir sus hitos para explicar la cristiandad en el esqueleto de la cultura cubana: ya en 1493-1494 se cita el primer arte cristiano indoamericano: hacia el actual Santiago de Cuba, un facistol o atril para misa, que usó fray Bartolomé de Las Heras, capellán de Colón;[3] nacía así la continua imaginería e iconografía cristiana en Cuba, paralelas a las pinturas murales en las iglesias, protagonistas en la occidentalización para la que luego nacería como cultura cubana.

Cuba se cita como el primer país americano (o al menos, entre pioneros) con Fiestas del Corpus Christi;[4] sobre todo el catolicismo popular transculturado en España, fue la amalgama sobre la que los diversos cultos africanos se re-fusionaron en Cuba para subsistir hasta la actualidad, originando así todo un crisol que no es sino el reflejo del mosaico infinito de culturas que se llama cubanía, y que va desde los rituales religiosos hasta festividades de todo tipo, como las fiestas patronales que identificaron por siglos casuísticamente, múltiples comunidades cubanas.[5] Se dice que ya en las letras españolas desde Gil Vicente y las comedias y "pasos" de Lope de Rueda, se empleaba el lenguaje bozal, o sea: el castellano deformado por los negros, en los que puede hallarse un lejano antecedente de la oración al “ánima sola” como por ejemplo se percibe en la comedia Eufemia, en fecha tan temprana como 1567.[6] Y de conocer las raíces de la religión desde los primeros humanos,[7] no asombra que otros estudios profundizan en la religiosidad en diversos grupos de indocubanos, y su vigencia hasta hoy, permeada a través del mismo catolicismo popular, principalmente,[8] con otras inyecciones culturales.

Numerosos trabajos anteceden demostrando la influencia del cristianismo dentro de la cultura cubana;[9] serios estudios esbozan una historia del cristianismo en Cuba.[10] Pero la Iglesia cristiana dista mucho de constituir un todo homogéneo, ni por época ni espacio, y ni siquiera teológicamente: más prudente seria referirnos a "las iglesias cristianas", para una cristiandad bien heterogénea en múltiples aristas. Las pugnas internas en tantos momentos de su devenir, y aquellos períodos en que determinados de los sectores eclesiásticos han desempeñado un papel reaccionario contra el progreso general, incluso genocida, más interesados en su bienestar económico y político institucional -y hasta personal- que en la ideología de un Cristo otrora revolucionario y al que han vuelto a crucificar una y otra vez con más saña que el Sanedrín y en su propio nombre, no deben sin embargo confundirnos en cuanto a las diferencias que existen entre religión, religiosidad e Iglesia, entendida esta como institución humana.[11] Lo religioso no se limita a lo clerical, ni siempre para una acción clerical, existen motivaciones “puramente” religiosas. Confundirlas, sería un facilismo imperdonable.

En la antroponimia, sobran nombres y apellidos de explícita significación cristiana (Nuevo Testamento e historia del cristianismo), aunque a menudo heredaban de hebreos, griegos y romanos (latinos) en que se gestó; el cristianismo extendió la costumbre de nombres hebreos bíblicos, litúrgicos y de virtudes morales, que imponía mediante el bautismo, a cuya pila bautismal se debe llamarles “nombres de pila”. El Concilio de Trento (1545-1563) consagró los nombres de santos católicos contra la variedad precedente, incluso contra sus propias raíces hebreas, por el antisemitismo: Jesús, María -cuya versión árabe nos llega como Miriam- (…de los Ángeles, etc.), José, Magdalena, Belén, Juan, Pedro, Mateo (del hebreo “don o regalo de Yahvé”), Simón, Andrés, Tomás (del arameo “gemelo”), Marta, Lázaro, Lucas, Pablo, Ángel(a), Santiago, Trinidad, Santo(s,a), Virtudes (y las teologales -Fe, Esperanza y Caridad-), Rosario; Consuelo; Dolores (por los dolores de la Virgen María durante el Calvario y Crucifixión de su hijo); Mercedes (concesiones), Virgen, Cristian(a,o), Cristina (“discípulo de Cristo”, o “la que tiene el pensamiento claro” o “que sigue a Dios”; apogeo durante las cruzadas), Gloria (vista y posesión de Dios en el cielo), Cielo, Celeste… hasta los luego cristianizados: Esteban, Teresa, Constantino, Rosa -de Santa Rosa de Lima, llamada así por sus profecías-, Cristóbal, Isabel (según algunos, del latín “Isis bella” por la diosa egipcia Isis popular entre los soldados romanos, de donde el italiano Isabella; tal vez esto ocultaba origen pagano como variante del hebreo Elisheva -Elizabeth-, “juramento o promesa de Dios” o “Dios es mi juramento”), Pascual, Verónica, Gabriel...

Agreguemos los apellidos: “de Dios”, “del Cristo” (de raíz hebrea, Cristo significa “Mesías”, “ungido”), Cruz, de la Cruz, Santos, Iglesias… títulos nobiliarios (Marqués de Santa Lucía, el patriota camagüeyano independentista Salvador Cisneros Betancourt) las costumbres tan extendidas en Cuba, de nombrar al recién nacido según el Santoral católico; celebrar no sólo los años, sino los días del santo, desde el propio catolicismo popular, cuyo concepto de santo es el que asumen los orishas yorubas en la santería cubana. Claro, el cristianismo hereda a su vez de otras culturas incluso orientales: la idea de la resurrección se hallaba mucho antes: por ejemplo en la India, extendida a otros cultos del área. También en la toponimia cubana, el cristianismo protagonizó: casi todas las villas fundadas por los españoles evidenciaban algún sentido cristiano explicitando el santo patrono según fecha de fundación, y algunas de ellas se conocen justamente por el componente cristiano de su nombre: a La Habana nadie la llama San Cristóbal de La Habana, pero tenemos Trinidad, Sancti Spíritus, Santa Clara, San José de las Lajas, San Nicolás de Bari, San Antonio de los Baños, Santiago de las Vegas, San Antonio Chiquito, San Miguel del Padrón, San Francisco de Paula, Jesús del Monte, Jesús María -nombre original habanero por la Iglesia de Jesús, María y José, y otro barrio homónimo en Sancti Spíritus ya en el siglo XIX-, Santa Isabel de las Lajas, Santiago, Cruces, El Cristo en el sur oriental, cementerios (el santiaguero Santa Ifigenia; nombre que se debate si se debe a la mítica peruana o a la monja francesa guillotinada, aunque se remonta a la antigüedad griega, “mujer de raza fuerte”, y en Santiago data de 1827, precedido desde el siglo XVI por calles con nombres de santos, en este caso Santa Efigenia, como la etíope del s.I divulgada en Brasil y Perú; y que para eludir conflictos al cambiar el cementerio en 1864 cambió por Ifigenia), parques (casi en cada iglesia y otros, como el San Juan de Dios en la hoy Habana Vieja), entre otros.

Igual, el Lazareto para el apartado leprosorio (por la vida de San Lázaro, del que deriva el nombre del Torreón del siglo XVII y su calle), el del Castillo de San Salvador de la Punta o el de Los Tres Reyes del Morro o el del Torreón de Santa Dorotea de la Luna -aunque popularmente quedan como La Punta, el Morro y La Chorrera, respectivamente-, Santiago de Cuba con el Castillo de San Pedro de la Roca (1637-1845: el Morro de Santiago que da nombre al Mesón San Pedro del Mar) y el fortín de Santa Catalina, o en Matanzas el de San Severino… todos de raíz cristiana mucho más allá de sus instituciones religiosas, e igual ocurre con tantas expresiones populares: "sufrir un Calvario", "de Pascua a San Juan", "ni por los clavos de Cristo", "en Belén con los pastores", “en el Limbo”, "ser un Judas", "ya empezó Cristo a padecer", “Jesús” (al estornudar), “encender una vela al diablo y otra a Dios (o a Cristo) y variantes como Leal (1982: 460): “y una tercera al Purgatorio”; conceptuaciones como santos o ángeles, demonios, o elaboradas por el cristianismo posterior como los conceptos de Infierno, Purgatorio, Paraíso, maldecir, bendecir, “pecado original”... u otras tantas celebraciones cristianas como es el Santoral cotidiano o los Santos Inocentes, la Semana Santa desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, la Epifanía, la Navidad y la Nochebuena, el Día de Reyes, los autos sacramentales con el bautismo, bodas por la Iglesia y fiestas patronales, misas y procesiones desde la legendaria misa en la ceiba que conmemora la fundación de la primitiva villa de La Habana u otras que pueden remontarnos a las raíces hebreas del cristianismo, tales como "feliz como una Pascua'1, "Quiera Dios...", "Sabe Dios...", "servir de cordero", "Dios te salve", o "Dios te guarde", "ir con Dios", "Dios te lo pague", "Gracias a Dios", “Dios mediante”, etc. en la inevitable interrelación hebraísmo-cristianismo.

Por supuesto, determinadas normas del escolasticismo perviven en forma de un pensamiento dogmático que, como ya referíamos en el análisis de las raíces hebreas, van mucho más allá de la religión en sí, a todo el pensamiento cultural en su sentido más integral. Ya en ello encontramos elementos que aun en la sociedad contemporánea, demuestran sus antecedentes en aquel cristianismo que intolerante, tanto se alejaba de Cristo. Mientras tanto, por fortuna, cada vez son más los cristianos -incluso clérigos de diferentes denominaciones- que abren su pensamiento al avance científico y al progreso social general, postergando a un pasado definitivo el dogma que, en la compleja madeja de la cultura social, ha proliferado por todas las restantes manifestaciones culturales.[12]

La cultura sexual ha sido, muy probablemente, una de las más lastimadas por los anti-valores del cristianismo medievalista en la cubanía, aun hasta hoy. "El fanatismo y el oscurantismo religiosos han sido los principales responsables del antagonismo hacia la homosexualidad, que ha sido un rasgo de la actitud de Occidente... La discriminación existente contra la homosexualidad es residuo de la barbarie y la beatería eclesiásticas... Se alega en general que la Iglesia medieval persiguió constante y despiadadamente con un celo furioso a los que condescendían -o se creía que condescendían- con actos homosexuales”;[13] este autor goza del mayor prestigio en el mundo, e indudablemente, cuando publica este texto, asume una actitud consecuentemente científica y revolucionaria; dista mucho de ser un anticristiano, y una extensa lista de teólogos coinciden absolutamente en el papel negativo de la cristiandad escolástica contra la homosexualidad en Occidente:[14] interesa destacar dos elementos más, a saber:

1. La homosexualidad ha sido particular y criminalmente perseguida por la cristiandad, pero ello ha degenerado hasta el morbo a toda la cultura sexual occidental, limitando la vida sexual a la procreación y en consecuencia, condenando todo acto sexual excepto el vaginal, e incluso, su placer, en función del más estrecho concepto de ''amar a Dios”. De aquí que no pocos autores suelen explicar el goce que hallaban los hispanos en las amerindias y africanas, que no comprendían por qué avergonzarse de sus cuerpos.

2. Tales dogmas y estrecheces reaccionarios han pasado mucho más allá de los círculos eclesiásticos e incluso cristianos en general, a la sociedad toda. En el caso cubano durante el período Revolucionario, con la libertad de cultos, en ningún momento se ha admitido ni al cristianismo ni a ninguna otra religión como religión oficial, por lo que la Iglesia Católica dejó de ostentar su absoluta primacía sobre el infinito crisol religioso y cultural general que es la cubanía, y el entendimiento con determinadas jerarquías de denominaciones cristianas el 2 de abril de 1990 no ha implicado en lo absoluto, la superposición de unos credos -y sus sistemas culturales consecuentes- sobre otros. Mas durante los años precedentes, determinadas actitudes homofóbicas -y de represión sexual en general- de numerosos sectores supuestamente identificados con el proceso y en consecuencia, como era de buen ver, ajenos totalmente al cristianismo, provenían sin lugar a dudas, de las influencias cristianas homofóbicas milenariamente establecidas, aun en aquellos que se extremaron anticristianos; revolucionarios convencionales (si ello cabe), su cultura sexual continuaba tan conservadora y reaccionaria como la de la misma iglesia Católica a la que también mal miraban, y de la que al menos en este aspecto, se mantenían herederos, aun cuando lo ignoraran; fenómeno que en resumen, trasciende de su origen a otros contextos culturales: la religiosidad.

Así pues, con los primeros conquistadores el cristianismo modeló una cultura sexual en la cubanía que aun hoy sufrimos en la lucha por cientifizar, y un modelo de familia que buscaba semejarse socialmente -aun en los casos de franca hipocresía- a la “Sagrada Familia” que en verdad nos construye… pero también nos destruye. Al igual que en España y el resto de Europa medieval, la Iglesia Católica Romana asume bajo su mando todo el sistema cultural, esto es, intenta regir el pensamiento humano, tanto en el púlpito como en la hoguera. Ello incide directamente en la merma cuantitativa poblacional de nuestros primitivos habitantes, pero también dentro del propio cristianismo hubo quienes enfrentaron la llamada Santa inquisición contra tales desmanes, y comienzan también en tales inicios, a contrarrestar los anti-valores cristianos en la cultura cubana. Al margen de la cristianización tanto por convicción como por fuerza de todos los conquistadores, ya se destacaban figuras eclesiásticas tan positivas como el Padre Bartolomé de las Casas, que además de conciliar para aquellos indocubanos, aportó a la cubanía ulterior sus crónicas Historia de la Conquista de las Indias. Las fundaciones de las primeras villas, las primeras misas dadas en el país por el que cada vez se extendían más, la música y las expresiones literarias, escénicas y plásticas, incorporando los trucos de tramoya e innovaciones medievales y del pre-renacimiento cristiano en la propia España, la cultura general incubada en monasterios e iglesias católicas- las misas cantadas que comenzaron a Incorporar a indocubanos y africanos para su catequización y luego, sus descendientes, fue raíz indudable de numerosas manifestaciones culturales cubanas. Así por ejemplo, la costumbre originada en el catolicismo de reunirse cada 3 de mayo alrededor de un altar situado en una casa o sitio religioso especifico para celebrar la Santa Cruz, originó hasta las primeras décadas del siglo XX festividades llamadas “cantos de altares de cruz”, que llegaron a ser profanas y tuvieron gran auge sobre todo en el sur-oriental, mientras jugaban, bailaban, bebían, cenaban y cantaban salves y cantos a la cruz, durante noches.

Loa dominicos y los franciscanos fueron las primeras órdenes en establecerse en Cuba, y muy probablemente las más poderosas, pero no las únicas. No pocas figuras eclesiásticas dejan huella imborrable en la cubanía: Diego Evelio de Compostela (Obispo de Cuba 1689-1707), nos deja el Colegio de San Ambrosio para educar a 12 niños pobres que luego serian sacerdotes, y se le dedica el nombre de una calle habanera; su sustituto, Jerónimo Valdés, mejora tal Colegio y establece la Casa Cuna como Real Casa de Beneficencia -donde Tomás Buelta y Flores, que entre otras compuso música religiosa, fue músico titular- para niños expósitos, por lo cual su apellido se extiende significativamente dentro de la población criolla de oscuros orígenes, y funda el 5 de enero de 1728, la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana por frailes dominicos, la cual por mucho tiempo no podría compararse aun con el que desde 1773 se llamaría Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, evolución del de Compostela que ahora añadía un explícito homenaje al Rey Carios III (Rey de España 1759-1788), figura esencial en la monarquía absolutista española y en el tránsito hacia la ilustración en España y en Cuba. Mientras tanto, desde 1722 similar papel desempeñaba en Santiago de Cuba el Seminario de San Basilio el Magno, más en consonancia con la orden de los basilios, en la que de hecho militaba el Obispo Valdés. La Iglesia Católica regia el sistema pedagógico cubano y la cultura consecuente, y "...si exceptuamos la bella y honda resonancia que alcanzó el Colegio El Salvador de Don José de la Luz, ningún otro centro docente ha logrado en Cuba vivificar y orientar por modo tan enérgico y notorio el espíritu de las minorías animadoras, si no siempre dirigentes, como el Seminario de San Carlos, cuya acción se sintió cabalmente en el período en que se escindía la sociedad colonial, para destacar, distinta y con programa histórico, la cubanidad (…) parte del profesorado la conformaron cubanos connotados, no necesariamente eclesiásticos (…) entre otros, Don Agustín Govantes, el P. José A. Caballero, el P. Félix Varela, Don José de la Luz, Don José A. Saco, el Pbro. Francisco Ruíz y el Lco. Don Justo Vélez. A la distancia histórica a que nos hallamos del Colegio de San Carlos, en su fecha de creación y en su período de reforma (…) puede apreciarse el ambiente liberal, favorable que dos veces influyó en la institución y que explica en parte que superase en lo académico a la Universidad, creada bajo retrógrados auspicios y por más de un siglo estacionada".[15] Ello refleja las profundas contradicciones dentro de la propia cristiandad, a través de sus dos principales centros docentes capitalinos, además del santiaguero San Basilio, y las influencias de la Ilustración y de la Constitución Española de las Cortes de Cádiz en 1812, de donde Varela crearía en 1821 la Cátedra de Constitución, que denominó "Cátedra de la Libertad y de los Derechos del Hombre". Mientras tanto, no se puede obviar que los llamados “tres primeros historiadores de la Isla de Cuba” eran clérigos: el dominicano Pedro Agustín Morell de Santa Cruz (Santiago de los Caballeros, 1694-1768) y los habaneros Ignacio José de Urrutia y Montoya (1735-1795) y José Martín Félix de Arrate (1701-1765) cuya Llave del Nuevo Mundo: Antemural de las Indias Occidentales (1761), inicia el testimonio de esbozos biográficos de Cuba, publicado en 1830.

Entre otros, estudiaron en el Real y Conciliar Seminario de San Carlos y San Ambrosio, habaneros como Francisco de Arango y Parreño (1765-1837); el Dr. Tomás Romay (1769-1847), que entre otros méritos, introdujo en Cuba exitosamente la vacuna antivariólica en 1804; el Pbro. José Agustín Caballero (1771-1835) Maestro de Maestros, que llegó a ser Rector del Seminario, además de Profesor de Teología y Filosofía, orador y escritor, y ya entonces hablaba de la libertad de los esclavos; José Agustín Govantes (1796-1844), Padre de la Jurisprudencia cubana; Nicolás M.de Escobedo (Í795-1837), que sustituiría a Varela en la Cátedra de Constitución; José de la Luz y Caballero (1800-1862), que luego fundaría el Colegio El Salvador; Rafael María de Mendive (1821-1888), Maestro de Martí; y otros muchos, pero además pinareños como Cirilo Viliaverde (1812-1894) y José V. Betancourt (1813-1697); bayameses como José Antonio Saco (1797-1879) y el Padre de la Patria: Carlos Manuel de Céspedes, y extranjeros, como el venezolano Domingo del Monte (1804-1853), uno de los grandes protagonistas y promotores de la cultura cubana de antaño.

Varela, por su parte, abrió la cada vez más identificada cultura cubana a la filosofía de su época, y contra el escolasticismo imperante, dejó de invocar a la autoridad como factor probatorio de la ciencia y renovó los métodos de investigación científica, al introducir la enseñanza práctica de la Física y de la Química. En el exilio, inició la prensa cubana revolucionaría con EI Habanero (18S4-1826), y “…fue no sólo uno de los fundadores de la cultura cubana y del proceso de realización nacional que avanza desde el 10 de Octubre de 1868 hasta las victorias de hoy, sino también un precursor del cristianismo revolucionario latinoamericano que actualmente contribuye a la lucha de liberación de nuestros pueblos",[16] y ya había dicho Enrique José Varona que "dio los primeros y más formidables golpes a todos los mitos que dificultaban la vida de los isleños atrasados aun y dentro de los dogmas escolásticos y absolutistas".[17] Poco antes de morir en el abandono y la miseria, en su epistolario escribe: "yo soy mi mundo, mi corazón es mi amigo, y Dios es mi esperanza".

Todo el pensamiento y vida de José de la Luz y Caballero están presididos por acendrado y hondo espíritu religioso;[18] según Martí, "Luz ha creado una religión- natural y bella, que en sus formas se acomoda a la razón nueva del hombre"[19]. Luz acepto la fe cristiana con una mayor mística; no obstante (muy temprano para Cuba), elogia a Martín Lutero por su vida y obra, y considera que el protestantismo salvó al catolicismo, como progreso en la civilización,[20] y en sus viajes por Europa y Norteamérica buscaba adquirir los últimos aparatos de experimentación para Física y Química en el Seminario. "Lo que él creó, en primer término, fue una atmósfera de austeridad y pureza que llenaba el recinto de El Salvador, una transparencia sensible que podía vivir, aparentemente dentro de la rígida ley, aunque desbordándola por todas partes. El colegio tenia por eso, algo de templo y de lugar de peregrinación, como se comprueba leyendo las fervorosas evocaciones de José Ignacio Rodríguez, Manuel Sanguily y Enrique Piñeiro, a la vez que algo tácitamente subversivo, que no escapó a la suspicacia española".[21] Y "...que fuera cristiano Luz no puede ponerse en duda. La sociedad moderna es esencialmente cristiana: aunque sería muy difícil fijar en qué consiste el cristianismo en cada cual (...) católico en su juventud, ascendió a la mas científica reflexión filosófica (...) En cuanto cambió de medio, abandonó sus guías eclesiásticos…".[22] Entre sus alumnos, además de Sanguiiy y Piñeiro, estaban Juan Clemente Zenea, Joaquín de Palma y Rafael María de Mendive, Maestro de Martí.

Ahora se perfila el desarrollo de un cristianismo particular dentro de la intelectualidad cubana de la época, al ritmo de una toma de conciencia de identidad nacional. Pero ya desde los primeros pasos hispanos en Cuba, se evidenciaba el cristianismo: las primeras pinturas de que se tienen noticias en Cuba son las de Juan Camargo para el altar mayor de la Parroquial de La Habana, que desapareció en 1741 al explotar el navío El Invencible; pero incluso las primeras pinturas de cubano que nos llegan, José Nicolás de la Escalera (1734-1804), previo al academicismo, incluyen la temática cristiana, en la que revoluciona al ser el primero en incluir al negro en la pintura cubana; además de decorar varias iglesias y conventos (destacándose sus murales en la Iglesia Parroquial de Santa María del Rosario) nos ha dejado pinturas cristianas (Virgen con Corderos, etc.),[23] que las artes plásticas continuarán desarrollando, incluso mediante la Academia. 

La arquitectura cristiana en Cuba incidía al urbanismo y al paisaje: toda incipiente población rural (a menudo, raíz de urbes ulteriores) contaría regularmente con su parque central y su iglesia; entre los más representativos (antecedidos comúnmente por una pequeña ermita): en La Habana, la referida Parroquial Mayor, la iglesia y Plaza de San Francisco (1574-1738, Convento en 1628), el Convento de Santa Clara de Asís para las monjas clarisas (1632), la Iglesia del Espíritu Santo en Cuba y Acosta (1648), la del Cristo del Buen Viaje para todo viajero entre Villegas, Bernaza y Amargura (nombra al parque inmediato), la de San Juan de Letrán de los dominicos que luego asumirá la Universidad al fundarse (1728); la de San Francisco de Paula (originalmente Iglesia y hospital), en Guanabacoa la de Santo Domingo, de los dominicos (1728-1748) y la de San Francisco (1720), luego llamada de los Escolapios, con su Convento; más alejada aun la de Santa María del Rosario {1760-1766), “Catedral de los Campos de Cuba”; la de Jesús del Monte que nombra a su Calzada (hoy Diez de Octubre); y en otras provincias Camagüey, “ciudad de las iglesias” con su urbanismo de “plato quebrado”; el parque del Cristo (luego Independencia) y la Parroquial de Remedios o la de Santiago (siglo XVII, ha sufrido terremotos; su fachada actual data de 1922) hasta la diversidad de Iglesias y Conventos durante toda la primera mitad del siglo XX, lista prácticamente interminable, incorporándose a la cultura cubana, muchos de ellos hoy escuelas o con otros servicios, pero que también fueron escuelas antaño para mejores y peores vivencias, pertenecientes a las más encontradas órdenes y tendencias cristianas, multiplicarían al infinito el estudio, así como en la escultura, los relieves en dichas iglesias, imágenes de santos, etc. Hacia 1650, solamente en La Habana había más de 100 monjas y de 200 frailes y sacerdotes; era también vocación y trabajo de muchos. Abundan autores sobre la predominante herencia hispano-occidental al siglo XVIII cubano, de sustento cristiano mediante la iglesia católica, en la cotidianidad de la población “libre”.[24]

Al gestarse la nacionalidad cubana, se destacan los villancicos del presbítero Manuel Laso de la Vega, Maestro de Capilla en la Catedral de La Habana desde 1779, y compositor (-1803). El santiaguero Matías Alqueza (m.8.1.1819), polifacético músico (buena voz, tocaba cinco instrumentos), creó en 1795 una Capilla de música en la Iglesia de Santa Lucía y por muchos años fue el primer y único impresor de Santiago de Cuba, donde fue cellista dirigido por el habanero Esteban Salas Castro (25.12.1725-Santiago de Cuba, 14.7.1803), máximo exponente de la música cristiana cubana entonces y, muy probablemente, de toda la historia cubana. Ya en 1733 era tiple en el coro de la Parroquial Mayor de La Habana, donde estudió canto llano, órgano, violín, contrapunto y composición; en 1740 inicia estudios en el Seminario de San Carlos; enseña y compone para las iglesias parroquiales de la gobernación occidental hasta febrero de 1764, cuando llega a Santiago de Cuba como maestro interino conferido por Morell de Santa Cruz. Según el procedimiento, entregó al Cabildo como prueba de su aptitud un Ave María Stella que se conserva y un Salmo de Completas: reorganiza la Capilla de Música de la Catedral (tuvo 14 músicos), y el 20 de marzo de 1790 lo ordenan sacerdote en la iglesia de Dolores, para lo que compone un villancico no navideño: ¿Quién es esta, cielos? y Stabat Mater (14 movimientos). Luchaba por mejorar económicamente a los músicos de la capilla, aunque él, sin más remuneración que la de Maestro de Capilla, enseñaba canto llano, filosofía y teología moral en el Seminario de San Basilio, y proveía de música a todas las parroquias de la gobernación oriental, que comprendía hasta Puerto Príncipe. Poeta, escribía los textos para sus obras no litúrgicas, y su música se ubica dentro del marco estilístico de fines del barroco con notables elementos del clasicismo.[25] Creó 7 misas, 5 himnos, 7 secuencias, 12 antífonas, 5 salmos, 1 pasionario, 3 cánticos, 2 letanías, 8 lecciones, 7 invitatorios, 2 motetes, 29 versos aleluyáticos, 1 víspera, 1 tercia, I nona, no menos de 24 villancicos, de 12 cantadas y de 4 pastorelas, abarcando prácticamente todos los géneros de la música cristiana con alta calidad, mientras nacía el nacionalismo musical cubano.[26]

También a Santiago de Cuba había llegado muy joven el violinista y compositor canario Leonardo González Abreu (Laguna de Tenerife, 19.6.1708) donde fundó con la cantante y arpista santiaguera Bernarda Rodríguez Rojas una familia de tradición musical, mientras componía villancicos, etc. El habanero José Fallótíco compone su tan celebrada pieza para piano Los Enredos de los Demonios (1791), y aun niño, el que sería violinista, compositor y profesor habanero Joaquín Gavira (1780-1880) era tipie en la Catedral de La Habana, en cuya Capilla entró en 1802 como violoncellista, luego segundo atril de violín, y en 1852 fue Maestro de Capilla, dejándonos música religiosa. El violinista, violoncellista, pianista y organista habanero Secundíno Arango (Fines del s.XVIIl-15.12.1842) fue organista en la Iglesia de la Merced y en sus últimos años, del Convento de San Francisco en Guanabacoa, mientras producía música religiosa (motetes, salves, etc.) La contradanza criolla más antigua que se conserva (1803) remeda raíz cristiana: San Pascual Bailón, y entre las obras del compositor pianista habanero Cristóbal Martínez Corres (Junio 1822-21.1.1842) hay una misa, un Septuor y la ópera E1 Diablo Contrabandista. Ya desde 1821, el español Juan Bautista Cirártegui (n.1792, estudió música en La Habana, donde vivía desde 1802) había sustituido a Cayetano Pagueras como organista de la Catedral capitalina, labor que sostuvo más de 40 años mientras cultivaba la pintura, la escultura y las matemáticas, y escribía varios textos musicales didácticos, entre ellos, un método de solfeo.

El violinista y pianista santiaguero Silvano Boudet (27.11.1828-9.3.1863) compone música religiosa (misas, lecciones…) y de las obras de su tío Pedro Boudet se conservan una Misa para voz y orquesta; Pedro seria organista de la Catedral santiaguera (m.1880) y su Maestro de Capilla desde 1878, sustituto del santiaguero Cratilio Guerra(2.7.1834-5.3.1896), quien vivió en la capital pero volvió a Santiago para tocar piano y órgano, y Maestro de Capilla; la mayor parte de su música es religiosa: misas, letanías-, salmos. letrillas, antífonas, lecciones de difuntos... Laureano Fuentes Matons (3.7.1825-30.9.1898) obtuvo por oposición (1840) la plaza de violín primero en la Capilla de Música de la Catedral santiaguera, con música religiosa más notable que la profana, de expresión romántica sobre base clasicista, y obras litúrgicas como misas, himnos, responsorios, salmos, lecciones, antífonas, invitatorios, graduales, secuencias, benedictus y otras, sobresaliendo su Stabut Mater,  tras estudiar latín y filosofía en el Seminario de San Basilio.

En el centro del país, el organista y pianista español Eusebio Azpiazu (Oyarzún, 1817- La Habana, 1870), al llegar a Cuba fue organista en la Iglesia Parroquial de Cienfuegos, y desde 1858 del habanero Convento de San Agustín, profesor de piano y compositor; y el también español Oriol Costa (San Feliú de Guixols, 1836-Sagua la Grande, 1892) que muy joven llegó a Sagua la Grande, de cuya Parroquial fue Maestro de Capilla y Director de banda, creó una prestigiosa Academia de Música, varios coros y estudiantinas y música, alguna religiosa. Entre las contradanzas del habanero Lino Coca (n.1830, fallece en México) está ¡Ave María!; en La Habana (siglo XIX) José Dolores Cumbá (música religiosa y bailable), cantó en iglesias, dirigió orquesta y banda y dominaba el cornetín y otros instrumentos.

Los jesuitas comienzan a construir la ulterior Catedral de La Habana (1748), evaluada dentro del tríptico barroco cubano, pero antes de posesionarse son expulsados por las pugnas internas católicas (1767); deviene Parroquia (1772) y Catedral (1776); las órdenes católicas son exclaustradas por las diócesis del Arzobispado (1847), habitualmente hispano. Ya en 1788 fue la primera división de Cuba, en dos diócesis u obispados: La Habana y Santiago, para atender mejor la cristiandad y los catequizados. Durante la toma de La Habana por los ingleses (1762), otros nombres eclesiásticos aportaron a la defensa y la cultura cubana ulterior, y al iniciar el siglo XIX, definiéndose la nacionalidad cubana, el Obispo Juan José Díaz de Espada y Landa, n.23.4.1775 -cuyo apellido hereda una calle habanera donde aportó el primer cementerio cubano en vez de continuar enterrando en iglesias, aunque seguirían rigiendo la vida y muerte en iglesias y en los nacientes cementerios (excluyentes de todo quien no fuera católico papal) y en toda la vida pública y privada; pero sin enterrar en iglesias, se ganaría en higiene atendiendo al científico habanero Tomás Romay- supo reconocer talentos como Varela: "Ojalá tuviéramos hoy hombres semejantes!".

Hubo algún otro predicador cristiano no católico papal hasta que el novelista y orador sagrado bayamés Tristán de Jesús Medina (1833-1866), que frecuentaba a abolicionistas y políticos liberales en Madrid, casa con una dama de familia anglicana -episcopal- e intenta fundar en Cuba la primera Iglesia cristiana no católica papal, por lo que su licencia para confesar y predicar fue suspendida temporalmente. El cristianismo gana en la transculturación cubana, cuando André Petit introduce el crucifijo en las Sociedades Secretas Abakuá (1851; menos de 20 años de iniciadas en Regla) y en el teatro: Una tarde en Nazareno (sainete campesino, Juan José Guerrero, 1867, exitosa regresa 1872; m.1865; concluye “…sin pecáo originál”, sic); precursor al teatro bufo cubano Caltañazar y Arderíus o De Dios nos venga el regaño (Francisco Arderíus, Madrid, 1866), exitoso disparate teatral; ya iniciando el bufo habanero, La mañana de San Juan y El santo y la lotería; sainete campesino-bufo La Fiesta del Mayoral o El santo de Candelaria (30.7.1868); Un bautizo en Jesús María (1865, José Socorro de León; “locura cómica en un acto y prosa”; barrio habanero Jesús, María y José, por la iglesia homónima, se acorta a Jesús María); de “Pancho” Fernández: trilogía El bautizo (27.6.1868, dedicada al director de Los Bufos Habaneros); El aceite de San Jacobo (sátira al remedio supuesto curalotodo, 1882); “nuestra santa revolución” llamó el actor Jacinto Valdés a la independentista (14.3.1875) y la reacción colonialista propicia una loa categórica con la Virgen de la Covadonga tras la matanza del teatro Villanueva (1869); La oración de la tarde; O locura o santidad (1870; Echegaray, actriz Luisa Martínez Casado, también en Los siete dolores de María (Santísima) o Historia de nuestro señor Jesucristo con su pasión y muerte); así como La nochebuena en Guáimaro (1869, de autor anónimo pro-colonialista); Baltasar (1869; la Avellaneda); La Gracia de Dios (1873; actriz Adela Robreño); 1875: La Caridad del Cerro se funda contra las pro-independentistas Santa Cecilia y Pilar; 1874: Nuestra Señora de las Mercedes (teatro en Santos Suárez, hospital en Vedado); Un bautismo guataqueando (actor Luis Martínez Casado); 1876: El rosario perdido (Belén de Miranda, infantil);[27] las gradas y delantero del Payret llamados “paraíso”; La Curandera (Valerio); El Fénix (ave símbolo de inmortalidad y resurrección para los cristianos primitivos) fue teatro camagüeyano; Luaces fue acusado por disfrazar sus ideas revolucionarias con “temas de la Biblia”, y en la anti-ambientalista y ridícula pugna gorriones-bijiritas-gatos (1869, Semana Santa) incluyeron ayunos y honores religiosos, misas… El español Antonio Enrique de Zafra, antes de su bullanguero vernáculo cubano, estudió para sacerdote.

Otras obras teatrales de interés al tema entonces son Colón en Cuba (Antonio Enrique de Zafra, octubre 1869) donde la cruz católica “convence” a los indios a abrazar a sus conquistadores; en Por la bandera de España (Ramón Gay, voluntario español) Juana, educada en EUA y protestante, cambia de religión al ser salvada por un vizcaíno; La vuelta del cruzado, o Los cubanos leales (no en balde ambos títulos; 1870) de Francisco J. Daniel, favorece al “buen cubano” pro-colonialista; en El lazo de unión (José E. Triay) la cruz vence sobre la discordia revolucionaria. Diego Vicente Tejera en  La muerte de Plácido (New York), dialoga con un cura antes de ser ejecutado y hacia el patíbulo, recita su famosa Plegaria. La nochebuena, de Francisco Javier Balmaseda (Remedios, 1823-La Habana, 1907), abolicionista y vinculado a la independencia: el ambiente cristiano reflejaba aquellas pugnas sociales. Según Leal, se jugaba el último reducto del cristianismo burgués y colonialista, amenazado por nuestros modestos bufos, que se burlaban de todo lo sagrado. El santo y la lotería (de Valerio, “Bufos Caricatos”, 1879); hoy un templo bautista en Dragones y Zulueta, donde en 1881 abrió el circo teatro Jané; en 1890, en el cielo raso del teatro La Caridad, se representaban varios angelitos y entre nubes, Cuba; Desde Cuba al Paraíso (Olallo Díaz, autonomista; 1887); el Conde Kostia, en 1888, nos deja “el más delirante juicio de nuestra crítica teatral del pasado siglo”, refiriéndose a Virginia Reiter, de la compañía italiana, a manera de padrenuestro: “Dios te salve Virginia, llena eres de Arte, la Bernhardt es contigo, como nadie tú dices, entre todas las actrices, y bendito sea el drama que te manda un Sardou”; fórmula que repite en 1897 al tenor Aramburo: “Salve, Aramburo, lleno eres de fuerza y Arte, santificado sea tu nombre y bendito serás siempre entre todos los tenores.”

Se hace un teatro casero en el colegio de niñas “Isabel la Católica”, en la Calzada de Jesús del Monte; Raimundo Cabrera (autonomista) dedica su melodrama Gabriel, a Francisco Valdés Elizondo, para evitar que cogiera la carrera eclesiástica; en 1885, en Viaje a la Luna, narra la Luna cual Utopía colonial, que como Babilonia fue destruida por un diluvio, y queda suerte de Paraíso; y en Vapor correo, incluye los frailes entre los personajes de aquella cultura colonial. En Mefistófeles (Ignacio Sarachaga, 1895) Siebel se define como “joven, casto, puro, virgen y mártir”, mientras el Rey del Infierno (el Diablo, el “ángel caído” Lucifer) preside la bienvenida a los pecadores con un yambú, burlándose de los rezos en la iglesia. La Víspera de San Juan (Manuel Mellado y Montaña, 1880) Según Globos dirigibles (1902, Ramón L. Morales Álvarez, n. Stgo de las Vegas) en Turquía contemplan los siete pecados capitales; y Los Redentores (Francisco Valdés Ramírez, 1896) satiriza el “teatro culto”. Amor de Ángel, zarzuela de José Guerra y García (1887); Una nochebuena en Jesús María (Carlos Noreña, 1880); melodramas: La Expiación (1878, Fernando Costa); Virtud o crimen (Antonio Vinageras, 1879); Entre la muerte y la vida (1881, Miguel Ulloa); y El drama del mundo (1881, Manuel Torres);  la zarzuela Cuba Libre (Federico Jacques y Aguado, 1887) refiere “como adoran los cubanos la Caridad del Cobre”. La mano de Dios (1883, José B. Gómez); Desde el mostrador al… cielo (1889, Jesús María Fernández) donde se explota al sobrino y cierra la bodega los domingos y días festivos, muchos de sentido cristiano; el fervor religioso de los “cuadros del Alhambra”, finalizando 1893.

En Los misterios de la noche (A.Caccia, 1893) un sacristán abusa de una beata. Del infierno a la gloria (1897, del matancero Alfredo Piloto) donde un Mefistófeles exhibe a los pecadores. En la gloria, España de rodillas ante la Virgen de la Covadonga, al finalizar la guerra es sustituida por Cuba republicana ante la Virgen de la Caridad del Cobre; Un altar de la cruz (Enrique Córdoba y Lebrija, 1895); Los triunfadores (José de Armas y Cárdenas, “Justo de Lara”; 1895) es un melodrama sobre el pecado: la chica “deshonrada” muere al final en un cuadro plástico presidido por un crucifijo y una hermana de la Caridad con una vela encendida. Pepito el monaguillo (1891, Pablo Font); La cruz de nácar (Perfecto F. Usatorre, del regionalismo hispano en Cuba finalizando el siglo XIX); “¡Malditos sean los duelos!” (1892, Rafael J. Jorrín y Díaz); Entre una mujer y Dios (1895, Eugenio Sánchez de Fuentes), melodrama españolizante que acaba en un convento vasco. La actriz María Tubau, como “buena española y católica piadosa”, almuerza con el asesino Weyler que reconcentraba al campesinado cubano; En un día de San Juan (actor Miguel Salas); zarzuela Mefistófeles brujo, título que se redujo inmediatamente (Ignacio Sarachaga, 1896) al final del infierno incluye luz eléctrica (efecto religioso); El brujo (Barreiro, música de José Marín Varona); 1897: en el Alhambra, La cruz de San Fernando, zarzuela de Federico Villoch, música de Manuel Mauri; 1899: Un juramento en San Isidro (Manolo Saladrigas, música de Mauri el joven, teatro Lara), mientras en el atrio de una iglesia en Artemisa, el gobierno militar de ocupación de EUA construye un escenario. Desde Cuba al paraíso (1887, de la que una copia Olallo Díaz (1899) no glorificará al autonomismo y colaborará con EUA. La noche de San Juan (1897) y La fiesta de San Lázaro (1899), ambas del gallego José R. Barreiro, con música de Palau; y San Pirolo (autor desconocido, 1898) por cumpleaños del popular actor.[28]

La masonería, desde Europa y cuyas tres primeras logias se fundan en Santiago de Cuba (1857-1861, cuando se funda la primera capitalina; protagonistas del independentismo), fue también muy mal recibida por el clero imperante. La Prensa había publicado un folletín del poeta bayamés Juan Clemente Zenea (1832-1871) durante Semana Santa (1849), por lo que el Obispo lo quiso excomulgar, que evitó su padre al hacerle retractarse públicamente. Céspedes planteó desde un inicio unir la Iglesia con el Estado, para permitir la libertad de cultos y que ninguna Iglesia pudiera limitar a otra. La avanzada legislación de la Cámara aprobó por primera vez en América Latina y mucho antes que en España y en Italia, la ley del divorcio, revolución contra el cristiano modelo dogmático de “la Sagrada Familia”, y otra de las tantas influencias europeas no españolas. Mientras tanto, el Mando Militar español daba el sarcástico y "cristiano" nombre de “Sagrada Familia”, a su táctica por la cual apresaban a las mujeres e hijos de los insurrectos para así chantajearlos, lo que llevó al fusilamiento de Amado Oscar Céspedes, y el 31 de diciembre de 1870 Ana de Quesada, esposa de Céspedes, es apresada. El Gobierno español, con el alto mando católico, ilegalizó las Sociedades Secretas Abakuá (1876).

A pesar del papel restrictivo, reaccionario y pro-colonialista del alto mando católico, el cristianismo (incluso el catolicismo), era compartido por los independentistas, incluidos los masones marginados por la iglesia, y hubo clérigos del catolicismo papal que, contra sus superiores pero no menos cristianos -muy probablemente, eran los verdaderos cristianos- se alzaron en la manigua mambisa: los presbíteros bayameses Diego José Batista y José Luis Soleliac honraron a Céspedes al liberar Bayamo como máximo líder de la nueva gesta: Batista cantó el Te Deum y puso la causa revolucionaria bajo la protección de Dios en solemne ceremonia con Céspedes y todo el Estado Mayor; Soleliac repartió escapularios y estampas de la Virgen de la Caridad entre los soldados. Ambos fueron detenidos cuando los españoles retomaron el Bayamo incendiado y los conducen a Santiago, donde muere el octogenario Batista, preso y sin ningún recurso. El pueblo, al quemar la ciudad y huir a la manigua con sus animales, había salvado consigo sus imágenes cristianas (incluida su Virgen, luego mambisa), que no regresarían al templo -que aun muestra huellas de las llamas- hasta finalizar el colonialismo en Cuba. Sería la Iglesia Parroquial Mayor de Bayamo la primera en entonar jubilosamente La Bavamesa de Perucho Figueredo (años después, nuestro himno nacional) el 20 de Octubre (hoy Día de la Cultura Cubana) de 1868, "la primera obra de la cultura cubana en armas (…) se mostró con mayor nitidez en los versos encendidos de Heredia y en la prosa separatista de Varela...".[29]

EI bayamés Jerónimo Emiliano ízaguirre fue el primer sacerdote mambí: los recibió y dentro del templo del Bayamo liberado bendice por primera vez la bandera de Céspedes, los incita y estimula en el primer año del Grito de Yara, colaboró en los campos de Guaimarillo, y tras la misa, pronunciaron sus discursos Céspedes, Zambrana, Figueredo Morales, Pérez Trujillo y el propio Izaguirre; el primer sermón, inició las misas de campaña, y murió en los campos insurrectos. El presbítero Braulio Odio y Pécora (cura párroco de Manatí), desde Santiago de Cuba (diciembre de 1868) se incorpora a los insurrectos, llegará a Coronel mambí y cuando el Zanjón, obtiene permiso para ofrecer una misa de campaña a los insurrectos. Durante toda la Guerra fue capellán mambí y auxilio material y espiritual de los combatientes. Julio Villasana, capellán de la Iglesia de Santa Lucía, estuvo en la manigua hasta 1872, cuando embarcó a Venezuela, donde murió. El santiaguero José Joaquín Garbo y Serrano salvó la vida al cura guerrillero español Manuel González Cuervo, mientras varios jóvenes seminaristas -entre ellos Desiderio Mesniers de Cisneros- tratan de incorporarse a las tropas insurrectas de Silverio del Prado, pero son devueltos a sus hogares por ser aun menores de edad. Entre otros clérigos católicos mambises se cita al presbítero Benito Castro, al catalán Pedro Soler y al padre Miguel Antonio García Ibarra.

Ya desde el inicio de la contienda bélica, las iglesias de Las Tunas, Palma Soriano, Jiguaní, San Jerónimo, Jimaguayú, Santa Cruz del Sur y Cascorro, se convierten en fortalezas o arden, como tantas otras, en las llamas de la tea libertadora. En tal contexto se produce el único cisma que conoce la Iglesia Católica de Cuba, cuando España, en gesto de pretendida independencia papal, nombra al presbítero Pedro Llorente por la fuerza pública Arzobispo de Santiago, lo cual no fue aceptado por el clero ni por los fieles, y el Vicario Capitular Obrera Carrión es apresado, y contra él, dicta el Papa excomunión mayor. La sede quedó vacante hasta 1875, cuando el Presbítero José Martin Herrero y de la Iglesia fue designado para el puesto, y tuvo que reconstruir todos los templos destruidos por la guerra y luchar contra sus consecuencias sico-sociales.

Por ello numerosos cubanos en el exilio, luchando contra el colonialismo español, hallan otras opciones religiosas contra el alto clero católico papal sin dejar de ser cristianos: Pedro Duarte funda la Iglesia Episcopal en Cuba (1871), la metodista (Enrique Someillán y Manuel Deuiofeu), los presbiterianos (Evaristo Collazo), y los bautistas Alberto J.Díaz, quien había sido antes episcopal y llegaría a ser Teniente del Ejército Libertador.[30] El cristianismo, explícito en la cultura cubana desde sus raíces, se desarrollaba al mismo ritmo del sentimiento de nacionalidad, y en lucha por la identidad nacional, cada vez más distantes de la Metrópoli.

Los hermanos Lino y Antonio Sosa -el primero camagüeyano, el segundo santiaguero, ambos con vida y obra santiaguera- escriben música religiosa (segunda mitad del siglo XIX), y el santiaguero Antonio Figueroa (11.6.1852-14.8.1892), al regresar de París, sería violinista en la Capilla de Música de la Catedral santiaguera y profesor de Música en el Seminario de San Basilio el Magno. También en Santiago, Rodolfo Hernández (30.9.1856-21.3.1937), discípulo de Fuentes Matons, era organista y director de Capilla del Asilo San José (1872), y luego en la Catedral, y al emigrar colaboró con la independencia ofreciendo conciertos para recaudar fondos para la causa mambisa, dejándonos su Misa en do mayor; y Juan de Moya (m.4.5.1896) organista de la Basílica, mucha música religiosa. El Obispo de Guinea (entre otras) servían a las diferentes ordenanzas para diferenciarse de los toques militares colonialistas, hasta que Eduardo Agramonte compuso los toques mambises. Y en 1878 la máxima figura del nacionalismo musical cubano, el habanero Ignacio Cervantes (31.7.1847-29.4.1905) compuso su danza para piano, Amen! El 1ero. de octubre de 1885 Hubert de Blanck funda en La Habana la primera institución de enseñanza musical que con alto rigor formaría músicos cubanos... hasta entonces, labor de las iglesias cristianas: tantos músicos del siglo XIX se formaron en la Catedral-Conservatorio de Esteban Salas,[31] y aun en 1891 comenzó sus estudios musicales en las Escuelas Pías el camagüeyano Luis Casas Romero (24.5.1882-La Habana, 30.10.1950), que en 1894 tocaba la flauta en la orquesta de la Sociedad Popular Santa Cecilia, incorporándose en 1895 al Ejército mambí. En 1896, su coterráneo José Marín Varona (3.0.3.1859-La Habana, 17.9.1912) estrenaba su zarzuela El Brujo, luego exiliado por independentista. La pianista trinitaria Catalina Berroa (28.2.1849-23.il. 1911} componía música religiosa (salves, misas…) organista de la Iglesia de San Francisco de Asís y directora del coro de la de la Santísima Trinidad; y en La Habana desde 1847, el profesor, compositor, violinista y clarinetista mallorquín Carlos Anckermann (10.3.1829- La Habana, 17.2.1909) compone entre otras, una Gran Misa a cuatro voces.

EI 6 de enero de 1884 (Día de Reyes católico, dos años antes de abolirse la esclavitud) se define la Fiesta de Diablitos (nombre desde la cultura cristiana, despectivo contra los paseos de comparsas, sobre todo aquellos con íremes ñáñigos), al estilo de las tantísimas procesiones cristianas que identificaban cada comunidad cubana: la del Corpus Christi en la Parroquia del Vedado desde su fundación (1892), la del Santo Entierro en El Carmelo, la de San Jerónimo en Puentes Grandes… y otras no patronales pero de raíces en el cristianismo: la Noche de San Juan y la Quema de San Juan (Aldecoa y La Timba, respectivamente, y otros), etc.-,[32] con lo que el cristianismo continuaba avanzando cada vez más con la nacionalidad cubana, tanto en sus valores como anti-valores, tanto por rechazo como por asimilación. Ya en 1880 entran en Cuba los carmelitas descalzos (orden católica); 24 de ellos se ofrecen al Dr. Carlos J.Finlay para sus experimentos contra la fiebre amarilla, pero desde antes tenían fieles, pues antes de que en 1858 José Domingo Trigo y Juan Espino parcelan su Estancia del Carmelo, había allí una pequeña ermita para la Virgen del Carmen, santa patrona local.[33] La Loma de Tadino donde se decide la ermita de los catalanes para su santa patrona (la Virgen de la Montserrat, Rosa de Abril), en la actual Plaza de la Revolución, se llamaba entonces Loma de los Jesuitas.[34] Cada cultura hispana (y otras europeas) importaban sus santos patronos a proliferar en Cuba.

Entre tanto las nuevas tendencias cristianas devienen espacios religiosos para los braceros anglocaribeños y el vudú haitiano que se incorporan entonces a la cubanía, al hallar en Cuba aquel cristianismo de origen inglés y francés que nos había llegado con nuestros exiliados en los Estados Unidos, y hasta hoy ellos y sus descendientes han encontrado sobre todo en torno a la Iglesia episcopal (y otras denominaciones) que se extendería por toda Cuba, satisfacer sus necesidades cristianas; pero también darían cabida a los inmigrantes de las más variadas regiones del planeta, que llegaban a Cuba influenciados por tales corrientes.

Para Martí, Jesucristo era tan trascendente como para todo Occidente: casi veinte veces lo refiere en sus Crónicas de España, en las ...de Francia y en La Edad de Oro para los niños, lo repite en sus Hispanoamericanos, en no menos de tres ocasiones en sus Cuadernos de Trabajo, igual en sus Crónicas de Italia, otras ocho en Nuestra América. Y de otras figuras en torno a Cristo, en Nuestra América incluye a Judas, la Magdalena -repetida como María Magdalena-, San Ignacio de Loyoia, San Jerónimo, San Juan (dos veces), Santa Teresa, Santa Rita, Santo Domingo y San Francisco (ambos tres veces), San Telmo, San Policarpo. Santo Ramón Nonnato, San José y la Virgen María (dos veces); en las Escenas Mexicanas San Antonio y retoma la Virgen María otras dos veces, y San Lázaro, y a ambos retoma en sus Hispanoamericanos -donde refiere al apologista cristiano Tertuliano (Cartago, 155-220; genio vigoroso pero heresiarca, compartió la herejía de Montano, su obra es un monumento de la elocuencia latina); la Virgen del Carmen, San Ambrosio. San Basilio, San Bernardo, San Agustín, San Gregorio, San Nicolás y Santo Tomás, y repite a San Francisco-; Judas en sus Crónicas de
España
, donde también cita Santa Teresa de Jesús y nuevamente, San Francisco. Juan Bautista (Crónicas de Francia), Santo Tomás (Cuadernos de Trabajo) y San Humberto (Crónicas de Italia); entre los Papas, Julio
II (1503-1513, gran político en las guerras de Italia, protegió a los artistas renacentistas y empezó a construir la Iglesia de San Pedro en Roma) y Sixto V (1585-1590, sucesor de Gregorio XIII, reformó las órdenes religiosas y mandó construir la cúpula de San Pedro) en sus Crónicas de Italia, y Pío IX (1846-1878; proclamó los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la infalibilidad pontificia y publicó el Syllabus, pero durante su reinado desaparece el poder temporal de la Santa Sede) en Nuestra América y al menos cinco veces, en las Crónicas de Italia; León XIII
(1878-1903, contemporáneo de Martí; en 1891 publicó la encíclica Rerum Novarum sobre las relaciones entre patronos y obreros no menos de 22 veces, entre sus Crónicas de España, ...de Francia, ...de Italia y al menos una vez, en las ...de Rusia v Alemania. Claro, las raíces cristianas reconocibles en la vida y obra martiana, se entremezclan con su avanzado pensamiento filosófico, sumamente revolucionario incluso hoy.[35]

Más allá de cifras, Martí supo asimilar lo mejor de las raíces cristianas de su mundo y sus profesores: "El culto es una necesidad para los pueblos. El amor no es más que la necesidad de la creencia: hay una fuerza secreta que anhela siempre algo que respetar, y en qué creer",[36] pero su culto no se enajena del hombre y de la Naturaleza toda, sino que se pronuncia contra la escolástica y a favor del panteísmo: "A Dios no es menester defenderlo; la Naturaleza lo defiende";[37] "Jesús no murió en Palestina, sino que está vivo en cada hombre";[38] con cuestionamientos tan avanzados entonces contra las jerarquías acomodadas que olvidan su misión de amor y de justicia, delimitando entre el credo y el clero: "En vano es pretender que vengan a camino de amor patrio y paz los defensores de la religión católica, ciegos como el despecho e iracundos como los dueños destronados. No es ley de todos los humanos la abnegación: pero debiera ser la ley de los hombres que se proclaman divinos”;[39] y contra el catolicismo aliado de la Corona española y a favor del cristianismo de otros países europeos, “el cristianismo ha muerto a manos del catolicismo. Para amar a Cristo, es necesario arrancarlo a las manos torpes de sus hijos”;[40] condena la irracionalidad: "el dogma que vive de autoridad, muere de crítica";[41] “en nombre de la fe se ha mentido mucho (…) Para creer en el cielo, que nuestra alma necesita, no es necesario creer en el infierno, que nuestra razón reprueba".[42]

Advierte Martí: "un pueblo inteligente no puede ser fanático";[43] "¡Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres, es el que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído antes que la dulce plática del amor, el evangelio bárbaro del odio! ...{).. ¿Habrá blasfemo mayor que el que, so pretexto de entender a Dios, se arroja a corregir la obra Divina?”;[44] “flagelar a los apóstoles ha sido uso: no amarlos";[45] y para salvar los mejores valores cristianos: "Una Iglesia sin credo dogmático, sino con ese grande y firme credo que la majestad del Universo y la del alma buena e inmortal inspira, qué gran Iglesia fuera! ¡y cómo dignificaría la religión desacreditada: (...)La plegaria espontánea de los hombres, vibra. Después, con las querellas de iglesia, la virtud de la plegaria, desmerece";[46] "Ni religión católica hay derecho a enseñar en las escuelas, ni religión anticatólica; o no es el honor virtud que cuenta entre las religiosas, o la educación será bastante católica con que sea honrada. Eso sí, implacablemente honrada";[47] "no puede haber pueblo dichoso sin la separación de la Iglesia y el Estado";[48] "todo el mundo tiene derecho a su propia conciencia. Tirano es el católico que se pone sobre un hindú, y el metodista que silba a un católico”.[49]

Precursor de la hoy llamada tolerancia (absolutamente vigente) y la libertad de culto en época tan agresiva, amplía sus raíces cristianas a otras; ilustra en Curaçao el papiamento entremezclado al castellano con terminaciones holandesas: "suffrimentol" y "catholikanan" (Nuestra América) Visitaba el Club San Carlos (donde se viene a “oír el teatro nuestro”) y enfrentó las contradicciones dentro del catolicismo contra las posturas colonialistas de la Iglesia: en Patria y Libertad (1877, Guatemala) simboliza el poder colonial con el noble, el cura y el doctor, que al final tienen que retirarse en lúgubre procesión. El cura es un soldado más de la integridad española y se duele porque los conquistadores echaron abajo las piedras del arte indoamericano para levantar sus iglesias y cabildos y así quemaron las culturas aborígenes.  Se pregunta, “¿qué pared de iglesia, o celebrado frontispicio, ni aun el del churrigueresco Sagrario de México, vale lo que una pared de Mitla, o de la Casa del Gobernador?” (Leal, 1982: 396-397; 381; 389); ya en el siglo XX, llamar a Martí “Apóstol” es otro guiño cristiano, extensivo al sentido religioso más explícito o implícito en nuestra artes funerarias y muchos monumentos y otros tributos a nuestros mártires, héroes y celebridades en general.

Toda la República, la tradición cristiana se evidenció en nuestras artes visuales, desde 1900 con la Cabeza de Jesús (yeso), expuesta en la Exposición Universal Internacional de París; y Cristo, ambas del escultor, pintor y profesor habanero Aurelio Melero Fernández de Castro (1870-1929); Cabeza de Cristo y Calvario eterno, del escultor y diplomático (en Italia) Ramiro Ortiz Planas; Virgen del Carmen, en tan alta y difícil ubicación de la Iglesia del Carmen (1927, arquitectura de Félix Cabarrocas y Mata y Sánchez), del escultor italiano Guido da Michel (s.XIX-XX) En 1910 el escultor, grabador, pintor y profesor santiaguero Rodolfo Hernández Giró (1881-1970) dejó obra en la Plaza de la Iglesia santiaguera de San Francisco, y luego a la Loma de San Juan; y su San Francisco de Asís (yeso, colección Museo Emilio Bacardí, Santiago de Cuba) y Santa Cecilia. 1925: Entierro de Cristo (yeso, bajorrelieve, capilla del Dr. Miguel Ángel Campa) del escultor, pintor, dibujante y profesor José Cirilo Oliva Michelena (Escaleras de Jaruco, 1897-1967), años de la Crucifixión (terracota policromada, madera, 1,60 x 3,05 x 1,47 m) del escultor y pintor manzanillero Miguel Ángel Batista Guisado. 1926: Descendimiento (yeso, 1,53 x 1,07 x 10 m) y 1937: Cristo en la cruz (bronce, panteón de la familia Soto y Sagarra, Necrópolis de Colón) ambas del escultor y profesor matancero Juan José Sicre Vélez (Carlos Rojas, 1898-Washington DC, EUA, 1974) quien luego hiciera el Martí de la hoy Plaza de la Revolución; 1933: Virgen (yeso) del escultor Rinaldo Gallardo Falcón 1934: Plegaria, del escultor, dibujante, pintor y profesor pinareño (residía y trabajaba en La Habana) Fausto Ramos Valdés. 1936: Cristo (madera) de la pintora y escultora habanera (reside y trabaja en París y en New York, EUA) Carmen Herrera Nieto de Loewenthal (n.1915) 1936: Judas (yeso. 56 cm) del escultor, arquitecto y pintor Pedro Pablo Mantilla Viera (n.1910); 1938: La beata (sabicú, talla directa, 90 x 21 x 32 cm) y 1946: Eva (bronce, 74 x 28 x 17 cm) del escultor, dibujante y profesor José Florencio Gelabert Pérez (Caibarién, 1904-La Habana, 1995) 1939: dos Oración, del escultor y pintor habanero (reside y trabaja en New York, EUA) Domingo Poublé González (n.1915) 1939-1940: Cristo (yeso) del escultor y pintor checoslovaco Josef Vondrak Martinu. 1940: Meditación (yeso); 1945: La oración cotidiana (yeso patinado) y 1950: Lámpara votiva, de la escultora, pintora, dibujante y ceramista matancera Caridad Ramírez Medina (Unión de Reyes, 1913) 1940: San Miguel Arcángel (madera, talla directa, 59 x 18 x 13 cm), y Caridad del Cobre (madera), del escultor y profesor habanero Ernesto Luis Navarro Betancourt (1904-1975) 1940: Cabeza de Cristo (yeso) del escultor habanero (reside en EUA) Julio Garriga Lorenzi (n.1918)

La escultora y profesora habanera Rita Longa Aróstegui (1912-1900) nos lega entonces Sagrado Corazón (1942, piedra, en la residencia campestre habanera Hermanos La Salle) 1943: Santa Rita (yeso con pátina, iglesia homónima, Miramar); 1944-1945: El buen pastor (piedra, jardines seminario habanero homónimo) 1946: Ciencia y Fe (relieve en fachada del hoy Hospital Oncológico, Vedado); 1948: Virgen del Camino (San Miguel del Padrón); y 1955: Monja (mármol). Mientras, se aportan en 1943: El Ángel Guardián (patio central de Escuela La Salle, desaparecido) del pintor, escultor, ilustrador, dibujante, grabador, ceramista, diseñador gráfico español (residió y trabajó en La Habana) Domingo Pío Joaquín María Pascual Ana Ravenet Esquerdo (Valencia, 1905-Varadero, Matanzas, 1969) 1945: Cabeza de Cristo (madera) del escultor y pintor habanero José Ramón Abeya Vergara (1905-1975) 1945: Cristo agonizante (yeso) del escultor y dibujante italiano Pancracio Armento Curci (1894-196?, en Cuba desde 1932 y ciudadano cubano desde 1941) 1947: Cristo (yeso) del escultor y profesor habanero Julio Manuel Fuentes Pino (1916-1986) 1953: Cristo y 1955: Religiosa (madera); del escultor, pintor, grabador, dibujante y profesor habanero René Valdés Cedeño (1916-Santiago de Cuba, 1976) En 1954 y 1956 en la Casa Cultural de Católicas, expone el escultor, pintor, diseñador gráfico, grabador y dibujante habanero Carlos Sobrino Rivero  (1909-Madrid, España, 198?), años de La Creación (balcón interior del Museo Nacional de Bellas Artes) y Rejas (baptisterio de la iglesia habanera de El Guatao), del escultor, grabador y dibujante habanero Eugenio Rodríguez Rodríguez (1917-1968), y del Cristo (piedra, 2,20 alto, Sanatorio de la Colonia Española, Santiago de Cuba; desmontado) del escultor, pintor y profesor santiaguero Ismael Espinosa Ferrer (n.Baire, 1921-1999) 1956: Cristo (ébano) del escultor y profesor pinareño (residencia y trabajo habaneros) Amaro Lóriga Loaces (n.1910); 1957: Madonna (mármol) del escultor y profesor italiano Enzo Gallo Piachardi (1927-1999) y resalta particularmente el Cristo de La Habana (mármol, diciembre 24 de 1958) de la escultora pinareña Lilia Jilma Madera Valiente (San Cristóbal, 1915-2000; residencia y trabajos habaneros) sobre el que en 1970 Cristóbal Zamora en el Diario de las Américas (Miami) publicó “Así es el Cristo de La Habana”, y Susana Tesoro la llamó “La dama del Cristo” (Bohemia, 1987:35-37); 1988: “Un enigmático Cristo” (Bruno Javier Machado, Opina) y 1997: “El rostro de Jesús” (Emilio Barreto, Palabra Nueva);[50] del que se citan tres en el mundo, incluido el Corcovado en Río de Janeiro, Brasil; escultura que Fernando Boada Martín (1902-1980) no quiso esculpir (1956), solidario con amigos presos en La Cabaña,[51] quien entre sus más de 900 obras (el reparto del Cotorro donde vivía, se llamaba Paraíso), destaca el busto a San Francisco de Asís; Carlos Borbolla compone tres villancicos cubanos (1956)

Españoles entre siglos nos aportan música religiosa: Fernando Carnicer (Madrid, 1865-La Habana, 1936, llegó ya músico), José Mauri (Valencia, 12.2.1855-La Habana, 11.7.1937) y José Echániz -padre-, profesor de las Escuelas Pías, pianista y organista. Rafael Gómez (20.4.1889-1971), dirigía desde joven el coro del barrio Jesús María en Santi Spiritus donde nació, que animaba las fiestas pascuales y le componía; los coros pascuales espirituanos los dirigía otro compositor spirituano: Miguel Companioni (21.7.1881-La Habana, 21.2.1965), componiéndoles claves; del santiaguero Alfredo Brooks (n.13.12.1884) queda música vocal cristiana (Ave María y Ángelus, para voz y orquesta). En el Colegio Hermanos Maristas de Cienfuegos se graduó de contador el compositor, guitarrista y cantante Eusebio Delfín (Palmira, 1.4.1833- La Habana, 28.4.1985); en El Vedado, el padre León aportaba a la pedagogía cubana de las Ciencias Naturales, frente a los cánones estadounidenses que se imponían.[52] Desde 1917 Rafael Morales (n.1905, pianista) fue Maestro de Capilla de la Iglesia de San Isidoro en su natal Holguín. Abundan canciones cubanas de alusión cristiana: en la trova Santa Cecilia o Las Flores del Edén, ambas de Manuel Corona (Caibarién, 17.6.1880- La Habana, 9,1.1950); en el feeling, "Dios dice que la gloria está en el cielo...” en La Gloria eres tú (del habanero José Antonio Méndez, n.21.6.1927), y en las guaguancoseadas de la santiaguera Celeste Mendoza (n.6.4.1930): Que me castigue Dios. Alejandro García Caturla (Remedios, 7.3.1906-12.11.1940) compone el Ángelus (1924) al teatro musical EI Lucero; Las Guajireñas, (1926) remeda las tan populares Navideñas; 1927: Elegía Litúrgica (violín y piano), y Ave María (barítono, dos violines, cello y armonium); y 1937: la lied Sabás; se nombró Esteban Salas (cima musical cristiana cubana) al Conservatorio (s.XX) con habaneros como el profesor y Director Miguel García (n.8.9.1927); profesor, violoncelista y musicólogo Pablo Hernández Balaguer, (13.7.1926—31.1.1966): publicó el Catálogo de Música de los Archivos de la Catedral de Santiago v del Museo Bacardí y Obras de Esteban Salas, según los archivos de la Catedral santiaguera donde estaban extraviadas; escribió Los Villancicos, Cantadas y Pastorelas de Esteban Salas; el pianista, compositor, profesor e investigador Hilario González (n.24.1.1920), en Caracas 1947-1960, dirigió la Coral Venezuela, fundó orquesta juvenil que presentó allí a Esteban Salas, de cuyas partituras, descubrirse se le ha atribuido al musicólogo Alejo Carpentier.

Cuba es el primer país latinoamericano donde la Iglesia estudió el cine;[53] aunque el artículo 25 de la Constitución vigente (1901) prohibía la censura, surge el Comité Censor de Películas (1922), con reaccionario moralismo de la peor ascendencia cristiana. El Cine Círculo Católico (1914) en Egido # 2 Palacio Villalba, para la elite habanera, y otro homónimo (1915, Cuba y Jesús María, área de mucho ñañiguismo; por sólo 10 $ ofrecía al pueblo películas "estrictamente morales"). El Diario de la Marina publica una carta (febrero de 1915) de una miembro del “Congreso de Madres” pidiendo censura teatral y acusando al cine como "una escuela de corrupción y perversidad. Son los antecedentes inmediatos a la Comisión de Cine de la Juventud Católica Cubana (1936), luego Centro Católico de Orientación Cinematográfica, actual filial de la Organización Católica Internacional de Cine (O.C.I.C., sede en Bruselas). El clero cubano continuaba con fuerte procedencia hispana, sobre todo durante la República Española, siempre valores y anti-valores raigales re-contextualizados. Películas como Christos (Italia, 1921); Reliquia Sagrada (EUA), o La Babilonia, tercera cinta soviética que tanta oposición hallaron en Cuba, o las cubanas La Brujería en Acción (1919, adaptada de En Poder de los Ñáñigos, hecho real en Artemisa (1913, muere un niño raptado y culpan a los abakuá), o la censura moralista contra El Cadete del Morro (cadete violado); La Virgen de la Caridad (1929), y en la Revolución, RM, La Ultima Cena (Tomás Gutiérrez Alea, música de Leo Brower); Las Doces Sillas, Juan Quinquín, María Antonia, Los Sobrevivientes, Los Días del Agua, Cecilia, Plaff, Alicia en el Pueblo de Maravillas, La Puerta del Infierno (aparece el Sexteto Habanero), etc. evidencian alusiones cristianas.

Cabe la hipótesis de relacionar el danzón Rey de Reyes (del pianista, compositor y director de orquesta de baile habanero Silvio Contreras, 3.11.1911-14.1.1972), y el clásico homónimo del cine cristiano (Cecil B.de Mille, E.U.A., 1927); canciones (Mi Juramento, del guanabacoense Juan Arrondo, 1914-m.l6.8.1979); boleros (Para Adorarte, del capitalino Oscar Hernández, 15.8.1891-3.3.1967); entre sus sones y boleros, del santiaguero Miguel Matamoros (8.5.1894-15.4.1971) Reclamo Místico y Juramento; Un Juramento de Amor y la guaracha Qué Buena es la Nochebuena (ambas del santiaguero Wilfredo Guevara, n.9.12.1916); Réquiem a un Sonero, homenaje a Miguel Matamoros del guitarrista Flores Chaviano (n.Caibarién, 10.12.1948). De Leo Brower, 1959: Auto Sacramental, orquesta sinfónica con ballet;  y 1973: Lachrimae Antiqua Novae (11 instrumentos de cuerda) titulada Esteban Salas ha venido; Réquiem (Jorge Garciaporrúa), y en teatro, Santa Camila de La Habana Vieja.

Siempre hubo un clero reaccionario, acomodado y hasta extranjerizante, con la aristocracia cubana –anti-valores no menos identidad-, pero no todo; además no debe confundirse Iglesia con cristianismo, con tantas diferencias internas y muchos revolucionarios profesando diversos cristianismos (Frank País era bautista). Iniciando el siglo XX, constan los preparativos para Navidades: "el árbol de Navidad, invariablemente artificial, esperaba (...) la hora de la cena para encenderle sus velas de cera de colores. Nosotros habíamos adornado el árbol y el comedor con guirnaldas de papel y flores naturales, pero los regalos no se ponían entonces debajo del árbol, a los grandes no les traía nada Santi Cló y él no venía nada más que cuando los niños estaban bien dormidos".[54]

"Un poco antes de las doce, salíamos para la Parroquia en procesión alegre y desordenada, con faroles de luz brillante, por los trillos de la loma, lanzando grandes carcajadas cada vez que alguien resbalaba y las piedras rodaban loma abajo. Oíamos la misa del galio en la que el erudito era acólito y una vez quemó el asiento de una silla con los carbones del incensario, porque se quedó embebido mirando a una muchacha. Y volvíamos todavía más alegres, dispuestos a darnos una tremenda comilona (…) Y ya de madrugada, muertos de sueño y pesados de tantas cosas buenas, a la cama, a esperar al día siguiente, la sorpresa de los regalos milagrosos. A nosotros nos traía San Nicolás, el bondadoso Obispo de Barí que dotaba a las doncellas pobres poniendo sus regalos en las puertas la noche del 24 de diciembre. Los Reyes Magos no nos trajeron nunca nada. Los Reyes íes traían a los hijos de los españoles, no a los hijos de mambí. Eso nos había dicho mamá y no se nos ocurrió pedirles nunca".

"Desde semanas antes empezábamos a escribir nuestras carticas que íbamos a echar nosotros mismos al correo en la parte baja del Vedado...". Ya un cristianismo favorecía a una Cuba cubana... estaba tan dividido como Cuba y todas sus pugnas, y continúa como fenómeno vivo en la sociedad cubana contemporánea.[55] Se llegará a valorar de Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Rafael María de Mendive, "heredaron el amor a la patria, el sentido de la dignidad personal y el respeto irrestricto a la libertad del hombre, al decoro individual y por qué no decirlo (…) con orgullo: asimilaron una ética de raíces cristianas presente en la cultura de Martí y en la esencia de nuestra cultura nacional".[56]

A pesar de los conflictos con las religiones y en particular la Iglesia católica tras 1959, el diplomático del nuevo Gobierno Raúl Roa, cita la Biblia en sus debates internacionales; toda religiosidad perdió visibilidad, aunque pervivió en todas las facetas de la vida cubana, más explícito en el exilio, y solo muy puntualmente en Cuba, sobre todo tras las campañas de 1970 en detrimento de la Navidad, Nochebuena y Día de Reyes, mientras cambiaba las fechas y lugares del Carnaval; no obstante, por ejemplo, el repertorio cristiano ha sido casi obligado en todo coro, más allá de las iglesias. El gran punto de giro fue el 2 de abril de 1990 (caía el llamado campo socialista) cuando se televisa el encuentro de Fidel Castro con la dirección del Consejo Ecuménico en el Consejo de Estado, vuelco en las relaciones del Estado con las religiones y sobre todo, las Iglesias cristianas no papales, con raíces en la Europa no española; conciliación con el Consejo Ecuménico, que aglutina diversas denominaciones cristianas no católicas papales, así como la Comunidad Hebrea y la Asociación de Autorrealización Yoga; el otro gran hito fue sobre todo en enero de 1997, la visita del Papa Juan Pablo II al país, y la de Benedicto XVI en el 2012. Pero en los inicios, muy poco se evidencia, como no sea en las Alturas de Ayestarán (hoy municipio Plaza de la Revolución) la Iglesia de Cristo Rey (del padre Guillermo Sardiñas, que había bajado de la Sierra con Fidel) llamada la única nueva durante la Revolución, aunque mucho más reciente se cita alguna en Alamar (concebido hacia 1975 bajo el más estrecho “realismo socialista”, sin iglesias ni otros servicios); no obstante, en mucha anti-religiosidad se lee mayor dogmatismo que el que acusaban a la religiosidad, intolerancia que se re-contextualizaba y re-dirigía. Casi una excepción son las esculturas del escultor, dibujante y profesor habanero Alfredo Lozano Peiruga (1913-Puerto Rico, 1997) que ya en 1956 aportaba Cristo (talla en caoba, Parroquia Playa habanera de Baracoa); y con la Revolución para la Iglesia habanera del Espíritu Santo, en 1960 Obispo Jerónimo Valdés (lápida en piedra); 1963: La Anunciación; y El bautizo de Cristo, relieve en bronce.

En vísperas a la caída del llamado campo socialista es que comienzan a reaparecer signos de la cristiandad en la escultura cubana, con el escultor, dibujante, pintor, diseñador teatral y gráfico cienfueguero William J. Pérez Hernández (n.1965): 1985: Génesis  (ensamblaje en madera. 22 x 29 x 24 cm); 1992: Remedio santo (madera, metal, piedra y tierra; 2,44 x 0,90 x 0,68 m); y La última cena (madera). En 1986 Pedro Damián escribió “Tony López, el maestro del Holocausto” (aun cuando el holocausto ha sido reducido al tema hebreo, lo trasciende), mientras Alicia Barraqué: “El Cristo muerto del escultor Tony López, en la catedral de Miami”, ambos sobre réplicas homónimas en Miami (EUA) del  escultor y profesor habanero Tony López (n.1918); 1987: La catedral sumergida (acero con pátina, Museo de Taguasco) de la escultora, ceramista y pintora espirituana Thelvia Clarisa Marín Mederos (n.1922); 1987: A San Lázaro se le murieron los perros o la Revolución acabó con la lepra (madera, talla, 27 x 10 cm) del escultor y pintor guantanamero Ramón Moya Hernández (San Luis de Patón, 1950); 1989: Ofrenda 5 (aluminio, acero inoxidable, hierro oxidado y bronce, 50 x 45 x 40 cm) de la escultora y ceramista pinareña (residencia y trabajo habaneros) Reina María Valdés González (n.Consolación del Sur, 1938) 1989: en catálogo del escultor, pintor, ceramista, dibujante y profesor santaclareño José Antonio Ramírez Acevedo: “…trabaja (…) algunos pasajes de la Biblia (…) primitivista; que nos hace recordar el arte bizantino, románico, el gótico y los iconos rusos”.

Pero la década finisecular es pródiga: 1990: El mito de la redención, 1991: Vía Crucis, y 1992: Escudos evangelizados (ensamblaje en madera), del escultor, instalacionista, diseñador gráfico, curador y profesor tunero (reside y trabaja en Valencia, España) Oscar Laureliano Aguirre Comendador. 1991: El Ateo erguido (madera, yeso, bronce, cobre, 1,50 x 0,70 x 1,80 m); 1992: Santo de paseo por el trópico (vaciado en yeso y metal, 0,80 x 0,60 x 1,80 m) 1992: exposición colectiva La Misión, Convento de San Juan de Letrán, también con el pintor, escultor y grabador habanero Tomás Ernesto Maceira Prego (n.1968); 1994: Primer Ángel, 3 x 0,90 x 2 m); 1997: Ópera en dos tiempos o un regalo para San Lázaro, Fundación Ludwig (exposición personal, Alemania); 2000: Meditación sobre el resguardo y la gozadera (cerámica cromada y tela, 38 x 42 x 32 cm); y 1996-2002: Colibrí libando la memoria (Bronce y Oro; 2.50 x 2.50 x 0.50 m), del escultor, instalacionista, dibujante, pintor, curador y profesor santiaguero (residencia y trabajo habaneros) José Esterio Segura Mora (n.1970) 1991: exposición Santa natura (con Elsa Mora, catálogo: Joel Jovert), Casa Natal del Mayor, Camagüey; y 1993: Santos Inocentes, Camagüey; Confesus (madera policromada, 1.26 x 0,65 m) del escultor, ceramista, dibujante y profesor habanero (reside y trabaja en Miami, EUA) Evelio Lecour Hernández (n.1949) 1991: Virgen (madera, metal y alambre, 0,33 x 0,22 x 1,08 m) y 1992: El más San (madera, metal, plástico y pintura, 18 x 18 x 57 cm) del escultor e instalacionista cienfueguero Juan Carlos Echeverría Franco (n.1962) 1991: Creencia divina (terracota policromada, 50 x 35 x 70 cm) del escultor, instalacionista y pintor espirituano (residencia y trabajo habaneros) Julio Emilio Neira Milián (n.1969) 1993: San Hambriento (yeso patinado y metal, 80 x 50 x 10 cm) del escultor, grabador, dibujante, pintor y profesor matancero Lázaro Gertrudis Muñiz Hernández (Cárdenas, 1954)

En 1994, Codina dijo del escultor, instalacionista y dibujante santiaguero Rafael Consuegra Ferrer (n.1957) “…incursiona desde finales de los setenta en los temas afrocubanos, que se irían acercando en la segunda mitad de los ochenta a los códigos de la iconografía católica, en ese decursar por el sincretismo cubano…”  1994: Mosquera cita la religión entre los tipos de producción y funciones de la yesería del escultor e instalacionista camagüeyano (reside y trabaja en Canadá) Osvaldo Yero Montero (n.1969) 1994: Bazán de Huerta refiere la imaginería religiosa del escultor español (residió y trabajó en La Habana) Juan Guraya Urrutia (Bilbao, 1891-1981) 1995: Solo florecen en abril los árboles pese a los susurros del Apocalipsis (madera y metal, 1 x 1 x 1 m) del escultor habanero Benjamín Rodríguez Rodríguez (n.1974) 1995: El juego preferido de Dios (madera policromada y objetos, 10 x 2 m. 1995) del escultor, instalacionista, pintor y dibujante habanero Carlos Alberto Estévez Carasa (n.1969) 1995: La sagrada condecoración de Jesús (madera y metal, 80 x 50 cm, 1995); y El sagrado marcapaso de Jesús (madera, metal y fibra, 78 x 49 cm) del escultor y pintor camagüeyano (reside y trabaja en Chile) Carlos Estrada de Zayas (n.1964) 1996-1998: Serie Patrones de Cuba (madera policromada y tela) Campos (1999) escribió: “su obra es un reservorio de rituales, creencias y materiales litúrgicos (…) señales elocuentes de un momento peculiar de la historia de la nación”; del escultor, dibujante y pintor habanero Rolando Vázquez Hernández (n.1969) 1998: Cabeza de SS Juan Pablo II (bronce, Santuario de El Cobre, Santiago de Cuba; con la visita del Papa) del escultor, pintor, dibujante y profesor santiaguero Luis Mariano Frómeta Bustamante (n.1933) 1999: El consuelo por el cielo (terracota, 70 x 62 x37 cm) y dejó obra al patio del Convento de San Francisco, el escultor, pintor, ceramista, dibujante y profesor habanero Carlos Alberto Rodríguez Pérez (n.1959) 1999: Sagrado apetito (mármol, cristal y plomo, 20 x 20 x 10 cm) del escultor y dibujante matancero (Eulises Niebla Pérez (n.1963) 2001: Desquirón califica de no ser “mojigata” la obra del escultor, diseñador escénico, pintor y profesor santiaguero Ángel Mario Trenard Sagayo (n.1956)

Aun en el 2002 en el 3er. Salón de Arte Religioso (hubo dos ediciones previas) en Santiago de Cuba, la escultora santiaguera Mayra Iris Padró Ruiz (n.1964), obtuvo Mención.[57] Nuestro Museo de Bellas Artes muestra obras de alegoría cristiana: entre los más jóvenes, Rubén Torres Llorca, y otros motivados en el Medioevo cristiano español pero también del resto de Europa, como San Jorge (inglés; obra del grabador Ángel Manuel Ramírez Roque), del cristianismo ortodoxo ruso, etc. La Catedral del Helado será la versión teatral del filme cubano Fresa y Chocolate (1994), aunque al exhibirse la trascendental Brokeback Mountain en televisión (mayo del 2008) la Iglesia volvió a mostrar su homofobia no tan velada, publicando una beata asqueada por el beso entre hombres... aunque nunca se asqueó por el espantoso asesinato cometido en el mismo filme.

El 10 de enero de 1973, conmemorando el 250 aniversario de la Universidad de La Habana,[58] se había resaltado la contribución del Seminario de San Carlos y San Ambrosio y algunos intelectuales eclesiásticos a la Cuba de antaño. EI 10 de diciembre de 1979 (Resolución del Consejo de Estado) se instituye la Orden Félix Varela para cubanos o extranjeros distinguidos para la cultura cubana o universal, que el 19 de octubre de 1981, se acuerda otorgar el 20 de Octubre, Día de la Cultura Cubana. Al día siguiente se le otorgó a múltiples artistas e intelectuales relevantes, y Hart decía: "…Félix Varela, 'patriota entero' como le llamara Martí, que enaltece y prestigia la condecoración que se concede a las más prominentes personalidades y colectivos culturales del país,
simboliza al intelectual cubano de todas las épocas. Varela fue, como ha sido expresado con
toda justeza, "maestro de maestros, maestro de filósofos, maestro de intelectuales y maestro
de revolucionarios'. Fue Varela (…) el primero de nuestros intelectuales revolucionarios".

Pero mucho más allá del esqueleto judeocristiano de raíz greco-latina como raíz occidental vigente, cada cultura europea se particulariza para conformar la cultura cubana, a entender casuísticamente… incluso, a pesar (y a veces, hasta en contra… por tanto, excluidos) de tal esqueleto judeocristiano.

OCCIDENTALIZADOS EXCLUIDOS DEL JUDEOCRISTIANISMO: LOS GITANOS.

Nómadas por definición, las primeras migraciones gitanas (romaníes) desde la India (donde se dice que se les llamaba egipciacos por haber llegado de Egipto; de donde deriva el inglés gipsy) datan del s.X, y pueden asumir la religiosidad de cada cultura; incluso la cristiana (tras la II Guerra Mundial cuando tan perseguidos fueron, muchos se convirtieron al protestantismo), pero como otros paralelos (ya vimos por ejemplo la astrología de ascendencia greco-romana, y luego otras que se occidentalizan; druidismo, hechicerías, nigromancia, masonería, espiritismo, etc.), quedaban ajenos (a veces excluidos) de lo más estrechamente “cristiano” aunque implícitos y transculturados desde diversas regiones europeas que los cualifican, incluidos sus ancestros y continuos andares…. En Cuba las evidencias vinculadas a las gitanerías (según el imaginario: lecturas de mano, etc. incluidos prejuicios, exotismo y snobismo), se remontan a Jacinto Valdés, el actor cuyo “Viva Céspedes” detonó la masacre del teatro Villanueva (22.1.1869), preso cinco veces 1858-1866 por quimerista (entre otras razones), y su esposa la “isleña” (canaria) Juana Relly, meretriz y quimerista (cartomántica); y Olallo Díaz González publica su obra Doña Cleta la adivina (con un antecedente en su libro Costumbres populares, 1881) historia de una cartomántica que engaña a todos sus clientes, y al ser denunciada logra el perdón y la libertad.[59] El santiaguero Salvador Adams (1894-1971) compone La Gitana Negra; Gitana Tropical (1927, óleo del habanero Víctor Manuel García, 1897-1969) es hoy símbolo habanero y desde 1999, la máxima distinción capitalina. Un cantante se hace llamar El Gitano Negro; el compositor, violinista y director de orquesta remediano Alejandro García Caturla (1906-1940) presentó La Danza de la Gitana (Halffter); El compositor y director de orquesta y banda, el habanero Gonzalo Roig (1890-1970) compone la Canción de la Gitana (1933), Canto de gitanos (1944); y su Danza y Coro de los Gitanos (1939).

El brazo gitano es un postre tradicional en Cuba; el Vedado Tennis Club tuvo al tema tres comparsas (1944: Las Gitanas, y Campamento Gitano; y 1950: Los Gitanos Contrabandistas); iniciando el siglo XX, cerca de La Ermita de los Catalanes (hoy Plaza de la Revolución) un campamento gitano (entre otros en Cuba) tuvo muchos enemigos: culpados de cuanto se perdiera, buenos jinetes y alegres, cantaban, bailaban, y una de las más ancianas, adivinaba la suerte;[60] al inaugurarse el hotel Havana Hilton (hoy Habana Libre) en L y 23, apogeo de La Rampa y en su mismo origen, el 19 de marzo de 1958, actuó la orquesta de Jesús Moreno y sus Gitanos. Con la Revolución, a las culturas nómadas les era difícil mantenerse en el país, pero quedaron sus descendientes (ya no nómadas) y sobre todo, su cultura y su imaginario, desde la memoria histórica. Danza Universitaria (Faruks) montó Amor Brujo (1982; Manuel de Falla; en la música y danza flamencas, desde Andalucía s.XVIII, tuvieron gran impronta los gitanos) y nos sigue llegando en los audiovisuales: filmes, telenovelas (varias de Brasil, por ejemplo), etc. A finales del siglo XX, al cantante español Moncho le reconocíamos como “el gitano del (tan cubano) bolero”;  y en el 2012, trabaja el colectivo artístico Gitano.

Los gitanos, y más allá las gitanerías en su impacto al imaginario cubano, representan en estas páginas a todos aquellos no menos europeos y europeizados que nos llegaron de un Occidente sin compartir, sin embargo, aquel esqueleto judeocristiano (por ejemplo los herejes, si bien esta acepción del más estrecho cristianismo solía incluir a sus ancestros hebreos) y en ocasiones, ni siquiera la raíz grecolatina (por ejemplo, el imaginario que nos llega desde los antiguos vikingos, a detenernos al estudiar las culturas nórdicas); todo lo cual llenaría varios tomos que este artículo sólo introduce para develar toda la rica diversidad de una Europa que levantó una cultura occidental con las Américas (rebosante de identidades muy diversas con otros pueblos más tradicionales en el continente y desde otros continentes, incluida Cuba) y que sí, se identifica por su raíz grecolatina y esqueleto judeocristiano… pero que tampoco podemos asumir tan excluyentemente pues sin tal diversidad, no siempre grecolatina ni judeocristiana, tampoco seríamos Cuba.

Notas:

[1] Quizás el ejemplo cumbre sea el Cristo de La Habana (Jilma Madera; mármol, Casablanca, 1958) símbolo de nuestra bahía y en el mundo; pero es tema común tanto por los extranjeros para Cuba (Vondrak: “Cristo”, yeso, ca. 1940) como por los cubanos (Armento: “Cristo Agonizante”, yeso, 1945), además de toda la música sacra desde Esteban Salas (1725-1803), y la recreación contemporánea por Ars Longa, la música coral, etc.

[2] Legget, Pablo. Cristianismo v Cultura. Seminario Bíblico Latinoamericano, San José de Costa Rica. Este material relaciona históricamente diversas posiciones en torno a la interpelación entre cultura y cristianismo. Al margen de que la religión constituye un componente interconectado dentro del complejo sistema cultural, el cristianismo en sí ha generado a su alrededor todo una cultura propia de costumbres, tradiciones, festividades, celebraciones, cultura alimentaria y funeraria, ecológica, jurídica, política inclusive. ética y estética, filosófica, que hereda toda la sociedad más allá de aquellos sectores identificados como cristianos, independientemente de sus diversas denominaciones internas.

[3] Couceiro: Vigencia de los indoamericanos para la cultura cubana actual. En proceso de publicación, Unión de Historiadores de Cuba. 2012.

[4] Leal, Rine. Introducción a Cuba: el teatro. Instituto del Libro, La Habana, 1968.  Puntualiza el inicio en Cuba en 1570 (Leal, 1982:486), antecedido solo por las danzas hispánicas, y en 1573 comienzan las “invenciones”, en 1597 los autos sacramentales, las comedias desde 1599, luego el Día de Reyes y las comedias en iglesias desde 1659, aportando incluso en la transculturación para las tragedias abakuá del enyoro (1837)

[5] Díaz Cerveto, Lic. Ana Margarita; Líc. Ofelia Pérez Cruz, y Lic. Ana Celia Perera Pintado. Las festividades religiosas más concurridas en la sociedad cubana actual. Departamento de Estudios Socio-Religiosos del CIPSACC. 1991.

[6] Diccionario de la Literatura... (Ob.Cit.).T.I, pág.24.

[7] Sújov, A.D. Raíces Cognitivas v Sociales de la Religión.

[8] Fariñas Gutiérrez s Prof. María Daysy: Las Formas Tempranas de la Religión en los Aborígenes de Cuba. Departamento de Estudios Socio-Religiosos del CIPSACC. 1991.

[9] Ham Reyes, Dr. Adolfo. Influencias del Cristianismo en los Orígenes de la Cultura Cubana. Centro de Estudios del Consejo Ecuménico de Cuba. Abril de 1991.

[10] Gorrín, Prof. Obed; Dr. René Castellanos; Dr. Rafael Cepeda; Dr. Adolfo Ham; Rev. Juan Ramón de la Paz; Prof. Rafael Zaldívar; Gisela Pérez y Lic. Ana Luisa Puerta. Evangelio v Cultura en Cuba. Centro de Estudios del Consejo Ecuménico de Cuba. 1990.

[11] Marx, Karl; y Friedrich Engels: Sobre la Religión. Editorial Política, La Habana, 1983. Incluye un extracto de Engels en su Antidhüring, donde define religión como toda práctica que cree en la existencia real de lo sobrenatural, pero la conciencia religiosa puede preceder a la religión en niveles primarios e intermedios de elaboración, primando el nivel sicológico social con contenido eminentemente mítico, mágico y supersticioso, y que serian sus "formas tempranas" como el animismo, ciertas actividades de carácter mágico, etc.

[12] Colectivo de Autores: Selección de Temas de Ateísmo Científico. Editorial Política, La Habana, 1982.

[13] Bailey, D.S. Homosexuality and the Western Christian Tradition. London, New York, Toronto, Longmans & Co., 1955:121-122. El subrayado es nuestro.

[14] Couceiro Rodríguez, Lic. Avelino Víctor y Lic. Jorge Manuel Perera Fernández. ¿Cultura Homosexual? IV Taller Internacional de Antropología, 1998. Por revista Temas, en Biblioteca Científico – Técnica de la ACC, 27 de abril de 1999.

[15] Vitier, Medardo. Las Ideas y la Filosofía en Cuba. Ediciones Ciencias Sociales, La Habana, 1981:33-34.

[16] Vitier, Cintio. “El Precursor”, en diario Granma, 14 de octubre de 1981.

[17] Vida y Pensamiento de Félix Varela. Ed. Roig de Leuchsering, pág.55.

[18] García Bárcena, Ramón: Prólogo a los Aforismos. La Habana, p.XXIII.

[19] Martí, José: Periódico Patria. 17.11.1894.

[20] Luz y Caballero, José de la. Aforismos. 444-448.

[21] Vitier, Cintio. Ese Sol del Mundo Moral. Págs. 33-34.

[22] Sanguily, Manuel. José de la Luz y Caballero. 1890. Ed.1962:171-174. El subrayado es nuestro.

[23] Juan, Adelaida de. Introducción a Cuba: Las Artes Plásticas. Cuadernos Populares, Instituto del Libro, 1966:28-34.

[24] García Pérez-Rolo, Raúl: Historia de Arroyo Naranjo (2003) Libro digital. Publicitaria Imágenes del CIMEX. Comisión de Historia del Comité Provincial del P.C.C. y su Proyecto Identidad, 2006:85; este texto la especifica en la sureña campiña habanera, mayoritariamente por canarios cuyas raíces guanches transculturaban por España (Europa en general) hacia lo cubano.

[25] López Segrera, Francisco. Los Orígenes de la Cultura Cubana. UNEAC, La Habana, 1968:59-70.

[26] Orovio, Helio: Diccionario de la música cubana. Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana. 1981.

[27] Leal, Rine: La Selva Oscura: de los bufos a la neocolonia. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de La Habana, 1982:21; 35-36; 88; 22; 26; 38; 40; 45; 47; 57; 72; 75; 76; 93; 98; 103-105; 109; 118; 120-121; 39.

[28] Leal, 1982: 124, 127; 128; 129-130; 142; 148; 159; 167; 179; 194; 208; 215; 415; 218; 243; 245; 249; 274; 279; 289; 292; 294; 299; 300; 302-304; 328; 337; 340-341; 345; 349; 351-352; 356; 404; 407-408; 435; 447; 450; 471; 483-484.

[29] Diario Granma. 20.10.1981.

[30] Fariñas… Religiosidad… (Ob.Cit.)

[31] Macia de Casteleiro, María. La Música Religiosa en Cuba. La Habana, 1956.

[32] Couceiro Rodríguez, Avelino Víctor. Las festividades Populares en las Barriadas del Noroccidente habanero. 1991. Equipo de investigaciones Culturales del Municipio Plaza de la Revolución. Asesores: Prof. Luis Felipe Rodríguez, Metodología de la investigación del Instituto Superior de Arte, y Dr. Jesús Guanche, Centro de Investigación y Desarrollo de la Música  Cubana.

[33] Couceiro Rodríguez, Avelino Víctor, y Jorge Manuel Perera Fernández. La Historia en la Identidad de los Barrios. I' Simposio Internacional  de  Historia  Local.   Instituto  de  Historia  de  Cuba. 1996.

[34] Ruíz, Gervasio G. Idea, inicio y frustración de la ermita de los catalanes. Revista Carteles, 1952. La Habana, año 32, # 21:46-48.

[35] Martínez Bello, Dr. Antonio. Las Ideas Filosóficas de José Martí. Memorias del II Simposio Territorial de Estudios Culturales Plaza de la Revolución, 1991.

[36] Martí, José. “Cinco de Mayo”. Revista Universal. México, 7.5.1875.

[37] Martí: “Agrupamiento de los Pueblos de América”, en La América, New York, Octubre de 1883.

[38] Martí. “Maestros Ambulantes”. La América. New York, Mayo de 1884.

[39] Martí; en revista Universal, México, 12.6.1875.

[40] Martí: “Francisco de Paula Vigil: el cristiano y la curia”. Revista Universal, México, 26.8.1875.

[41] Martí,  Los  Códigos  Nuevos.   11.4.1877.

[42] Martí. Conceptos Filosóficos para preparar clases en la Cátedra de Historia de la Filosofía en la Escuela Normal de Guatemala, 29.5.1877; 1888.

[43] Martí. Apuntes  de  Viaje  por  Venezuela, 1878.

[44] Martí: Prólogo a El Poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonaide. New York,   1882.

[45] Martí: Carta al Director de La Opinión Nacional, de New York, 18.3.1882, a Caracas, Venezuela,   1.4.1882.

[46] Martí: “Una Distribución de Diploma en un Colegio de los Estados Unidos”. La América, N.York, junio 1864.

[47] Martí, José. “Guerra Literaria en Colombia”. La América. New York, Julio de  1884.

[48] Martí: “Escenas Norteamericanas”, 1894; en Obras Completas, Volumen I, pag.1964.

[49]Martí: “Federico Proaño, periodista”. Patria, New York, 8.9. 1894.

[50] Veigas Zamora, José: Escultura en Cuba. Siglo XX. Fundación Caguayo, Editorial Oriente. Santiago de Cuba. 2005: 519: 280; 324; 479; 209-210; 321-322; 57; 416-417; 156; 367-369; 212; 265; 168-171; 345-346; 515; 359-360; 305-307; 165-166; 240-244; 369-372; 17; 50; 154-155; 443-444; 419-420; 389-391; 127-128; 157; 259-260.

[51] Martínez O´Farrill, Luisa M., y col.: Historia del Cotorro (2004) Publicitaria Imágenes del CIMEX, PCC Provincial. 2006:163-168.

[52] Couceiro y Lic. María Elena González Delgado. Historia de la Educación en el Municipio Plaza. lera. Mención Jornada Pedagógica Municipal Plaza de la Revolución. 1988.

[53] Rodríguez, Dr. Raúl. El Cine Silente en Cuba. Editorial Letras Cubanas. 1992:125.

[54] Méndez Capote, Renée. Memorias de una Cubanita que nació con el Siglo. Editorial Pueblo v. Educación, 1990:107-111.

[55] Gorrín, Prof.Obed. Algunas propuestas sobre la participación Cristiana en la Sociedad Cubana. Director del Centro de Estudios del Consejo Ecuménico de Cuba. 1990; Rodríguez Cruzada, Líc. Ana Luisa: Cristianos y Marxistas: Premisas para un Diálogo. Instituto de Filosofía de la ACC. 1991. Memorias del II Simposio Territorial de Estudios Culturales Plaza de la Revolución. 1991.

[56] Hart Dávalos, Dr. Armando. “Rebeldía y Cultura en Félix Varela”. Revista Revolución y Cultura, enero de 1969:4.

[57] Veigas, 2005: 255-257; 332-333: 245-246; 267-269;300-301; 447-448; 357; 26-28; 412-414; 229-232; 117; 309-310; 259: 301-302; 95; 459-460; 487; 389-389; 129-131; 135-136; 449-450; 151-153; 386-388; 311-312; 483-440; 325.

[58] Rodríguez, Dr. Carlos Rafael. Diario Granma, 12.1.1976.

[59] Leal, 1982:56 y 253.

[60] Betancourt Sanabria, Luis Adrián. Cochero. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998:108.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 10 de abril de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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