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Apropiación homosexual de espacios heterosexualistas en Cuba

Libro digital publicado en CD, IX Conferencia Internacional Antropología 2008. Noviembre 2008, COSUDE, Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación. Instituto Cubano de Antropología.

por Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu
 

 
 

Antes del lugar…

 

Esta monografía germinaba al iniciar la década finisecular cubana, con el primer Programa de Desarrollo Cultural para el municipio capitalino cubano Plaza de la Revolución pues, al conceptuar científicamente la cultura, derivó incluir la cultura sexual y luchar (ya entonces) contra la homofobia y otros prejuicios. Como acciones, esta línea enriqueció nuestros eventos desde fecha tan temprana para Cuba como mayo de 1993 (Arenas, 1993), sistematizada desde antaño con nuevos logros[1] y, paralelamente, obra propia,[2] a pesar del ambiente que aun heterosexualista, impone limitantes. Estos resultados de investigación deben interesar a todos los niveles de dirección del país, ordenamiento jurídico y fuerzas militares en la llamada política de rectificación de errores; la prevención social, la lucha contra el sida, educación, etc.

 

El objetivo es valorar la apropiación de espacios (todos heterosexualistas excluyentes a menudo homofóbicos) por la homosexualidad que requiere de ellos para pervivir en Cuba, a partir del estudio de caso capitalino (sin obviar otros lugares del país y con método comparativo), en lo que radica la novedad científica al esgrimir la Antropología desde estos lugares en plena capital, obviados y menospreciados por prejuicios, ignorancia e hipocresía, que pulsan cuerdas esenciales de toda la sociedad cubana entre milenios, y del alma humana en general y sus más elementales necesidades. Asimismo, actualiza y profundiza aspectos urgentes para todo diagnóstico sobre las más disímiles aristas sociales (no sólo sexuales) y sobre todo, para la más elemental justicia social (bandera de lucha en numerosos países con la que la ciencia debe comprometerse), sin la cual, cualquier Revolución se desdice de sí misma.

 

Es un estudio necesario si nos proponemos superar científicamente peldaños en la escala humana hacia una mejor convivencia, e importante para brindar soluciones a problemas sociales como el excluyente heterosexualismo de todos nuestros espacios en la cultura occidental (distintiva en su diversidad); entre los resultados de este estudio se espera en primer lugar, erradicar las campañas homofóbicas que aun persisten contra estos espacios, y como superobjetivo, crear espacios para las necesidades homosexualidades cubanas, dada la difícil problemática de la vivienda en Cuba y los alquileres inaccesibles, mucho peor para la homosexualidad que para la heterosexualidad.

 

Antecedentes teóricos e históricos para comprender los lugares de encuentro gay.

Para comprender mejor esta problemática, resulta impostergable retomar algunos antecedentes teóricos e históricos, nacionales e internacionales: en primer lugar, esta monografía se esmera en no desgajar la homosexualidad del resto de la sexualidad, puesto que la homofobia afecta no sólo a la homosexualidad, sino a toda la sexualidad: las relaciones heterosexuales son frustradas por los prejuicios contra los disímiles actos que supuestamente, son privativos de la homosexualidad, además de la feliz convivencia con quienes asumen (o sospechen que de alguna manera, disfrutan) la homosexualidad, y ante todo, consigo mismos, tanto por sus auto represiones en este complejo, rico y variado universo sexual, como por sus acciones y reacciones contra sus conocidos que asumen, o sospechen que de alguna manera disfrutan, la homosexualidad; ello remeda mi teoría del “marginador marginado”, que trasciende a otras marginaciones.[3] Este trabajo parte de la tesis de que existen tantas sexualidades, como momentos sexuales (incluso sensuales) tiene cada ser sexuado del mundo; lo cual se potencia mucho más si añadimos el erotismo, aun sin agregar (por ahora) la simple satisfacción por la belleza del propio sexo.

 

En consecuencia, es preferible clasificar la homosexualidad y no los homosexuales, como tristemente, suele hacerse; así no se limita a la persona, a la que tampoco circunscribe en una llamada orientación sexual que suele transgredir fronteras, sino que se concreta a esos momentos de sentida o expresa homosexualidad, al margen de la represión; aun cuando por cualquier motivo (incluso concesión en aras de una mejor comunicación o al aplicar determinados instrumentos) se trabaje con la diferencia que muchos insisten entre homosexuales y heterosexuales, o incluso bisexuales,[4] es preferible para esos estudios, el instrumental que los clasifica como homosexuales confesos y supuestos heterosexuales, lo cual desde posiciones científicas no puede asumirse como insulto ni por unos ni por otros.[5]

 

La sentencia popular “la peor astilla es la del propio palo”, es válida para homofóbicos de ambos sexos que inescrupulosamente, pretenden desviar de sí la atención, y hace más vulnerable a todo grupo marginado, aunque también siempre hay valientes luchadores contra su marginación concreta. Es anticientífico pretender que la realidad sea según la clasifiquemos y no al revés, ajenos a toda la riquísima complejidad real, y no se excluyen homofobias, prejuicios y facilismos inconcientemente incorporados en todas las ciencias (incluso sexólogos a veces no tan consecuentes en su teoría con su práctica cotidiana y familiar) y en la propia homosexualidad.

 

Urge la interdisciplinariedad cada vez más que la multidisciplinariedad, y no quedan áreas del conocimiento exclusivas de ninguna ciencia: sexólogos y psicólogos requieren de antropólogos, historiadores, sociólogos, analistas del arte, etc. y todos entre sí; predomina toda diferencia entre supuestos heterosexuales, como entre homosexuales confesos, más allá de la diferencia constante consigo mismo (intrapersonal), y en unos y otros abundan igualmente diversidad de homofóbicos y anti homofóbicos; de nuevo es la tesis de tantas sexualidades como momentos sexuales tiene cada ser sexuado del mundo, de donde prefiero la denominación del Ministerio de Salud Pública en la lucha contra el sida mediante el proyecto Hombre-Sexo-Hombre, con lo que alude exactamente al momento de motivación sexual, y no a la persona; si bien se requiere incluir, por la justicia social más allá de la lucha contra el sida, las relaciones Mujer-Sexo-Mujer, Hombre-Sexo-Mujer, y las infinitas variantes del sexo grupal.

 

Se debe resaltar la diferencia entre la más sana y natural heterosexualidad y el heterosexualismo, entendido este como la aberración de imponer (incluso, imponerse a sí mismo, lo que se produce y reproduce a partir de la cultura estatal que por milenios nos distingue) el gusto heterosexual sobre todo otro; de donde degenera la homofobia como patología de incomprensión y rechazo al atractivo dentro del propio sexo. Exactamente igual diferencia hay entre la más sana y natural homosexualidad y el homosexualismo, si bien este último se produce y reproduce a menudo como rebelión a la homofobia y otras imposiciones incluso no sexuales, en una contracultura milenaria distinguida según cada contexto, y emana la no menos patológica heterofobia, mucho más débil que la homofobia por el heterosexualismo al poder; el desarrollo armónico y feliz de la Humanidad exige extirpar homofobia y heterofobia, y sus raíces: heterosexualismo y homosexualismo.

 

Cabe retomar de los antecedentes, si existe o no una cultura homosexual…Y en caso de existir… qué entender por tal? Resumo proponiendo mi concepto de cultura en tanto “sistema de valores” (Couceiro, 2007d:51) y en tal caso, cabría preguntarse cuál es la cultura homosexual, atendiendo a las siguientes alternativas (Couceiro y Perera, 1998):

 

1. Aquella de los homosexuales (confesos o sospechosos con toda la especulación implícita), lo que contradice la tesis de tantas sexualidades según momentos sexuales tenga cada ser sexuado del mundo. Muchísimo de lo que hacen, dicen o crean los homosexuales confesos en todos los contextos, además de diverso y hasta antagónico excluyente, nada tiene que ver con la homosexualidad, lo que impide reducir un individuo a su orientación sexual.

2. Aquella que refleja de una forma u otra en disímiles grados y desde diversas actitudes, la problemática de la homosexualidad, al margen de la supuesta orientación del autor.

 

Opto por la segunda alternativa, y retomo el punto inicial de que la homosexualidad y la heterosexualidad, lejos de antagonistas, son indisolubles de la misma y más natural sexualidad y, tal vez mucho más orgánicamente de lo que hoy se aceptaría, se complementan necesaria y saludablemente. La distinción entre heterosexualidad y homosexualidad parte de la imposición de una sobre otra, y al imponerse el heterosexualismo al reducir el disfrute sexual a la reproducción biológica (lo que obvia otras múltiples formas de reproducción que sobre todo, la propia especie humana demuestra fehacientemente) evoluciona la (contra)cultura homosexual, por lo que dicha “cultura homosexual”, igual que la “heterosexual”, emanan de la marginación.

 

En síntesis muy apretada, abundan las muestras de homosexualidad en todas las culturas humanas milenios previos, por no incluir diversas especies animales y otros organismos sexuados, cuando en Persia en el siglo VI a.n.e. surgen los primeros síntomas de homofobia (Couceiro, 2005) con el zoroastrismo, evaluado como el más antiguo y homofóbico de todos los sistemas religiosos del mundo, que influyó en los autores hebreos de las Leyes del Levítico (apr. 450 a.n.e.), germen de la homofobia para la ulterior cultura occidental, donde no obstante, no logró auge sino hacia fines de la Edad Media europea y en los umbrales de la modernidad burguesa, en la lucha cristiana por un poder que enarbolaba la Sagrada Familia y de tal suerte, pretendía imponerse en lo más íntimo de cada persona (incluida su sexualidad) y sobrevivir en el nuevo universo de modernidad capitalista que se avecinaba indefectible, con la coacción sicológica y el terror que expandirían al resto del mundo, y una triste secuela de innumerables afectaciones y degeneraciones en la cultura sexual (aunque no sólo, pero sí una de las más afectadas) que nos laceran hasta la actualidad.

 

En otras culturas (sociedades clasistas como aztecas, incas, etc.) hay evidencias de homofobia, siempre sistémica con otras represiones sexuales: adulterio sobre todo machista; incesto, masturbaciones, etc. La rebelión siempre ha estado presente como sana tradición, al margen de equívocos e inmadurez según cada contexto y en uno u otro sentido o grado; ya a finales del siglo XIX paralelo al estallido de la Revolución Científico-Técnica, se aporta el vocablo “homosexualidad” de raíz biologicista, como instrumento científico supuestamente no discriminatorio (a pesar de las polémicas) y comienzan a apreciarse tendencias diversas a combatir la homofobia desde la justicia social (Alemania), si bien es la Revolución Sexual a finales de los años sesenta del siglo XX en los Estados Unidos (durante la evolución de la guerra fría a la lucha ideológica ulterior) la que solidifica en el mundo los llamados “movimientos (de liberación) gay” e impone definitivamente el término “gay” para todo el orbe, aunque los antecedentes demuestran que el caso norteamericano no era exclusivo en el mundo (Couceiro, 2006a)

 

Se ratifica la esencia sistémica del fenómeno objeto de estudio, por ejemplo en su interrelación con otras causas de justicia social;[6] debemos detenernos asimismo en la nomenclatura emanada del desarrollo de la homofobia, que al evolucionar degenera nuevas palabras, casi siempre ofensivas y discriminatorias, contra todo lo que no fuera la cultura heterosexualista reinante, y sobre todo contra la homosexualidad. Así deriva el apelativo “lesbiana” (inspirado en la isla griega Lesbos) para la homosexualidad femenina, lo que bajo el pretexto de exacerbar identidades (que trascienden en mucho a la orientación sexual), promueve la desunión y la homofobia entre homosexuales de ambos sexos.

 

Cambian por ejemplo, las formas en que dos hombres desconocidos, en contexto tan heterosexualista, logran comunicarse sus intenciones amorosas o al menos, sexuales: el código de la mirada se mantiene, más explícito y rápido hoy que antes, o tocándose de manera insinuada el pene a través del pantalón; o rozándose en ómnibus y otros pretextos de multitud; encuentros fortuitos en baños, playas, etc. que según se hiciera más discreta o groseramente, agradaba o no al otro sujeto, en dependencia de sus gustos; hace apenas veinte años, jugar con la llave entre los dedos de la mano indicaba tener un lugar donde hacer el sexo. Entablan conversación preguntando la hora, comentando la dificultad del transporte u otros pretextos, y la apremiante pregunta “¿tienes dónde ir?” nos remite aún hoy a la difícil situación de vivienda y a la carencia de espacios para estas necesidades, reprimidas socialmente.   

 

Hace dos décadas se autorreconocían “entendidos” y su pareja era su “compromiso”, que hoy el varón homosexual presenta mucho más desenfadadamente como su “novio” o simplemente, su pareja; entre las nuevas generaciones, hay quienes prefieren recontextualizar los antes insultos y entre ellos mismos se llaman “maricón” y “pájara” más cómodo que “homosexual”, más propiamente intelectual y sin mayor ánimo de ofensa que el atribuido por definición implícita, o por reacción populista anti intelectualista; algunos se tratan en femenino, todo lo cual habría que estudiar si es un disfrute masoquista de lo que históricamente ha sido ofensa aguda y cruel, que revierten quizás burla o rebelión velada e inconsciente sin mayor encauzamiento ni madurez; o es que prefieren así vaciar tales insultos de su significado oprobioso, como para que no quede agravio alguno ni siquiera en el pasado de la homosexualidad. Pero sin dudas, el apelativo “gay” que entra en Cuba durante la última década del siglo XX, goza de la preferencia general.

 

Personalmente, asumo el vocablo “gay”[7] sólo por su generalización y connotación de respeto y de militante justicia social que ha adquirido; por lo demás, habría que estudiar si en su germen y evolución no incuba también homofobia y otros prejuicios.[8] También se debe analizar la automarginación: hija de la marginación, suele dañar más. Es de especial interés al estudiar la homosexualidad, más fácilmente disimulable que el género, la raza o hasta la religión (que comulga con su credo) y así elude mejor la discriminación, pero las frustraciones consecuentes hieren tristemente toda su vida y sus relaciones de todo tipo; la época actual habla cada vez más de aceptar en vez del aun discriminatorio tolerar, promovido hace diez años, contra el que ya se pronunciaba esta línea investigativa (Couceiro y Perera, 1998)

 

Cada vez se confunde menos el tan relativo y subjetivista amaneramiento con la homosexualidad masculina (supuesta tosquedad en las mujeres) según los patrones de género establecidos por una anticientífica cultura sexual milenaria, en los que descansa homofóbicamente el imaginario,[9] igualando al homosexual masculino con el dogma mujer,[10] y a la lesbiana con el dogma hombre,[11] y a ambos con frustración de identidad sexual, irrealidad en la que todos somos educados mucho antes de asumir orientaciones sexuales, al margen de lo cual se asimila o no según cada contexto individual; por ello han metamorfoseado “el problema homosexual” como un “tercer sexo” o que debieran ser del otro sexo, confundiéndolo con el transexualismo, en vez de centrarlo en el problema que la sociedad se ha creado a sí misma al marginar una y más de sus opciones sexuales.[12]

 

Asimismo se impone el debate sobre qué entender por comunidad gay, sobre todo en un caso como el cubano. Retomo comunidad (humana) como aquel “conjunto relativamente sistémico, de personas con algún(os) aspecto(s) comun(es), de los que depende el tipo de comunidad y sus características” (Couceiro, 2007d:50, y 2008b)[13] Pero el mero hecho de haber homosexualidad no implica mecánicamente que haya comunidad gay. En el caso cubano, tal estudio concluye que afortunadamente, dada la génesis e historia de los racismos cubanos (entendidos en toda su multidireccionalidad) no hay comunidades negras cubanas como en otros países; lamentablemente, dada la represión homofóbica social y psicológica contra cada individuo, no se ha podido articular una comunidad gay cubana, que pese a la marginación implícita es necesaria para su más feliz desarrollo en una cultura aun heterosexualista que la priva de espacios y de otros derechos elementales, lo que ocasiona todo tipo de problema social; ello no excluye que quizás, de alguna manera, se estén fomentando gérmenes de una genuina comunidad gay cubana.

 

La homofobia cubana en su evolución, no se distingue del resto de Occidente: la colonización española hostigó bajo el polemizable concepto de “promiscuidad”, a las culturas precolombinas aquí detectadas, a las restantes que se incorporarían y a sus propios transgresores. La historia escrita hasta hoy, no recoge en Cuba el holocausto tan atroz de otros países, lo cual no quiere decir que en cualquier momento de nuestra historia, no hayan acontecido horrores que por razones obvias, aun las ciencias no han descubierto o no se han dado a la luz (las investigaciones en este sentido son paralelas a este texto); sí se reconoce que caldo de cultivo ha habido para tales horrores, si bien Cuba, conformada a partir de inmigraciones bien diversas dada su posición privilegiada en el continente, siempre estuvo acostumbrada a “lo distinto” y es plausible la hipótesis de que nuestras intolerancias hayan sido menos severas que otras.

 

Quizás la insularidad sobredimensionada (no sólo geográfica, sino política e integralmente) a partir de 1959, cuando la isla disminuyó sensiblemente como receptora de inmigrantes y se asumía un comunismo confundido con el stalinismo y sus excesos a menudo infelices (Castellanos, 2008), elevó los prejuicios heredados a históricas (y sospechosamente, histéricas) campañas homofóbicas: hitos fueron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) al finalizar los sesenta; el Congreso de Educación y Cultura (1971), los slogan homofóbicos cuando los sucesos del Mariel en 1980; más recientes, la Operación Dignidad (nombre polemizable), 2005, y la Avioneta, 2007; etc. sobre todo contra los lugares objeto de estudio y contra todo sospechoso de homosexualidad, según el momento: “peludos”, hombres con pantalones apretados o short, mujeres en pantalones y sobre todo, minifaldas, todo lo no tradicionalista, el arte, etc.; nada de lo cual ha contrarrestado, y aun hoy Cuba dista mucho de la vanguardia revolucionaria mundial en el tema que nos ocupa, errores y horrores que desgraciadamente, han degenerado abundantes problemas incluso políticos a escala internacional, y una emigración considerable y penosa por todo el patrimonio humano perdido, incluida la no promoción de numerosos valores, aun cuando no hayan abandonado el país.

 

Sólo en vísperas del tercer milenio es que, todavía muy tímidamente y con obvios prejuicios, estos tópicos empiezan a ser tema para el debate público muy lenta, prejuiciada e insuficientemente aun, al triste son de la urgencia en la lucha contra el sida (y casi siempre limitado a ello, degeneración para ambas causas) y del movimiento revolucionario mundial inclaudicable también en esta esfera, que llega a Cuba en los Festivales Internacionales de cine, de teatro y Bienales de Artes Plásticas, entre otros, asumidos aún con prejuicios, pero sin tanta censura que denigraría a los ojos del mundo, aunque todavía hoy siguen sin sistematizarse el resto del año ni generalizarse por TV y otros medios. Sólo al iniciar los años noventa incluían más osadas propuestas cubanas, los primeros desnudos masculinos y el grupo de teatro El Público, hasta exponentes en todas las manifestaciones y las Jornadas de Arte Homoerótico entre 1998 y el 2000 (Couceiro, 2006d), con impacto indeleble en nuestra cultura popular y una mayor autenticidad y visibilidad. El 2008 marca un hito con la Jornada contra la Homofobia ya citada (Couceiro 2008e).

 

Ya así, queda introducida esta monografía, tema aun absolutamente novedoso y urgente, sobre todo en contextos como el cubano, aun a la zaga; es también, todavía, un tema marginado, antes prohibidos todos sus exponentes del patrimonio nacional y universal, mientras se promovían las diversas variantes de homofobia, en enconada lucha (Couceiro, 2006d): incluso dentro de las academias hay quien discriminatoriamente, valora el rigor del tema[14] según la imagen del autor (desigual por contextos) pues alegan que un heterosexual está menos involucrado y menos apasionado,[15] lo cual es homofóbica seudo ciencia pues todos estamos involucrados.[16]

 

La misma marginación y novedad, exigen considerar la buena dosis de especulación que, en efecto, lastra (aunque a veces enriquece) cuantiosos antecedentes, que no por ello se pueden desestimar y menos aun, seguir silenciando homofóbicamente tan gran urgencia. A diferencia de los controversiales pingueros y sus clientes (Couceiro, 2006d) los llamados “lugares de encuentro gay” no han sido, hasta ahora, objeto de monografías entre otros motivos, por la valentía que exige luego reconocerlo públicamente en las tribunas oficiales heterosexualistas, aun disfrazadas ante los nuevos tiempos y resultados de investigaciones científicas, en las que el método de observación participante encubierta y alguna historia de vida, siempre en el más respetuoso anonimato (información de más), predominan. Los riesgos de penetrar en estos espacios tan cotidianos y al mismo tiempo tan ignorados y vilipendiados en estos sus otros rostros, sólo se podrán apreciar en ellos… ya de inmediato: entremos, pues. 

 

Papel y diversidad de los lugares de encuentro gay: el caso cubano.

 

La carencia de ambientes obliga a la homosexualidad a improvisar sus propios espacios para satisfacer tan primordiales necesidades sexuales, lo cual genera nuevos resortes que no cesan porque se les conceda demasiado tarde (o no) tales espacios, todo lo cual deviene interés de estudio fundamental de las ciencias sociales, y en particular, la Antropología: ¿cómo ha podido pervivir la homosexualidad, bajo represiones y disfraces, siglos de la más despiadada homofobia? En la naturaleza sexual radica la respuesta, pero también, en estos llamados “lugares de encuentro”, en que misterio, erotismo y peligro se entremezclan.

 

Aun cuando en algún momento tiendan a enquistarse y marginarse como ghettos, son espacios lamentablemente necesarios para disminuir los equívocos y altercados desagradables y peligrosos para todos, mientras no se acepte como natural dentro del mismo sexo (y se considere que se debe rechazar agresivamente), la invitación, el beso, las caricias y toda otra expresión heterosexual aceptada socialmente en los espacios públicos, con muchas más y mejores opciones para su sexualidad y aun con todas las limitaciones compartidas, pero empeoradas para la homosexualidad. Estos espacios revelan el sexismo y lo mejor y lo peor de la homosexualidad y de toda la diversidad humana que los frecuenta por sus atractivos más diversos; reconocen más la homosexualidad en un joven blanco, sobre todo rubio, que debe vulgarizarse para no ser confundido, en tanto el negro, símbolo de virilidad y fuerza, ha de ser grotesco para ser reconocido como homosexual, aunque en tales casos, es más ridiculizado que el blanco, pues se estima traidor a su sexo y a su raza al mismo tiempo.

 

Al estudiar los antecedentes históricos y la problemática contemporánea de los lugares de encuentro homosexual en Cuba, sobre todo en la actual Ciudad de La Habana, cabe indagar cómo y por qué se escogen tales espacios, cuáles son y cómo se identifican en su más variada tipología, y las relaciones que en ellos se establecen por los más diversos asiduos y no tan asiduos, en la más absoluta clandestinidad, aun acosados por policías, delincuentes y enfermedades, y conscientes de los peligros que en ellos, los acechan... y sin embargo, para sobrevivir, recrean, disfrutan, y se satisfacen.

 

Como en toda sociedad heterosexualista[17] que desde el nacimiento educa e impone por todos los medios el gusto heterosexual con todos sus patrones, la homosexualidad, a pesar de haber ganado visibilidad gracias a lo mejor de los innegables nuevos tiempos en el mundo (lo cual demasiado reprimida, no es suficiente para hablar aun de una comunidad gay cubana), queda marginada pues todos los espacios son, por definición, heterosexualistas y, a menudo, homofóbicos; de ahí que necesiten buscarse sus propios espacios y surgen los llamados “lugares de encuentro”, lógicamente en los lugares públicos más concurridos por su céntrica y atractiva posición, a menudo puntos referenciales con valores e impacto social de todo tipo, como (en el caso capitalino) La Rampa, en particular instalaciones como El Bimbón en 23 e Infanta, la antigua Arcada en M e/23 y 21, 23 y N, etc.; la heladería Coppelia;[18] parques cercanos como el Víctor Hugo (H y 21) o el Menocal hoy John Lennon (17 y 6), áreas del Malecón, Prado, Obispo, el Parque Central, el Parque de la Fraternidad, la acera de la tienda La Sortija; el cine Payret y el Capitolio, en áreas de naturaleza sensual como las playas (Tritón en el municipio Playa, Mi Cayito en Santa María del Mar, etc.) y en torno a instituciones artísticas, sobre todo escénicas, en reflejo del dogma del imaginario. El objetivo de estos lugares de encuentro es, simplemente, conocer a otros con quienes pueda haber recíproca atracción (o simplemente comunión en estas necesidades y mejor comprensión, posibles amistades, etc.) e interactuar sin tanto peligro de equívocos, lamentables hasta el escándalo público y a menudo, fatales, en baños, cines, transporte público y cualquier espacio, en ocasiones no equívoca, pero casi siempre injustamente.

 

Mas con la problemática de la vivienda en Cuba, empeorada para la homosexualidad, los actos sexuales no pueden realizarlos sino en otros lugares de encuentro, lógicamente, cercanos pero desolados al punto de lo escatológico, sin condiciones para más disfrute ni seguridad, como los baños públicos donde son hostigados por los vigilantes y algunos usuarios que sospechosamente necesitan continuamente ratificar a los demás su masculinidad, y curiosamente, se regodean pregonando sin mayor vergüenza (contradictorio en su discurso), haber sido deseado por otro hombre;[19] otros espacios a veces coinciden con los espacios de miedo, generados por leyendas locales o por superstición, o por hechos acontecidos o por otras presiones sociales, pero donde justo por el abandono que ello propicia, la homosexualidad satisface sus más elementales necesidades sexuales, para lo cual en la Ciudad de La Habana, han sido protagonistas la Necrópolis Cristóbal Colón, el Bosque de La Habana, ruinas, escaleras oscuras, apuntalamientos, calles y parques oscuros, sombras, etc.

 

En muchos de ellos la homosexualidad coincide con otras manifestaciones de la contracultura, de la seudo cultura o simplemente, ignoradas por la cultura estatal y académica y por el resto de la cultura popular, como son por ejemplo los cultos sincréticos o la evacuación de necesidades fisiológicas sin servicios sanitarios cerca sobre todo en horario nocturno (muy común por campañas contra los lugares de encuentro) o cuando sin baños, se degeneran costumbres y es simplemente más fácil y rápido orinar (más que defecar, aunque no se excluye) en estas escaleras, sombras, parques y demás; coinciden además, con la delincuencia que aquí y contra ellos ha ejecutado los más diversos y monstruosos crímenes, pero nunca es tan hostigada como la homosexualidad.

 

En resumen: en estos lugares la homosexualidad queda más vulnerable que nunca a las enfermedades, delincuentes, policías y homofóbicos en general (incluso dentro de ella misma) que hasta allí los persiguen con saña; en el caso capitalino se detectan entre ellos, las inmediaciones a la Plaza de la Revolución[20] y la otrora Feria de la Juventud;[21] la Quinta de los Molinos, la loma al Hospital Calixto García y la del Castillo del Príncipe; el Parque Forestal, el Parque Almendares, la playa del Chivo en La Habana del Este (donde ya en la tercera década del siglo XX, un escándalo de violación de un cadete por colegas suyos motivó una película que no sobrevivió a la censura: El Cadete del Morro) y la Loma del Burro en Diez de Octubre, entre otros muchos focos habaneros en que logran cobijarse, pues incluso en las lunetas oscuras de los cines y en los parques más apartados o en la mayor periferia, son mucho más acosados que las parejas heterosexuales, aunque estas tengan muchas más opciones, incluso sin noches y sombras ocultadoras.

 

Las manifestaciones lésbicas pasan más inadvertidas o toleradas en una sociedad machista y militarista, se repara menos en ellas y se interpretan por el imaginario como “fortaleza de carácter”;[22] por su propio instrumental, por haber sido educada para la casa a soportar pasivamente toda decisión con estabilidad y fidelidad obligadas (de lo contrario, se confunden como prostitutas o lesbianas) de donde salvo excepciones, emana mayor estabilidad en las parejas femeninas, con menos vida pública; mientras que el varón es destinado para la calle sin mayores emociones ni estabilidad ni igual concepto de deber ni de fidelidad, educado incluso en los prostíbulos, de todo lo cual los lugares de encuentro que predominan son masculinos; la lesbiana acude a ellos casi siempre como compañía y su “lugar de encuentro” se reduce aun más, por ejemplo, a las fiestas gay que en Cuba tienen su primer y más feliz período entre1994 y 1997,[23] a raíz del filme cubano Fresa y Chocolate y de la relativa apertura con la visita al país de organizaciones gay-lésbicas desde 1986[24] que condujeron a la filmación de Gay Cuba.[25]

 

Tales fiestas proliferaron en múltiples puntos de toda la Ciudad de La Habana y sus inmediaciones, con débil y efímero respaldo estatal, por ejemplo, en el Club Saturno de Línea y 8, Vedado, ahora Joker´s (con amenaza homofóbica ante policías en sus afueras); el club de Línea y F, el gimnasio de 17 y E, e incluso La Madriguera, sede capitalina de la Asociación de Jóvenes Artistas “Hermanos Saíz”; y hacia Marianao, el célebre Periquitón. En otros puntos del país se destaca con mucha mayor sistematicidad y logros, en Santa Clara, El Mejunje, institución que demuestra que no siempre en la capital se logra mayor liberalidad, lo cual es una lógica tradición, pues es desde donde se dirige y más se impone la cultura oficial, con mayores dificultades para toda opción no establecida.

 

Hostigadas, las fiestas gay fueron desplazadas hacia áreas menos “oficiales” y la periferia, de más difícil acceso por las dificultades del transporte. Nunca aceptadas del todo, con el choque de valores de todo lo novedoso diverso entre vecinos y policías, sin condenarse legalmente pero con múltiples pretextos para reprimirlas, resurgen con nuevos bríos hacia los años 2004 y 2005, muy esporádicas y aisladas tanto en tiempo como en espacio, más acechadas y vulnerables que antes, aunque las organizadas por lesbianas cobran más fuerza.

 

En las fiestas gay podría haber (como en cualquier otro contexto, y ciertamente, menos que en muchos otros) alguna riña muy esporádica[26] al ritmo del alcohol, muy raramente alguna droga, pero se identifican casi exclusivamente por su alto (y muy sano y respetuoso, sobre todo las de los años noventa) nivel de erotismo y sensualidad bailando sin camisas que por instantes, las hacía devenir lugar de encuentro para disímiles satisfacciones sexuales[27] y las actuales[28] por la ostentación económica con la frivolidad consecuente, y por momentos, cierta vulgaridad relacionada a veces con shows de trasvesti de muy irregular calidad y de menor compromiso, pero al igual que el transexualismo y la prostitución,[29] mezclados por el imaginario con la homosexualidad, fundamentalmente masculina. También acuden extranjeros (guiados sobre todo a las más caras) y excepcionalmente, heterosexuales reconocidos en la jerga gay como “muy civilizados”, por los más variados intereses, desde amistades homosexuales hasta la carencia de otros espacios, simple curiosidad, intereses profesionales, y otros, sin faltar desde el más sano hasta el más patológico morbo. En las organizadas por lesbianas (siempre minoritarias) suele haber más equilibrio de sexos y en algunos casos, hasta imperan las mujeres homosexuales y bisexuales, casi los únicos lugares de encuentro para ellas, casi siempre con varones. (Couceiro, 1996; 2007c)

 

Estas fiestas de privacidad muy relativa, en la identidad tradicional capitalina fluctuante entre liberalidad y moralismo, han sido además, lucrativos negocios con el atractivo de lo casi clandestino, con soborno a vecinos y policías y reacciones muy diversas según contextos, desde la agresión o indiferencia o envidia y maledicencia (en ocasiones de “nuevo rico”) contra el progreso económico del vecino; hasta la aceptación solidaria y negocios propios, sin excluir compartir en intimidad el sexo que públicamente desdeñan, con o sin abuso de poder.

 

Otro personaje es el taxista para estas fiestas, que por la persecución cambian de sede y dificulta saber dónde será;[30] es un riesgo por la policía, pero cobran un dólar para llevar cada viajero y otro por devolverlo al mismo lugar, además del dólar o 25 pesos cubanos que cuesta entrar a estas fiestas: en 1995 costaba cinco pesos cubanos, luego diez; hoy han encarecido, algunas a cinco dólares o más, con mesas reservadas, shows, etc.[31]

 

¿Una nueva moral más plena… la fuerza de la costumbre… o las ganancias económicas para sus paladares (gastronomías relativamente particulares), taxis y renta de alquileres para el comercio sexual? La respuesta descansa en los misterios del alma humana.

 

La policía vigila los lugares de encuentro gay, raramente efectivo durante las agresiones: su sola presencia acarrea represión sicológica; solicitan continuamente identificación y estorban su estancia aquí; diversas multas (más caras que en reyertas públicas), cartas de advertencia y detenciones con disímiles pretextos, y argumentando la sobrepoblación en la capital y la prostitución que viene a “luchar”, han multado y deportado a sus provincias a quienes carezcan de permanencia oficial (a pesar del slogan del momento, “La Habana, capital de todos los cubanos”), considerándolos como “ilegales” (vulnerable clasificación), especialmente en estos lugares de encuentro, con disímiles consecuencias negativas, además de tantos equívocos y malograr tradicional identidad y patrimonio, sobre todo de vida nocturna y bohemia.

 

Se establecen rituales que remedan a los depredadores que ahuyentan manadas de un lado al otro, al ser desplazados desde La Rampa al parque Maceo (aledaño municipio Centro Habana) de donde la policía los desplaza nuevamente hacia La Rampa, hasta el amanecer; al retirarse los carros policiales para otro turno, como convenio sin firmar, sin saberse de dónde, emergen todos: pingueros, jineteras, clientes, trasvestis, vendedores, músicos... muchos entre ellos sueñan vivir fuera de Cuba, o quedan desalentados para vivir, lo que explica los suicidas sexos sin preservativo.

 

Confluyen así, homosexuales y algunas lesbianas y jineteras con o sin proxeneta, pingueros y sus clientes cubanos y extranjeros, trasvesti, algunos con vocación transexual, pero también sus amigos, curiosos (en ocasiones morbosos) y transeúntes que pueden mostrar repulsión, o atracción y simpatía, o simplemente, en la mayoría de los casos, indiferencia; algunos grupos religiosos en franco proselitismo, promotores contra el sida que reparten condones, músicos (cantantes y guitarristas, casi siempre en dúos o tríos) con canciones a solicitud de sus clientes, y se “contratan” para fiestas y descargas particulares; algunos trovadores con su propia obra que descargan; fotógrafos ambulantes (que también cobran por fotos); vendedores de flores artificiales, regalos y sobre todo, de diversas fiambres: papitas fritas, chicharritas, “chupa-chupa”, maní, etc. casi siempre mujeres de la tercera edad y todos los colores de piel que pregonan sus productos, y un hombre que de manera peculiar va anunciando “el buen vino”... a decir de algunos, no tan “bueno”; en ocasiones, una lesbiana u otro con “el vino frío”… tampoco tan frío.

 

Los lugares para conocerse han sido invadidos y confundidos por el comercialismo de la prostitución (no así los lugares para hacer sexo), y con ellos sus clientes cubanos y extranjeros, con sus respectivas identidades, a detectar quién escoge a quién en lo que llaman, “la fauna” (Couceiro, 2006d); marco en que se refuerzan y desdibujan al mismo tiempo las diferencias económicas y de todo tipo, reflejo de valores sociales que por una parte se ganan, y por otra se retuercen. La prostitución suele aportar, sea el cliente o el pinguero, lugares (regularmente casas a rentar) previamente contactadas para ello, para inseguridad inicial de ambos, según cada caso.

 

Cada vez está más desacreditada la homofobia, y esta se disfraza;[32] los medios de difusión tampoco contribuyen como deben: muy escasos, esporádicos y breves momentos son afortunados, mientras que la mayoría y los más sostenidos y sistemáticos, son en apariencia antihomofóbicos (más bien paternalistas en los mejores casos) cuando en verdad incuban mensajes subliminales (y no tan subliminales) homofóbicos (Couceiro, 2006c); otros, sobre todo en un supuesto humorismo, son explícitamente homofóbicos. Los ejemplos más educativos suelen ser de factura extranjera, y se evidencian los cortes al trasmitirse por televisión. Los medios masivos de comunicación conforman lugares de encuentro consigo mismo, en que la homosexualidad (al igual que otros tantos intereses, necesidades y actitudes en la vida) es respaldada o agredida, para bien o para mal o ambos a la vez; lugares de encuentro intrapersonales que según cada contexto devienen intrafamiliares y luego, a menudo, intra e intergrupales e incluso, organizacionales y sociales en general.

 

Algo similar ocurre con el ciberespacio, pero en otra dimensión por ser mucho más participativo y anónimo; en concreto, el Chat deviene lugares de encuentro que, sobre todo en el contexto contemporáneo de prevención contra las infecciones de transmisión sexual (i.t.s.) propician el sexo más seguro que se puede concebir: el sexo digital, si bien en Cuba, por el difícil acceso a la computadora, aun mucho más difícil al Internet, y todavía más difícil al Chat (prácticamente todos los Chat han desaparecido de las opciones digitales) es prácticamente inexistente. Los escasos afortunados (por los más disímiles motivos) que en algún momento han detectado aquí otro “lugar gay”, han sido igualmente perseguidos en el ciberespacio por otros usuarios o por los mismos administradores o policías ciberespaciales, patológicamente obsesivos y ácidos. Al igual que los medios masivos de comunicación, constituyen objeto de estudio antropológico que no se puede obviar en el mundo actual.

 

Esta diversidad de lugares de encuentro gay conforma el panorama cubano contemporáneo; el ciberespacio aun es inaccesible y los medios masivos de comunicación incluyen el tema muy tímida y recientemente: salvo casos aislados a estudiar en las diversas artes, es un fenómeno que todavía no alcanza dos décadas e imperan los desaciertos; del mismo período datan las fiestas gay, la mayor visibilidad homosexual, los pingueros, todo lo cual consolida los lugares de encuentro más tradicionales en nuestra cultura: aquellos en que van a conocerse, y aquellos en que salvan obstáculos y realizan sus actos sexuales: los baños públicos, lunetas de cine, parques, escaleras en sombras, y los espacios de relativo abandono, a menudo escatológicos y espacios de miedo.

 

Siempre, según cada contexto, la homosexualidad creó estos lugares de encuentro, reducidos según el imaginario a las áreas de prostíbulos y vida nocturna y bohemia; en la Ciudad de La Habana, entre los años cincuenta y ochenta fueron centros nocturnos como el Club de 21 y N, Monseigneur, El Gato Tuerto, Amanecer, El Karachi, El Atelier, la Casa del Té de la Habana Vieja, y luego la de 23 y G, El Morro… entre otros tantos, que el imaginario popular siempre vinculó a la farandulería y las banalidades. En otras ciudades y pueblos de campo, los lugares para conocerse han sido los parques centrales (siempre lo más visitado y por ende, donde más opciones hay de conocer personas) y para el sexo, la periferia y los baños públicos, sobre todo de las terminales de transportación con otras comunidades y fundamentalmente La Habana (en la ciudad Camagüey por ejemplo, el tren y sus inmediaciones, cerca la parada “el último intento”, la Plaza, y otros espacios a clasificar según su función en este tema), concebida eterna quimera por su mayor y más diversa población y opciones consecuentes, y supuesto mayor adelanto en este y otros sentidos, y como resultado, altamente soñados sus pasajeros (siempre “carne fresca”, más aun si son capitalinos que suponen, no siempre con acierto, mentalidades superiores), que aquí suelen hacer obligada estancia; igual ocurre en la capital con los baños de terminales como la Nacional de Ómnibus, la de Ferrocarriles y por el cine Lido en Marianao, hacia el oeste y suroeste del país, entre otras.

 

Sin embargo, en la vida social cotidiana más diversa es que, con mucho mayores riesgos y dificultades, se identificaban con mayor o menor nivel de discreción, y la más difícil satisfacción sexual se ha podido consumar en los espacios que cada cual pudiera proveer, casi siempre escondidos del resto del núcleo familiar y en relaciones condenadas a perecer frente a tantas dificultades. No obstante, felizmente, el amor se impone y en las más letales circunstancias, en Cuba como en otros países, se han logrado genuinas historias de amor homosexual dignas de la más hermosa literatura de todos los tiempos, que por los prejuicios y el comercialismo aun dista mucho de ocuparse de ello como merece, y aprovechar todas las potencialidades que incuban.

 

Hay mayor visibilidad, pero los prejuicios y la homofobia que aun reinan, la falta de espacios protegidos para estos fines[33] y el comercialismo que impone la prostitución[34] sellan los lugares donde la homosexualidad acude a conocerse… sin embargo, adquieren otro discurso en los escenarios clandestinos del acto sexual en el que, sin dudas, quedaríamos encontrados al menos, unos breves instantes.


Encontrados en un espacio

 

Entrar en un baño público, sobre todo para el sexo masculino, ha devenido signo de inquietud, peligro, amenaza y, por qué no? Con frecuencia, cierta excitación, a menudo inconfesa y autorreprimida, reflejo ancestralmente inculcado; muchos acuden allí por la exclusiva necesidad de solventar sus más elementales necesidades fisiológicas (función oficial de los baños), pero muchos, necesitan (además, o exclusivamente) alguna satisfacción sexual. Se trata de satisfacer ambas necesidades sin antagonismos; no siempre es posible, pero a menudo, son complementarias. Quien acude a buscar relaciones, cuando encuentra el baño vacío, suele esperar la entrada de alguien; a pesar del contexto, algunos esperan pacientemente por quien más le atraiga según su gusto, con todas sus variantes y gradaciones (digno también de análisis) y acostumbran cargar con nuevas frustraciones a sus hogares; otros menos exigentes, suelen satisfacerse más rápido, apremiados también por el ritmo de la vida cotidiana de cada cual y su falta de tiempo, y por las tensiones que impone el lugar.

 

Muchas veces al entrar ya hay ambientación homoerótica (hasta pornográfica) creada, más allá de letreros y gráficas en paredes y puertas (dignos de otra monografía), y otras huellas, en la gran diversidad de baños públicos, según su ubicación, niveles de acceso y hasta tradición en estos menesteres: no es igual el que se ubica en un lugar definido por máxima población flotante y por ende, mayores opciones (como es el caso del parque del Quijote, J y 23, casi el único sobreviviente entre los tantos baños públicos locales capitalinos) que el que está dentro de un cine o de una institución gastronómica, u otra similar, o en un centro de trabajo o una escuela, en dependencia también de las características laborales en cuestión, pero al acceso de un personal más controlable.

 

Se enfatiza cómo han desaparecido los baños públicos en la capital: así por ejemplo, el que estaba en el Pío Pío[35] de L e/15 y 17, que fue tapiado; otros muchos han sido reconformados, y destaca en ellos el papel de los vigilantes, más que cuidadores. Baños capitalinos célebres por estas ambientaciones entre los años setenta y hasta los noventa del siglo XX, fueron el de Coppelia, los de la pizzería Cinecittà y las cuatro esquinas de 12 y 23, el de la Terminal Nacional de Ómnibus (Plaza de la Revolución) y la de Ferrocarriles (Centro Habana); el del bar del Restaurante Habana en Prado; el del Parque Deportivo “José Martí”; el de la antigua venta de arroz frito en 12 y 17 (hoy Restaurante Varsovia) que al igual que el del Pío Pío referido, tenía la ventaja (paradójicamente, pero efectiva al tema que nos ocupa) de su deplorable condición, ya que sin puerta que cerrar, permanecía abierto toda la madrugada; y los de casi todos los cines, prácticamente sin exclusión; los más legendarios quizás: el Yara en L y 23, La Rampa, el Payret y el Actualidades en La Habana Vieja… entre otros muchos.

 

Sin más espacios para que germinen relaciones genuinamente amorosas (de las que a pesar de ello, abundan ejemplos en Cuba y en todo el orbe) son agredidos como promiscuos[36] en contextos tan hostiles a los que queda confinada (y casi siempre, ultimada, aunque en vano) la homosexualidad. Tal vez resorte de sobrevivencia, la misma tensión del momento ante los riesgos, suele aumentar el excitante morbo y hasta el disfrute, comparable a lo que puede acontecer en el adulterio y otras aventuras que en sí mismas, excitan.

 

Un personaje peculiar es el cuidador o cuidadora del baño (curiosamente, sin distinción), más vigilante de la sexualidad que de la limpieza del local, por directiva administrativa y por sus propias limitantes, hasta la continua impertinencia contra todo usuario cuya privacidad invaden en plena satisfacción de sus necesidades de cualquier índole. Algunos de los mejores abusan de la vulnerabilidad homosexual por la marginación y su falta de espacios, y en franco chantaje, propician ser sobornados, para no denunciarlos o permitirles unos minutos de su necesario placer. Se despliega una importante solidaridad al ofrecerse condones y avisarse sobre policías y delincuentes, para escapar a tiempo y ocasionalmente, unirse frente a las agresiones homofóbicas; pero con frecuencia se impone el egocentrista “sálvese quien pueda”, o los nervios traicionan.

 

Contextos distintos son las playas, donde en el agua, o en ruinas o matorrales inmediatos, o en la arena en el ocaso, cuando no se divisa nadie en el horizonte, el sexo se desenfrena; predominan blancos y mestizos, más deseosos de dorarse a pesar de los daños solares, sin faltar bañistas negros, mientras con objetivos delictivos llega todo color de piel; la ambientación en trusa propicia un erotismo especial; las tensiones son distintas a los baños, pues no es el vigilante o usuario repentino, sino la imprevista aparición de policías, o el temor inicial por algún asaltante.

 

Abunda toda la gama racial cubana, si bien los negros acuden más a lugares de hacer sexo que para conocerse, por un doble motivo en apariencia contradictorio: todo el éxito que se les niega para conocerse, se les privilegia en estos lugares oscuros, por los mitos que los erigen símbolos de virilidad como “penes mayores y más vigorosos” para satisfacer así morbos falicistas y curiosidades; igual los que no se reconocen ni gay ni pingueros, y los de mayor edad o de menos aceptación estética por cualquier motivo, que por razones económicas u otras no son clientes de pingueros, prefieren estos lugares de hacer sexo como su paraíso oculto, mucho más rápido y satisfactorio; los inmigrantes que menos conocen estos secretos locales, lógicamente, frecuentan primero y mucho más los lugares de conocerse que los de hacer sexo, para los que siempre hay que armarse sicológicamente. Entre los gay y pingueros, llegan los menos moralistas y tímidos, por deseos o curiosidad.

 

Sobre todo en lugares al aire libre como la Potajera, son olvidados entre las sombras los complejos homofóbicos de penetrar sin ser penetrado y los regateos con los pingueros que pretextan no gustar de los hombres, pero ahora escogen gratis según sus gustos, que pueden ser los menos esperados por el imaginario y se entregan al otro imaginario, a negros envejecidos y a veces de aspecto sucio, delincuencial y repulsivo… según tal imaginario, más viril; abunda más la penetración, lamentablemente no siempre con preservativos sin muchas más condiciones, si bien, dadas las campañas contra las infecciones de transmisión sexual, se prefiere el sexo oral y sobre todo, la masturbación y otras prácticas más seguras; alcanzan sus niveles límites la bisexualidad como estado natural o máscara para la homosexualidad “en el closet”: abundan casados, padres y abuelos, dirigentes, militares, religiosos, los más insospechados por su imagen heterosexual incluidos connotados homofóbicos, etc.

 

Negarse a tocar o succionar otro pene, y sobre todo a ser penetrado, como suele suceder en estos actos efímeros y duraderos a la vez (luego se recuerdan para masturbaciones y otras fantasías sexuales), deviene más morbo (desde el más sano hasta el más patológico) y motivación, o al menos curiosidad ante el reto, y se desea más por escasear los “activos”, papel que impone el heterosexualismo a la homosexualidad, aunque se está superando y en estos lugares son más los que practican el llamado sexo completo, en una suerte de competencia erótica entre virilidades recreadas en juego.

 

Entre sombras, se desplazan silenciosos (solos o dos o tres amigos) salvo alguna pisada o tropiezo en la oscuridad y el murmullo entre quienes ya se sienten más confiados y adaptados al nuevo ambiente efímero, apenas distinguibles; de pronto se divisan parejas, algunas de las cuales pretenden mantenerse apartadas en semejante contexto; otras cuentan con un público que las rodea, donde algunos se masturban. Rechazan a alguien que se acerca… no era del gusto de uno o de los dos, o simple moralismo repentino, o hacerse de rogar. Pero de pronto, una pareja deviene trío… cuarteto… tal vez más, a veces en torno a alguno de la pareja inicial, que se ha quitado el pulóver sobre su hombro… uno le chupa las tetillas… por momentos, dos se las muerden ambas al mismo tiempo; besos apasionados en los labios… ora, alguno se agacha y empieza a succionar un pene… dos… palpan nalgas, colocan dedos… hay penetración… a veces más de una; otros siguen masturbando o besando y succionando penes y tetillas al penetrado o al penetrante (mientras penetra) a la vez… otro penetrado se inclina para succionar el pene a un tercero, y a un cuarto, y masturbar a un quinto, a un sexto, mientras estos se besan labios y tetillas y penes y palpan nalgas… a diversas distancias, otros siguen contemplándolos, casi todos masturbándose, el pantalón no más que abierto. El que eyacule, salvo rara excepción que espera por la eyaculación del o los otros (de donde ocasionalmente han derivado amor y algunas parejas estables) suele alejarse lo más pronto posible, mientras deja atrás otros solitarios que aun buscan su predilección, o parejas, o pequeños grupos… y gemidos de placer…   

 

El sabor reflexivo de las sensaciones finales.

 

Nos alejamos de estos lugares, con diversas satisfacciones: ante todo, el público (más allá de toda opción y orientación sexual) reclama el tema como urgencia insatisfecha. Esto se demuestra durante exposiciones plásticas y escénicas, en los cines y videos, cuando hay alguna alusión. Predomina preocuparse por el “qué dirán”, de donde muy lamentablemente, en la familia se acepta (a veces, no más que tolere) con mayor recelo y en mucho menor grado y apoyo, que entre vecinos, colegas y amigos. Se desenmascaran hipocresías moralistas, represiones homofóbicas y auto represiones sexistas, y hay mayor realización, a pesar de no ser aún espacios protegidos para tan elementales necesidades, pero sí los que ellos mismos, genuina cultura popular, han escogido para pervivir… a pesar de toda amenaza.  

 

Algunos entre los lugares citados y otros que por los más diversos motivos, han tenido o tienen algún interés en el estudio histórico y actual de la homosexualidad en La Habana Metropolitana; de alguna manera y según cada caso, lugares de encuentro.

 

1. 12 y 23 (cuatro esquinas)

2. 23 y G.

3. 23 y L (cuatro esquinas)

4. 23 y Malecón.

5. 25 entre H y J, Vedado.

6. Acera de la tienda La Sortija (calle Monte, Centro Habana)

7. Alianza Francesa de Cuba. A: G y 17, B: J y 15.

8. Bar del Hotel St. John´s (O entre 23 y 25, La Rampa)

9. Bar del Restaurante El Patio, Plaza de la Catedral, Habana Vieja.

10. Bar del Restaurante La Torre, edificio FOCSA, 17 y M, La Rampa.

11. Biblioteca Nacional José Martí (baños)

12. Bimbón (heladería en divisas) en 23 e Infanta,

13. Bosque de La Habana

14. Calle J (“Calle 8”) en Vedado.

15. Capitolio Nacional (Jardines y Parque, Centro Habana, al este)

16. Casa de Fiestas 13 y 22.

17. Casa de Fiestas 13 y E.

18. Casa de Fiestas 23 y 4.

19. Casa de Fiestas B entre 23 y 25.

20. Casa de Fiestas en Cojimar (municipio Habana del Este)

21. Casa de Fiestas en J entre 25 y 27.

22. Casa de Fiestas en Playita 16, Miramar, municipio Playa (Lupita; lesbianas)

23. Casa de Fiestas en Nuevo Vedado.

24. Casa de la A. (Zapata y A)

25. Casa de las Infusiones 23 y G,

26. Casa del Té de la Habana Vieja (Obispo, en Habana Vieja, al este)

27. Casas de Fiestas Centro Habana y Habana Vieja.

28. Casas de Fiestas en Diez de Octubre y Arroyo Naranjo (al sur sudeste)

29. Casas de Fiestas en El Cerro (Parque Manila)

30. Casas de Fiestas en San Miguel del Padrón.

31. Cascada del Hotel Nacional.

32. Castillo del Morro (entre municipios Habana Vieja, Regla y Habana del Este)

33. Centro Deportivo Recreativo (CEDER) Universitario.

34. Centro Nacional de Educación Sexual. 21 y 10.

35. Centro Nacional de Prevención de ITS/VIH-sida. 27 entre A y B, Vedado.

36. Cine 23 y 12.

37. Cine y Parque Acapulco (Nuevo Vedado)

38. Cine Actualidades (Habana Vieja, al este)

39. Cine Astral (entre municipios Centro Habana y Plaza de la Revolución)

40. Cine Chaplin (Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas, 23 y 12)

41. Cine La Rampa 23 entre N y O.

42. Cine Olimpic, Línea y B.

43. Cine Payret (entre municipios Centro Habana y Habana Vieja)

44. Cine Riviera, 23 entre G y H.

45. Cine Trianón (Grupo de Teatro El Público), Línea entre A y B.

46. Cine Yara, 23 y L.

47. Club Amanecer, Línea y O.

48. Club de 21 y N.

49. Club de Línea y F.

50. Club El Atelier, 17 y 6.

51. Club El Gato Tuerto, O entre 15 y 17.

52. Club El Karachi, 17 y K.

53. Coppelia (Heladería) 23 entre K y L.

54. Consultorio médico 15 y 26 (H-S-H)

55. Edificio de Becados Lázaro Cuevas, 3era. Y F.

56. Edificio de Becados Mártires de 12 y Malecón, 12 y Malecón.

57. El Periquitón (Marianao)

58. Fiestas de William (Parque Lenin, entre municipios Boyeros y Arrojo Naranjo)

59. Fuente de la Juventud. Paseo y Malecón. 

60. Gimnasio de 17 y E, Vedado.

61. Hotel Habana Libre (baños, antigua sauna) L y 23.

62. Hotel Habana Riviera (antigua sauna) Paseo y Malecón.

63. Iglesia (Catedral) Episcopal de Cuba (vs sida), Línea y 6.

64. Joker´s, antes Club Saturno de Línea y 8, El Carmelo en El Vedado.

65. La Madriguera.

66. La Rampa: Ave. 23 a ambos lados entre L y Malecón, y barriada inmediata.

67. Loma al Hospital Calixto García.

68. Loma del Burro en Diez de Octubre

69. Loma del Castillo del Príncipe;

70. Merendero La Arcada en M e/23 y 21 (hoy en divisas)

71. Merendero La Pecera (23 y P, en divisas)

72. Merendero La Pelota (12 y 23) (baño)

73. Necrópolis Cristóbal Colón,

74. Obispo (boulevard, Habana Vieja)

75. Pabellón Cuba. 23 entre M y N, La Rampa.

76. Parque Almendares.

77. Parque Central (Centro Habana)

78. Parque de la Fraternidad (Centro Habana)

79.  Parque de la Liga contra la Ceguera (entre municipios Marianao y Playa)

80. Parque de la Parroquia del Vedado (Línea y C, Vedado)

81. Parque de los Mártires Universitarios, Infanta y San Lázaro, Centro Habana.

82. Parque de Zapata y entre 14 y 16.

83. Parque Deportivo “José Martí”; H y 3era. Vedado.

84. Parque Fe del Valle (y baño café adjunto) Galeano y Neptuno, Centro Habana)

 

85. Parque Forestal (entre Puentes Grandes y Cerro hacia Playa y Marianao)

 

86. Parque Maceo (San Lázaro y Belascoaín, Centro Habana)

 

87. Parque Menocal hoy John Lennon (17 y 6),

 

88. Parque Víctor Hugo (H y 21)

 

89. Parque y baño del Quijote, J y 23. Vedado.

 

90. Patio de María (Rock vs sida) 37 y Paseo.

 

91. Piso 6 (en municipio Diez de Octubre, al sur sudeste)

 

92. Pizzería Cinecittà 12 y 23.

 

93. Pizzería de la Ciudad Deportiva. Ave. 26 y Boyeros.

 

94. Pizzería El Viki, Infanta y San Lázaro, municipio Plaza de la Revolución.

 

95. Pizzería L y 21, Vedado.

 

96. Playa del Chivo en La Habana del Este

 

97. Playa del Hotel Tritón en el municipio Playa, al oeste. 

 

98. Playa Mi Cayito en Santa María del Mar, municipio Habana del Este.

 

99. Plaza de la Revolución.

 

100. Potajera o Parque Jurásico, en la otrora Feria de la Juventud;

 

101. Prado (Avenida) (entre municipios Habana Vieja y Centro Habana; este)

 

102. Proyecto H-S-H Diez de Octubre (Calzada de Diez de Octubre)

 

103. Proyecto H-S-H Habana Vieja (calle Muralla)

104. Quinta de los Molinos

105. Restaurante arroz frito (baño, hoy Restaurante Varsovia) (12 y 17)

106. Restaurante Habana (Baño del Bar) en Prado; Habana Vieja, al este.

107. Restaurante Pekín (12 y 23) (baño)

108. Restaurante Pío Pío de L e/15 y 17 (baño)

109. Rotonda de G.

110. Taller Literario La Montaña Mágica (Arroyo Naranjo-Boyeros)

111. Teatro (Gran) de La Habana. (Centro Habana-Habana Vieja)

112. Teatro El Sótano: K entre 25 y 27.

113. Teatro Espontáneo (Grupo original) Calle Teniente Rey, Habana Vieja.

114. Teatro Hubert de Blanck.

115. Teatro Mella.

116. Teatro Nacional.

117. Terminal de Ómnibus del cine Lido en Marianao (baño, al oeste)

118. Terminal Nacional de Ferrocarriles (baño) (Habana Vieja)

119. Terminal Nacional de Ómnibus (baño).

120. Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) (Sala Caracol) 17 y H.

121. Verbena del Hotel Riviera (Carnavales) Malecón a 5ta., Paseo a 6.

122. Villa Los Cocos, Sanatorio vs sida (Boyeros)

123. Zapata y G hacia Zanja entre Universidad y Quinta de los Molinos

 

BIBLIOGRAFÍA

 

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21- ---:2008b, 16 de enero: Cultura comunitaria: nuevo camino por recorrer. En En la comunidad, en Cubarte, página web del Ministerio de Cultura de la República de Cuba; en www.cubarte.cult.cu

22- ---: 2008c, 17 de Julio: Homilía anti homofóbica a favor de la dignidad cristiana (digital, a circular). Respuesta a las recientes publicaciones homofóbicas en Palabra Nueva, órgano del Arzobispado de La Habana.

23- ---: 2008d, 17 de Julio. Definitivamente necesario, y mucho más que por la rosa (digital). Carta a Sandra Luisa Lora Barrero, a circular: tradición cubana anti homofóbica, en respuesta a circular de Norge Espinosa.

24- ---2008e 25 de Julio: Jornada contra la homofobia en Cuba: un hito y nuevos retos. En Cultura General, en Cubarte, página web del Ministerio de Cultura de la República de Cuba; en www.cubarte.cult.cu

25- --- y Jorge Manuel Perera Fernández. 1995: Ecología y Folklore: Análisis Culturológico. Propuesto a publicación por la Conferencia Científica Internacional de Investigaciones sobre Arte y Cultura, del Instituto Superior de Arte.

26- -------1997: Ecología, Identidad y Cultura.  Destacado avalado para ser publicado por la IX Conferencia Científica Internacional de Investigaciones sobre Arte y Cultura, del Instituto Superior de Arte.

27- --------1998: ¿Cultura Homosexual? Aprobado por Consejo Editorial de la Revista Temas, publicado por la Biblioteca Científico –Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba, 27 de abril de 1999. III Simposio Internacional de Antropología en la Academia de Ciencias de Cuba.

28- ---------2002: De la cultura ecológica universal a una comunidad cubana. Extramuros, Centro Provincial del Libro y la Literatura de la Ciudad de La Habana.   

29- Diccionario Enciclopédico Salvat Universal. 1971. Salvat Edit. Mallorca – Barcelona.

30- Erickson, Paul A., con Liam D. Murphy. 1998. A History of Anthropological Theory. Broadview Press Ltd., Canada.

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33- Gardner, Katy, y David Lewis. 1996. Anthropology, Development and the Post-modern Challenge. Pluto Press, London Sterling, Virginia.

34- Gleitz, Clifford. 1992. La Interpretación de las Culturas. Edit. Gedisa, México.

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36- Hillson, Jon. 2005 (julio): Rompiendo las cadenas del corazón. ¿Qué significan las nuevas victorias por los derechos de los gays en Estados Unidos? (Los Ángeles) En Notas del Norte, artículo publicado por La Jiribilla, Ciudad de la Habana, Cuba.

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39- Hogan, Steven y Lee Hudson. 1998. Completely Queer: the Gay and Lesbian Encyclopedia. Ediciones First Owl Books, por Fitzhenry & Whiteside Ltd., Canadá.

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41- Molina Gálvez, Dayron y Reinier Vergara Cito. 2004: Proyecto de Relaciones Públicas y Educación Sexual en la prevención contra el SIDA en un área del Vedado. Estudiantes de 3er. Año de la Licenciatura en Comunicación Social, Sede Universitaria Municipal de Playa. Profesor Tutor: Juan Jesús Balseiro. VII Forum Municipal de Ciencia y Técnica de la Cultura Plaza de la Revolución. Mención.

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49- Toro y Gisbert, Miguel. 1968. Pequeño Larousse Ilustrado. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, La Habana.

50- Valdés Pi, Gustavo A.; Yenisey Cabrales Caballero, Gretel Gracel Sanson, Yuliet Piloto Cubero, Yanay Silvera. 2005 (Marzo): ¿Aceptación de la homosexualidad en Cuba? Dos puntos de vista. Trabajo de Curso de Antropología, Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de La Habana. Memorias del IX Simposio Territorial de Estudios Culturales y VIII Fórum Municipal de Ciencia y Técnica de la Cultura Plaza de la Revolución, 2do. Premio.

51- Zorzano López, Azully, y Freddy Sardinas González. 1997 (Marzo) El Trasvestismo: un arte dentro de la cultura universal. Memorias del V Simposio Territorial de Estudios Culturales Plaza de la Revolución y Puentes Grandes.

ADEMÁS, entre otras FUENTES, se incluyen asimismo más de dos centenares de películas y telenovelas (cubanas, brasileñas, argentinas, colombianas, españolas, norteamericanas, canadienses, mexicanas…), cortos y mediometrajes, documentales y otros, de docenas de países de Norte América, Europa, América Latina, Asia y Oceanía; programas radiales, digitales, etc. o filmes de estos países y/o con figuras de estos países sobre la temática en otros países pero que de alguna manera portan sus puntos de vista, exhibidas en nuestro país al margen de su alcance, por el sistema de Distribución del ICAIC en la capital y por el Centro Nacional de Prevención contra el SIDA, mediante su Proyecto Hombre – Sexo – Hombre.

 

Referencias:

 

[1] Zorzano y Sardinas, 1997; Armas, 1999; Balseiro, 2000; Núñez, 2001; Rodríguez, 2001; Molina y Vergara, 2004; Sordo y col, 2004; Valdés y col., 2005; etc. Otras acciones trascendentes han sido la Sesión Plenaria del IX Forum Municipal de Ciencia y Técnica de la Cultura Plaza de la Revolución en marzo del 2006 en La Timba, cuyo tema central fue la lucha contra la homofobia, mediante la exhibición-debate del filme Habana Libre de Eliezer Pérez Angueira, de quien otra obra (homenaje a Virgilio Piñera) tuvo su première en el Evento Teórico del Cine´Plaza 2007, donde otro documental, dirigido por Rafael Caldas, abordaba la lucha antihomofóbica contra el sida; felices antecedentes locales a la Jornada contra la Homofobia en Cuba el sábado 17 de mayo de 2008, que trasciende por la voluntad política, al margen de otros valores y alcance.

 

[2] Implícita en Couceiro y Perera, 1995, 1997 y 2002, y en Couceiro 2004a, 2004b y 2008b; explícita en el Programa de Desarrollo Cultural citado en 1989, así como en Couceiro y Perera, 1998; y en Couceiro, 1996; 2001; 2005; 2006a; 2006b; 2006c; 2006d; 2007a, 2007b; 2007c; 2007d; 2008a, 2008c, 2008d y 2008e.

 

[3] Couceiro 2007c: en la marginación del hombre a la mujer, muchos hombres no marginan pero todos reciben limitaciones, y la mujer suele promoverla.

 

[4] Diferencia que la realidad demuestra tan endeble, a pesar de ser tan del gusto homofóbico para sentirse más seguros y distanciados, al margen de un discurso supuestamente antihomofóbico pero a menudo, paternalista y seudocientífico; diferencia que obvia además, su carácter universal entre todos.

 

[5] Quien llena una encuesta para homosexuales lo confiesa, y enfrenta demasiados prejuicios para mentir, excepto snobistas y similares; mas no todo el que llene una encuesta para heterosexuales lo es, o no es tan puramente heterosexual; a menudo se miente a sí mismo, tras reprimir en el olvido y otras aberraciones los instintos naturales de sus sueños u otras vivencias y sensaciones de su vida en tal dimensión; reacciones para ser mejor aceptados y aceptarse mejor a sí mismos ante la homofobia imperante, que suele ocultar y ocultarse homosexualidades laceradas en disímiles maneras y grados, mientras pregonan su heterosexualidad. Hay quien sospechosamente, disfruta o acepta contactos con lesbianas que rechaza con varones para evitar confusiones, o mujeres que disfrutan o aceptan contactos con varones homosexuales pero los rechaza con lesbianas para no ser confundidas, pues temen el predominante “qué dirán”; ellas suelen argumentar que los hombres heterosexuales no se preocupan o no saben satisfacerlas, quizás inconciente venganza contra la redención femenina en su lucha por la igualdad en la cultura occidental, fundamento para el lesbianismo.

 

[6] En luchas ambientalistas, contra la discriminación racial y étnica en general, por la emancipación de la mujer, contra las intolerancias religiosas, etc.; el lesbianismo ha estado estrechamente vinculado al feminismo, aunque sería un grave error reducir el uno al otro, además de existir una gran diversidad de feminismos y otro tanto de lesbianismos, con los mejores y los peores exponentes en cada caso.

 

[7] Impuesto desde las culturas populares anglófonas y francófonas en evolución de casi un milenio, a menudo con doble sentido frente a la censura en los medios masivos de comunicación.

 

[8] “Homosexualidad” y “alegría” no son sinónimos en lo absoluto; todo lo contrario: la marginación, frustraciones y otras terribles laceraciones en todo sentido, la aleja mucho de poderse considerar “alegres”, menos aun en la dolorosa actualidad del sida, al margen de su espíritu de lucha y sobrevivencia; algo parecido a la infeliz denominación de “mujeres de la vida alegre” o “ligera” para las prostitutas.

 

[9] Couceiro, 2007d. En la relación entre imagen e identidad, entendamos la primera siempre subjetiva que según el grado de cientificidad con que se promueva la identidad objetiva, se le acerca o la adultera hasta degenerar una nueva identidad subjetivista.

 

[10] Por ende con toda moda, arte, disfrute estético, educación formal y cultura, que por ello llegan a asumirse como antivalores; así como debilidad, superficialidad, histeria, brete…

 

[11] Por ende: rudeza, insensibilidad ajena a afectos, violencia agresiva, escasa inteligencia…

 

[12] De aquí que artistas y jóvenes modernos han sido víctimas equívocas (y no tan equívocas, pero no menos injustas) de la homofobia, durante la vida nocturna y la vida bohemia que otrora enriquecieron a la capital. Aun persiste la fatal idea de oponer homosexualidad a familia, en vez de asumirla como familia en sí, en sus capacidades y potencialidades de maternidad y paternidad y en su más feliz relación con el resto del entorno familiar; conceptos degenerantes y reduccionistas de “normalidad”, “naturaleza” y otros, que ignoran la genuina naturaleza sexual y trastocan lo normal justo con la aberración de degenerar tal naturaleza. “El Tercer Sexo” se llamó sin embargo, a la que fue probablemente, la mejor opción audiovisual en esta urgente educación sexual, en la sala Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC, Lizette Vila), desde los años noventa, luego de que Elenita, la única especialista de cine (Acapulco) que asumió esta línea investigativa para un ciclo similar por el propio investigador, tuvo que dejar antes el trabajo, y a duras penas el autor pudo exhibir algunas películas en el Yara, además de otros espacios muy ocasionales, como la sala Charlot en el Cine Chaplin (Tony Mazón), apenas sin promoción y con disímiles trabas, como tenían las películas que así llegaban al Festival de Cine Latinoamericano..

 

[13] Este concepto no se limita, como otros han entronizado, por el espacio físico, al que agrega el valor del tiempo, en tanto asume la comunidad como ente vivo y en continua evolución; clasifica a las comunidades por residencia, pero también valora las comunidades por otras afinidades y aquellas fruto de la marginación: es el caso de las llamadas comunidades gay, como también han sido los ghettos hebreos bajo el nazismo, los reservorios indios y las comunidades negras en EUA. Caso particular son los campamentos gitanos (muchas veces, comunidades nómadas) y otros que se distinguen del resto social, sin que implique resultar de marginaciones previas, al margen de la discriminación que pueda o no existir en cualesquiera direcciones.

 

[14] Aceptado mejor por no cubanos hasta el polemizable texto de Pérez Cruz (1999) y aun hoy más aceptado como historia pasada que problemática actual; se destaca en su asunción, el Instituto Cubano de Antropología (Couceiro y Perera, 1998; y Couceiro, 2006d) entre otras: Couceiro 2005; 2006a; 2006b; 2006c, etc.

 

[15] Otro error facilista y anti científico es oponer pasión y ciencia. Como todo creador, el científico debe apasionarse; no es la pasión lo que disminuye cientificidad, sino otras insuficiencias, incluida la falta de pasión, la cual es condición indispensable del amor y sacrificios por su obra, que sin pasión, se enajena.

 

[16] Un heterosexual, aun cuando no sea uno de los tantos con vida doble, triple y más, puede serlo justo por sus autorrepresiones y por ende, estar más involucrado, para bien o para mal; nunca la cientificidad se define por orientación sexual, al margen de que para aplicar determinados instrumentos en la adecuada dinámica mismidad-otredad-alteridad, pueda representarle un problema de principios, por ejemplo, compartir el sexo, e incluirse en “el otro” objeto de estudio; se supone que un investigador esté más encubierto al entrar a un baño público u otro lugar de encuentro gay, o compartir ese acto homosexual con otro(s) varón(es) que asimismo buscan varones, que una investigadora, nada de lo cual es sin embargo, absolutizable: no puede descartarse que una investigadora con suficiente talento y habilidades, venza todo supuesto obstáculo natural y alcance más resultados aún, por ejemplo, al verificar que un trasvesti o un transexual que no responde como homosexual, sí responda como heterosexual; sólo cruzar casos nos acerca a la verdad.

 

[17] No puede catalogarse a una sociedad por orientación sexual, ni siquiera a nadie en particular, por eso no se indica heterosexual, sino por el patológico heterosexualismo.

 

[18] Desde su origen en 1966 devino cita obligada de todo visitante y para el imaginario, espacio de todo extremo al punto del desentono y equívocos hasta la gravedad; en sus “tendederas” (nombre popular a sus cercas donde se recuestan o “tienden” los que esperan el ómnibus o en la cola para la heladería, los paseantes que “pistean” y “fletean” (del inglés flirt ) en busca de pareja, hoy llamados cazadores, vampiros, etc.

 

[19] Supuesto agravio que no suele trascender al imaginario por la ambigua ambientación y el morbo homofóbico que siempre, cierto o no, o sólo relativamente cierto, le dará la razón al ratificarse como machos contra toda simple duda de su hombría que tanto y tan sintomáticamente les preocupa, más allá de toda otra verdad, de lo que abusan.

 

[20] Invita a reflexionar en tan extraña paradoja, justo frente el máximo símbolo del poder político cubano en los últimos cincuenta años.

 

[21] Llamada la Potajera por la gran variedad de “frijoles” y otros ingredientes que lo visitan, o Parque Jurásico, dadas las “especies” que allí acuden, y las aventuras que se viven; chapeada e iluminada al finalizar el 2007, en otro intento de revertir estos lugares: ya se reportan indicios en un nuevo lugar cerca del Hospital “La Dependienta” en el más alejado municipio Diez de Octubre, en una edificación que llaman “Piso 6” como el popular programa musical de televisión cubana.

 

[22] Se entiende que quieran “elevarse” a ser varones, aunque no que no disfruten de los varones, mientras ellos son asumidos como traidores de un sexo supuestamente superior del que, al menos, disfrutan.

 

[23] Surgieron durante el llamado “Período Especial” al deteriorarse más la vida nocturna por el dólar liberado que se imponía sobre la moneda nacional, la retirada de los pocos servicios de 24 horas que quedaban y sin otras opciones, las dificultades del transporte, las incomprensiones sobre todo por policías y funcionarios, y la violencia callejera; vida nocturna no extinguida por la emergente visibilidad de la homosexualidad (fortalecida con las fiestas gay) y prostitución de ambos sexos que aporta un nuevo personaje: el pinguero, cuyo nombre proviene del sustantivo “pinga” entendido en la cultura popular cubana como mala palabra (ya demasiado abusada para mantenerse como tal) que designa al pene con el que explícita y exclusivamente ganan dinero, lo cual implica homofobia y la heterosexualista sobrevaloración de la penetración, aunque muchas veces son subyugados por la estética masculina; a menudo bisexual (cuya compañera lo ignora o pretende ignorar, o comparte) en espacios inicialmente compartidos con la jinetera, nombre que años antes era todo el que “cabalgara extranjeros”, y queda relegado a la prostituta para extranjeros.

 

[24] En conversaciones con el mayor carácter oficial posible mediante Vilma Espín al frente de la Federación de Mujeres Cubanas, a la que no debe limitarse el tema de la homosexualidad, ni viceversa.

 

[25] Documental norteamericano aun casi no mostrado al público cubano, sobre una parte de esa realidad cubana y su intento de desfilar un 1ero. de Mayo en la Plaza por el Día Internacional de los Trabajadores, con toda la polémica consecuente.

 

[26] Tal vez por celos o discusiones de pareja, sobre todo entre lesbianas de vocación viril (y en el imaginario, por ende, agresiva) mestizas y negras (nunca exclusivamente).

 

[27] Sobre todo masturbaciones de parejas o tríos en determinados espacios del lugar, en ocasiones sexo oral y algún cuarteto u otro sexo grupal… sin que por ello pudieran catalogarse como orgías cuyo concepto tiembla, sino simple, sana y genuina liberalidad, puesto que era por lugares puntuales dentro del espacio de la fiesta, a veces ya concebidos con ese fin o no y quien deseaba y podía incorporarse lo hacía, en los restantes predominaba la indiferencia, cada cual en su propia diversión que podía ser el baile, la música, el grupo de amigos, alguna coquetería, chistes, fumar o beber o comer algo, etc. Casi siempre en hogares particulares.

 

[28] Más caras y comercialistas según los nuevos tiempos, más preparadas incluso en los espacios más abiertos como azoteas, patios, fincas, etc.

 

[29] El sexismo insiste en poner saya a la prostitución, pues fue Eva la que comió la manzana y la conciben como proveedora pero no consumidora de sexo, ignorando además que siempre ha existido prostitución de ambos sexos, homo y heterosexual, encubierta, disfrazada o no, frecuentemente, bajo los cánones más legal e hipócritamente aceptados: en Cuba tuvo sus barrios y la llamada “trata de blancas”, que por cierto, no sólo “trataba blancas”, sino ambos sexos y todo color de piel (Couceiro, 2006d) En cuanto a los shows de trasvesti se ha llegado a degenerar la falsa imagen que sin ellos no hay espacio homosexual.

 

[30] Pero se llenan con un público fiel mediante la voz popular, teléfonos que establecen para ello, y estos taxistas ilegales que las conocen y promueven en los espacios de encuentros como La Rampa.

 

[31] Precios que no incluyen otros consumos dentro de la fiesta (salvo las más caras, algunas 10 ó 25 cuc la mesa, incluso lejanas), donde se puede comprar sobre todo, bebidas y cigarros.

 

[32] Dentro de la propia ciencia se plantea que la homosexualidad no es un problema ni una enfermedad, porque “su problema” está en los genes... tan evidente contradicción no avanza en cuáles “problemas” tienen los genes dentro de las relaciones heterosexuales que (por suerte para ellas) son lógicamente tan diversas, ni otros tantos gustos y preferencias de cualesquiera manifestaciones de la vida cotidiana.

 

[33] Sobre todo para el acto sexual, difícil en la sociedad cubana actual con las dificultades de la vivienda para las parejas heterosexuales, mucho más para las homosexuales.

 

[34] Al margen de otros análisis más integrales de la misma, si nos desprendemos del puritanismo idealista e hipócrita inculcado.

 

[35] Establecimientos generados en Cuba hacia los años noventa para ingerir básicamente pollo frito, la infaltable cerveza y similares, a fin de satisfacer las necesidades alimenticias de la población y nuevos lugares para su esparcimiento.

 

[36] Adjetivo polemizable, hipócrita y represor de naturalezas, ignorante cómplice del heterosexualismo, el machismo y la homofobia, pues así son educados sin condiciones, pero minan e inestabilizan toda relación homosexual, cinismo que encima, luego lo culpan de las nefastas consecuencias.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 23 de junio de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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