Ritual de piedras y maderas
Edmundo Retana

Un primer acercamiento al poemario Caza del poeta, del escritor costarricense Adriano Corrales, publicado por Ediciones Andrómeda en el año 2004, con ilustraciones de la artista Leda Astorga, nos llevaría a reiterar una de las premisas básicas de la poesía contemporánea: el texto poético no se construye sino desde lo vivido.

En el caso de este libro la experiencia vital se retoma a partir del símbolo de la casa que habita al poeta , o bien la caza que ejerce el poeta; ambas imágenes se juntan y se separan para volver a fundirse, en un contrapunto que abarca todo el poemario.

Pero no se trata de un mero recuento de hechos significativos, es decir, de una toma a distancia del pasado desde la apacible casa donde reposa el poeta; el poemario nos propone más bien una visión desgarrada de un tiempo en que navegan cadáveres en la corriente después de la tormenta/ guerrilleros asesinados o simples testigos de la niebla./. El contrapunto se da precisamente desde esta visión de un mundo lacerado, que es, sin embargo, el escenario donde el poeta ha sufrido y vivido su búsqueda vital como si se tratara de una lluvia del tiempo empozado en el transcurrir de las selvas. Para descifrar las claves poéticas de su transcurrir el poeta debe volver a la caza de la poesía... dónde Madre oscila suavemente/ sobre el tedio de la tarde/ sostenida por su poltrona de musgo y nieve, para comprobar después que ida ella la casa deambula por la niebla. Quedándole al habitante de esta caza tenaz sólo un ritual de piedras y maderas para ejercer su oficio creador. Pero nos queda la poesía/ danzante/ primigenia, única...trinchera para los últimos asaltos, dirá más tarde, reafirmando así su quehacer literario y vital: puntos de fuga del luto como viaje/ o comienzo de otro cielo/ otro aire/ otro adiós/.

Corolario de esta poesía, que, como decíamos al principio, parte siempre de la vida para volver a ella, transformando en palabras e imágenes la densidad de lo vivido, es el desenvolvimiento de un ritmo (una cadencia) intensamente poético y humano: Hoy que barajo lentamente esas imágenes/ mientras mi esposa en el taller/ pinta sus figuras obesas de barro y canto/ percibo el ronroneo del pedal bajo el escritorio/ y las manos de Madre enhebran las palabras/ sobre camisas y blusas de otra tarde/ en que versos y esculturas son canciones/ de una máquina en el viento/.

Palabras enhebradas en las manos de Madre, desde los labios del poeta, que sale a la caza de sí mismo y apaga el fuego lentamente de esa historia, que es la casa de todos. Adriano Corrales nos entrega en este libro un testimonio poético vital, todavía envuelto en la cadencia del fuego que le dio origen y sentido, como diciéndonos que es así como el poeta construye su oficio y su destino.

Edmundo Retana
El Nuevo Diario
Managua, Nicaragua - Lunes 18 de Junio de 2007

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