IX
Fernando Corona

Una nube de polvo abre su mano
entre los intersticios de una soledad impenetrable.
Con la vehemencia del que atrapa un insecto perezoso,
con la furia de la zarpa que rasguña
el velo ensangrentado de una virgen inmolada,
la bruma de tierra enfurecida se incorpora
buscando en las quietudes moribundas
la zarza incendiada entre dos cuerpos enlazados.

Un hombre acude solo a su rito de silencio.
Acuden las plegarias de trinos y campanas,
los búhos abren la muerte en sus ojos desnudos
y con un canto triste descifran un velorio.
El chasquido de las ramas comparte la liturgia.
Mas allá de las calles sin sonido,
a través de extensos pasillos olvidados
el ángel que se invoca de noche no aparece.

Con el alma colgada de su mano el hombre aguarda,
paciente y obstinado tras los muros del aire
donde una gota de luz cayó del pasmo
y se hizo oscura en su avance de llanto arrepentido.

En un collar de polvo quedaron los recuerdos,
las voces detenidas, las miradas marchitas
y el hombre que no deja de invocar a su muerta.

Fernando Corona
Selección del libro "Ángela"

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