(CPM/ Andar Archivos) El mundial de
fútbol de 1978 fue un escenario de gran valor político y
comunicacional. Para la dictadura militar significaba la posibilidad
prestigiar la imagen del país ante las constantes denuncias por las
violaciones a los derechos humanos, para las organizaciones
políticas perseguidas y reprimidas la oportunidad de difundir
internacionalmente esas denuncias. Los documentos de la DIPPBA sobre
la investigación y vigilancia previa y durante el mundial fueron
recientemente publicados por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).
El holandés Johan Cruyff y el alemán Paul Breitner se negaron a
jugar, el arquero sueco Ronnie Hellström confesó que, durante su
participación mundialista, acompañó a las Madres de Plaza de Mayo
“porque era una obligación que tenía con mi conciencia”. En cambio,
la editorial de La Nación del 26 de junio de ese mismo año valorizó
que “después de este Mundial que ha terminado debemos seguir
encontrándonos y reconciliándonos en torno de los grandes objetivos
comunes de la nacionalidad”.
El evento deportivo sólo logró la fugaz exaltación del sentimiento
popular y ocultamiento de los crímenes de Estado. Sin embargo, el
triunfo del seleccionado nacional no logró detener ni deslegitimar
las denuncias por los delitos de lesa humanidad perpetrados por el
régimen dictatorial. La visita de la CIDH (Comisión Interamericana
de Derechos Humanos) en 1979 dejaría en evidencia internacionalmente
el terror implementado por las Fuerzas Armadas.
Los documentos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), publicados recientemente por la
CPM, demuestran la previsión y control que los servicios de
inteligencia guardaron sobre la realización del Mundial: en un
amplio y exhaustivo informe de la DIPPBA, basado en investigaciones
propias que analiza la posición de Montoneros en relación con el
Mundial, los agentes de inteligencia advertían: “Es demasiado
notorio la preponderancia que la BDS (Banda de Delincuentes
Subversivos) le da para la continuación de su política”.
El mismo informe, fechado el 21 de febrero de 1978, bajo el asunto
“accionar de la BDS Montoneros con relación al EAM 78”, anuncia en
sus conclusiones: “Surge necesariamente la puntualización de medidas
que contemplen desde los pormenores hasta las contramedidas las que
neutralicen sus propósitos de enlodar y entorpecer el mundial. En
tal sentido se considera imperativo anticipar la maniobra prevista,
denunciada sobre la base de su origen, ideología y propósitos que
persiguen”.
Esta información había sido recogida “como consecuencia de
operaciones llevadas a cabo en la República Oriental del Uruguay,
que dieron como resultado la detención de [miembro de Montoneros] y
en base al análisis de documentación secuestrada”. Antes y durante
el mundial de fútbol, y a partir de directivas emanadas de
organismos de seguridad, la DIPPBA se encargó de producir y reunir
información sobre posibles intentos de sabotear el mundial y sobre
el contacto de los exiliados con la prensa internacional para
difundir la denuncia frente a la existencia de una “feroz dictadura
militar que hambrea y reprime al pueblo”, según el análisis que los
propios servicios de inteligencia realizan sobre el pensamiento de
Montoneros.
Campaña anti Argentina
Así como para el gobierno militar el mundial era ocasión para
mostrar hacia el exterior la imagen forzada de un país unido,
trabajador y fervoroso, para distintos actores y observadores
políticos locales e internacionales, se constituyó en una
oportunidad singular para enfrentar a la dictadura, denunciar sus
crímenes y elaborar y difundir una imagen crítica sobre la situación
en el país y sobre el clima social durante el campeonato. La DIPPBA
recogió parte de estos materiales adscribiéndolos a una “campaña
anti Argentina” o al “Boicot contra el Mundial” impulsado por
sectores que se califica como vinculados a organizaciones
subversivas.
Todos los elementos de sospecha sobre el supuesto boicot se
presentan con claridad en el legajo de la SIDE Nº 10505, del 26 de
octubre de 1977, elaborado sobre la base de información de
Contrainteligencia valorada como B2, es decir, de fuente
“normalmente” confiable y “muy probable”. El documento catalogado
como Parte de Información Nº 20/77 (C/Icia), y para poner en
conocimiento del “Director de Informaciones de la Policía de la Pcia.
De BS. AS.”, lleva el asunto: “Instrumentación de una campaña de
acción psicológica tendiente a obstaculizar el campeonato mundial de
fútbol 1978”.
En el informe presentado, luego de tener conocimiento de que
“Delincuentes Subversivos (importantes miembros de la BDSM
“Montoneros”) mantuvieron entrevistas en Suecia con dirigentes de
organismos internacionales afectados a la ‘Defensa de los Derechos
Humanos’”, se definen los objetivos “que persiguen grupos
extremistas argentinos afincados en el exterior: a) Intención de
incidir e influenciar a representantes de Gobiernos Extranjeros, un
tanto afines a la ideología que profesan los grupos de Delincuentes
Subversivos argentinos, en el sentido de disponer la no
participación en el torneo de referencia; b) Intención de generar en
Argentina durante los meses previos a la iniciación del Certamen
Mundial, acciones que alteren el orden público, con la finalidad
deliberada de provocar la intervención de las FF.LL. [Fuerzas
Legales] y capitalizar psicológicamente eventuales actitudes
represivas; c) Intención de ejercitar eventualmente algún secuestro
y/o atentado físico directo contra algún miembro diplomático
extranjero acreditado en el país, y d) Intención de difundir en
distintos estadios de fútbol de países del exterior, líbelos
incitando a los espectadores a no viajar a la Argentina en
oportunidad del Certamen Mundial, esgrimiendo causales orientadas a
crear una falsa imagen sobre la situación político-social-económica
de Argentina y la falta de garantías individuales”.
La preocupación por la campaña de denuncia generó estrategias de
previsión especiales sobre la prensa internacional, tal como lo
demuestra un informe elevado por la delegación de Capital Federal,
fechado el 3 de mayo de 1978 y con valoración A1 de la información
que refiere al nivel máximo de confiabilidad.
En el informe se advierte que “casi la totalidad de los periodistas
desarrollarán sus tareas como atentos observadores de la situación
interna que vive el país en relación a los derechos humanos” y
agrega: “Cabe acotar lo siguiente: en especial, se trataría de
periodistas franceses y austríacos, sin descartarse los de otra
nacionalidad; vienen con la consigna primaria de seguir atentamente
todas las actividades de cuando personal uniformado encuentren en la
calle; por cada nota, por insignificante que sean, en las que se
hagan referencias a un ‘abuso de autoridad’ y que sea registrada
gráficamente, a cada periodista le reportaría la suma del orden de
los u$s3.000 a 5.000”.
Drogas y saboteadores: las delirantes hipótesis de la DIPPBA
De la información elaborada en el marco del Mundial, quedan
documentos de inteligencia que dan cuenta de investigaciones o
reportes que no sólo no se cumplieron sino que, mirados a la
distancia, resultan casi alucinantes. Entre ellos, se anuncia la
preocupación por el aumento del tráfico y consumo de drogas como
consecuencia de la llegada al país de personalidades “generalmente
consumidores” y “distribuidores”, así consta en el legajo del 17 de
abril de 1978 –40 días antes del comienzo del Mundial–. En la misma
hoja se advierte que el tráfico de estupefacientes podría operar
distintos problemas como “Distorsión en el plano social y deterioro
de la imagen del país en el exterior, su utilización por elementos
subversivos como factor disociador y atraería la atención de
distintos inversionistas internacionales relacionados con el tráfico
de alcaloides”.
Los agentes de inteligencia también manifestaron su preocupación por
el arribo de saboteadores extranjeros, por el rumor de un posible
atentado durante la final de la Copa del Mundo. El parte 1038 decía:
“Fecha reciente tomóse conocimiento vía terrestre (paso
internacional Las Cuevas – Mendoza) y aéreo (Aeropuerto
internacional El Plumerillo – Mendoza), sería inminente ingreso
provenientes de Chile y particularmente destino Mendoza, grupos DS
serían cubanos, japoneses y árabes, quienes en su mayoría vendrían
munidos pasaportes otorgados en Chile, con finalidad de desarrollar
actividades para sabotear Mundial 78, desconociéndose ‘modus
operandi’”. El informe circuló entre los distintos organismos de
seguridad que conformaban la comunidad informativa (SIDE, Batallón
601, SIN, SIPNA, SIA) durante las semanas previas a la ceremonia de
inauguración y, a pesar de lo extraño que parece, tenía una alta
valoración como información con origen en propios medios y
normalmente confiable y muy probable (B-2).
No se recuerdan actividades de sabotaje, existieron unos pocos y
aislados atentados durante la realización del mundial; el apoyo
popular, el control militar y la decisión de Montoneros de que “la
única actividad a efectuar durante el desarrollo del Mundial sería
la de efectuar propaganda” explican el registro de escasos
incidentes.
No obstante, dos días antes de la final, se elaboró la hipótesis de
un posible atentado en el estadio Monumental basado en un rumor
transmitido por el cabo Rotondo que se registra en la delegación
Capital Federal del organismo y afirma: “Por comentarios de un
familiar del delincuente subversivo, que se halla actualmente en
Italia, que en el partido a disputarse el día domingo en el estado
de River, se realizaría un atentado terrorista”. El legajo se cierra
sin continuidad ni tramitación alguna. La selección argentina se
impuso en aquella final por 3 a 1 al equipo holandés.
El Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78) gastó 700 millones de dólares
envueltos en rumores de corrupción y generó disputas hacia el
interior del régimen marcadas por la oposición de Alfredo Martínez
de Hoz, para quien el mundial significaba un gasto extraordinario e
innecesario. Durante 25 días, la dictadura militar celebró de una
popularidad fugaz; la multiplicación de la deuda, el desbaratamiento
del aparato productivo y la persecución y represión nunca se
detuvieron.
Nota:
Dirección de Inteligencia de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires