Amigos protectores de Letras-Uruguay

 

Si quiere apoyar a Letras- Uruguay, done por PayPal, gracias!!

 

Lo real y lo fantástico
Madalina Cobián
madalinacobian2008@yahoo.com 

 

Para mí no existían más cosas que las que pudieran explicarse de una forma científica, o las que pudieran lograrse por medio del esfuerzo físico. Mi materialismo desarrollado a través de estudios había hecho posesión de mí. No existían para mí los mitos o leyendas,  ni ningún tipo de fantasía y mucho menos lo que pudieran llamar lo sobrenatural;  por lo que me ha sido muy difícil llegar a concebir este tipo de historia.

Después de muchos, no se si dias, semanas, meses encerrado en aquel lugar oscuro, cuando mis pupilas se habían dilatado lo suficiente como para ver en la oscuridad, se abrió un puerta de la que salió un resplandor que cegó mis ojos, por lo que inmediatamente cubrí con el dorso de mi mano.

 En la puerta se reflejó una figura masculina a contraluz. La figura se acercó a mi  y cuando ya estaba  a unos pocos pasos, se horrorizó como si hubiera visto un… muerto. Salió corriendo espantado mientras emitía gritos de horror.

Yo me puse de pie mientras acostumbraba mis ojos a la iluminación. Caminé hacia la puerta y salí  a lo que me pareció la cubierta de un barco. Miré hacia todos lados y encontré  varios hombres en posturas inanimadas.  Sus barcinos rostros parecían secos. La piel de sus brazos y rostros parecía estriada y raída como la carne salada, como el tasajo, como el bacalao.  Los ojos de algunos que aún se movían me miraron y expresaron horror al verme y hasta uno de ellos intento moverse, correr, para huir de mí, pero no pudo.  Había algo en común en todos además del aspecto físico: Estaban sujetos cada uno de ellos a alguna pieza pesada del barco.

Seguí caminando y encontré al primer hombre que  supongo había abierto la puerta de donde yo me encontraba.  Tratando de huir de mí, tropezó y se cayó.  Se hallaba en el suelo mirándome horrorizado.

- Tú estás muerto. – me dijo.

- ¿Muerto?- me asombré.

- Sí. Cuando el maremoto.- contestó.

- ¿Maremoto? –

Miré a mí alrededor.  Me encontraba en un barco, pero no había signo de agua por ninguna parte.  A babor, había sólo una estructura rocosa, como una pared, que impedía la visión y a estribor, un vacío. Proa y popa exhibían los mismos paisajes.

Recordé entonces, que una vez, cuando yo era muy joven, me enrolé en la tripulación de un barco muy parecido a este que estaba mirando. Era un bergantín, tal como este.  

A mi memoria vino la etapa de mi vida en que me encontraba tan susceptible a los placeres de esta, a mi vicio por el juego y al no poder pagar mis deudas, decidí perderme de la vista de mis acreedores, enrolándome en el bergantín.  Pero  aunque me liberé de ellos, no me pude liberar del vicio y volví a caer en él.  Una noche, recién llegado, me vi en medio de una trifulca marinera, que por supuesto, fue peor que las que acostumbraba tener en tierra, pues los marineros, debido a su abstinencia, a su poca cultura, la lejanía y la propia dureza y aislamiento de la vida, suelen ser más apasionados en sus  peleas. Me golpearon, después de vaciar mis bolsillos,  salieron a relucir los cuchillos que no llegaron a actuar por  la intervención de un viejo que gritó:

- “Déjenlo, no lo maten.  No es más que un mozalbete que nunca ha visto el mar”.

A los gritos de los marineros, salió el Capitán, en el momento que amarrado de pies y manos, amenazaban con lanzarme por la borda.

- “No lo tiren, que eso no sirve ni para alimentar a los peces. Guárdenlo en una de la bodegas y en el próximo puerto lo dejamos en tierra”.

Esa fue la campana que salvó mi vida. ¿Salvó mi vida?

A medida en que me conducían hacia una bodega, el cielo empezó a oscurecerse hasta el punto de ponerse negro en cuestión de segundos.  El marinero que me conducía interrumpió su trayectoria.  Abrió la primera puerta que encontró y me lanzó dentro, cerrándola tras de si. Oí un grito proveniente de lo alto que decía:

- “Aaaaaaguaaaaa”.

De pronto escuché el ruido de un fuerte golpe que produjo una gran sacudida y la sensación de que volaba por el aire, mientras el agua penetraba con gran fuerza por las hendijas inundando el local donde me hallaba.  Las sensaciones que recuerdo fueron la de volar y nadar en medio de una negra noche.

Ahora si recordaba todo.  Cuando me iban a poner en prisión ocurrió un maremoto que arremetió contra el barco.  Por las sensaciones que recuerdo, el barco tiene que haber sido arrastrado por los aires hasta el punto donde encallara.  Pero, ¿dónde está el agua? Me asomé por la borda.  No vi ninguna. Más bien me pareció estar a cientos kilómetros de altura, acorde a la baja temperatura y la velocidad del viento.  Me incliné de espalda a la borda del barco y miré hacia arriba.  Realicé un gran esfuerzo de abstracción. Tratando de captar la imagen como si fuera a través de un cristal de miope; disminuida la imagen, pude ver lo que pudiera haberse llamado un inmenso iceberg  de roca en el que se encontraba incrustado el barco, haciendo las veces de balcón de una montaña.

Traté de buscarle explicación al fenómeno. El maremoto pudo haber lanzado el barco y haberlo incrustado allí.  Luego, al bajar el nivel del agua, el barco permaneció estático como un nuevo miembro de la montaña rocosa.

Corrí con mucho trabajo al camarote de capitán tratando de hallar algo que evacuar una duda que tenía.  No encontraba nada que tuvier una superficie reluciente hasta que después de mucho buscar  encontré en una gaveta una rosa naútica que tenía el fondo demetal pulido.  Me miré, ¡horror! Mi rastro estaba tan deteriorado como el del resto de los marineros.  Mi cútis seco, agrietado  y verdoso, mis ojos salidos de las órbitas, los pómulos salientes con toda las carácterísticas de un cadaver. No en balde aquel marinero creyó que yo estaba muerto. Sin saber que estaba igual que él, porque en el barco. No había espejos y nadie sabía como lucía.

 Y.. ¿Qué explica el estado de la tripulación? Pues pudo haber sido que a la entrada del agua delmar, los cuerpos se saturaran de esta, hayan estado vivos o muertos. Al contacto con el sol, reaccionaran igual que reacciona, el pescado o la carne salada, por tanto en carne salada no pude haber visceras vivas.  Todos estábamos muertos.

Tuve una última intención de escapar de aquella realidad.  Me acerqué a una parte del barco donde laroca quedaba al descubiertoy la toqué.  Era una roca cas lisa, la cual para escalarla para descender por ella habría que ser experimentado alpinista equipado con el mejor instrumental para ese deporte. Además ¿qué me esperaría abajo a una distancia donde no se distingue la sima de a montaña, donde el calor del descenso podría actuar sobre mi carne salada? Desisití. Y me dediqué a terminar mi análisis.

Producto de una situación climatológica, el barco quedó incrustado en la cima de una montaña rocosa. La tripulación, por causas también climatológicas quedó convertida en zombies de carne salada.

Lo real es que estamos muertos, lo fantástico es que pensamos, nos movemos, no comemos, sencillamente estamos, sin hacer nada, porque no hay nada que hacer; sin embargo es lo fantástico porque por muchas razones cientíicas que le he buscado no lo pudo explicar.

 

Madalina Cobián Madalina Cobián
madalinacobian2008@yahoo.com 

http://www.enelatardecerdetuvida.blogspot.com/

de “El otoño de una mariposa” - Cuentos

Ir a índice de América

Ir a índice de Cobián, Madalina

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio