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Valores del siglo XXI
Lilia Cisneros Luján

 

Al salir del ámbito filosofal el tema de la ética, convirtió en producto –comercial, de rating o electoral- valores como; honestidad, valentía, patriotismo, rectitud, paz, responsabilidad o servicio. Primero las empresas y luego la sociedad en su conjunto, degradaron al renglón de cualidades para los mejores “recurso humanos” o señalamientos para el competidor –comercial, político- cuando se supone la ausencia de estos.

El Instituto Para La Ética Global, con actividades en Europa, propugna por cambios en la sociedad, a partir de su visión de que “las naciones del mundo no sobrevivirán en el siglo 21 con la ética del siglo 20”, que según ellos dejó sin vigencia valores tradicionales como Patriotismo, Cooperación, Comunicación, Honestidad, Responsabilidad ¿Será por ello que los corruptos son un referente sobre todo para las generaciones jóvenes? ¿Quienes, además de los multimillonarios o archi-poderosos, -aun cuando sean capos- podrían ser los ejemplos a seguir? ¿Por qué habrían de escoger el esfuerzo y el trabajo si la holganza y lo prohibido lleva a la acumulación de dinero rápido y satisfactores publicitarios promovidos en los medios?

Sin embargo, frente a esta corriente que desde mediados del siglo pasado ha luchado por la desvaloración de casi todo –familia, matrimonio, instituciones, religiones, espiritualidad respeto por la intimidad, etc.- la preocupación social gira en derredor de la inclinación al consumo de drogas, la violencia extrema, y la delincuencia a muy tempana edad tomando conciencia de que el ejemplo negativo es un estímulo para estos antivalores entre los jóvenes. ¿Qué pueden hacer padres que se mantuvieron pasivos ante sus propias crisis?  ¿Cómo pueden orientar a sus hijos frente a su incapacidad de lidiar con las diferencias de sus parejas, hermanos, tíos o padres?

El menor de los daños producidos por la ausencia de valores es una vida sin horizonte. El horizonte no es algo magno y lejano, es el que se conforma cada día, cuando al salir a la colonia o en una carretera lo que se mira son montones de basura; es el que se oscurece con la ausencia del maestro en el aula o con el bulling de los compañeros en el patio de recreo. Un horizonte gris es, el que por la contaminación enferma los pulmones y los riñones de miles de personas; es aquel lleno de malos olores, polvo y bacterias volando debido a la carencia de agua; es en suma el que nos llega a través de una pantalla incapaz de mostrar otras imágenes que no sean la tragedia, la agresión, la descalificación constante de todo y por todos. ¿Por qué no convertirse en irresponsable e inescrupuloso si eso te da fama?

Difícil es ocuparse cuando estamos confundidos ¿De que sirve que las universidades intenten incorporar la ética en sus aulas, si ahí mismo hay personajes que venden droga, comercian piratería y agreden como lo hicieron en la UNAM la semana pasada? ¿Alguien puede creen en la  intención de no pasar de la conciencia crítica o ética y llegar a la inclinación partidaria cuando se generan movimientos de “protesta” si hasta el más inocente infante conoce quienes son los interesados en tales manifestaciones[1]?

Desde hace varios meses, se avisó que personas incapaces de cumplir las reglas básicas de la enseñanza, no tendrían porque contar con una plaza en la SEP y todas las prestaciones que corresponden al maestro. Al cumplirse el término, la respuesta es amenaza de más paros y movilizaciones, ¿como esperar que los alumnos de estos “educadores” luchen por sus sueños si ellos mismos parecen carecer de ideales? ¿Puede crearse algo, en un aula sin valores? ¿Es solo la instrucción o también el ejemplo el que educa?

Faltan algunos meses para recordar y festejar a los maestros; yo desde ahora reconozco que el 80% de lo que he sido lo debo a quienes fueron mis maestros desde el sexto de primaria hasta el fin de mi carrera universitaria. Tuve la fortuna de contar con ejemplos de personas creativas, responsables y dispuestas a ayudarme, no solo con instrucción sino con valores. Por supuesto esta mi regla tuvo excepciones en uno que otro maestro hostil, severo y desproporcionadamente exigente de lo formal y no del fondo; pero la mayoría de ellos demostraban que aun cuando no fuera significativo lo que recibían por ocho horas de trabajo diario, su mayor remuneración era el compromiso que lograban de sus alumnos para la superación y la continuidad de su carrera.

Es una pena que millones de niños y jóvenes abandonen la escuela en el mundo[2] ¿Disminuiría esa cifra en la misma proporción de hacerlo con la inflexibilidad? ¿Cuántos alumnos se quedarían si se incentiva su curiosidad y además de impulsarlos a investigar se los anima a ser autónomos? ¿Por qué hay que pagar diplomados para el emprendimiento si desde la educación media se les animara a llevar adelante proyectos creativos y viables?

Si acaso en la escuela no hay toda la tolerancia deseable, ¿Qué pasaría si ese valor lo ejercemos en familia a partir de acciones conjuntas –en equipo- que trabajen con responsabilidad y entusiasmo empezando por mantener el entono hogareño como un espacio limpio y ordenado? La honestidad de hacer lo que me toca y no tratar de cargarle la mano al otro puede generar que el valor de la transparencia sea cultivado por las hoy generaciones jóvenes.

Referencias:

[1] Por igual el #yosoy132, que el que ataca al impresentable gobernador de Veracruz

[2] UNESCO: 31 millones durante el año 2011.

Lilia Cisneros Luján

lcisnerosescritora@gmail.com

29 de febrero de 2016

 

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