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Regalos


Lilia Cisneros Luján

Un regalo es algo obsequiado de manera gratuita, por alguien que ama al destinatario. La humanidad ha recibido el obsequio de la vida en un entorno relativamente armonioso –salvo las rupturas que ha propiciado el propio ser humano- donde sin esfuerzo alguno diariamente tiene luz de día, noche alumbrada por estrellas y todo lo necesario para subsistir.

Con el regalo de la vida, las personas recibimos aptitudes para amar, calificaciones diversas para pensar: descubriendo, investigando y hasta creando toda suerte de inventos supuestamente para alivianarnos nuestro diario existir. La posibilidad de ser felices nos es regalada a todos y si bien hay disparidades, sobre todo económicas con todas las consecuencias que ello implica, siempre existe la libertad para buscar opciones que nos acerquen más a una vida de armonía. ¿Por qué entonces justo en una época que para buena parte de la raza humana es la celebración de regalo divino de la redención, hay quien asesina de manera terrorífica?

En diversos momentos de la historia se ha interpretado que la gran tribulación compendiada en el Apocalipsis -escrito por el apóstol Juan en la isla de Patmos, con su contexto profético de diversos libros del antiguo testamento- corresponde al tiempo final según algún “iluminado”; sin embargo, ni la lepra, la peste o el sida podemos asegurar que son el caballo amarillo de la muerte y sería muy arriesgado interpretar que los actos terroristas y las guerras por el dominio hegemónico de algunas regiones del planeta signifiquen que se está cumpliendo ya la profética llegada del caballo bermejo de la guerra.

Aun recuerdo que justo en esta época que rememoramos el regalo de salvación otorgado por Dios, al nacer como hijo de una mujer virgen en condiciones de humildad y excelso amor, todos los ejércitos de mundo, aun los no cristianos, estaban listos para una tregua; hoy la lucha maligna parece haber logrado desacralizar este evento recogido en la liturgia de muchas religiones del mundo sustituyéndolo por una época de frenético consumismo, donde la esencia del regalo de Dios a los hombres de fe, se ha sustituido por “el profit", el aumento porcentual de las ventas, el baile desenfrenado, la comida excesiva y por supuesto el abuso de las bebidas embriagantes.

La soberbia humana ha crecido a grado tal que nos constituimos en jueces de Dios mismo. Los cuestionamientos hechos son tan retadores como el del criminal que sin el menor dejo de arrepentimiento ante la inminencia de la muerte, le decía “Si eres Dios, bájate de la cruz y sálvanos a nosotros” En lugar de aceptar con gozo el obsequio gratuito que nos ofrece con el simple requisito de reconocer por fe, el poder de su sacrificio para pagar nuestras deudas, ponemos al Dios de nuestros padres y nuestra infancia a “competir” con dioses ajenos que mercadologicamente, aseguran no ser una religión pero en cambio practican ritos de todo tipo[1], compiten entre sectas y permiten el auto-sometimiento no a Dios sino a los inventos humanos.

Mientras se multiplican los ingenuos –mayoritariamente mujeres- seguidores de estas “no religiones”, 12 compradores de un mercado navideño en Berlín fueron muertos por atropellamiento, un embajador ruso en Turquía es acribillado frente a los medios, 110 pasajeros de una línea comercial son secuestrados y 400 policías de Melbourne allanaron decenas de casas de ciudadanos en busca de terroristas que ya no son reclutados por grupos específicos, pues les basta con seguir en los medios masivos, las indicaciones de tácticas para perpetrar sus misiones de odio.

El desafío global[2] del terrorismo islámico, es explicado como algo que no va a ganar ni en Australia, ni en Italia, ni en ningún otro lugar del planeta donde los servicio de inteligencia y seguridad estén atentos a evitar y detener a sospechosos y verdaderos criminales; pero son muy pocos los que se atreven a  comprender que todo es resultado del alejamiento de Dios, la negación de su supremacía y el cuestionamiento de sus planes y poderes de amor y paz.

¿Te beneficia en algo un “regalo” entregado solo por cumplir con la fecha y a lo mejor reciclado de otros que alguien te dio antaño? ¿No sería más fácil aceptar el regalo divino de nuestro Padre, que ante los contantes actos en contra de nosotros mismos en vez de castigarnos justicieramente nos da la opción de ser salvos de manera gratuita? Creer por fe que este es un regalo que implica salvación y vida eterna en la presencia de nuestros Dios, no nos perjudica en nada ¿Porque entonces no lo aceptamos y sí nos llevamos la vida en cuestionarlo? ¿Son esos razonamientos de polémica la moderna rebelión y hasta burla al remanente cada vez menor de creyentes una forma de sentirnos como si fuéramos dioses?

No se cuantos regalos recibió Usted en esta Navidad, yo aprecio las llamadas de personas lejanas geográficamente o en el tiempo, personas que me agradecieron por una serie de cosas que ni siquiera recordaba haber realizado, congéneres que me han dado la satisfacción de corroborar que tenemos esperanza en la medida que aceptemos el mayor de los regalos, nacido en forma de bebé en Belén.

Notas:

[1] El budismo por ejemplo se ha convertido en el gran negocio del siglo XXI, no solo por la gran oferta de escuelas de Yoga, sino por la de costosísimos “campamentos” de meditación sitios para la dispersión de cenizas, el costo de ritos mortuorios, la venta de libros, cuencos y toda suerte de obras humanas que al estilo de los antiguos hebreos prometen la salvación y la vida eterna, solo que luego de andar deambulando por el planeta y de que el espíritu reencarne en otros ser vivo.

[2] Calificativo del jefe de Gobierno australiano, Malcolm Turnbull, a propósito de ataque en Berlín. Las autoridades de ese país, aseguran haber desbaratado 12 intentos de atentados en diversas ciudades de su territorio. 

 

Lilia Cisneros Luján

lcisnerosescritora@gmail.com

26 de diciembre 2016

 

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