El picaflor y las flores
Waldemar José Cerrón Rojas

Dicen que el picaflor tarmeño de plumaje tornasolado vivía enamorado de todas las flores del campo y de las flores de los jardines de la ciudad.

Una fresca y perfumada mañana, el picaflor estaba repartiendo besitos a las flores, sin presagiar que muy pronto caería en los brazos de una flor.

Al instante se oyó: ¡Ayyy...! ¡Auxiliooo...! Era una voz exótica clamando ayuda desde la quebrada, donde florecían muchas espinas. 

El pajarillo tarmeño por repartir besitos a las flores, se había enredado entre las espinas del junco.

Al parecer, era el final del galán de las flores.

Las aves le decían: "Tú siempre fuiste jactancioso y altivo. A toda hora hacías gala de los colores que luce tu plumaje." 

Las flores al unísono le gritaban: "¡Tú te has burlado de todas nosotras!” 

Las flores de las espinas vociferaron en voz alta “Está bien que nosotras seamos las más despreciadas en este mundo, nadie quiere sembrar nuestras semillas, tú también no quieres llevar nuestro polen, sólo vienes a decirnos al oído a cada una de nosotras “te quiero amor mío.” Total a ¿quién quieres? pues ahora demuestra tu amor quedándote aquí.” 

Los niños desde lo alto de la agreste quebrada lo miraban sorprendidos intentando salvarlo.

Aparecieron unos campesinos, quienes escucharon el ruego de los pequeños y salvaron al prisionero. 

Ninguna flor, ni semilla está demás en este mundo.

Waldemar José Cerrón Rojas 

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