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Caídos en el lago en el doblez del ángulo inferior ..
De "Es en la luz"
Liliana Celiz

caídos en el lago en el doblez del ángulo inferior del precipicio

(punto a la caída de .los nombres) ella oía algún cantar de voces

 desde adentro (en lo inferior) líquido interno desde mí/ en flotación

los cuerpos / el aria habida de los cuerpos que no flotan, ya no flotan

en el río/ sólo el alga en perdición de lo concreto de los nombres/

aria de los nombres/ al compás del lago junto al río en el desborde/

lagos en los nombres/ lo ancestral/ en otra mano lo ancestral/

la línea entera al infinito

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

dado el punto del revés del río (el tiempo en lo inferior

del tiempo/ la caída hacia otro plano de algún nombre)

pétalo interno desde el río/ ella camina hacia la puerta

del barquero (el lado interno de los nombres/ flotación/

la zona en flotación es a la inversa)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

de los cuerpos afloran nuestras voces  caídas más acá

de algún derrumbe de la muerte, en lo rocoso de la arena,

entre las algas, el rincón de nube en el reflejo desde el agua

más acá de la ribera  (el mar se torna a veces la distancia/

entre el murmullo de las olas que no vuelven / pátina verde

de los cuerpos entre latas a mitad del punto clave en la comida

(ella no está) ya no los hilos que se corren de la siesta (las notas

por detrás de algún circuito de los hilos/ la desgracia)

la humedad se torna lo infinito aquí en los cuerpos que no duermen,

que no giran en las olas, que no caen, que no lloran el misterio/

lo trágico del nombre/ la niñez (la infancia de algún doble)

lado a lado en el comienzo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

los lagos se tocan en las noches (al lado de la orilla, con el viento)

él aquí, la mano en la cintura o en la mano, del revés del hombre

hacia la izquierda, mano a mano en el cariz de la templanza,

la cara hacia el pañuelo y en lo rubio, en el espacio interno de

otro cuerpo (alegoría el hombre) la humedad vertiéndose

en el doble o en la cara de los sueños, en lo acuoso,

el estertor/ la sangre  vuelve a verse entre los huesos/

pliegue de los huesos/ la otra sangre

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

en el plano del brillo de las aguas (brillo externo

entre las aguas que no tiñen/ el canal del río interno en el canal

que cae en el abismo/ por debajo de algún puente la hermosura/

ella va/ el río mana de mis manos y en los nombres/ erguidos

de los nombres los cabellos/ el espanto torneando los cabellos

caídos en la tarde/ las hojas de difunto frente al río en extracción

del viento de la tarde/ vientre entero que se va/ el aluvión

el nombre todavía/ yendo /yendo/ al revés de  los presagios

de la vida/ la línea siempre enjuta junto al nombre)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ramas del revés del río hasta la cúspide del cielo

que no tiñe /lame apenas la tristeza (en lo inferior del hombre/

manos que se miran al galope en el plano de infinito en comezón/ dientes que no cierran/ ya no cierran puertas dadas del revés de la paciencia en el corriente/

río del revés de la otra sangre al infinito como un diente que no muerde/ las estacas de sal en un costado clavado de mi cuerpo)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

como hojas idas de algún árbol desde el suelo en el punto

de pisada a un plano de distancia (el arco de las hojas

desde abajo tiradas de raíz y planta hacia la esfera de la

tierra en la tracción de imagen en la forma que no pliega

algún discurso en la irrisión de sombras a la vera de la

imagen en el puerto/ gotas en el puerto en la inflexión

del río que no para de verter las manos siempre quietas/

en un ala en comezón de la distancia/ alma a la distancia

que no quema aquí en la nieve en el punto de partida

al escalón inverso de la muerte

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

y en balcones subterráneos de las cuevas, que no nadan,

giran entre tanto nuestros nombres, lagos en los nombres,

por detrás de la caída de muñecas de ojos verdes en el tiempo,

el esplendor muerto o caído desde el alma, lado es a las almas

pasajeras (el tiempo en lo inferior llora siempre algún crepúsculo

en la cima, de lado de los nombres, junto al viento, en la caída marrón

de los circuitos de silencio, ojos que se tumban al abismo, el espacio

lateral de algún criterio de los nombres/ lado a lado en la verdad/

todo verdor perecerá/ el tiempo gira en las chicharras, en los bordes)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

paredes que respiran sin los cuerpos/ manos escritas

como endebles en las formas que no caen, cuelgan

desde el techo/ pezones llenos de los mohos de la tarde

en lo inferior/ tarde líquida en los sexos/ mamas como

cuevas en el aire/ aturrulladas de las aguas desde el fondo/

manos claras como pájaros cayendo en el verdor del cielo

que se pierde entre montañas, siempre lejos y en los poros,

del revés, sombras líquidas de montañas en la tarde/

rotas en el agua, del revés, manos que coagulan nombres

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

de costado de la luz de las estrellas/ nombre en las estrellas

o entre lianas de los nombres (entre sombras proferidos)

eucaliptos en el agua entre planos de las palmas/ hojas

derruidas como nombres sin raíces/ como tumbas sin raíces

nuestros muertos/ el espacio sublime en la belleza o desde

el alma (cuelgan nuestros nombres afilados) en el patio trasero

de la luna allá en el agua en el fondo de las sombras o en la piel

(islas venidas como nidos sin los nombres)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

de las flores que acuñan la belleza de los otros, la belleza siempre ida

por detrás de los floreros que no cantan, ya no tiñen entre sombras,

desahuciados, el farol, roto entre las manos del comienzo en carmesí/

calle a oscuras por detrás de los pichones que no sueñan/ hojas escarlata

adoloridas en la muerte por detrás de la tristeza que no vuelve, ya ni vuelve,

guiños verdes a la mar entre esperanzas vagas a lo lejos del cristal que cae

como flores en el día (cuerpos rotos en el ala del florero en el ángulo de sombra,

por detrás de la tintura de algún paño roto en flores al comienzo)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

como peces abiertos por las bocas de huracán caído por las noches

o en el alba en el motor de hojas que no están (no vuelven) al final

del ojo del camino que se angosta –calles idas al montón de calles

en declive hasta la mar hambrienta de otras bocas- (sedimento

en estación de otoño o en las tardes de marea al viento/ olas en el

viento entre los pétalos derruidos de algún cuerpo en altamar/ pichones

 de altamar o entre las voces atribuidas a los otros/ la marea)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

peces rotos en los cuerpos de muñecos desteñidos en maderas

de algún muelle a la deriva en comezón la sangre entre algún nombre

(bocas de pichones que no caen ya ni vuelcan a la vida en el manchón

de sangre de algún muelle entre la arena en los cuerpos idos a montones

en el circuito de los puentes/ la caída calle entera a la caída entre los álamos

sin flor la estela roja ya sin flor entre los álamos)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

a modo de tabla de un náufrago / palabras al revés

de las botellas en el mar en la corriente habida del

recuerdo en la otredad del tiempo devenido

(claves de palabras que no caen ni coagulan

en las sombras entre voces de cangrejos) ríen

en las calles de la muerte entre caminos suaves

 

que se tornan como otros como trombas sucias

del recuerdo entre las bocas de aves que no cantan

ya ni ríen en silencio)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

adentro de la luz el fuego de la noche de entre estatuas

decaídas (en las antorchas de los hombres que no miran

ven pasar las gotas de sus ojos fluyendo en el revés del río

sin antorchas/ hombres que se caen por el hueco de las hojas

en el suelo/ ver caer al hombre como un río/ lo templado en soledad

la noche entera en soledad de entre los astros a lo lejos)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

la noche cae desmedrada  por los óvalos azules de los ojos

que no tiñen, miran imposibles desde lejos/ desde el parche

azul de los caminos que no vuelven/ trepan por las calles

circuidas de tropas en desmedro/ tropas que no callan/ tumban

a montones de papeles infinitos de los astros que no duermen/

callan implacables en la voz de las hendijas (otras voces que

amontonan estas manos infinitas de papeles, a montones de

papeles que no tañen, vuelan entre voces aquiescidas de la muerte)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liliana Celiz
De "Es en la luz"

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