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La mirada sobre el mundo desde el mundo mismo es un cambio estratégico de esa mirada que Marta Macías nos entrega en su libro LA CASA AZUL, cuya prolija edición de marzo 2010, nos hace llegar desde su residencia en La Plata.

El libro descompone la luz para reagruparla desde su prisma en otras luces, desde el sitial en que la autora observa ese punto diminuto de color azul que se esfuerza por tener entidad dentro del universo.

Siguiendo los postulados de un principio hermético, pareciera que el objeto-personaje de la poética de Marta Macías, siendo una parte del todo, no podría analizar ese todo que lo comprende. Sin embargo la autora logra extrapolar su visión y desde adentro nos pinta cómo es el objeto de estudio, con sus magnificencias, con su composición y sus estructuras, con su sitial en un universo que aún no ha sido adivinado en su verdadera dimensión.

Esta casa que la contiene, que nos contiene, de ser un punto azul va novando en la poesía del libro hacia una pormenorizada estancia en donde van apareciendo en escena cada uno de los componentes hasta la conformación a la que hemos aprendido a amar, por ser nuestra madre tierra, sin que por ello la descontextualicemos del universo que comenzó a formarse a partir del Big Bang y que continúa dispersándose.

Si bien tenemos en LA CASA AZUL un rasgo predominante donde Macías hace gala de su creatividad poética describiendo cada elemento del tema central, agregamos que el libro no se circunscribe a esta sola temática, y nos lleva por la creación antológica de la autora donde hallamos el fervor poético con diferentes expresiones y tratando temáticas si bien interrelacionadas con el espíritu de la obra, con puntualizaciones de destacada solvencia literaria.  

Es por ello que se detiene en la ancestral actividad minera con la que el hombre desde su aparición, se ha provisto de los elementos que le han ayudado a caminar y crecer en su aventura sobre el planeta tierra, a veces con actitudes verdaderamente agresivas hacia las entrañas auscultadas.  

Se permite Marta Macías insertar un capítulo de verdadera innovación cuando arma sus poemas partiendo del aliento que le proporcionan las figuras geométricas, aunque nos aclara que los mismos forman parte de una de sus obras éditas, como otras secciones del libro, justamente para que a que nuestro decir que estamos ante un libro antológico, estemos contestes con la intención que tuvo la autora cuando decidió publicar esta obra.

Los haikus y las tankas también dan soporte a la poesía de Macías cuando vuelve a referirse a ésta, su casa azul, del mismo modo que ha emparentado la obra pictórica de maestros de todos los tiempos con el distintivo de la obra poética. Este capítulo que responde asimismo a otros de sus libros, le permite a la autora viajar por los mismos lugares del planeta que miraron azorados los ojos de los artistas plásticos antes de movilizar sus pinceles y paletas en busca de la belleza pictórica que quedó plasmada en sus obras.

Adherimos a todas las expresiones de regocijo con que fue saludada esta muestra de buena salud poética que desde la capital de la provincia de Buenos Aires nos regala la poeta.

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