El capital poético, siempre in crescendo, va conformando con el paso del tiempo los libros que adquieren distintas nominaciones conforme se presentan las ocasiones de su mención, al igual que textura y tamaño, hasta que pierden su calidad de inéditos cuando la varita mágica de un editor toca el hombro del autor.

Este capital poético, maleable, íntimo, subjetivo por excelencia, ha servido para que Marta de Arévalo hiciera una antología con la rara salvedad: "de inéditos", que es decir: "muestro lo más querido de mi desconocida producción".

A partir de entonces para Marta de Arévalo, poeta uruguaya de verdadero fuste, pero fundamentalmente difusora del espectro poético hispanoamericano por excelencia, varias partes de siete de sus libros inéditos han dejado de serlo, bajo el nombre de ESPEJOS.

Suponer que como libro antológico los poemas no guardan relación entre sí, es desconocer la capacidad poética de esta autora que en su haber cuenta con más de veinte libros publicados, muchos de ellos ya en su cuarta edición.

Hay en ESPEJOS una constante que dicta el permanente desdoblamiento de la autora en la incesante búsqueda de sí misma, traducido en un esquema de maravillosa sencillez, donde un verso final pone con estupenda maestría el broche de oro a la idea poética, la que ha sido desarrollada dentro de un perfecto esquema sónico y de sólida contextura.

Lo predicho no encasilla en manera alguna la creatividad de Marta de Arévalo, que bien se maneja con soltura en el verso libre como incursiona con igual solvencia en la estructura formal.

Saludar, pues, el compendio poético de Marta de Arévalo, es rendir justo homenaje a esa mano selectiva que supo instrumentar las vértebras necesarias para que siete libros de un período de seis años (1971/1977) se articulen normalmente, en una obra de Ediciones B.L.A.N.C.O., fechada en Montevideo, Uruguay, en el año 1991.

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