Quino
“El mundo es una porquería” 
Entrevista y texto de Cristina Castello

En una charla informal en la que todo valía, el papá de Mafalda conversó conmigo una hora, en mi casa. 
Hice la nota para el diario “Tiempo Argentino” en mayo de 1984. Pero tiene vigencia hoy.
Quino. Talento, ingenio, escepticismo, inteligencia, tristeza y amor a la vida. 
Quino. Sin hijos para no someterlos a este Mundo.
Quino y Alicia, mujer, compañera, abrigo en los inviernos y sombra cuando el sol no es caricia sino fuego.
Quino.
¿Dibujante? ¿Historietista? ¿Humorista?
Digo compañero de ruta.
De niños y adultos que conservan el niño.
Y los niños ríen. 
Y los adultos ríen.
“El carnaval del mundo engaña tanto
que las vidas son breves mascaradas.
Así aprendemos a reír con llanto.
Y también a llorar, con carcajadas” (Juan de Dios Peza)
¿Será un relámpago triste, la sonrisa?

Para el pasaporte, Joaquín Lavado.

Para el mundo, Quino.

Es un escritor que dibuja.

Así lo definió un muy amigo.

Y hago míos sus decires.

Duende Quino.

O gnomo.

Le gustan los gnomos.

Tanto como los dioses mitológicos, porque también se equivocaban.

También le gustan los árboles y el sol.

La Naturaleza, su visión de Dios, quizás.

Una mirada animista de la Creación.

Duende o gnomo de páginas de humor.

¿Humor o ideas dibujadas?

De libros, de videos, de tiras en los diarios.

De ángeles.

Ángeles amargos a veces. Quisieran una vida mejor. Para todos. 

Lector de la Biblia pero no por creyente: por sus querubines y demonios, que después aparecen en sus historias dibujadas.

Papá de Mafalda.

La niña –vive en todos nosotros en el Mundo todo- que abrió los ojos  en 1964.

Dos mil tiras que recorren el mundo traducidas hasta al idioma chino.

Quedó fuera el sánscrito. Y bueno, otra vez será.

El Duende dijo adiós a Mafalda en 1973.

Qué importaba a Quino no pasar más por ventanilla.

No quería repetirse.

“Paren el mundo que me quiero bajar”, bramó Mafalda alguna vez.

Y su papá y yo acatamos la orden un momento.

En mi casa con risas, mate y algún dolor oculto tras las risas.

Parado sobre sus algo más de cincuenta, Quino es hombre de lecturas llevar.

Después desaprende los libros y deja que vida lo pueble.

Alma desnuda y ojos bien abiertos. 

Ojos que ven el Mundo como algo terrible. 

- ¿Terrible el Mundo?

- Sí. Por eso con Alicia no tenemos hijos. Sería una infamia traer a alguien a este mundo. Yo no hubiera querido nacer.

Pero Nació

“Mi familia que es española, llegó a Mendoza desde Andalucía: Vivíamos en una casa tipo longaniza: piezas y mas piezas, la cocina por allá y el baño detrás de todo; había un gran fondo con un arbolito, donde yo jugaba: , mataba  cucarachas y hormigas. No tenía  ningún contacto con la ciudad. Así llegué a la escuela primaria sólo con mi ‘Idioma” andaluz, con  conflictos expresivos y de comunicación. Y por eso elegí  el dibujo  para expresarme” 

- ¿Tan mal pasás la vida?

- Sí, cuando hice la colimba los fines de semana eran amargos. Pensaba que tenía que volver al cuartel. Y lo mismo me pasa con la vida: no tengo ganas de pasar el mal trago de morirme... ¿Por qué? (Indignado) ¡Hubiera preferido no nacer y se acababa la historia!

- La vida te gusta: no querés morir...

- (Muy serio) Bueno, ya que estoy no voy a pegarme un tiro pero... ¿qué es eso de estar pensando en no ser un viejo ñañero?

- Parecés Mafalda....

- En realidad me parezco más a Felipe. Y por suerte dejé de hacer Mafalda en 1974. La tira estaba basada en que el Mundo no va. Y no va, no va.... ¡es una porquería!

- 1984, en el umbral del próximo siglo: no son buenos tiempos. 

- ¡Pésimos¡

- Pero la vida puede ser trascendente y podemos luchar para cambiar lo malo....

- Sí, pero la cosa viene manejada por otros lados y un humorista no puede modificar nada. Lo único que sirve es el laburo en conjunto del dibujante, del actor, del autor, de toda la sociedad. Y eso no pasa y...

- La existencia como un hecho fraterno...

- Sí, pero no se vive así. Esta vida definitivamente no me gusta.

- Te creo. Pero también “hacés” un personaje fatalista, sin fe en la humanidad y con una suerte de pesimismo antropológico....

- No, porque hay cosas que me gustan. La música, la pintura, los paisajes...qué sé yo...Comer...hacer el amor...¡eso es  lindo¡ (detrás de los anteojos, los ojos le titilan pero...) Pero... ¡no alcanza¡.¿Qué estamos haciendo todos en este planeta? ¿Te das cuenta?: no tengo un sentimiento religioso de la vida.

- ¿Dios no existe?

- Se supone que existe porque hay una palabra para nombrarlo, pero no creo en ese invento humano de un señor con barba sentado en una nube. Bueno...¡creo en Dios como puedo creer en los fantasmas!.

- ¿Qué mezcla es esa entre Dios y los fantasmas?

-  Mirá....mi viejo murió cuando yo era chico y hace dos años se me apareció en el balcón (con seriedad, dan ganas de creerle)

- ¡Vamos! Hablábamos en serio

- Y si... yo sigo hablando en serio... Ese día yo estaba tomando una sopita y levante la vista y lo vi. Él me miraba como si dijera: “Después de todo, éste se arregló bastante bien en la vida”

- ¿Y vos que hiciste?

- Y... yo dije...”Bueh, parece que tenemos visitas”. (No pretende ser gracioso) ¿Cómo no voy a creer en los fantasmas...si vi a mi viejo ahí, en el balcón de mi casa?

- ¿Lo viste como algo difuso...como una fotografía fuera de foco?

- ¡Ma que difuso! (Convencido) Lo vi de la cabeza a los pies y lo peor de todo es que.... ¡fumaba!...y  el médico se lo había prohibido. (Risas)

- ¿Te dijo algo?

- No, porque estaba detrás del vidrio pero me miraba con carita bastante placentera.

- ¿Cuánto duró esa presencia?

- Dos cucharadas de sopa.

- Quino... ¿qué es esto de medir presencias por cucharadas?

- Claro, yo tomé una cucharada y  dije “tenemos visitas”; bajé la cabeza; tomé otra, lo miré y a la tercera...¡no estaba más¡

- ¿Te causó inquietud?

- ¡Pero no! Me gustó muchísimo... como en el filme “Ocho y medio”... ¿te acordás?

- No vi “Ocho y medio”, es una de las asignaturas pendientes.

- (Desesperado) ¿Y qué hacés acá con esta entrevista si no viste “Ocho y medio”? ¡Dale, salí urgente, ya mismo a buscarla¡

- ¿Y vos comiste los ravioles de “La Real”?

- (Carcajadas) No, tampoco... ¡tenés razón¡ Pero....este asunto de las arterias... ¡fabrico colesterol! No como pan, ni pastas, ni hidratos de carbono.

- Fundirías el negocio de Manolito

- No, no, porque  con el vino... ¡Nada!, no le llevo el apunte... mis dos botellitas por día, tranquilamente.

- Además del vino, ¿nunca un desborde?

- Sí, cada vez que tengo que viajar en avión. Entonces me como todo, porque pienso que si se cayera me sentiría un imbécil... ¡yéndome al más allá mientras hago dieta!

- ¿Tanto miedo te da volar?

- Sí, pero me gusta. Es como con los terremotos...esa idea de que el mundo se mueva...ese susto tan grande y tan lindo.

Quino y Mafalda

“Mis padres murieron  cuando yo tenia doce años y fuimos a vivir con un tío, dibujante publicitario y pintor. De ahí mi contacto con la gráfica, los lápices, los pinceles y esas cosas. Pero  la escuela primaria me resultaba terrible... era como el Felipe de Mafalda. Claro que seguí: me convenció mi madre cuando me dijo que para dibujar historietas, tenía que saber leer y escribir. Pero me costaba. Y  muchas veces tiraba los cuadernos a las acequias para decir en mi casa y decir que, así, no podía volver al colegio”.

. ¿Con Mafalda quisiste contribuir a cambiar el mundo?

- Pensaba en concientizar al lector. Ahora sé que no sirve.

- Si Mafalda estuviera en acción, seguiría en el intento...

- Sí...pero  el personaje de Mafalda es el que menos me gusta. Prefiero a los otros, que son posibles por ella, pero  no pontifican ni se ponen pesados con la paz mundial y todas esas cosas.

- Ella decía lo mismo que vos pensabas....

- Claro... cuando lo hacía, creía en esas cosas.  ¿O acaso vos podés hablar del futuro del mundo...o del tuyo? A ver....¿Cómo te imaginás dentro de quince o veinte años?

- Creo que seguiré en el intento de cambiar mi pedacito de mundo. Con poesía y en poesía. Quinó qué opinión te....?

- ¡Ah no! No creo en eso de dar opiniones, porque bien puedo pensar hoy una cosa y mañana otra.

- Parecés un malhumorado, casi autoritario...

- Que quede claro que no es con vos. Pero decime si cuando a uno lo pisan en un colectivo no se siente un autoritario. Además, si los autoritarios hicieran huelga no pasaría nada, pero tampoco si la hiciéramos los dibujantes. El desastre sería que no trabajaran los panaderos o los basureros.

- A pesar tuyo, sigamos con las opiniones. De la Iglesia, por ejemplo...

-  Los de la Iglesia me parecen unos tipos geniales, unos capos. ¡¡Mirá que mantener el Poder tantos siglos¡¡¡

- El poder, tema preferido en tus páginas...

- Yo no sé ejercerlo, ¿cómo voy a mandar a un tipo que por ahí tiene ganas de hacer otra cosa? 

Personas y personajes 

“Terminada la escuela primaria, hice dos años en Bellas Artes. Y me harté de dibujar trapitos, jarrones y patos embalsamados. A los dieciocho años vine a Buenos Aires y recorrí las revistas con mis dibujitos espantosos. Por supuesto, me dijeron que no en todas. Vuelta a Mendoza, la colimba y de nuevo Buenos Aires. Acá empecé en “Esto es”, pero como era una revista peronista – no se de que tendencia – desapareció con la revolución del 55” 

- En Miguelito pusiste muchos opiniones sobre lo “absurdo de la vida”...

- Bueno, pero no pontificaba como Mafalda. Bien sabés porque lo hablamos antes de que encendieras el grabador, que nació por una casualidad. El día que me llamó Miguel Brascó y me dijo que la fábrica de heladeras Siam quería trabajar con otra línea: Mansfield.

- Y querían una historieta como Charlie Brown, que tuviera una familia tipo...

- Claro, no querían que dijera: “Que linda heladera!”. Querían un argumento y que – chiquito – dijera el nombre y el modelo. Pensaban llevar a la tira de los diarios como regalo, pero al final no se concretó nada.

- Y la tira que es parte de la vida de niños y adultos, casi quedó en el recuerdo....

- Sí, hasta que salió la revista “Primera Plana” donde apareció durante seis meses. Después me fui de allí y a través de Miguel Brasco - que en aquel momento hacía de padre mío – conseguí publicarla en el diario “El Mundo”. Y  tuve que hacerla todos los días, sin saber yo mismo que quería con ella ni adónde me llevaría.

- Pero aparecieron los otros personajes.

- Sí, Susanita y Guille.

- Todos muy educaditos...nunca una mala palabra...

- (Ríe) Pero a mí resultan inevitables y utilísimas. Creo que fue en Israel, donde preservaron una zona para que no se contaminara con ellas. Pero quienes vivían ahí, las inventaron.

“La libertad es chiquita”

“Después de “Esto es” ,dibujé  en “Que”, en “Avivato” y en “Rico Tipo”. Estuve una pila de años. De allí, mi encuentro con Divito, tan  importante en mi vida: me pedía los dibujos a lápiz, para corregirme los desastres. Hasta entonces, mi línea había sido simple, nada de grises o negros. Y a partir de allí cambié. Después, de revista en revista, publiqué en todas las que se editaron en Argentina” 

- Quino, tus temas frecuentes son la vejez, la enfermedad, el Poder, los prejuicios sexuales, la hipocresía....y siguen las firmas....

- (Sonríe) Me meto con lo que más conozco, como temas de medicina, pero nunca habrás visto ningún dibujo con el deporte....no sé nada de eso.

- ¿Tu actitud contra los totalitarismos nació con vos o algún hecho te marcó?

- Yo creo que me marcaron mucho en la infancia, la Guerra Civil Española y el fascismo.

- ¿Y el interés por la vida de todos es anterior o consecuencia de los problemas de salud que sufriste?

- Mejor no hablar de eso. ¿Para qué?

- Porque en la vida de todas las personas hay una zona de fractura, que hace que en su vida haya un antes y un después. ¿Fue tu caso?

- No sé, no sé, no pienso en esas cosas.

- Está bien, ¿qué es Alicia para vos?

- Mi mujer: ella tiene todo lo que me falta.

- Sos una suerte de conciencia crítica de Argentina, desde tu humor donde habitan angustia y ternura...

- No, no, soy nada más que un dibujante.

- Quino, tanto viajaste... ¿cómo te sentís en Europa?

- Bien, porque entre trámite y trámite puedo ir a ver La última cena, o descubrir la casa donde murió Florencio Sánchez (en Milán), o conocer por dónde anduvo Mozart ¿Vos sabés que una vez me volví loco: no sabía de dónde conocía a una chica, que era secretaria de una clínica? “¿La habré visto en la calle?”, me preguntaba....hasta que al final me di cuenta....¡”Trabajaba” en La Primavera de Botticelli.

- Querés decir que....

- ¡Sí, que era idéntica a una de las mujeres de esa obra¡ (ríe divertido)

- Me parece que esto pierde seriedad, A ver, ¿hacia dónde va el mundo?

- No tengo la menor idea...No te olvides que tanto a Mafalda como a Miguelito, les sorprendió que la libertad sea algo tan pequeño, precisamente  como Libertad.

 

Cristina Castello
Periodista y poeta

Buenos Aires (Argentina), 02 de mayo de 1984
Publicado en el Diario “Tiempo Argentino” – Glorioso diario que fue el último bastión del verdadero periodismo en Argentina. Creado y dirigido en principio por Raúl Horacio Burzaco.

http://www.cristinacastello.com

poesia@cristinacastello.com 

 

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