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El origen de las Siete Regiones
Gerardo F. Castellanos Bolaños 
[1]
castilan.gerardo.castellanos@gamail.com

 
 

En la tierra de sol, como le llamamos a Oaxaca, México, se celebra una fiesta grande en los dos últimos lunes del mes en que florecen la azucenas silvestres en el cerro, el mes de julio: se denomina Lunes del Cerro y se realiza al aire libre para estar en contacto con la naturaleza. El Estado se divide en regiones y esta es la historia del origen de siete de ellas.

 

En un intento por integrar a los oaxaqueños, pienso que debemos invocar a nuestros abuelos que, en 1932 sentaron las bases de lo debe ser el estado de Oaxaca al celebrar el IV centenario de su exaltación de Antequera, a categoría de ciudad:

 

… una grande y solemne fiesta popular, oaxaqueña. Fiesta de luz, fiesta de color, fiesta de fraternidad y regocijo que con el nombre de Homenaje Racial, que se celebraría en la tarde del 25 de abril de 1932. Según el diario local El Mercurio, 20 de diciembre de 1931.

“Danza de la pluma”. En las Fiestas de los Lunes del Cerro y la Guelaguetza

Antes del 25 de abril de 1932, no participaba ninguna delegación. Rosas Solaegui, 1978, p. 107, cuenta qué: “Era una fiesta casera, sin que tomara parte en ella, ninguna otra región del Estado, más que los habitantes de su capital y sus pueblitos o agencias aledaños. No había turismo exprofeso y menos extranjero; venían eso si muchos oaxaqueños residenciados en la capital del país y en otros lugares de la República a gozar con sus dos lunes.

 

La fiesta era en la tarde y no en la mañana, pero desde temprana hora, muchas familias especialmente de la clase media, desde las 7 emprendían la marcha para el Fortín, a pie, llevando viandas para almorzar a la usanza de nuestros antepasados, como atole de granillo, chocolate de agua o de leche, tamales de mole, de frijol, de dulce, y de chepil con su salcita con gusanitos de maguey; ricas tortillas “clayudas” embarradas de asiento, sin faltar los chapulines, las hojaldritas y las tortitas tostadas de harina cafecita, que tanto se han escaseado hoy en día. Se desayunaba en pleno campo.” 

 

Guelaguetza 2013: Desfile de Delegaciones 1er Lunes del Cerro, by Vive Oaxaca

 

Las siete regiones asistieron por primera vez, el 25 de abril de 1932, a rendir homenaje a Oaxaca, con lo más simbólico y significativamente representadas vistiendo sus mejores galas, con sus atributos más preciados y más genuinos, en son de espléndido agasajo, llevando cada región regalos y homenaje para ofrecerlos a Oaxaca, la perla del Sur,  que vive su vida típica y generosa, las siguientes siete regiones del Estado, 1.- Región Mixe, 2.- La Sierra, 3.- La Costa, 4.- El Valle, 5.- La Mixteca, 6.- La Cañada y 7.- El Istmo. En representación de Oaxaca, recibió el homenaje la Señorita Oaxaca, Margarita Santaella. Iturribarría, 1992, p. 243 – 245.

 

Estas siete regiones llegaron presididas, cada una, por dos ancianos venerables que portaban, entre ambos, el bastón con lazos azules, símbolo de la autoridad suprema de su región. Frente a la Señorita Oaxaca entregaron su bastón de mando. El emblema de la suprema aspiración de cada región, en esta ocasión, fue el silabario.

 

Según Iturribarría, 1992, sólo dos bailables se presentaron en este Homenaje Racial: la Danza de la Plumade la región del Valle, y la Sandunga que bailó la delegación de Juchitán. La guelagueza, los regalos, que trajeron las siete regiones fueron:

 

Los mixes, el más alto símbolo de la libertad. Estos indios jamás tuvieron en sus pies el grillete ni llevaban sobre sus espaldas la seña infame de la esclavitud. 

 

Trajeron matas de café, begonias, helechos a profusión y canastos de fruta.

 

Los yalaltecos con ramos de albahaca y alhelí, sendas madejas de pita, cántaros enflorados de sabroso “nupi” y, señoreando el conjunto, Juárez que se colocó tras la Señorita Oaxaca simbolizando así que siempre fue el guardían celoso de la integridad nacional.

 

Los costeños con sus machetes. “Cuando esta víbora pica no hay remedio de botica”.

 

La región del Valle de Oaxaca. Sarapes de Teotitlán del Valle, cántaros y juguetes de Coyotepec y Atzompa; jarrones multicolores de loza oaxaqueña, panoplias con espadas, machetes y cuchillos de Aragón, de Ejutla; muchas flores, canastos de pan de Tlacolula, nieves de Cuilapan, queso de Etla. Danza de la Pluma.

 

La Mixteca. Cotones y sarapes de Chilapa, Tlaxiaco y Teposcolula: dorados manojos de trigo, claveles de Tlaxiaco, petates y sombreros adornados, hechos de palma.

 

La Cañada. Manojos de arroz, caña de azúcar, canastos con ciruelas, mangos de Manila, chicozapote, plátano, naranja; colchas tejidas a mano; begonias, parasitarias; cenzontles, primaveras y calandrias.

 

El Istmo. Juchitán. “Naguili mas que visalá” “Te quiero como a mis ojos, pero quiero más a mis ojos, porque con ellos te veo”. Jarros llenos de flores.

 

Después de esto, se liberan cientos de palomas, que elevarán su vuelo para llevar a las Siete Regiones del Estado, un mensaje de amor que Oaxaca les envía. Iturribarría, 1992, p. 243 – 246. 

 

Para preparar la fiesta se nombró un Comité Organizador de los Festejos del IV Centenario que estuvo integrado por: Lic. Francisco López Cortés, León Olivera, Policarpo T. Sánchez, Demetrio Bolaños Cacho, Lic. Heliodoro Díaz Quintas, Sr. Lauro Candiani Cajiga, Sr. Demetrio Granja, Dr. Manuel Canseco Landero, Luis A. Herrera, Manuel Sainz, Dr. Alberto Vargas, Manuel Sodi, Alberto Dordelly, Guillermo Reimers Fenochio, Zeferino Diego Aguirre, Gabriel I. Carsolio, Lic. Constantino Esteva, Daniel Vargas, Prof. Guillermo Bonilla S., Prof. Gustavo B. Mendoza y Pro. Raúl Fuentes Calvo. Sociedad Folklórica Oaxaqueña 1958, p. 18-19.

 

Este Comité tuvo sus oficinas en los bajos del Teatro Mier y Terán y se reunió por primera vez en el Palacio Municipal, el 14 de noviembre de 1931.                                                                        

 

El Comité fue asesorado por los artistas oaxaqueños: Alfredo Canseco Feraud, Fernando Ramírez de Aguilar (Jacobo Dalevuelta), Carlos González, Guillermo Rosas Solaegui (hermano de doña Arcelia Yañíz) y otros. Sociedad Folklórica Oaxaqueña 1958, p. 18-19.

 

Probablemente esta fiesta amable no se perderá en el devenir de los años, nos dice Carlos Filio, 1935, p. 154, porque los oaxaqueños sabemos defender las costumbres del pasado, cultivar con cariñoso empeño la herencia de bondad y de alegría, que es el encanto del recuerdo de los que ya vamos siendo viejos.

 

[1] Miembro Titular del Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía Oaxaca

 

 

Gerardo F. Castellanos Bolaños  
castilan.gerardo.castellanos@gamail.com 

 

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