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Reflexiones sobre los cambios sufrido en la familia cubana
por doctor Mario Jesús Casas López y María Laura Riba

“Mejor ser felices como nuestros padres y hacer de la lástima amores eternos, hasta que a la larga te tape el invierno”, se escuchaba cantar a Silvio Rodríguez desde los parlantes de una computadora su ‘Canción de Invierno’. En ese instante, un grupo de amigos estábamos reunidos e, inevitablemente, nos pusimos a hablar de esos “amores eternos” hasta caer en la cuenta de que la mayoría de nosotros se había divorciado, que algunos habían tenido más de una pareja sin papeles de por medio, que otros tenían hijos de diferentes parejas, y otros, tras el divorcio, habían tenido que volver a vivir con sus padres ya ancianos. Estaba claro que ninguno de los que estábamos en aquel grupo, como en la canción de Silvio, había hecho de la lástima “amores eternos”.

Cuba posee la mayor tasa de divorcio de América Latina y el Caribe[1]; se ha establecido que la duración promedio del primer matrimonio es de cinco años. Si bien, como señala la psicóloga Patricia Arés Muzio “la estabilidad de la familia en Cuba es una problemática de preocupación para los científicos, también desde el punto de vista sociológico pone de manifiesto la ruptura y la insatisfacción con formas tradicionales de hacer pareja y familia, lo cual es también un indicador de progreso social”.[2]

El divorcio ya no merece una condena por parte de la sociedad.

No obstante, vale la pena una  reflexión acerca de la familia cubana actual. ¿Es que, acaso, está despareciendo?

No. Afortunadamente la familia no desaparece sino que se transforma, y la cubana se ha transformado a lo largo de todos estos años. Como lo expresa la psicóloga Patricia Arés Muzio[3]: “La familia se desarrolla a través de distintas etapas del ciclo vital y cada etapa exige nuevas demandas de adaptación”, y la familia, aún continúa siendo “la instancia de intermediación entre el individuo y la sociedad, constituye espacio por excelencia para el desarrollo de identidad y es el primer grupo de socialización del individuo (…). Puede ser la principal fuente para: el desarrollo sano del individuo o también de los trastornos emocionales”.[4]

¿Cuáles serían algunos de los motivos por los cuales la familia cubana ha cambiado? Algunos de los cambios son:

1) la forma de hacer pareja: ya no es necesario casarse legalmente para formar una pareja y construir una familia. Ni siquiera es necesario que esa pareja viva bajo el mismo techo. Sobre todo entre los más jóvenes se da un noviazgo indefinido, muchas veces ocasionado por dificultades “en cuanto a transporte, recreación; significa una salida funcional a la situación de las parejas para encontrarse y compartir”.[5]Por ejemplo, hijos/as se quedan a dormir todo el fin de semana en la casa de sus novios/as con el consenso de los padres dadas las dificultades antedichas.

2) Los estilos de autoridad han cambiado. Actualmente uno de los padres puede faltar, y ya no sólo por fallecimiento de uno de ellos - la principal causa de cambio dentro del seno familiar en otros tiempos - sino también por el divorcio o por causa de la emigración, por citar ejemplos. Tampoco la madre es la única encargada de la crianza de los hijos, puesto que tanto el hombre como la mujer trabajan en la calle y ambos ocupan un papel dentro de la sociedad, fuera del seno familiar. Este aspecto se halla muy bien reflejado en la película cubana “Retrato de Teresa”, donde esa Teresa (Daisy Granados) va asumiendo poco a poco - no sin chocar contra los preceptos machistas - un papel distinto al de madre y esposa heredados culturalmente.

 3) Han cambiado los tradicionales modelos de maternidad y paternidad: cuando la pareja se ve imposibilitada de tener hijos existe la posibilidad de adopción o bien de utilizar técnicas de reproducción asistida.

4) Las formas de convivencia: aparecen familias reconstituidas: hijo/a adulto/a que luego de un divorcio o separación regresa a la casa de sus padres, pues por las dificultades generadas por la falta de vivienda se hace, en muchos casos, imposible vivir sola/o. O bien, la nueva pareja se muda a la casa de su actual compañera/o con sus hijos, sumándose, en muchos casos, a otros integrantes (otros hijos, suegros u otros parientes).

5) Dada las dificultades económicas actuales y el rol importante de la mujer dentro de la sociedad cubana que hace que el hombre ya no sea el único sostén de la familia, se ha reducido el número de hijos. Cuba, actualmente, tiene una población mayoritariamente adulta. Arés escribe: “Esta disminución ha sido más acentuada en las zonas rurales. El número promedio de hijos es de uno a dos hijos, los cuales nacen durante los dos  primeros años del matrimonio”.[6]

6) Mayor libertad sexual, aceptación de la elección sexual de alguno de sus miembros.

7) En su evolución, se produce en la familia “eventos transicionales” por cambios producidos en la adolescencia o en la jubilación.

8) Eventos inesperados debido a accidentes naturales, cambios sociales que influyen en la familia, por ejemplo, el grado de alcoholismo entre los adolescentes y jóvenes.

“La familia se ha diversificado en su composición, estructura y tipología”, señala Arés Muzio, como del mismo modo sostiene que “la familia cubana ha tenido que accionar en un escenario de grandes transformaciones sociales, por lo que sus características estructurales, evolutivas y dinámicas han cambiado a tenor de los cambios sociales” y recalca: “No es posible hablar de una única familia cubana” [7]

De todas formas, antes como ahora, la COMUNICACIÓN entre los integrantes de una familia es un elemento esencial para el mejor desarrollo de todos sus integrantes. Arés señala que en la comunicación existe un ‘Nivel digital’, que no es más que el modo semántico de la comunicación, y un ‘Nivel analógico’, que es el nivel de entendimiento existente. Una comunicación donde debe tenerse especialmente en cuenta ‘lo que se dice’ y aquello que en verdad ‘se quiere decir’.

De este modo, dentro de la familia son importantes - continúan siéndolo a pesar de los cambios - los ‘límites’, pues esa “frontera psicológica necesaria para salvaguardar el espacio físico y emocional que todo ser humano necesita para desarrollar su identidad, autonomía e independencia”[8] debe estar claramente delimitada. Si en una familia los límites son difusos, se corre el riesgo de invadir espacios. Por ejemplo, un hijo debe saber que su madre - que se ha quedado sola - es ‘madre’ y no ‘madre y padre’; o que ese padre que conversa con él, que intenta un acercamiento con un adolescente, no es ‘un amigo más del grupo’ sino su ‘padre’.

Sin una buena comunicación los problemas se agudizan. Depende sobre todo de la forma en que las personas dentro de la familia han aprendido a expresarse; si la comunicación es meramente ‘informativa’ o a través de los ‘sentimientos’. Una familia ‘disfincional’, por ejemplo, es aquella en la cual no existe el contacto físico, la falta de expresión y la distorsión del código familiar.

Una buena comunicación depende de la manera nítida en que la familia sepa marcar los límites y, en consecuencia, los espacios y roles que corresponden a cada integrante de esa familia. Por eso en cada familia, la comunicación, la demarcación de límites, también conllevan a que se produzcan conflictos, a los cuales Patricia Arés Muzio identificócomo: “Tareas domésticas - Tiempo libre - Economía -Educación de los hijos - Sexualidad - Relaciones ampliadas: familias y amigos - Ideología, valores, código de ética y Proyecto de vida”[9]. Ejemplificando, el reparto de las tareas domésticas no siempre deben recaer en los adultos de la familia sino que cada integrante - hijos adolescentes, por citar algunos - deben tener responsabilidades que tienen que cumplir para evitar que se produzca el conflicto. O cuando se habla de ‘Proyecto de Vida’, dentro de una familia - a la cual se desea seguir perteneciendo - no se debe priorizar el individualismo sino consensuar para llevar adelante ese proyecto con el apoyo del resto de la familia. Y para esto siempre deberemos remitirnos a la comunicación.

Para concluir estas reflexiones sobre la familia cubana actual, nos podemos remitir a una cita de Marcela Lagarde que dice: “Las identidades masculinas y femeninas no son fenómenos naturales. Hombres y mujeres son hechos construidos y en ese sentido somos históricos y no naturales”.

Y así, si cada integrante de una familia asumiera su rol, es muy probable que la canción de Silvio con la cual comenzáramos estas reflexiones, quedarían a un lado cuando señala: “Pero necesitas quedar bien con todo. Todo que no sea bien contigo misma. (…) La angustia es el precio se ser uno mismo”.

Notas:

[1] Colectivo de autores: Acerca de la familia cubana, Editorial Academia, La Habana, 1993 (citado por Patricia Arés Muzio en su libro Psicología de familia)

[2] Arés Muzio, Patricia - “Psicología de familia - Una aproximación a su estudio” - Editorial Félix Varela - Año 2002.

[3] Ib ídem

[4] Ib ídem

[5] Ib ídem

[6] Ib ídem

[7] Ib ídem

[8] Ib ídem

[9] Ib ídem

por Doctor Mario Jesús Casas López y María Laura Riba

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