Morazán y su hija costarricense
Por Lic. Miguel Calix Suazo
Vicepresidente del Instituto Morazánico
Vicepresidente Academia Hondureña de Geografía e Historia

Para comenzar a reivindicar a Morazán en Costa Rica he escrito seis volúmenes, el segundo de los cuales y que publiqué en 1996 prologado por el Lic. Manuel Carballo Quintana, Embajador de Costa Rica, en Honduras, trata de la hija póstuma del egregio Héroe,  María Ester de los Dolores Freer Escalante (llamada Lolita por su familia), que este 2 de junio –en el más completo olvido por todos los centroamericanos- está cumpliendo 165 años de haber venido al mundo en San José, Costa Rica, y que su madre Teresa Escalante y Ocampo, salvadoreña oriunda de Ahuachapán, bautizó el 15 de setiembre de 1843 como recuerdo del día en que murió su querido Francisco Morazán Quesada. El asentamiento del bautizo de LOLITA, con la aprobación del Obispo Anselmo Llorente y Lafuente, que hacía un mes había regresado del destierro, se realizó, sin embargo, hasta el día de la boda de la muchacha, en el libro 18, folio 02, asiento 03 correspondiente a 1843.

Teresa y su esposo el caballero inglés (de Liverpool) Mr. William Freer Risk habían llegado a Costa Rica en 1834 ya casados, procedentes de San Salvador; y cuando ella conoció a Morazán, hacía unos dos años que Mr. William había regresado a su patria sin enviar noticias a Teresa, quien quedó con sus tres pequeños hijos -Amelia de la Libertad, José Guillermo Roderico e Isabel Agustina. Esta circunstancia había obligado a la distinguida y joven dama a instalar en su casa un hospedaje, a fin de subvenir al sostenimiento de su  familia.

LOLITA se casó el 20 de octubre de 1859 con Luis Vicente José Gargollo Díaz de Tejada, 12 años mayor que ella, pues había nacido en Cádiz, España, el 27 de octubre de 1831 (Sus abuelos paternos fueron los excelentísimos señores don Luis Gargollo, caballero de Gran Cruz de la B. Orden Americana de Isabel La Católica y doña María Josefa Corte de Gargollo). Luis y Lolita tuvieron 9 hijos que fueron: Elena Rosa de las Mercedes, quien vino al mundo el 31 de agosto de 1860; Eduviges Teresa, quien nació el 17 de octubre de 1863; María Luisa, que murió estando muy pequeña; María Adela Eulalia, nacida el 10 de febrero de 1866; Luciano Luis José María, nacido el 31 de agosto de 1868; Guillermo Juan de Jesús, nacido el 7 de junio de 1872; Ricardo María de los Dolores, nacido el 16 de setiembre de 1874; Manuel Antonio Francisco, más conocido como Luis, el 13 de junio de 1879; José Aurelio de los Dolores (Pepito), el 3 de julio de 1881; y Celia Eloísa Concepción de Jesús, el14 de marzo de 1884.

Lolita intuyó que, andando el tiempo, su familia entera se expandiría por todas las parcelas centroamericanas, y aun fuera de ella, para difundir que las ideas de la unidad centroamericana son permanentes y que propugnan por alcanzar un mayor bienestar de la población... Hoy su familia la constituimos todos sus descendientes –biológicos y no biológicos- y nos proponemos reivindicar para siempre al hombre del cual el segundo Obispo de Costa Rica, el alemán Bernardo Augusto Thiel, avaló que “sus hechos son tan grandes que no caben en el marco de nuestra historia y su nombre tan glorioso que se escapa del límite de nuestras fronteras…” Otro costarricense, el Embajador prologuista de mi libro expresó: “El verdadero valor de la gestión pública de Francisco Morazán como Jefe de Estado de Costa Rica no sólo es desconocido en nuestro propio país, sino también ignorado por los enemigos seculares de sus ideas. El Lic. Cálix Suazo viene a poner las cosas en su lugar al reafirmar a Morazán como el precursor, promotor y mártir de la unidad centroamericana, pero demostrando a la vez que el General Morazán fue el más firme defensor de la integridad territorial de Costa Rica. No se puede reparar el error  incorregible de quienes apagaron su vida, pero sí se pueden rectificar los juicios posteriores a su muerte -he aquí el significado de los seis volúmenes escritos por don Miguel Cálix Suazo”, palabras que se relacionan con las del Héroe: “ni el oro del Río Guayape, ni las perlas del Golfo de Nicoya, volverán a adornar la corona del Marqués Aycinena, ni el pueblo centroamericano verá más esta señal oprobiosa de su antigua esclavitud; pero si alguna vez brillase en su frente este símbolo de la aristocracia, será al blanco de los tiros del soldado republicano…”

Lic. Miguel Cálix Suazo

Vicepresidente del Instituto Morazánico
Vicepresidente Academia Hondureña de Geografía e Historia

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