Morazán en las vueltas del Ocote
Por Lic. Miguel Cálix Suazo

Un vecino de Catacamas, llamado LORENZO SÁNCHEZ, que formó parte de la facción que combatía a Morazán en Las Vueltas del Ocote el 21 de enero de 1830, relata lo siguiente:

"Varios días habían transcurrido sin que apareciera el enemigo, hasta el 21 de enero uno de los vigías que se encontraba a media legua de distancia de nuestro campamento, abandonó su puesto para venir a decirnos que un ejército se aproximaba y que probablemente era de Morazán. Otro vigilante nos trajo la misma noticia, y ya sólo se pensó en la defensa. Cada Jefe ocupó su trinchera con la gente de su mando. El Coronel CONCEPCIÓN CARDONA, con machete en mano, recorría a pie la línea de las trincheras. Los lanceros al mando del Capitán FRANCISCO MOZA, de Zapota, en un guindo con la Caballería, esperando la orden de moverse para partir vadeando las faldas de los cerros, para atacar por la espalda la fuerza de Morazán. A poco rato de esperar oímos un clarín que tocaba ¡Alto! Y luego un ruido sordo. Eran los tambores del Ejército de Morazán que se detenían para disponer el ataque. Esperamos llenos de entusiasmo ver las guerrillas del enemigo por las faldas de los cerros que habíamos desmontado y repeler su ataque con los buenos rifles que nos habían traído los derrotados por el mismo Morazán. MEDIA HORA DESPUÉS, MIRAMOS APARECER UN HOMBRE SOLO QUE VENÍA CON DIRECCIÓN A NUESTRO CAMPAMENTO. Todos nos sorprendimos y pensamos que era algún Oficial que venía de parte del enemigo a proponernos nos rindiéramos. El hombre no se detenía en su marcha. Venía tapado con un sombrero de junco, un pantalón blanco, casaca negra, un pañuelo blanco en el cuello, botas altas y traía un chilío en la mano por arma. Según se aproximaba, lo reconocieron las facciones, pero no le distinguimos el color por la barba que la tenía un poco crecida, y próximo a nuestro campamento, al tratar de subir la loma, fue reconocido por algunos de los Jefes, quienes aseguraron que era el General Morazán. Inmediatamente se reúnen todos y disponen ir a su encuentro. Vamos, dice el CORONEL CARDONA, a recibirlo. ¡Atención!, reclama, ¡atención! Y parten hasta encontrarlo. Se saludan estrechándose las manos. Conversan un poco a la sombra de un encino para resguardarse del sol que estaba muy fuerte. Todo el ejército guardaba silencio, parecía que algo grave iba a suceder, algo que a todos convendría, mientras que los Jefes que rodeaban a Morazán oían la palabra que les dirigía, jugándole una sonrisa en los labios.

Después de conversar un poco, el CORONEL CARDONA se apartó del grupo y desenvainando su machete, se dirige al Ejército que permanecía en pie, y nos grita: ¡NO PELEAREMOS! ¡VIVA EL GENERAL MORAZÁN!. Inmediatamente nuestros Jefes le abrazaron, y él hizo lo mismo. Nosotros respondimos el Viva con toda la fuerza del pecho y seguimos silenciosos. Pocos momentos después CARDONA vino a las trincheras y nos ordenó que llenáramos una olla de comida de la que habíamos preparado para nuestro almuerzo. Nos dijo estas palabras: "EL GENERAL MORAZÁN ALMORZARÁ CON NOSOTROS, YA NO HABRÁ MÁS GUERRA. Aquí vamos a capitular y no seremos molestados en ninguna forma. Después, mientras nos arreglamos con él, pues de aquí nos iremos a nuestras casas con toda garantía. Esa noticia fue de mucha alegría para todos, arreglada la olla repleta de carne salada y plátanos, preparados los huacales en que se servían, quebramos unas rapaduras de dulce y las llevamos al almuerzo que tomamos en el suelo. Morazán muy alegre con todos. Ya no había distinción. ÉRAMOS AMIGOS".

Lic. Miguel Cálix Suazo
Vice Presidente del Instituto Morazánico
Secretario General de la Fundación Morazánica

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